Él podría alejarse de ahí. Él podría salir huyendo a toda velocidad de aquel ardiente lugar; pero no quería. le gustaba, el dolor recorría su cuerpo, llenándolo de vida, llenándolo de adrenalina.

Al fin sabía lo que era estar vivo, o al menos eso él pensaba.

Porque le gustaba. La sensación que sentía, el ardor en sus piernas, lo caliente que se volvía el lugar conforme las llamas arrasaban con lo que había en el camino. Sentía como si todo estuviese bien, no había dolor, había paz.

—Yoongi, sal de ahí ahora mismo, te lo suplico.—él azabache captó aquella voz, su mirada se empezaba a tornar borrosa pero logró ver la silueta de quien era su esposo detrás de la puerta del establo en llamas. Le sonrío con sinceridad antes de salir por la puerta trasera, alejándose un poco de aquella zona en llamas y dirigiéndose hacia aquel castaño preocupado.—¿Que dijimos?—¿algo dijo?—¿No te acuerdas?—él no se acuerda de nada.—Dijiste que nunca más probarías sentir dolor.

—Sentir dolor para mi es sentir vida.

—Lo prometiste.

—Lo prometí, lo sé.