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¤¤ Capítulo 16 ¤¤

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Un par de meses después...

Michelle Vermillion era la madre de Mavis y tía de Lucy Heartfilia, hermana de la progenitora de esta última. Poco tiempo después de que Lucy perdió la vista, Michelle fue diagnosticada con una peculiar enfermedad que le impedía exponerse demasiado tiempo al sol, la tenía en cama casi todo el día y necesitaba de un ambiente más natural, comparado con el ajetreado día a día en Londres. Por ello, y con la jugosa herencia que su difunto marido dejó para ella y su hija, se permitía el lujo de vivir a las afueras de la gran ciudad, en el campo, claramente con su personal capacitado para atender todas sus necesidades. Pero como madre y tras una vida experimentada, no concebía a tener a su hija allí encerrada a su lado.

Mavis aceptó después de mucha insistencia, o eso pensaba Michelle, y Lucy encontraba algo de tranquilidad con Mavis a su lado, aunque para ella era claro que el principal motivo por el que Mavis fue enviada a Londres de regreso era para que ella tuviese alguien de confianza y a la altura para que estuviese a su lado. Y el responsable de eso no era otro que Jude Heartfilia, pero eso no era algo que fuesen a decir a viva voz.

—Y bien Lucy, mi querida Mavis ha sido un poco vaga al momento de platicar sobre los acontecimientos que suceden por allá, he oído que tienes a un apuesto escocés siguiéndote a donde quiera que vas —Michelle, apoyada en los gruesos cojines para permanecer sentada, sonrió con picardía y la miró expectante. Lucy dejó el bordado en el que trabajaba y trató de colocar la aguja en un lugar estratégico para no pincharse y saber dónde estaba.

—Tía Michelle, eso no... —Lucy no quería mentirle, pero si decía que sí, sería afirmar que Natsu estaba tras ella, y eso no era así. En todas aquellas semanas plagadas de eventos sociales o paseos por el parque, Natsu Dragneel no volvió a insinuar algo más que una sana amistad, así como tampoco intentó de nuevo besarla. Y aquello la tenía tan confundida. Era consciente que todo Londres los tenía en la mira. Algunos esperaban el anuncio oficial de un compromiso, otros un escándalo.

—Por Dios, Lucy, no te hagas la que no sabes, tienes al escocés hijo de Igneel tras tus faldas. —Michelle se atragantó cuando bebía de su taza del té, Mavis se llevó un susto y no volvió a hablar hasta que dejó de toser—. Mamá, perdóname, pero es cierto. No me gusta mucho hablar de él, pero he de admitir que desde el disparo mi opinión acerca de él quizás ha cambiado un poco...

—¡¿El disparo?! —Michelle adquirió un tono pálido que alarmó a Mavis, pero su madre estaba más ocupada revisando a sus dos chicas y evaluando su estado físico—. Por el amor de... ¿qué me están ocultando niñas?

—¿No le dijiste? —Lucy se giró a dónde localizó la voz de Mavis.

—¿Decirme qué? —protestó Michelle, sin ser tomada en cuenta.

—No quería alarmarla, ni siquiera yo supero el susto de ese día —se quejó Mavis, secando las gotas del frío sudor que bajó por su frente al traer esas memorias—. Mamá, discúlpame, no quería alarmarte, pero como podrás ver estamos en perfecto estado. Lo cual no puedo decir del galán de Lucy, la bala lo rozó y le arrancó un pedazo de la oreja. Pero el que peor salió parado fue ese lunático, Natsu se deshizo de él sólo armado con un cuchillo.

Lucy no podía ver la expresión de su tía, pero conociéndola de seguro tenía el corazón a punto de salir por su boca. Buscó su fría mano y la apretó, brindando una sonrisa poco tensa por las cosas que Mavis recordaba. Michelle tomó su mano con ambas y las apretó cariñosamente.

—Bien dicen que los escoceses son unos salvajes, pero me alegro de que estén bien, y ojalá algún día tenga la oportunidad de conocer a ese muchacho, debo agradecerle.

—No tardará, babea por ella cada que la ve, y no ha dejado que ningún otro arrastrado se acerque a ella, la acapara en todos los bailes. ¿Puedes creerlo? Me mandan con su hermano para que no los moleste, pero no te preocupes, los tengo en la mira, a la primera mano mal parada, le daré con mi abanico —el ademán que hizo con el bello abanico de encaje debió ser lo suficientemente divertido para que Michelle rompiera en carcajadas poco propias para una dama, pero a ellas no les importaba. Y Lucy estaba demasiado distraída pensando en todo ese tiempo transcurrido.

—Eso me recuerda... —Michelle recuperó la calma y se dirigió a Lucy—. ¿No era Zeref Dragneel con el que estabas comprometida?

—Tía Michelle, yo...

—No, querida, no tienes por qué sentir vergüenza —su tía tomó con cariño su barbilla al ver que quería ocultar el rostro—. Si no se dio, no se dio. Y no importa que tengas más años de conocer a Zeref que a... ¿Ratsu?

—Natsu —Corrigió Lucy con una risilla. Michelle le pellizco la nariz con ternura.

—Natsu... —Repitió—. Cariño, estás radiante... por lo que Mavis me ha contado en sus cartas, no puedo decir que lo conozco bien, pero ver tu expresión cuando hablas de él... Lucy, no importa lo que digan los demás, y que Jude se quite esa idea de padre sobreprotector de la cabeza, sé feliz.

Ni Mavis ni Lucy quisieron hurgar en el asunto de Jude, ese era otro asunto, uno que perturbaba a Lucy, e incluso que la apacible Virgo. Jude Heartfilia odió a Natsu desde el primer momento, y aunque ahora no conocía con exactitud cuáles eran los pensamientos de su padre hacia el menor de los Dragneel, tampoco iba a preguntarle. Siempre le repetía que debía ser dulce y dócil con el joven Dragneel, que no permitiese que saliese de sus manos, pero no quería verlo ni en pintura.

—Y bien, ¿alguien va a platicarme sobre cómo es ese bárbaro escocés que tiene a Lucy babeando? —Lucy no mostró desagrado al escuchar cómo le llamaba, porque podía notar la falta de malicia en su tía y sabía que no era así. Si bien no amaba a los escoceses, tampoco los odiaba

—Mavis, ya que estas tan dispuesta, adelante —alentó Lucy.

—¿Por qué yo? Eres tú la que se la pasa risa y risa con él.

—Será por esto —Lucy señaló sus ojos e hizo bizcos, dejando su mirada perdida en un punto de la habitación. Madre e hija se fundieron en un largo silencio, luego las tres rompieron a reír.

—Eres odiosa, ¿lo sabías? Bien, es un poco más alto que el tío Jude... —Mavis se sentó en una silla cercana y sus pies quedaron colgando bajo sus faldas. Los meció y se golpeó la barbilla con el índice, mirando fijamente a Lucy—. Y es más corpulento que la mayoría de los ingleses.

—No me extrañaría, con las constantes guerras que tienen entre sus clanes, necesitan estar en forma o... bueno, pero creo que bajo la orden del rey, deben haber dejado las disputas.

—Es su forma de convivir —Musitó Lucy, recordando una de las pláticas que había mantenido con el joven lord—. Son riñas que tienen entre familias, más no es nada grave. Aunque algunos permanecen resentidos por las órdenes del rey, Natsu dice que su abuelo es quien mantiene la paz.

—Sigue siendo un poco exagerado, en mi opinión —Mavis chasqueo la lengua—. Bien, ¿en dónde estaba? Ah, sí. Su cabello es color rosa, te imaginarás que destaca demasiado. De cierta forma tiene un aire parecido a Zeref en cuanto a facciones. Argh, aunque no me agrada del todo admito que es atractivo.

Michelle rió, Lucy sólo permaneció en silencio con la mirada perdida mientras volvía a su labor de bordado.

—Lo que sí admito son sus ojos, son hermosos, color jade.

—Me gustaría conocerlo, claro, para darle el visto bueno y saber en manos de quién dejo a mi querida Lucy.

—Tía, por favor, te adelantas demasiado. Natsu es un buen amigo nada más, y muy caballeroso conmigo. Si Mavis de verdad te contó todo, entenderás que esta es sólo su manera de disculparse, y vaya que lo ha hecho bien. Ahora sí me disculpan, me gustaría acostarme un rato, me ha empezado a doler la cabeza.

—Por supuesto querida, ¿por qué no has dicho nada antes? —Mavis se acercó cariñosa y la tomó del brazo, alcanzando su bastón—. Vuelvo en un momento madre.

—No hace falta que me acompañes.

—No empieces Lucy. Pediré a Virgo que te prepare un té, lo bebes y dormirás como una bebé.

Lucy no respondió, no volvió a hablar más que para agradecer el trato de aquellas personas que rodeaban su diminuto mundo lleno de vacío. Hermosamente contradictorio. ¿Pero cómo podía decirles a aquellas mujeres que alegraban su vida que volvía a sentir aquella opresión en el pecho por ser incapaz de ver? Había comenzado a acostumbrarse, pero ahora, al conocer a Natsu, o mejor dicho, ser consciente de su presencia, daría lo que fuese por poder ver aunque sea un momento al hombre que le estaba devolviendo las ganas de vivir. ¿Cómo decirles que Natsu estaba trabajando con ella en secreto, creando un peculiar sistema para que ella pudiese leer por si misma con sus manos? ¿O que con ese mismo método le enseñaba a enviar unas cartas de las cuales sólo él y ella serían conscientes?

¿Por qué se tomaba tantas molestias con ella? Sus intenciones eran confusas ahora, desde aquella vez en el kiosco de la segunda mansión Dragneel, Natsu volvió a besarla ni a intentar algún otro acercamiento. Se comportaba como un galante caballero, e incluso admitió avergonzado que detestaba la mayoría de eventos sociales, pero era el único lugar donde podía bailar con ella y platicar sin que los rumores se expandieran malintencionados. Eso no evitaba otra clase de cuchicheos, pero apenas si les prestaba atención ahora.

No obstante, tenía que admitirlo, ella veía a Natsu como algo más que un amigo.

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A la semana siguiente...

—Te ves tan encantadora como siempre —Lucy sonrió y se dio la vuelta hacia el dueño de tan conocida voz, apenas extendía su mano cuando él la tomó y la besó, dejando de incógnito un trozo de papel doblado bajo sus dedos. Ella lo aferró sin delatarle, y aceptó sus comentarios melosos.

—Tendré que creerle, puesto que Virgo me ha preparado y Mavis dice que tiene un gusto exquisito.

—¿Cree acaso que yo le mentiría con algo así? —Fingió dolor, llevándola del brazo al carruaje que ya les aguardaba. Se inclinó ligeramente hacia ella para susurrarle—. Quiero que leas la nota cuando estemos en el carruaje, aprovechando que el demonio de baja estatura no está aquí.

—Puedo imaginar a Mavis escuchándolo y deseando arrojarle algo —bromeó Lucy. Mavis se había quedado un par de semanas más con su madre, con el permiso de Jude claro, por lo que tardaría unos cuantos días más en volver. 

Abordaron el carruaje y emprendieron camino a la lujosa fiesta de compromiso de una de las parejas de más renombre en Londres, pero Natsu debía admitir que le importaba un comino. Sus ojos se centraron en Lucy, que justo sentía algo rozar su muñeca, y una sonrisa se dibujó en su rostro cuando sintió el suave pelaje de Happy aún a través del guante. Lucy tomó al mínimo y le acarició bajo el hocico, obteniendo un ronroneo.

—Happy ya sabe cuándo debe subirse al carruaje para verte —se inclinó al frente para tocar a su minino amigo, pero éste deseaba las caricias de la muchacha en esos momentos—. Sólo si me ve subirme lo hace también, sabe que sólo uso el carruaje cuando voy a verte.

—¿Y cuando usas tu caballo?

—Él sabe que no voy a traerte sobre mi corcel a tan poca distancia, no sería decoroso —aquel comentario dicho con su acento escocés le provocó escalofríos, y Natsu percibió cada uno de los parpadeos repentinos que dio antes de recomponerse y fingir que el rubor sobre sus mejillas era por el ajustado vestido. Admiró cada una de las formas que la prenda acentuaba, y recordó la forma voluptuosa de su figura cuando la tuvo entre sus brazos una noche de verano, cuando se escabulló a su alcoba para besarla.

Se mordió la lengua al captar a Happy viéndolo fijamente. A Natsu nadie lo engañaba, ese animalito era más listo de que se esperaba para un gato, y casi podía jurar que era burla lo que hallaba en sus ojos cada que Lucy lo tomaba entre sus manos y lo dejaba descansar en su regazo o lo apoyaba en su pecho. Su pecho... tan voluptuoso y apresado tras el maldito corsé que las señoritas se veían obligadas a usar. Lucía tan encantadora que dolía por la necesidad de tocarla y saber si esa aparición era real, dolía contenerse y no poder siquiera besarla, pero se había prometido a no presionarla y dejar de abordarla de manera tan amenazante. Tenía suerte de que Lucy no deseara su corazón o su cabeza sobre una bandeja de plata, porque cualquier otro padre que se enterase de aquellos momentos a solas, siendo ingleses, haría un drama. Pero Lucy era un ángel, su ángel personal. Le traía paz, se sentía tan cómodo y confiado con ella a su lado, era agradable y divertida, le palpitaba el corazón cada vez que la veía y la necesidad persistía cuando no la tenía delante suyo. Adoraba esas expresiones que creía nadie más veía, cuando se sabía ignorada por todos a su alrededor, menos él que siempre la observaba, tratando de adivinar sus pensamientos y anticipándose a sus deseos.

Quería a Lucy, pero no sólo en un aspecto físico, esa muchacha tan maravillosa no podía casarse con un maldito inglés, y no era para nada una cuestión de sangre, es que sencillamente ningún patán estirado y pálido estaba a la altura de esa mujer, no serían comprensivos con ella, ni pacientes, no podrían atenderla de manera apropiada. Lucy era un pajarillo al que le habían cortado las alas, quizás el no podría devolvérselas, pero podía ayudarla a elevarse, a sentir de vuelta aquella sensación que alguna vez estuvo en sus manos. Era también aquella diminuta estrella que había quedado en el olvido por se incapaz de brillar como las demás, pero su brillo era único, cautivante y envolvente, tan cálido que no cualquiera podía entenderlo. Tan distante y envuelta por un frío vacío que él estaba dispuesto a cruzar.

—Muy bien, veamos qué escribió Natsu para nosotros el día de hoy... —Lucy desenvolvió el papel y buscó quitarse al menos un guante. Natsu la detuvo.

—Permíteme —Colocó la mano de Lucy con la palma hacia arriba sobre la suya, y la acercó a sus labios. Sin perder de vista un instante su rostro, apresó la tela del dedo medio y tiró con suavidad. Lucy tembló bajo su mano y apartó el rostro de inmediato, volviendo un puño su mano libre. Cuando le quitó el guante por completo, lo dejó a un lado y sonrió—. ¿Le ayudo con el otro?

—Creo que con una mano puedo —tartamudeó. Happy protestó ante la falta de caricias pero Natsu lo tomó para que la dejara leer.

Trataban de usar algo sencillo, el papel no era tan delgado como el común, tampoco tan grueso para impedir doblarlo, esto para que Lucy fuese capaz de percibir la serie de líneas y puntos en fila que allí se grabaron. Natsu se había apoyado en una antigua escritura que constaba de figuras, aunque esta era un poco más complicada porque hacían letra por letra para que fuese capaz de entender con exactitud el mensaje y no equivocarse. Por lo que también requería una buena memorización del patrón de cada letra. Lucy era muy inteligente, y él supo que no tendría problema para ello. Claro que trataba de ser conciso con sus notas.

—Be... E... erre... No, un momento... —Lucy regresó con la yema de sus dedos a esa última letra para comprobar que el patrón correspondía a esa. Natsu se frotó el cuello y rió avergonzado—. Alguien necesita más puntería con el exacto.

—Discúlpame pero esa plantilla fue hecha sólo para ti. —También había mandado a crear una fina lámina grabada de aquellos patrones para que Lucy pudiera apoyarse en ellas al momento de escribirle, además eso evitaba que llegase a cortarse con el exacto porque sólo debía meter el filo en las ranuras. Cuando el herrero preguntó para qué lo quería, Natsu sólo le pagó un poco más para que mantuviera la boca cerrada. No necesita que ese tipo de cosas salieran al día siguiente en el periódico—. Hago mi mejor esfuerzo, ¿sí?

—Laberinto —concluyó ella —. ¿Qué significa?

—Significa... —comenzó a explicar mientras tomaba el guante y se lo colocaba de vuelta, estos llevaban casi al codo, ajustándose con un pequeño botón que abrochó—, que en el instante en que brinden por la futura pareja, tú y yo vamos a escabullirnos al famoso laberinto del conde Erick Cobra.

—¿Para qué quieres que nos perdamos en un laberinto?

—Es un secreto, milady.

—Natsu... —advirtió divertida. No desconfiaba de él, cuando Natsu le enseñaba a leer en un nuevo idioma para su discapacidad, mientras lo creaban y perfeccionaban, tuvo muchas oportunidades para haberse propasado con ella, o llegar a hacer algo, pero no fue así. Y ella confiaba plenamente en él—. ¿Qué dirán si se enteran de que nos escabullimos?

—No te preocupes, Happy tiene una misión muy especial esta noche.

—No puedo creerlo... —Lucy volvió a tomar a Happy cuando éste vio la oportunidad de regresar a sus brazos—. ¿Lo has oído? Te quiere involucrar en una travesura.

—Es por una buena causa, se lo aseguro —miró por la ventanilla, comprobando que estaban por llegar. Miró a Lucy una vez más y tomó sus manos para llamar su atención—. Lucy, ¿podrás...? No quiero obligarte a que me acompañes, me gustaría hablar algo contigo.

—¿No puedes decirlo ahora?

—Me gustaría hacerlo allá, no disponemos del tiempo suficiente...

—De acuerdo, esperaré tu señal entonces.

A partir de allí repitieron el mismo tedioso proceso de cada evento, una vez saludaron a los anfitriones y expresaron sus buenos deseos, fue un constante de nombres y títulos que se presentaban ante Lucy y a Natsu, a quien no le hacía mucha gracia ver el deseo en los ojos de aquellos nobles para con su acompañante. Por ello mismo pensó que su pequeña escapada no podría llevarse a cabo, no quería dejarla en esa jauría de lobos hambrientos que no parecían tener ninguna intención por disimular sus asquerosas intenciones. Sus esposas no se quedaban atrás, tocándole el brazo e incluso la chaqueta a la altura del torso cada que se acercaban a saludar.

—Lord Dragneel, el más joven, tenía la ligera esperanza de que esta noche pudiese formar como mi acompañante, pero de nuevo ha salido con la tierna e indefensa Lucy —esa voz tan irritante... Natsu puso los ojos en blanco mientras le quitaba la copa de jugo vacía a Lucy y le pasaba un pañuelo para limpiar la gota que se deslizaba por su comisura. Ella guardó una pequeña risilla cuando sintió la tensión de Natsu bajo su mano que sujetaba su bíceps.

—Mi señor... ¿eso que siento es miedo?

—El más absoluto ante esa horripilante mujer —susurró en un tono de desesperación que por poco la hizo reír. A regañadientes Natsu se giró a la condesa Ultear cuyo marido se hallaba de viaje por las costas, permitiéndole a esa mujer hacer de las suyas. No era ningún santo para juzgarla, ¿pero no podía esa mujer buscarse a alguien las joven que pudiera caer ante sus encantos? Fea no era, y estaba dispuesta, pero a él no le interesaba—. Buenas noches, condesa Milkovich, ¿puedo ayudarle en algo?

—¡Claro que puedes! Llevo varias noches queriendo que me invites aunque sea a un baile, pero veo que tus deberes no se terminan —Ultear ya había acaparado por completo a Natsu. Por lo que Lucy escuchó con las manos a la altura de su estómago, donde sostenía el bastón—. Querido, ya te has resarcido ante los ojos de todos por los malos momentos entre ustedes, deja que se divierta y ven conmigo.

—Aunque sus palabras fueran verdad, como podrá comprender no dejaré a lady Heartfilia sola, así que, si me permite —se deshizo de su agarre lo las delicado posible para no llamar la atención sobre ellos, pero al girarse vio una imagen que no le gustó para nada—. Joven Eucliffe, ¿no? Buenas noches.

Sting le devolvió el saludo sin muchos ánimos, pero aquella expresión severa cambió a una de total cariño cuando se presentó ante Lucy.

—Lucy, ¿le importaría que la acompañe un rato? Me gustaría hablar con usted sobre algo, aprovechando que su acompañante ha dirigido su atención a otra dama.

—Eso no...

—¡Excelente! ¿Lo ve? Venga conmigo, mi señor, hay algo que quiero comentarle —Ultear no tardó nada en tirar de él, al mismo tiempo que Eucliffe le dirigía una mirada burlona y se alejaba con Lucy de su brazo. Tuvo ganas de borrarle esa sonrisa arrogante con un puñetazo al comprender que esos dos se habían aliado para eso—. ¿Por qué no me mira siquiera? Es grosero no mirar a la dama que tiene su atención.

—Por supuesto que miro a quien tiene mi atención —dejó claro sin mirarla siquiera, no le gustaba que Sting hubiese elegido precisamente aquel momento donde todos se hallaban distraídos para llevarla al balcón, ahí los perdería de vista—. ¿En qué puedo ayudarle? Debe comprender que he de volver con la Lucy, condesa.

—No sea tan formal, puede llamarme Ultear...

—Eso no sería adecuado, condesa Milkovich. ¿Qué es lo que necesita?

—Oh, vamos, a ella la tuteas... pues bien, quizás necesitemos un poco más de confianza, ¿no crees? —A Natsu no le agradó el modo en que ella insinuó aquello, ni como se pegaba a su costado con total descaro. Tal vez su yo del pasado no dijese que no a una mujer dispuesta, pero era nulo su interés por ella—. ¿Te parece si damos un recorrido por las habitaciones del segundo piso? Estoy segura de que alguna estará disponible.

—Creo que escuché bien, su marido se haya de viaje, ¿no es así? —Fingió acompañarla, a una zona donde la gente era menos hasta llegar a un rincón alejado donde nadie les prestaba atención y la alta música impedía que fuesen escuchados.

—Por supuesto, ¿prefieres que vayamos a mi hogar?

—Prefiere que le tenga un poco de consideración a su marido y deje de andarse buscando amantes en los círculos donde claramente sus hipócritas amigos pueden ver que su esposa lo engaña.

Natsu detuvo de inmediato la bofetada que seguía, tomando con firmeza la muñeca de la mujer cuyas bellas facciones se habían deformado por la rabia.

—No eres un maldito santo, ningún hombre lo es, si mi marido tiene amantes, ¿por qué yo no he de hacer lo mismo y disfrutar la vida? —Escupió con ira, tirando de su brazo para liberarse, Natsu lo bajó para no atraer miradas. Ya no localizaba a Lucy por el rabillo del ojo.

—Estoy en total acuerdo con usted, condesa, pero no quiero sus favores, ahora si me disculpa...

—¿Qué puede darte esa niña ciega? Además de vergüenzas, claro está. Por si no has escuchado los rumores, ha sido mancillada hace años y eso le costó la vista. La única ventaja es que no podrá verte a las amantes ni protestar.

La ira era un sentimiento que, si bien conocía, no era del todo bien recibido. Natsu se detuvo en seco y su visión se tornó nublada por unos instantes. Se giró con lentitud, notando la palidez fantasmal que cubrió el rostro de la condesa, pero eso no era todo. A su lado se encontraba un joven lord, cuyo apellido si mal no recordaba era Fullbuster.

—Lord Dragneel, puede retirarse a buscar a su acompañante. Yo me haré cargo de que los anfitriones se den cuenta de la clase de mujerzuela que han invitado a su fiesta —Declaró el hombre con una cicatriz sobre la frente, tomando el brazo de la mujer que no se defendió al verse descubierta. Natsu no lo miró confiado del todo, él y... Gray no habían tenido mucho acercamiento, pero un breve platica con Zeref le hizo saber que fue otro de los niños ricos que intentaban ir tras Lucy—. La he escuchado, y Lucy es una querida amiga de mi infancia, no voy a permitir que le falten el respeto de esta forma.

—Tienes suerte de que no seas un hombre —Susurró Natsu sin quitarle la furiosa mirada jade de encima—. O arrastraría tu trasero a la primer área despejada y te restaría a duelo. Condesa, no vuelva a acercarse a mí, u olvidaré que es una mujer.

Gray miró al lord marcharse en dirección donde Sting había prácticamente arrastrado a Lucy. Sus glaciares ojos se dirigieron a la resentida Ultear que seguía sin emitir sonido alguno. La soltó al instante.

—Te lo dejaré pasar, sólo está vez, pero si te vuelvo a oír expresándote así de Lucy, haré que tu marido se encargue de ti.

—¿Cómo te atreves? —Ultear se zafó de su agarre y se retiró pisando con fuerza. Gray sólo la observó con un ligero sentimiento de culpa.

Ultear y él fueron amigos cuando eran más jóvenes, eran de la misma edad e incluso llegaron a estar comprometidos. Pero cuando los padres de Gray fueron asesinados y su fortuna familiar robada, el padre de Ultear no dudó en venderla al mejor postor, un hombre ya mayor que quería un heredero. Se casaron, pero con el pasar de los años y pese a los incontables intentos que el viejo Milkovich intentó y no dudó en divulgar, no conseguía dejar en cinta a su mujer. Por lo que frustrado y con la autoridad que se confería a sí mismo, comenzó a llevar a cualquier fulana a su hogar para tener ese querido heredero. Gray estuvo allí cuando Ultear se derrumbó una y otra vez, viendo a las amantes de su marido pasar delante suyo. Hasta que, con el pasar del tiempo, el corazón de esa dulce muchacha se endureció y la motivó a buscar ese cariño que se le negó. Gray no podría decir que la amaba, pero le tenía afecto por su amistad pasada, y un par de veces se acostó con ella ante las ausencias del conde. Era placentero, más no había nada más, y siempre se cuidaba de no dejar su semilla en ella. Para él era claro que el del problema era el conde si ni siquiera lograba hacerles un hijo a sus queridas.

Él no estaba interesado en el compromiso, ni tampoco podía hacer nada más por Ultear que estar allí. Pero desde el accidente de Lucy, él intentó contactarla de muchas maneras, pero Jude fue inflexible, y luego se enteró de que el compromiso de Zeref Dragneel y la joven fue disuelto por ella misma. Fue una serie de acontecimientos que inundó Londres en aquel entonces, y dejó a Lucy vulnerable. Gray jamás revelaría que la cicatriz sobre su frente se la hizo en un duelo con un hombre que se atrevió a difamar a Lucy, suficiente tenía la pobre con todos sus problemas y sabiendo que Zeref también solía batirse en duelo con aquel que osara. Ni siquiera sabía si Lucy lo recordaba como antes, tampoco planeaba acercarse. No ahora que veía de nuevo aquella sonrisa encantadora que portaba antes de la gran tragedia. Pero esta solo volvía cuando el escocés que tenía con la piel de punta a más de la mitad de los caballeros en Londres.

Sonrió con melancolía, estaba expectante de saber que su querida amiga podía nuevamente alcanzar la felicidad que se le arrebató. Había muchas cosas que Lucy no sabía, cosas que tampoco iba a revelarle porque jamás pudo llegar a una conclusión de qué fue lo que sucedió aquella terrible noche que sería recordada como la noche en que Lucy Heartfilia huyó de casa y volvió malherida y ciega.

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Continuará...

N/A:
Vamos a hacer esto un poquito más interesante, ¿qué les parece la obra hasta ahora? Sé que puede tener sus fallas pero saben que los borradores se trabajan constantemente y trato de pulirlo lo suficiente para que sea aceptable de leer. Si me conocen de historia anteriores, saben que adoro el drama y esto no será la excepción, así que me gustaría que se tomasen el tiempo de comentar qué creen que sucederá. Cada vez estamos más cerca del final... mentira, esto apenas comienza, así que estaré encantada de leerlos, prometo responder ♡

Nos leemos~☆

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