5: Carta.
“Querido Yami.
Nunca sabré si has leído esta carta que te dejare. Probablemente cuando la leas, sepas que ya no estaré a tu lado y que yo, estaré muy lejos de ti.
Tal vez sientas o digas, que leer esto, ya no valdrá la pena, te deje. Te abandone de la peor manera, ¿debí quedarme?, tal vez sí, tal vez no.
Pero los sentimientos que siempre tuve contigo perdurarán para siempre en mi corazón.
Seguiré siendo tuyo, aún con el pasar de los años. ¿Me olvidaras?, estoy apostando a que no, pero quisiera que lo hicieras.
El vínculo que forjamos fue fuerte e invidiable, ahora no se sentirás mi tristeza a través de nuestro vínculo, espero que no, espero que la confusión que plantee en ti sobre mi distancia contigo siga funcionando, así no sentirás mis sentimientos y la culpa y que me abruma al dejarte, pero no tengo opción.
He elegido.
No quiero perjudicarte.
No quiero estorbarte.
Lo que teníamos era algo bueno. Perfecto, a mi punto de vista.
Pero si te soy honesto Yami, tu mereces un omega que te haga feliz. No yo.
Se lo que quieres. Me lo dijiste incontables veces mientras estábamos juntos; quieres ser exitoso y tener a tu lado a tu pareja que siempre estará a lado de ti.
Quieres un compañero de vida.
Y eso no te lo puedo dar.
Perdona.
Te falle.
Por eso me distancie de ti.
Por eso rompimos.
Lamento el haberte lastimado, así. El no poder explicarte las cosas en su momento.
No se si en algunos años más nos volvamos a ver, pero yo deseo que no.
Porque cuando nos veamos , nuestro vínculo reavivira, sentiremos la conexión de inmediato y me preguntarás del por qué te deje.
Y yo te contestaré con crudas palabras que lastimaran tu corazón de nuevo. Y tal vez me odies de por vida por no decirtelo.
Créeme , no quiero eso.
Así que, si lees esta carta, hazme un favor enorme, quema esta carta y olvida que existí para ti. Olvidame, por favor.
Porque yo lo haré.
Tú debes seguir adelante. Has tu vida como siempre lo haz planeado.
Att: Yugi.”
Arrugó la carta entre mis manos, la hoja se desquebraja un poco.
Miró fijamente de nuevo aquellas letras con tinta negra y la perfecta letra de aquel chico que fue mi primer amor.
—¿Olvidarte?. — Digo y sonrió un poco con ironía. — ¿Cómo olvidas al primer y único amor, Yugi?. —
Aquella carta amarillenta que se perdió hace años en el local de postales, había llegado recién a mi.
Me siento en la silla de mi despacho, subo los pies, enciendo un cigarrillo y procedo a darle una calada para luego soltar el humo.
— Yugi. Yugi. Yugi. — Repito su nombre, hace mucho que no lo pronunciaba, parecía que su nombre actuaba como un bálsamo para labios.
Una parte de mi cobraba vida al recordar borrosamente una silueta con menor estatura, una sonrisa gentil e inocente, unos ojos con el color amatista, su cabello similar al mío, ¿su voz?, no recuerdo como sonaba su voz.
—¿Por qué ahora me dices eso?, ¿olvidarte?, ¿hacerme daño?, ¿perdonarte?, ¿fallarme?. — Aquellas preguntas rondaban por mi mente recordando las palabras de la carta.
Pero supongo que solo eran problemas de juventud.
Eso ya había quedado en el pasado.
Traté de olvidarlo, tal y como decía ahora la carta en mi poder, pero eso fue más que imposible, me quedé con su recuerdo, con los buenos recuerdos de él conmigo y lo dejé ir, así en la vida real, deseandole lo mejor de lo mejor.
Por aquel tiempo se rumoreaba que él estaba embarazado de... ¿Cómo se llamaba aquel otro chico?, ¿Haru?, ¿Haku?, ¿Aku?, no recuerdo, pero aquel rumor se esparcida por toda la escuela y yo, había quedado destrozado por un tiempo, pero al analizar la situación detalladamente, decidí que él podía hacer lo que él quisiera, después de todo, yo no era amo de su vida.
Por algo él había terminado la relación.
Me quedé con la idea de que Yugi se había enamorado de alguien y ese alguien más lo estaba haciendo mucho más feliz que yo y por eso la ruptura entre nosotros.
Estaba bien. Él siguiría con su vida y yo con la mía.
Y así lo hicimos.
Después de una larga recuperación, en los momentos en los que pensé que moriría.
Me volví a levantar.
Seguí mi destino. Cumplí muchas de mis metas, aún que una no salió como esperaba, al final terminé por ser alguien exitoso.
Pero... ¿Qué curiosa es la vida, no?, quitandote una cosa para darte algo mejor o algo peor.
— Y entonces.... — Capte la atención de mi invitado que, obedientemente, estaba sentado en el sofá de mi escritorio, esperándome, viendome atentamente con aquellos ojos rojos idénticos a mi. . — ¿Cuál dices que es tu nombre?. —
Aquel niño se paro, camino hasta estar a mi lado, me arrebato el cigarrillo de mi boca, debo de admitir que para ser un pequeño Alfa, tiene actitud y caracter, aún que su rostro parece asemejarse más al de un omega.
Aun omega que conocí .
—¡Deje de fumar!. — Me dijo pisoteando mi cigarro bajo su suela de su zapato. — ¡Fumar es malo!, ¿acaso quiere morirse tan pronto?. —
—Sí es para que no te vea más, sí. —
El chiquillo hizo un puchero, casi un berrinche que me recordó a mi cuando era niño.
— ¡Ahg!, ¡no se que vio papá Yugi en ti. Ni se como soy tu hijo!.—
Sí, la vida te da muchas cosas; las peores o las mejores sorpresas. Los mejores o peores sustos. Los mejores momentos y los peores. Los momentos más apropiados o inesperados.
*Continuará..
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