Kohaku llegó al hospital sola, caminando con dificultad mientras sostenía su vientre de nueve meses de embarazo, gruñendo por las fuertes contracciones.

Una enfermera la vio y de inmediato corrió a ayudarla, gritando para llamar la atención del resto del personal médico.

En cuestión de segundos la tuvieron una silla de ruedas, llevándola a la sala de partos.

Kohaku le contó a la doctora que había estado teniendo contracciones en la mañana, pero leves así que no quiso venir al hospital. Luego hacia alrededor de una hora las contracciones se volvieron insoportables y no encontró un taxi, así que vino en autobús.

—Santo cielo, querida... —La enfermera limpió el sudor de su frente con una mirada compasiva—. ¿Y el padre?...

—Ja... —Sonrió secamente, sintiendo una lágrima caer por el contorno de su rostro debido al dolor de las contracciones—. Ese imbécil no podría importarme menos.

La enfermera la miró con tristeza.

—Lo siento...

El parto siguió por otras dos horas hasta que finalmente un agudo llanto se hizo oír.

Kohaku sonrió con ojos llorosos cuando le entregaron a su bebé. Era una niña preciosa, de cabello blanco-verdoso. Era su niña preciosa a la que cuidaría con su vida.

Incluso aunque debía cuidarla sola... lo daría todo por ella.

.

Senku miró con nostalgia al cielo azul fuera del restaurante, antes de voltearse cuando una voz femenina lo llamó.

—¿Estás bien?

Él sonrió dulcemente, estirando una mano para acariciar el rostro de su acompañante.

—Por supuesto, no te preocupes.

—¿Quieres volver a casa?

—Sí... Realmente no tengo tanta hambre.

Ambos dejaron sus platos a medio comer y se retiraron.

Sin embargo, Senku no pudo evitar sentir esa sensación de nostalgia el resto de la noche, y al día siguiente se despertó con la sensación de haber soñado con recuerdos de su pasado. Un pasado que honestamente prefería no recordar.

Después de desayunar, fue al laboratorio a trabajar y una vez más recibió constantes preguntas de si estaba bien, cosa que empezaba a fastidiarlo.

—¿Podrían dejar de molestarlo? —Su colega Hanaki llegó al lugar con los brazos en la cintura y una expresión de enfado nada propia de su personalidad normalmente tímida—. En especial tú, Maiko.

—Tsk. Se acuesta contigo una vez y ya te crees la dueña de su vida. —Después de escupir su veneno, Maiko se marchó junto a los demás.

—¡N-no hicimos nada de eso! ¡Solo lo llevé a su casa porque estaba borracho!

—No te molestes en intentar explicarle nada, no vale la pena. —Senku bufó y siguió concentrado en su nuevo experimento.

—¿Quieres un poco de café? Te ves cansado...

—Sí, gracias. —Sonrió sinceramente agradecido.

El resto del día en el laboratorio transcurrió normal hasta que llegó la hora de retirarse. Entonces Hanaki se acercó a él con el rostro muy rojo y las manos tras la espalda.

—S-Senku-sensei... sé que eres un hombre ocupado, p-pero de verdad me gustaría invitarte a cenar al restaurante de mi familia esta noche... ¡S-será una comida gratis! ¡Y mi hermana prepara un ramen delicioso!

Senku abrió la boca para decirle que no, pero entonces dudó.

Hanaki era una amiga realmente agradable y con la que se llevaba muy bien. ¿Tal vez debería aceptar?

Rió para sí mismo, antes de negar con la cabeza.

—Lo siento, Hanaki. Pero sabes que tengo a alguien esperándome en casa. Y ya tenemos planes.

Hanaki se vio muy decepcionada, pero acabó asintiendo.

—Claro. Lo siento...

Senku se despidió y llegó a su casa, donde de inmediato fue recibido con un abrazo y un beso en la mejilla que disiparon todo el estrés de ese largo día.

—¡Bienvenido a casa!

Él le sonrió, dándole un beso en la frente antes de quitarse la bata de laboratorio y sacar su celular.

—¿Quieres que pida ramen para la cena?

—Puedo cocinar...

—Tú y yo sabemos que eso no terminará bien. —Rió entre dientes, ya marcando en su celular.

—¿Y por qué te estabas tardando tanto, por cierto? —Lo miró acusadoramente—. ¿Tus compañeras de trabajo estaban coqueteándote otra vez?

—¿Celosita? —Sonrió divertido.

—¡Ja, por supuesto que no! Me da igual. —Rascó su oído con el meñique, aparentando indiferencia.

—¿Entonces aceptarías que vaya a cenar al restaurante con Hinaki? —preguntó solo para molestarla.

—No. —Lo miró mal—. Ella es agradable, pero es diez billones por ciento obvio que está enamorada de ti.

—Ah, ¿no que te daba igual? —se burló.

—Cállate. ¡Si quieres ir a cenar a su tonto restaurante pues ve! —Apartó la mirada con enfado.

—Vamos, princesa... Ya sabes que esas cosas no me interesan —murmuró con una sonrisa ausente, antes de concentrarse en el pedido.

Se quedaron en silencio hasta que llegó la cena, entonces ella suspiró y lo miró con culpabilidad.

—Lo siento... Ya sabes que no tengo nada en contra de que... sigas adelante —masculló en voz baja, antes de llevarse un bocado de ramen a la boca.

—Insistó en que no me interesa —le dijo luego de tragar—. No te preocupes por eso, no tengo ninguna intención de dejar que te libres de mi molesta y entera atención solo para ti. —Estiró una mano para pellizcarle su naricita.

—¡Que no hagas eso, papá! —Lo apartó de un manotazo, pero riendo.

Él sonrió felizmente al verla de mejor humor.

—¿Y cómo estuvo la escuela?

—Bien. De nuevo me castigaron porque mis experimentos llenaron de humo toda el área oeste de la escuela. —Sonrió maliciosamente.

—Tsukiku... —Senku la miró mal, aunque no tenía pensado regañarla, siempre fue malo en eso...

—¡Lo siento! Igual no era tóxico y limpié todo en unas horas. No sé por qué hacen tanto escándalo, no tiene ni un milímetro de sentido. —Bufó, cruzando los brazos.

—Pero en serio... ya tienes once años, a este punto no esperaría eso de la científica que supuestamente va a superarme...

—¡Solo fue un accidente! ¡Pero espera y verás, viejo! ¡Definitivamente voy a superarte, diez billones por ciento seguro!

Él rió encantado con su pataleta.

No era bueno castigándola, pero si alentándola a mejorar muy a su manera.

Esperaba que eso fuera suficiente... Esperaba ser un buen padre para ella.

Después de todo, solo se tenían el uno al otro.

.

Kohaku le cantó suavemente a su bebé hasta que se quedó dormida, entonces besó su frente con todo el amor del mundo, antes de dejarla en su cesto.

—Dulces sueños, Shizuku.

Suspiró con cansancio, pero no era hora de dormir. Tenía que organizar los papeles de su jefa, solo así obtendría dinero suficiente para pagarle a la niñera y poder trabajar como personal de limpieza en el supermercado mañana, porque a su jefe allí no le haría mucha gracia que volviera a faltar.

Pero no había problema... ella haría todo eso y más por el bien de su pequeña bebita.

Luego de terminar con la documentación, finalmente se dispuso a dormir, pero su pequeña bebé se despertó por el hambre y Kohaku sonrió de inmediato, cargándola para amamantarla con una sonrisa llena de amor, aunque sin poder negar su cansancio.

Acarició su cabello extrañamente bi-color, sonriendo aún más al ver sus ojos carmín observarla curiosa. A pesar de esos rasgos tan exóticos, ella era su copia exacta, pero en su opinión su hija era mucho más hermosa. Seguramente sería toda una rompecorazones al crecer.

Ya tenía casi dos meses de vida y cada día la amaba más. Aunque no pasaba tanto tiempo como quería con ella debido a sus trabajos.

Fue difícil, pero se las estaba arreglando para darle una vida digna. Sin embargo seguía en busca de un mejor trabajo, ya que quería ahorrar para su futuro.

Ya que estaban solas, lo mejor era tener un fondo por las dudas. Y Kohaku lo daría todo por su pequeña Shizuku.

Así era la vida... difícil, pero valía la pena. Sobre todo al ver las sonrisas de su hija mientras dormía.

Sus sonrisas la hacían olvidar todo... incluso su doloroso pasado.

¡Pero no iba a pensar en eso! A pesar de todo, estaba satisfecha y más que contenta con su vida, con ser solo ella y su bebita. Eso era más que suficiente para ella.

Shizuku era la luz de sus días.

No necesitaba nada más.

Continuará...

Holaaa :D

Esto tendrá pocos capítulos probablemente xP Ojalá les guste la idea owo

Pronto entenderán qué raios pasa xD

Me despido! 

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!