Jimin estaba acomodando algunas cosas de su escritorio, recibiría a su primer cachorro alfa del día, los demás habían sido puros omegas y betas.

Estaba de perfil, mientras revisaba algo en su computadora.

La puerta se abrió, entonces lo vio a él, su aroma abrumó sus fosas nasales, el omega olía a galletas, de estatura algo alta, cabellos oscuros, labios delgados, ojos negros y una figura curveada, junto a un cachorrito alfa en sus brazos.

—¿Usted es el pediatra? —preguntó el omega abrazando al cachorro.

—Mucho gusto, señor Min. Soy Jimin, Park Jimin.

—Ven, Wonsook —dijo el omega dejando al cachorro en la silla.

—¿Cuantos años tienes, pequeño? —dijo el castaño amablemente.

—Cinco años, doctor —dijo el menor alzando cinco deditos.

—¿Es alérgico a algo? —dijo Park hacia el omega.

—No, mi bebé es muy sano —sonrió amablemente el omega.

—Está bien. Ven, Wonsook, sube a la camilla mientras hacemos el chequeo.

El menor se bajó solito de la silla, caminando hasta la camilla donde el alfa lo tomó del tronco de su cuerpo para alzarlo.

—¿Me va a dar dulces? El tío Yunho siempre me da dulces cuando terminamos del chequeo —dijo el menor, mientras Jimin le tomaba la temperatura.

—¡Wonsook! —dijo Yoongi.

—Lo siento, papi bonito —dijo el menor con un pucherito.

—No tengo dulces, tengo gallegas que mis hermanas hornean, ¿quieres? —ofreció el doctor.

—¡Sí! —dijo el menor, mientras que Yoongi respondió uno que otro mensaje de la editorial, pudo ver que el consultorio había sido remodelado, había una estantería con algunos libros y pudo observar uno de los suyos.

—¿Esos libros son suyos? —dijo Yoongi hacia el alfa.

—Sí, algunos se los doy a los niños cuando están muy nerviosos, por ello les leo cuentos para que se tranquilicen.

El omega sonrió, pues para ello había creado libros desde tanto infantiles hasta para adultos, historias de novelas juveniles, novela negra y hasta de novela erótica.

—Uno de ahí papi lo escribió —dijo Wonsook cuando Jimin terminó de hacer su chequeo medico, bajándose de la camilla y caminando hasta donde estaba un estante de un osito.

—¿El Osito Boo? —leyó Jimin cuando Wonsook le mostró el libro.

—Es el primero que escribí, un cuento para mi pequeño.

—Me gusta tu trabajo, no publicas muchas fotos tuyas, sólo leí algunas.

—Yo vendo mi trabajo no mi rostro —respondió Yoongi.

—Qué maravillo y bonito eres —sonrió el alfa.

Wonsook lo miraba con sus ojitos entre cerrados mientras tenía sus brazitos cruzados a la altura de su pecho y movía su pie derecho, entonces sonrió maliciosamente.

—Lo sabemos, papi es muy bonito, el más bonito de esta tierra, por eso ningún alfa es digno de él —dijo Wonsook levantando el mentón mientras que Yoongi se sonrojaba y Jimin sonreía, mostrando dos pequeños hoyuelos a sus costados.

—¡Mira, papi! ¡Jimin tiene los mismos hoyitos cuando sonreímos! —dijo Wonsook.

—Sí, bebé, son bonitos —dijo Yoongi cargando al menor en sus brazos.

—Adiós, doctor —dijo Wonsook con su manita.

—Adiós, cachorro —sonrió Jimin—. Hasta luego, Yoongi —dijo el alfa.

Yoongi sonrió y le dio la mano al alfa, pudieron ser sólo segundos, pero se sintieron eternos al momento del tacto cuando sus pieles rozaron, Yoongi sintiendo sus pupilas dilatarse mientras que su lobo aullaba y una corriente de electricidad estaba por su espina dorsal.

Ambos quitaron sus manos al instante, mientras que Jimin fruncía el ceño y miraba su mano.

—Hasta luego, Jimin —dijo el omega saliendo del consultorio.

Jimin sólo pensaba en una cosa.

Lo había encontrado.