Al salir de aquella habitación y refugiarse por las escaleras de incendio, Yugi trató de tranquilizarse, su respiración acelerada y las palpitaciones en su asustado corazón ponían nervioso a su omega interno.

Unas, dos, tres respiraciones profundas dio pero no podía controlarse; cuatro, cinco, seis respiraciones; su mente volvía a recordar a ese Alfa, ese macho que le reclamo un encuentro de muchos años atrás, pero que él no lo recordaba.

Yugi no se acuerda ni verlo una vez en su vida. ¡Ni siquiera en las revistas que el leía!, solo escuchaba rumores sobre él y que era un reconocido hombre por su buen trabajo y buenos modales. Pero sólo eso.

Entonces... ¿Cómo es posible todo esto?, ¿el Alfa ya lo conoce?, ¿desde cuándo?, ¿y por qué él no lo recuerda?, ¿acaso tiene memoria a corto plazo o... Tiene que ver con aquel estúpido accidente que tuvo a los 18 años?.

A la décima respiración, Yugi pudo tranquilizarse y volver a tomar el control sobre si mismo, su omega, ya más calmado, pudo estarse quieto, ya no sentía miedo, desconcierto y ese extraño sentimiento de soledad en su interior que albergaba durante años.

Lentamente fue sentándose en uno de los escalones, dejó sacar un respiro, cerró los ojos y aclaro su mente, luego después de unos segundos, sacó su teléfono, lo encendió y prosiguió hacer una llamada.

— ¿Hola?....  Sí, estoy bien... No, no hace falta... Oye, ¿podemos vernos?. —

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La falta de tacto. Un momento inesperado y una crisis existencial con la ligera mezcla de reclamo y abandono desde hace años por su ex - pareja, provocó inestabilidad en el alfa, más aparte logró asustar  a su omega que salió corriendo por no poder controlarse.

— ¡Mierda!. —

Atem golpeó la pared con todas sus fuerza, esto provocó un ligero desgaste en la estructura, pero nada severo.

— ¿Cómo es posible?, ¡después de tantos años de no vernos  y él solo se hace el tonto de no poder reconocerme!. —

¿Tan pésimo novio fue con Yugi para que este lo borrara de su memoria?, ¿era eso?...

No.

No podía creer semejante estupidez.

Su relación, aún que poco duró, fue un ensueño, fue todo lo que deseo desde que tiene memoria.

Aún que cierto que en algunas ocasiones tenían sus peleas, sus desacuerdos, sus reconciliaciones y sus momentos felices; todo lo que pasaba en una relación.

Sin embargo a medida que pasó el tiempo, Yugi se fue distanciado, ya no era ese lindo Omega que iba hacia la cancha y lo esperaba después de sus entrenamientos o juegos y le brindaba un dulce beso en los labios por su esfuerzo del día. No, ya no era ese chico dulce y tierno que se metía por su ventana de su casa y lo iba a ver  cada vez que él no podía salir de su casa porque mamá no lo dejaba salir o ese Omega que le hace sonreír cada vez que él mismo se sentía triste o decaído. No. Ya no era ese omega que le sonreía todos los días, ya era otro.

¿Pero cómo?.

De un día para otro Yugi comenzó a cambiar, ya no había besos, abrazos, o las mínimas caricias, a lo mejor y de promedio le decía los buenos días y las buenas noches, pero solo eso y luego ya nada. Unos días Yugi desapareció de su vida, sin decir nada, solo se marchó y no volvió jamás...

Hasta ahora.

—Carajo. — Se quejo Atem dejándose caer en el sofá con un dolor de cabeza que apenas surgía. — ¿Cómo es posible?. — Seguía preguntándose, pero no tenía respuesta, hasta que se le ocurrió una idea.

Levantándose de pie y sacando su teléfono marco a un número en específico.

— ¿Hola?... Sí, lo sé, tanto tiempo sin hablarnos.... ¿Quieres beber algo conmigo?, ¿sí?, ¿qué te parece ahora?... ¿Por qué?, bien, te lo diré, ¿te acuerdas de Yugi Muto?.

*Continuará...