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único.

Rosé y Lisa llevan siendo amigas desde que tienen uso de razón. Se conocieron a los ocho años y desde entonces han estado juntas.

Estuvieron en cada celebración habida, se han visto en sus peores y mejores momentos, también han compartido todo, incluso se han bañado juntas y todavía, a sus veinte años, lo hacen.

La confianza y el lazo que han
hecho es tan fuerte que nunca han estado más de 24 horas enojadas, siempre terminan resolviendo sus diferencias. Hasta los padres de las dos han creído que terminarán casadas, con dos hijos, un perro y una casa en los suburbios, pero ellas saben que eso no pasaría nunca porque son únicamente mejores amigas.

Aunque sus padres son conscientes de lo cercanas que son sus hijas, hay cosas que no saben y una de esas es la manía que tienen de gustarles la misma mujer y terminar acostándose con ella, porque como se sabe, comparten todo; incluso las mujeres.

Y esta no fue la excepción, porque al momento de que los ojos de ambas se posaron en Kim Jennie las dos supieron quién sería su siguiente víctima.

La habían conocido gracias a Minatozaki Sana, otra de las tantas mujeres que habían caído en la cama del dúo, cuando ésta las invitó a una fiesta de su fraternidad con el fin de volver a acostarse con las dos.

A la chica la habían presentado como el nuevo fichaje de la entrenadora de las porristas, volviéndola automáticamente popular entre los demás. Y obvio, llamando aún más la atención de Rosé y Lisa, quienes eran unas amantes empedernida de las cortas faldas con pliegues que solían usar.

Luego de ese día las dos estuvieron cien por ciento atentas a la chica, solían salir con ella, la invitaban a las fiestas que iban y, aunque habían tratado más de una vez de que se acostara con ellas, ésta no parecía ceder.

Ahora mismo las dos se encontraban en la habitación de Lisa acostadas en la cama de ésta. Mientras que la más joven estaba jugando videojuegos en su Playstation, Rosé estaba a su lado revisando sus redes sociales.

-Dios, qué buena está- Lisa escuchó a Rosé hablar. Miró hacía su mejor amiga con curiosidad y preguntó:

-¿Quién? ¿la señorita Bea Joohyun?

-No, estúpida. Además es nuestra profesora- respondió dándole un golpe en la frente.

Lisa se rio sarcásticamente. -seguro, porque eso nos detuvo para no coger con ella.

Rosé sonrió con satisfacción y asintió con la cabeza. -qué increíble mujer, pero no, no hablo de ella. Jennie actualizó su Instagram, es preciosa, mira.

Lisa pausó su juego y se reincorporó para sentarse al lado de Rosé y mirar su celular. En la foto aparecía Jennie junto a Nayeon, Jihyo y Karina en la cancha de baloncesto con sus uniformes de porrista, seguramente iban a comenzar la práctica y decidieron sacarse una antes de.

-Me encanta, te lo juro. Pero ha sido tan difícil llegar a ella- se quejó Lisa acostándose bocabajo. Rosé rio y empezó a acariciar el cabello de su amiga.

-Lo sé...-suspiró y echó la cabeza hacía atrás. Iba a hablar nuevamente pero el sonido que avisaba que había llegado un nuevo mensaje a su celular le impidió hacerlo.

Rápidamente lo agarró y miró el nombre de Bang Chan en la pantalla. Con curiosidad lo abrió y leyó el contenido.

-Chan organizará una fiesta este fin de semana y estamos invitadas.

-No quiero ir, tengo planeado jugar toda la noche. Los monstruos no se cazaran solos- mencionó perezosamente Lisa con la cara enterrada en el colchón. Lo tenía planeado desde hace semanas y nadie se lo cambiaría, ni siquiera una fiesta de Bang Chan que eran conocidas por ser un descontrol total, ni eso.

-Jennie irá, pedazo de virgen- avisó la rubia leyendo el grupo donde se encontraban todos, mirando la confirmación de la chica mayor.

-Bueno, tal vez sí se cazen solos- rieron juntas.

...

Jennie estaba hablando animadamente con Yuna, Joy y Jisoo. Habían llegado hace treinta minutos y se encontraban sentadas en los sofás de la sala del anfitrión teniendo una conversación amena entre bebidas alcohólicas y risas. Aunque lo disimulara, sabía que dos pares de ojos no paraban de mirarla con intensidad. Y no fue la única quién lo notó, pues Jisoo también lo había hecho y decidida a hacerselo saber, se acercó hacía ella.

-Eres consciente de que estás en el radar de las unnie hunters, ¿no?- preguntó con gracia la chica mayor, mientras se sentaba a su lado y miraba disimuladamente a Rosé y Lisa, quienes estaban junto a sus compañeros en la barra de la cocina.

-¿Unnie hunters?- rio Jennie.

-Sí, corren rumores de que suelen seducir a mujeres mayores y acostarse con ellas.

Jennie volvió a reír y preguntó con gracia:-¿se turnan? además ni siquiera soy tan mayor, tengo veintitrés apenas.

-No lo sé, sólo sé que hacen eso. Y supongo que es suficiente para ellas- se encogió de hombros, restándole importancia.

-Sana estuvo con las dos- centraron su atención en Momo, quién había llegado y logró escuchar la conversación. -y no se turnaron, se la cogieron al mismo tiempo; ya saben, trío- Ambas chicas se sorprendieron. -pero no digan nada- advirtió señalandolas con el dedo.

-¿Pero no eran hermanas?- preguntó curiosa Jennie. No llevaba mucho tiempo estudiando ahí, se había transferido desde Nueva Zelanda hace un mes y tenían entendido que ambas chicas eran familiares.

Momo negó con la cabeza. -Son amigas de toda la vida... ¿Te imaginas que fuesen hermanas? turbio- rieron.

-Si esas chicas pudieran te cogerían acá mismo- Jisoo habló, señalando disimuladamente a la rubia y pelinegra que miraban atenta hacía ellas, sin ningún atisbo de vergüenza. Querían que Jennie supiera el interés que tenían.

-¿Qué piensas hacer? ¿las rechazaras?- Momo preguntó. Luego vio a Lisa acercarse hacía ellas. -Bueno, supongo que lo averiguaremos.

Jennie no tuvo tiempo de reaccionar cuando vio a Jisoo ser tomada del brazo por Momo y alejarlas a las dos de ahí, Jihyo y Yuna uniéndose, iba a preguntar qué pasaba cuando escuchó una voz conocida a su lado.

-Jennie- volteó para encontrarse con Lisa, quién la veía con una pequeña sonrisa. Jennie la miró: tan alta y guapa como siempre. Luego miró hacía Rosé, también alta y guapa. -¿te gustaría pasar el rato con Chaeng y conmigo?

¿Debería aceptar? ¿qué pasaría entonces? no era ciega y sabía que las dos tenían un interés por ella además de que Momo y Jisoo se lo habían confirmado. Es cierto que al comienzo le costó creer que ambas estaban interesadas, pues juraba que era Lisa quién gustaba de ella y Rosé solamente le ayudaba. Aunque las chicas solían ser directas, siempre sintió que la joven de las mejores amigas lo era aún más, tal vez se debía a su personalidad juguetona, mientras que Rosé era mucho más relajada.

-¿Qué dices?- escuchó nuevamente la voz de Lisa sacándola de su debate mental. La miró y luego a Rosé nuevamente quién le sonrió leve de lado.

-Seguro- trató de sonar lo más segura posible aunque por dentro estaba muriendo de los nervios. Hoy haría algo que nunca en su vida pensó que se atrevería a hacer.

Lisa sonrió y la guió hacía su mejor amiga colocando su mano en la espalda baja de la chica. Miró a Rosé darles la espalda para tomar una cerveza y luego voltearse extendiéndosela, Jennie la recibió con una sonrisa.

Empezaron a hablar animadamente hasta que el ambiente iba colocándose cada vez más íntimo para en trío. Sin haberse dado cuenta, Jennie estaba entre las dos sentada de medio lado en uno de los taburetes. Rosé era quien estaba casi detrás de ella, su mano posada en la pequeña cintura y su brazo apoyado a lo largo de la encimera mientras que Lisa estaba adelante con una de sus manos en el muslo y la otra en el espaldar.

Algunos ojos curiosos estaban posados en ellas, pero debido al alcohol a ninguna le interesaba. Las demás personas estaban ajenas a lo que sucedía y simplemente se preocupan por su propia vida.

-¿Te parece si nos vamos?- escuchó la voz profunda de Rosé cerca a su oreja. Se estremeció y remojó los labios, miró a Lisa quién apretó levemente su muslo y asintió, estando de acuerdo con su mejor amiga.

Rosé y Lisa esperaron a que Jennie se parara para empezar a caminar cerca a ella. Al llegar al auto de la rubia, esta fue hacía la puerta del piloto para subirse, mientras que su mejor amiga abría la puerta de atrás invitando a la más baja a entrar, seguida de ella.

Jennie sentía su corazón latir cada vez más rápido, la excitación cubrir todo su cuerpo y su centro palpitar con anticipación. Escuchó el motor del auto y soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo. Definitivamente sentía que moriría de los nerviosa pero su curiosidad y la emoción le ganaban por mucho.

-No te preocupes, no haremos nada que no quieras- escuchó a Rosé hablar, luego sintió la mano de Lisa posarse en su muslo queriendo trasmitirle tranquilidad cosa que sorpresivamente logró. Aunque sabía qué era lo que querían, siempre dejaban que su pareja sexual tuviese la última palabra y la respetaban.

Jennie miró a Rosé por el retrovisor, quién al sentir su mirada posó la suya brevemente en la de ella y le sonrió, quitándola para seguir conduciendo. Luego volteó hacia Lisa, quien estaba atenta mirando hacía el frente. Llena de valor colocó su mano sobre la que se encontraba en su muslo, llamando la atención de la más alta provocando que la mirara con curiosidad. La relamida de labios hizo que bajara su vista hacía ellos y cuando menos se lo esperó, la castaña había atacado su boca en un hambriento beso.

Lisa con rapidez le rodeó la cintura con un brazo y la acercó hacía ella, devolviéndole el beso con la misma intensidad. Rosé por otro lado sonrió al ver la acción de la más pequeña, ya sabía que había decidido.

Condujo por unos minutos más hasta que llegó al estacionamiento del apartamento que le había obsequiado su padre cuando entró a la universidad, no vivía allí y sólo lo usaba para ciertos casos, como este.

-Déjame un poco a mí, Lisa- bromeó. Apagó el motor y salió para abrir la puerta trasera. Jennie, quién estaba sobre Lisa besándola con ganas sintió un par de manos posarse en sus caderas, invitándola a que se separa. Rápidamente se reincorporó y con ayuda de Rosé, quién la tenía agarrada aún, salió del auto seguida de Lisa.

Al estar frente a la chica más alta se sintió intimidada. Era increíble como el aura de Rosé cambiaba cuando se mostraba totalmente seria y a eso sumarle la estatura que llegaba a sobrepasarla un poco más que Lisa.

Sintió a la otra chica detrás suyo agarrándola de la cintura y luego a Rosé tomarla del cuello con una mano para atraerla a otro beso húmedo.

Jennie se sentía desfallecer, tenía a dos chicas extremadamente hermosas y calientes deseandola. Una le estaba comiendo la boca mientras que la otra le daba firmes pero suaves caricias en sus costados.

-Deberíamos subir- sugirió Lisa. -Estamos haciendo un espectáculo.

Las tres empezaron a caminar hacía la entrada del costoso edificio, saludando amablemente al portero y metiéndose al elevador. Al llegar al piso corresponde, fueron hacía el tan ansiado sitio.

Una vez frente a la puerta, Rosé la abrió con rapidez y se adentraron al lujoso apartamento. Dejaron sus cosas descuidadamente sobre uno de los sofás y Jennie se vio acorralada contra uno de estos por la más alta de las tres, quién la empezó a besar con hambre otra vez. De un momento a otro estaba sobre el regazo de la rubia con Lisa detrás de ella besándole el cuello. Tenía cuatro manos recorriendo su cuerpo completo.

-Eres una delicia, Jennie- escuchó la voz de Lisa en su oído, haciéndola gemir y mover levemente las caderas. - apuesto que debes estar muy mojada.

Tras decir esto, sintió una mano ajena meterse debajo de su corta falda, no sabía si se trata de Rosé o Lisa, pero agradecía a todos los dioses existentes por haber decidido ponerse una.

-Está mojadisima- informó Rosé a su mejor amiga. Jennie se recostó en el pecho de Lisa echando la cabeza hacía atrás apoyándola sobre su hombro tras sentir los suaves dedos dentro de sus bragas acariciándola suavemente.- Sientela.

Rosé sacó su mano para dejar que Lisa metiera la suya, sintiendo la humedad abundante entre las piernas de Jennie.

-Qué rico, Jennie. Tienes el coño caliente y mojado, seguro también está bien apretado- Su voz salió lujuriosa, haciéndola apretar el centro.

La más baja gimio tras sentir como uno de los dedos largos de Lisa empezaba a estimularle el tan necesitado clítoris. Rosé empezó a besarle la mandíbula y el cuello, metiendo sus manos debajo de la camisa para comenzar a acariciarle los pechos por encima del sujetador.

-No sabes las ganas que tenía de tocarte las tetas- dijo Rosé con cierta pizca de alegría. Era una chica amante de los pechos y siempre que veía unos ella era la primera en formarse en la fila para tener la dicha de tocarlos. Sabía reconocer un buen par y Jennie los tenía.

La mujer más baja gimio con lujuria tras sentir las traviesas manos de la rubia abrirse espacio por dentro del sujetador, tocando sus rígidos pezones y amasando con más facilidad y lujuria sus pechos.

Sabía que si moría de placer lo haría con felicidad, despuésues de todo no todos los días tienes a dos personas complaciendote como lo estaban haciendo Rosé y Lisa. Y eso que apenas estaban empezando.

Lisa sacó su mano del centro de Jennie y lo subió hasta la boca de esta, haciéndole saber lo que quería. Jennie abrió sus ojos que estuvieron cerrados y, mirando fijamente a Rosé, se los metió a la boca, chupandolos con ansías.

-Eso, bebé. ¿Te gusta probarte en los dedos de Lisa?- Rosé apretó la cintura de Jennie provocándole un gemido sonoro. Asintió y cerró los ojos cuando sintió la mano de la rubia rodear su cuello y apretarlo con suavidad. -sigue chupando sus dedos como la buena chica que eres- otra vez sintió su centro apretarse y gimió.

Lisa le sacó los dedos de la boca y volteó con cierta fuerza su rostro para atraerla hacía su boca y besarla con ganas. Se alejó y con un gritito de sorpresa por parte de Jennie, Rosé se levantó cargandola para llevarla hacía la cama con la pelinegra detrás de ellas desvistiendose.

Al llegar a la habitación la dejó suavemente sobre la cama y se alejó. Rosé y Lisa estaban delante de ella, una totalmente vestida y la otra sólo en bragas. Sus miradas estaban cargadas de lujuria y deseo. Se veían imponentes y ella se sentía pequeña, como una indefensa presa en espera a que una manada de leones hambrientos se le echarán encima para comérsela. Algo parecido a lo que sucedería a continuación.

Lisa se acercó hacía ella y se acostó al lado apoyando el codo en el colchón y con la otra mano acariciándole el abdomen descubierto debido a que la camisa se le había subido, se acercó a sus labios y preguntó:- ¿te gusta que te hablen sucio?- a lo que Jennie respondió con un pequeño y casi inaudible sí.

Rosé se sentó a su lado y posó su mano entre sus muslos, apretando y masajeando la zona, podía sentir la humedad que se había extendido hacía ellos. Se inclinó y le dejó un suave beso en los labios, luego, para sorpresa de Jennie, hizo lo mismo con Lisa, quien le correspondió.

Ahora estaba en medio de las dos mejores amigas que se besaban lentamente. Se apoyó sobre sus hombros para poder tener una mejor visión de lo que para ella era el beso más sexy y caliente que alguna vez había presenciado. Rosé había colocado su mano sobre la nuca de Lisa para atraerla más hacía ella. Veía como su pulgar acariciaba la extensión de su cuello, podía notar sus lenguas y escuchar el sonido que producía la saliva.

Tragó pesadamente y apretó sus muslos, sentía como la humedad iba creciendo aún más. Bajó su mano para sentirse y gimió por el contacto. ¡Nunca había estado tan mojada como ahora!

El sonido provocó que Rosé y Lisa se separaran y mirarán a Jennie que tenía la vista pegada a las dos. La rubia bajó su mirada topandose con la mano de Jennie dentro de sus bragas, le avisó a su mejor amiga con un gesto y esta miró también.

-Con que tocándote- escuchó la burlona voz de Lisa.- ¿te gustó?- Jennie asintió lentamente.

-Qué ganas de cogerte duro- ahora fue turno de Rosé de hablar.

Vio a Lisa parase y empezar a sacarle la falda mientras iba dejando suaves besos y lamidas por las zonas descubiertas. Rosé por otro lado la ayudó a sentarse y le sacó la camisa y el sujetador, dejando ese par que tanto le encanta libres. la acomodaron en la cama y, mientras Rosé se desvestia, Lisa estaba sobre ella besándola.

Escuchó una fuerte palmada seguido de un gemido por parte de Lisa que hizo que se separara de ella. ¿Acaso la había nalgueado? ¿a ella también se lo harían? porque sí lo deseaba.

-Déjame también disfrutarla, Lalisa.

Escuchó a Lisa reírse y quitarse de encima suyo. La miró y le guiñó el ojo, ¿acaso eso significaba algo? pues parecía que sí porque sintió como la pelinegra le abría las piernas y luego vio a Rosé posicionarse entre estas.

Tomó aire al sentir los leves besos repartidos en sus muslos y caderas, luego otro labios en sus pechos. Dos pares de manos acariciándola y tocándola de manera experimentada. Sintió una de las grandes manos de Lisa agarrarle el muslo para abrirla. Sus labios estaban acariciando uno de sus pezones duros, pasaba su lengua sobre él y luego lo chupaban. Lo tomaba entre sus dientes con delicadeza y después lo acariciaba.

Echó la cabeza hacía atrás y levantó las caderas al sentir la tibia y húmeda lengua de Rosé pasar por todo su centro. Lisa se separó y miró a la chica más baja con lujuria, luego centró la vista en su mejor amiga que estaba con los ojos cerrados comiéndose a Jennie, sus manos las había puesto detrás de sus muslos para levantarlos y separar aún más sus piernas.

Lisa colocó una mano sobre la cabeza de su mejor amiga y le ayudó con su labor, se acercó hacía ella para hablarle alto.

-¿Qué tan rico está ese lindo coño?- preguntó lujuriosa. Jennie gimió levantando la cabeza para mirar a las dos chicas. Sintió a Rosé separarse brevemente para responder:

-Está delicioso. Tienes el coño más rico que me he comido, Jennie- la miró con intensidad a los ojos mientras se relamia los labios, luego centró su vista en su mejor amiga quién entendió el mensaje y se acercó para besarla nuevamente, haciendo que Jennie por primera vez en todo el rato hablara sin sentir que moriría.

-Es muy sexy que se besen- las chicas se separaron y miraron a la más baja. Tenía el cabello despeinado, el sudor la hacía verse brillante, su pecho estaba subiendo y bajando con suavidad debido a su respiración pesada. Sonrieron y Jennie miró como Rosé le guiñaba un ojo a su mejor amiga para luego volver a su labor.

Jennie echó la cabeza hacía atrás nuevamente hasta que sintió un peso sobre su pecho, al abrir los ojos miró a Lisa, quién estaba sobre ella.

-Ahora me vas a comer tú a mí- y lo siguiente que sintió fue a Lisa agarrar su cabello y sentarse sobre su cara. Un fuerte gemido salió desde lo más profundo de su garganta al sentir el centro húmedo de la chica sobre su boca- qué delicia de boca tienes- gruñó.- Rosé, deberías probarlo.

-Primero me la cogeré. Luego haré que me coma.

Jennie tan sólo las escuchaba hablar así y sentía el delicioso cosquilleo en su vientre bajo. Tenía a Lisa sobre su boca comiéndola con ganas mientras esta se restregaba en ella con una mano aún agarrándole el cabello y la otra apoyada en la pared.

Rosé estaba aún entre sus piernas, hasta que sintió como sus dedos empezaron a penetrarla suavemente. Volvió a gemir haciendo que la vibración de su garganta pegara en el centro de Lisa y esta gruñera bajito.

-Te pequeño coño se siente tan bien, ¿te gusta como te estoy cogiendo?- volvió a gemir en aprobación.- Escucha como te cojo, puta.- Tras decir esto aumentó la velocidad de las embestidas y así mismo Lisa movió con más fuerza sus caderas.

-Sigue comiéndome, eso. Qué obediente.- Lisa la miraba atenta, sus labios estaban entreabiertos. Jennie abrió los ojos viéndola embobada, tenía el cabello largo cayendo sobre sus fuertes hombros, su fleco estaba desordenado, sus labios húmedos, su pecho levemente rojo al igual que su rostro. Cerró los ojos y echó la cabeza hacía atrás con un fuerte gemido separándose del centro de la pelinegra, corriendose.

Sintió a Lisa bajarse de ella y a Rosé salir de su interior, sintiéndose vacía. Abrió los ojos al sentir el peso de dos cuerpos acostarse sobre la cama y divisó a las dos chicas mirándola son una sonrisa. Cerró los ojos de nuevo cuando sintió los labios de la rubia sobre los suyos, besándola con tranquilidad. Luego sintiendo a la otra mujer tomarla del rostro para reclamar sus labios también.

Rosé se encargó de acariciar sus pechos con una mano, tomaba uno para pasar el pulgar sobre el pezón rígido, estaba encantada con ellos.

-Tus tetas son hermosas, tal y como me gustan: bien redonditas, suaves y grandes- tomó una de las manos de Lisa para que las pusiera sobre el otro pecho.- son súper lindas.

Lisa se alejó de su boca y prestó atención al pecho que estaba en su mano, tomó el pezón con sus dedos y lo apretó. Jennie miraba atenta a las dos chicas jugar con sus pechos y admirarlos como si fuesen lo más bello del mundo.

Miró a Lisa agarrarle un pecho y apretarlo, haciendo que se viese más grande y ofreciendoselo a su mejor amiga, quién gustosa lo llevó a su boca y lo chupó con ganas.

Suspiró y cerró los ojos dejando caer su cabeza hacía atrás.- la tendrás un buen rato ahí, es una amante de las tetas. Le dices bebé y te pide una- bromeó, Jennie abrió los ojos al sentir a Lisa pararse de la cama y aprovechó para mirar a Rosé, quien estaba dichosa con sus pechos.- ¿quieres tomar algo?

-Agua está bien, gracias.- respondió mientras subía una mano para acariciar el cabello de Rosé.

-¿Segura? tengo algo más fuerte.- Jennie negó con la cabeza y sonrió.- de acuerdo.

Suspiró, no podía creer lo que estaba pasando, todo parecía tan irreal, mucho. Se encontraba en una habitación lujosa de un apartamento lujoso en un edificio lujoso con dos hermosas y calientes chicas que estaban más que dispuestas a complacerla como sea y así mismo ella hacerlo con las dos.

La mejor noche de su vida.

-Rosé- La llamó. La rubia dejó un último beso en medio de sus pechos y la miró atenta.- bésame, por favor.

Sonrió y se acercó a sus apetitosos labios, besándola lento. Sus bocas se movían en sintonía, sus lenguas se acariciaban entre sí, estaba teniendo uno de los besos más húmedos y excitantes que pudo haber deseado.

Se separó al sentir a Lisa recostarse nuevamente y le sonrió para luego preguntar:- ¿podrían besarse? por favor.- hizo un puchero adorable.

Lisa se acomodó mejor sobre Jennie para alcanzar en rostro de Rosé posando una mano sobre el hombro de su mejor amiga y besarla.

La chica más pequeña miraba excitada la escena frente a ella. Se mordió el labio y los relamió. Luego sintió una mano traviesa ponerse entre sus piernas para abrirlas y empezar a estimularla. Quiso cerrar los ojos pero no quería perderse del espectáculo que estaba presenciando, así que con todo su esfuerzo los mantuvo bien abiertos. Sus gemidos iban siendo más fuertes cada rato, rogando por más. Sin poder aguantar cerró los ojos y echó la cabeza hacía atrás extasiada. Cuando estuvo apunto de correrse el movimiento se detuvo y se vio obligada a abrirlos.

-Toma tu agua- Lisa le tendió la botella.

Jennie se sentía confundida pero igual obedeció y tomó un gran sorbo de agua, no sabía que estaba tan sedienta.

-¿Mejor?- preguntó con interés Rosé. Jennie asintió en afirmación y le devolvió la botella a Lisa, quién tenía su mano extendida.

-Iré a guardar la botella, cuando llegue quiero que estés en cuatro- demandó Lisa.- mientras que Rosé es una amante de las tetas, a mí me encantan los culos y el tuyo es hermoso.- y se fue.

Sintió a Rosé a su lado pararse y tomarla de las piernas para ponerla hasta el borde de la cama.

-Aún estás tan mojada, Dios- gruñó Rosé mirando atenta su centro expuesto. Jennie sintió cierta vergüenza y trató de cerrar sus piernas, pero las manos de la rubia se lo impidieron.- no, no puedes sentir pena a estas alturas, nena.- dijo con gracia.- no me quites el honor de verte así.

Jennie sonrió y luego sintió como la chica alta la agarró de las caderas para que se reincorporara. La ayudó a colocarse sobre sus rodillas y manos y luego le acarició el trasero y las piernas.

-Qué buena vista- la escuchó. Sintió como posaba las manos en sus nalgas y las separaba, exponiendola aún más.

-Eres deliciosa, Jennie- ahora fue Lisa quién habló. La más baja cerró los ojos al sentir una mano acaricarle toda la extensión de su trasero, sus gemidos volvieron y los dedos de Lisa empezaron a explorarla.

Sentía suaves caricias en su espalda y cintura. Rosé se encargaba de hacer esto mientras que Lisa seguía tocándola.

-Me gustan las nalgadas- informó con voz ronca Jennie.

Y tras decir aquello, sintió su nalga izquierda arder debido al golpe. Gimió alto y movió el trasero de lado a lado invitandolas a que siguieran. Rosé le acarició y le dio otra.

-Metele los dedos, Lisa.

La más joven pasó una de sus manos hacía su centro para acariciarle el clítoris mientras que le metía los dedos con rapidez haciendo que Jennie soltara otro ronco gemido. Mientras que Lisa se la cogía, Rosé se dedicó a acariciar sus nalgas y pegarle.

-Sí, más rápido, más duro. No paren, por favor- rogó entre gemidos Jennie. El sonido de los dedos de Lisa entrando y saliendo de su centro húmedo y las manos de Rosé golpeandole el trasero la tenía extasiada. Se sentía agotada pero tan excitada y mojada.

-Joder, como me apretas de delicioso- la voz de la menor salía ronca.

-Qué rico se ve tu coño comiéndose los dedos de Lisa- la nalgueó con fuerza, acariciándole el trasero y separando sus nalgas luego.- ¿te gusta, ah?

-Sí- me gusta- respondió entrecortadamente.- más, quiero más.

-Ruega como la puta que eres- habló Lisa penetrandola con más fuerza.

Los gemidos de Jennie iban incrementando, sus brazos perdieron fuerza y recostó el torso en la cama. Sentía como se movía debido a las embestidas. El sonido del espaldar pegado contra la pared, la humedad, sus gemidos y los gruñidos era lo único que la más baja podía escuchar. Abrió los ojos al sentir que la tomaban del cabello y lo halaban hacía atrás. Miró a Rosé posicionándose delante de ella abriendo las piernas y la ayudó a acomodarse en sus antebrazos.

-Cómeme- demandó y la atrajo de un tirón de cabello hacía su centro mojado.

Jennie miró a la rubia delante de ella, tenía la cabeza hacía atrás mientras la elogiaba. Se veía extremadamente sexy sudada y gimiendo por lo bajo. Su cuello y clavícula se veían marcados, la mandíbula tensa y los abdominales contraídos.

Cerró los ojos dejándose llevar, unas últimas embestidas y finalmente se volvió a correr.

Se separó del centro de Rosé y gimió alto apoyando su cabeza en el muslo de la rubia. Sonrió.

Cerró los ojos tras sentir las suaves caricias en su cabello y espalda. Lisa iba subiendo dándole besos suaves hasta que se acomodó sobre ella teniendo cuidado de no aplastarla.

-¿Te gustó?- preguntó sobre su oído la pelinegra. Jennie se limitó a asentir levemente.

Rosé y Lisa se levantaron de la cama acomodando a Jennie sobre la cama y luego se acostaron cada una a su lado, quedando en la mitad.

Sonrió satisfecha al sentir las suaves caricias que las dos chicas le proporcionaban, era lo único que necesitaba para culminar la noche que habían tenido.

Y las dos mejores amigas se miraron y sonrieron orgullosas al saber que la habían complacido como lo habían planeado.

...

no sé q escribí pero lo hice a

bai.

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