Okinawa
Senku no podía creer lo que sus ojos veían.
Era una niñita idéntica a Kohaku, pero también muy parecida a él. Innegablemente parecida a ambos. Innegablemente su hija.
Y era una bebé. Debía tener unos tres años. Su edad cuadraba, por si le quedaba alguna duda, aunque claro que no era tan idiota como para no ver lo obvio.
Era su bebé. Tenía otra hija…
Shizuku.
Estaba arrodillado abrazándola, porque su bebé sabía que él era su padre y parecía contenta con la idea, así que aprovechó y se puso en pie cargándola en sus brazos, con más esfuerzo del que le gustaría admitir.
Había pasado tiempo desde que su Tsukiku había crecido, así que estaba completamente desacostumbrado a cargar niños. Además, aunque odiara admitirlo, ya estaba bastante viejo.
Tomó aire y la cargó dejándolos cara a cara, incapaz de dejar de mirarla aún sin poder creerlo mientras ella se reía emocionada, saludando a todos a su alrededor como si los conociera de toda la vida.
Miró a Kohaku, pero ella solo miraba a Shizuku, secándose los ojos de vez en cuando.
Tenía diez billones de preguntas para ella, pero antes de que pudiera pensar en qué preguntar primero sintió una vez más las diminutas manos de su hija menor en su rostro.
—¿Jugar? —preguntó ella emocionada, con ojos brillantes.
En serio, ¿cómo demonios algo tan lindo podía cargar con la mitad de su ADN? Siempre se lo preguntó al ver a Tsukiku y ahora la pregunta volvía con toda su fuerza.
—Por supuesto. —La bajó y volvió a acariciar su cabello ondulado—. ¿Qué te gusta jugar?
—¡Todo! —Alzó los brazos con una gran sonrisa.
Senku rió suavemente, volviendo a revolver su caballo.
—Temó que tendrás que ser más específica, princesa.
—¿Qué ed epifica? —Ladeó la cabeza.
—Lo que quiero decir es que necesito que me digas un par de cosas que te gustan para poder elegir qué jugar.
—¡Oh! —Se llevó las manos a las mejillas, sorprendida—. ¡Me gudta jugar a correr! ¡Atrapadad! ¡Econdidad! ¡Chaltar la cuerda! ¡Y trepar árbol! —Brincó en su sitio, luciendo más y más emocionada por cada juego que decía.
Juegos que requerían mucho esfuerzo físico…
—Vaya… parece que tenemos otra pequeña leoncita aquí. —Rió nerviosamente mientras volvía a revolverle el cabello—. ¿No hay otra cosa que te guste hacer? ¿Algo que puedas jugar en casa? —Y sin romper su espalda, preferiblemente.
—¡Oh! ¡Debed conocher mid muñecod! —Brincó otra vez, aún más emocionada, antes de tomarlo de la mano y arrastrarlo escaleras arribas.
Él la siguió como pudo, un poco encorvado por ser ella tan pequeñita.
Miró de reojo a Kohaku y Tsukiku mientras se iba, viendo que ambas parecían sorprendidas, quizás porque no habían esperado que las cosas fueran por ese camino. Pero Senku se dijo que ya habría tiempo para tratar con ellas luego y volvió la vista a Shizuku.
Ella lo llevó escaleras arriba hasta una habitación pequeña, bien ordenada excepto por todos los juguetes esparcidos en el suelo y unos cuantos cuadernos para colorear.
Un golpe de nostalgia llegó a Senku al sentarse en el suelo rodeado de juguetes con su pequeña hija. Y más cuando ella le dio uno de sus dinosaurios de juguete, muy parecido a uno que tenía Tsukiku cuando era pequeñita.
—Él che llama rino. Ed un unicornio —le dijo muy segura señalando el muñeco muy realista de un triceratops.
Senku rió divertido, girando el muñeco en sus manos.
—Bueno, es un placer conocerte, Rino. —Dejó el muñeco a un lado justo cuando ella le dio otro dinosaurio, esta vez un saurolophus.
—Ella ed Mini. Ed un pato.
—Bueno, esta vez estuviste más cerca. —Volvió a reír—. Un placer, Mini. —Dejó el saurolophus junto al triceratops, y su hija de inmediato le dio un tiranosaurio rex.
—Ella che llama Galleta. Ed un coco… coco…
—¿Cocodrilo? —Sonrió suavemente.
—¡Chí! —Aplaudió con una gran sonrisa—. ¡Y tiene auto! —Corrió a traer muchos coches de juguetes—. ¡Rojo, verde, achul, amarillo, naranja! —Le dio todos los autos al mismo tiempo—. ¡Oh, y tengo un títere! —Volvió a correr para traerle el nuevo muñeco, con forma de panda—. Mami lo hache hablar. No ché cómo. ¡Creo que con magia!
—Oh, eso es diez billones por ciento emocionante. ¿Crees que pueda intentar esa magia? —Dejó los autos de juguete a un lado, tendiendo su mano para que le diera el títere.
—¿Papi puede hacher magia también? —Lo miró con la boca abierta.
Senku sintió el impulso de volver a abrazarla. No podía creer que esa bebé tan adorable fuera suya. Nunca había planeado tener más hijos pero ahora que tenía a Shizuku ya sentía que la amaba. Esto de la paternidad seguía siendo absurdamente ilógico, incluso aunque ya tenía experiencia, los sentimientos todavía le resultaban abrumadores.
Sin importarle lo ridículo que debía verse, colocó al títere en su mano y lo hizo hablar con la voz más aguda que podía fingir, sin poder aguantar la risa al ver la cara de sorpresa de su bebé, aunque ella pronto empezó a reírse y aplaudir. Luego por alguna razón hizo que el saurolophus, herbívoro, se lanzará a atacar al títere amenazando con comerlo, y que el tiranosaurio, carnívoro, fuera el que lo rescatará.
Senku acabó con la cara diciéndole de tanto reírse, y al final Shizuku bostezó y se sentó en su regazo, volviendo a abrazarlo.
—¿Es hora de tu siesta, princesa? —Acarició su cabello suavemente.
—No… No quiero dormir. —Hizo pucheros mientras recargaba su cabecita en su pecho—. ¿Papi che va a ir chi me duermo? —Lo miró con sus grandes ojos carmín llenos de preocupación y un toque de tristeza.
Senku sintió un pequeño nudo en su garganta mientras se forzaba a sonreír.
—Claro que no. No voy a irme nunca. Me voy a quedar contigo siempre, todo el tiempo que quieras. —La abrazó, apoyando la mejilla en la coronilla de su cabeza.
—¿De verdad? ¿Entonched papi chi me quiere?
—¿Qué dices? —Rió incrédulo, abrazándola más fuerte—. Por supuesto que sí… —Su voz se quebró mientras cerraba los ojos, dejando un leve beso en su frente—. Por supuesto que sí..
Luego de unos momentos, Shizuku se quedó dormida en sus brazos, y Senku se quedó simplemente quieto sentado allí, abrazándola y pensando.
Ahora claramente debía hablar con Kohaku. Estaba más que confundido, y también más temeroso que nunca. Antes había creído tener las cosas claras y ahora todo estaba de cabeza una vez más.
Tenía que hablar con Kohaku, sí, pero por ahora decidió quedarse abrazando a su bebé un poco más.
Había creído que este sería un día horrible, pero acabó siendo algo completamente diferente, algo que hizo que se le llenara de calidez el corazón.
A pesar de todo, este era uno de los momentos más felices de su vida.
.
Después de que Senku y Shizuku se fueran, un tenso e incómodo silencio invadió la sala, solo roto cuando Tsukiku bufó y miró con molestia a la pared de atrás.
—¿Cuánto tiempo van a quedarse ahí atrás? Salgan de una vez —mandó, a lo que sus amigos entraron nerviosamente a la sala después de haber escuchado todo detrás de la pared.
Haishi y Umi eran los más nerviosos, viendo la mirada reprobatoria de sus padres allí.
Umi, incapaz de mantenerle la mirada a su padre, volteó a otro lado, fijando entonces su mirada en los abogados.
—Hola, tía Akane —saludó a la abogada, que era una de las mejores amigas de su difunta madre y había ayudado mucho a su padre a la hora de criarla.
—Umi, querida. —Ella dejó su porte profesional para darle un abrazo—. Me sorprende que estés aquí… Con ella. —Miró mal a Kohaku, que tomó aire y se puso de pie repentinamente.
—Iré a tomar aire —dijo Kohaku con voz susurrante, caminando rápidamente fuera de allí.
—Mamá, espera. —Tsukiku la siguió sin dudarlo.
—Tía, por favor no pienses mal. —Umi se apartó, juntando las manos—. Tía Kohaku tiene una explicación para todo.
—¿Qué podría justificar lo que ha hecho? —Cruzó los brazos.
—No me corresponde decirlo…
—Yo creo que es bastante obvio~. —Gen se metió a la plática, sentándose en el sofá como si estuviera en su casa—. ¿No se dieron cuenta de cómo miraba Kohaku-chan a todo el mundo?
—¿Qué quieres decir? —Tsukasa alzó una ceja.
—¡Lo obvio, evidentemente! No sé ustedes, pero Kohaku-chan no parecía tener ni idea de quién soy yo.
—¿Pero qué dices? —Ryusui se quedó con la boca abierta.
—Tiene sentido… —Tsukasa dejó de mirar mal a su hijo para llevar una mano a su barbilla—. También tuve la impresión de que se veía confundida al ver a la mayoría de nosotros.
—Todos aquí somos personas que ella conoce~. Y sin embargo al único que ella miró con familiaridad es a Ryusui~.
—¿Estás insinuando que tiene amnesia? —Ryusui se quedó con la boca abierta—. ¡Es imposible! ¡¿Por qué me recordaría a mí y no a ustedes?! Que yo sepa, ella pasaba más tiempo con Tsukasa y Ukyo que conmigo, porque ellos si tienen hijos, además de que entrenaba con Tsukasa.
—Pero tiene razón —dijo Haishi—. Lo comprobamos, tía Kohaku tiene amnesia.
—Haishi. —Umi lo miró mal—. Se suponía que no debíamos decirlo nosotros.
—Pero si ya lo han adivinado…
—A mí se me hace que le ganó su lado chismoso —señaló Ruchiru burlonamente.
—¡Tú cállate!
—Tiene sentido. —Ukyo suspiró aliviado—. Kohaku-chan jamás abandonaría a Tsukiku de otro modo. Esto lo explica todo.
—¿Pero por qué Senku no se dio cuenta cuando hablaron antes? —Ryusui aún estaba escéptico—. ¿Y por qué me reconoció de buenas a primeras en el castillo de Osaka? ¡Y ella actuó como si verme fuera algo malo, como si ocultara algo!
—¿Y no te parece que lo que ocultaba era esa linda niñita llamada Shizuku-chan?~ —canturreó Gen con una sonrisa de superioridad.
—Oh… —Ryusui pestañeó, ladeando la cabeza—. Pero aún así hay mucho que no entiendo…
Haishi abrió la boca para hablar, pero se calló cuando Umi lo miró mal.
—Esto es ridículo. —Yok bufó, cruzando los brazos—. Lo que Kohaku-san tiene se llama amnesia de fuga disociativa o bien amnesia lacunar, eso dijo Tsukiku. Al principio no recordaba nada y poco a poco fue recordando cosas muy pequeñas de su pasado. Recordó a Ishigami-sensei, su relación y una pelea con él, todo de antes de que Tsukiku naciera. Creyó que Shizuku-chan era su primera y única hija, y además que tenía once años menos que su edad real. Además, aparentemente sufre de dolores de cabeza al tratar de recordar, cosa muy difícil de fingir. La mayoría de nosotros no somos lo suficientemente estúpidos como para creer un acto así, por lo tanto todo es fiable. Ahora ya pueden dejar sus especulaciones estúpidas. —Se pasó una mano por el cabello con fastidio.
Una vez más, todos se quedaron en silencio.
—Rayos… Yo quería decirlo —susurró Haishi, ganándose un suave codazo de parte de Umi.
—Tiene sentido —murmuró Ryusui—. Senku y Kohaku-chan sí que se pelearon poco antes de casarse. ¿Entonces sus recuerdos llegan hasta ahí?
—Parece muy conveniente para ella. —Tsukasa se veía escéptico, pero no discutió la veracidad de la información.
—Es muy rebuscado —opinó el abogado—. Seguiré teniendo listas las copias del contrato de divorcio, aunque tal vez debamos incluir cambios por la segunda hija.
—Querido. —Su esposa lo miró mal—. No seas así, esto tiene sentido. ¡Si hablan de la época en la que estuvieron en Okinawa, entonces de verdad ella tendría motivos para dejar a Senku-san!
—¿Ahora estás de su lado?
—Soy madre también, esto es lo único que explica porque una buena madre como ella desapareció de la nada.
—No creeré nada a menos que hayan pruebas. Prepararé cláusulas extras en el contrato.
—Pero…
—Debemos estar preparados para todo lo que el señor Ishigami pueda solicitar. Incluso aunque quiero creer que la señora sea inocente del abandono de la señorita Tsukiku, el padre es el que tendrá la última palabra.
Con un suspiro de parte de la mujer, la pareja de abogados abandonó la sala.
—¿Qué fue lo que pasó en Okinawa? —preguntó Haishi, mirando a Gen y Ryusui que eran los mejores candidatos a abrir la bocota.
—Yo no estuve allí, Ryusui-chan sí. —Gen miró curiosamente a Ryusui.
—Temó que no tengo los detalles, solo sé que Senku metió la pata y luego se arrepintió mucho y me tuvo de esclavo buscando a Kohaku. —Rió escandalosamente—. Creo que en ese entonces ella ya estaba embarazada, porque Tsukiku-chan nació seis meses después.
—¿Qué más sabes? —Haishi ya estaba sentado junto a Ryusui con una mirada interesada.
—Jovencito, en vez de hablar de cosas que no te conciernen podemos hablar de cómo nos mentiste a mí y a tu madre. —Tsukasa se acercó a su hijo con las manos en la cintura y una mirada severa.
—Maldita sea… —Tuvo que salir con su padre a que lo regañara al jardín trasero.
Umi se acercó a disculparse con su padre poco después, viéndose muy culpable.
—Lo siento, sé que habrías guardado el secreto por mí, pero no quería que te vieras en la situación de tener que mentirle a tus amigos por mi causa. —Lo miró con ojos cristalinos.
—No te preocupes. —Ukyo la abrazó amorosamente—. Estaba más preocupado por el tipo de situación a la que se estaban enfrentando. Me alegra saber que aparentemente todo es solo un gran malentendido tras otro.
—Aún siento que hay algo que no me cuadra aquí. —Ryusui chasqueó los dedos, con una mirada llena de sospecha—. O Senku y Kohaku-chan tienen muy mala suerte, o aquí hay gato encerrado.
—Bueno, Senku-chan sin duda tiene mala suerte. —Gen rió divertido—. Pero… no me sorprendería que haya algo más oculto… Verdaderamente las cosas de dieron de la peor forma posible. —Suspiró.
Luego de un tiempo, Kohaku y Tsukiku regresaron de su paseo, ambas viéndose más calmadas, y subieron escaleras arriba, probablemente para enfrentar a Senku de una vez por todas.
—¿Creen que hayan gritos? —preguntó nerviosamente Misaki.
—No con la pequeña Shizuku-chan allí, Senku-chan y Kohaku-chan siempre han sabido controlarse delante de los niños, en especial su hija. —A pesar de su contestación relajada, Gen lamentaba bastante que no fueran a gritar, porque eso significaba que no podría escuchar nada desde la sala.
No podía ir a espiar porque el noble Ukyo estaba allí, y aunque él y Umi tuvieran un súper oído dudaba que alguno de ellos fuera a decir algo de lo que escucharían.
Qué lastima, tendría que esperar a ver las consecuencias de la discusión que seguro tendría la parejita… Y, por la mirada desolada de Kohaku al mirar a Hanaki antes de subir las escaleras, presentía que no todo iba a ser miel sobre hojuelas.
.
Kohaku entró a la habitación de Shizuku con temor, aunque este pronto se desvaneció al ver a su pequeña dormida en el regazo de su padre, que acariciaba su cabello distraídamente, mirando hacia la ventana.
Cuando volteó hacia ella, ya no parecía tan molesto como antes.
Kohaku sonrió suavemente y se acercó a tomar en brazos a su pequeña, llevándola a su cama y arropándola.
—Kohaku… —Luego de que cubriera con las mantas a su niña, Senku la llamó, haciéndola voltearse hacia él—. Hablemos.
Ella sonrió secamente.
—Ja… Ahora si quieres hablar, ¿eh? —Cruzó los brazos bajo su pecho, saliendo de la habitación a paso rápido pero silenciosamente.
Él la siguió luego de suspirar.
Tsukiku los esperaba en el pasillo, y era obvio que seguía molesta.
Fueron hasta su habitación y Kohaku usó unas sillas de playa para que Senku y ella se sentaran, mientras que Tsukiku se sentó en la cama.
Senku miró de reojo a su hija mayor.
—¿No crees que te dejaré escuchar nuestra conversación, o sí, mocosa? —Sonrió con cansancio.
—Pues no me iré hasta asegurarme de que le creas a mamá. —Cruzó los brazos y una pierna por encima de la otra—. Ya metiste la pata lo suficiente. Y no es ella la que ha dicho mentiras aquí —siseó molesta.
—Hija, por favor. —Kohaku frotó sus sienes—. Yo tampoco podría hablar tranquila contigo aquí. Hay cosas muy personales que debo hablar con tu padre.
—Bien. —Tomó una gran bocanada de aire—. Pero antes necesito que me prometas tres cosas, papá.
Senku alzó una ceja.
—Pues dime tus condiciones, pequeña terrorista. —Rió sin humor.
—Primero, no le grites. Segundo, no le vuelvas a mentir. Y tercero, ten en cuenta que yo no soy tan estúpida como para creerme excusas baratas, si yo le creo, espero que confíes en mi juicio como una prueba fehaciente de su veracidad.
—Supongo que es lo suficientemente justo. —Se relajó en su asiento, cruzando una pierna por sobre la otra también—. Te prometo lo primero y lo segundo, y te prometo tener muy en cuenta lo tercero. Es lo mejor que obtendrás de mí.
—Me conformó con eso. —Hurgó en su oído con el meñique, antes de suspirar y salir de la habitación.
Una vez solos, Kohaku mantuvo la cabeza gacha, antes de levantar la mirada, encontrando sus ojos azules con los escarlata.
—Shizuku… Desde hace tiempo que quiere conocerte. —Eso fue lo primero que dijo.
La mirada de Senku se ablandó.
—Lo noté… Aunque no entiendo por qué tuvo que crecer alejada de mí. —Se cruzó de brazos—. Te odiaría muchísimo ahora mismo si esa niña no tuviera idea de quién soy, pero se nota que le has hablado de mí y solo… —Soltó una risa incrédula—. No lo entiendo. No entiendo nada.
—Yo tampoco lo entendía hasta hace poco. —Encogió los hombros—. Iré al grano, Senku. Tengo amnesia.
Él abrió mucho los ojos.
—¿Qué? —La miró incrédulo, muy serio y confundido.
—Yo… Me desperté sin recordar nada hace cuatro años en la isla Tsushima, es una pequeña isla que está al oeste de…
—Sé la ubicación geográfica de Tsushima, prosigue —la interrumpió con voz muy seria, mirándola con ojos entornados, analizando todo en ella, cada gesto y posiblemente su tono de voz también.
Como no tenía nada que ocultar, Kohaku alzó la barbilla orgullosamente y continuó.
—Un hombre llamado Matsukaze y mi ahora amiga Amaryllis me encontraron en la orilla del mar a las seis de la mañana. Me llevaron al hospital y estuve en coma seis semanas. Cuando desperté no sabía ni mi nombre. Poco a poco recordé pequeñas cosas de mi vida. Mi nombre, mucho después mi apellido… de soltera, claro. Recordé mis comidas favoritas, mi gusto por ejercitarme y los deportes, conocimientos básicos como matemáticas, literatura y ciencias… Recordé tu nombre, pero no sabía quién eras. —Subió las piernas al asiento y se abrazó a sus rodillas. Senku aún la miraba impasible—. Luego de unas semanas en terapia, me dijeron que estaba embarazada. —Sonrió dulcemente ante el recuerdo, aunque en ese momento la idea la aterró—. Comencé a pedir que me dieran de alta desde entonces, y cuando lo hicieron comencé mi vida en Tsushima. Fue un par de meses después que comencé a recordarte. Recordé nuestra relación, recordé cosas como nuestro primer beso y… —Sus mejillas enrojecieron—. Recordé lo enamorada que estaba de ti, y que teníamos… emm…
—Relaciones sexuales, sí, prosigue. —El muy miserable se veía imperturbable.
Bufó, antes de tomar aire y continuar.
—No recordé mucho, para ser honesta, ni siquiera recordaba tu apellido, pero mientras más recordaba, más me preguntaba dónde estabas. Y al intentar recordar eso… recordé nuestra pelea… —Sus ojos se aguaron levemente—. Ya recordaba bastante el viaje a Okinawa, pero luego recordé más…
Senku y Kohaku no tenían una relación formal en ese entonces.
Él sabía que ella lo amaba, pero ella sabía que él no quería tener una relación seria en ese momento, y funcionaban con una extraña razón en la que, mientras no hablaran de sentimientos, todo iba de maravilla entre ellos y eran muy felices juntos.
Kohaku recordaba muy bien que Senku le prometió algo muy especial si lo acompañaba a Okinawa. Ilusionada con la idea de que al fin quisiera formalizar la relación, tuvo una pelea con su jefe para que le diera vacaciones y al final la despidió, pero ella aún así se marchó a Okinawa con Senku y decidió no decirle nada de su despido.
Pasaron la mejor semana de sus vidas en Okinawa, pero entonces Senku le dijo que su sorpresa era simplemente algo bueno para él, el lanzamiento de su nuevo cohete. Aún así Kohaku no se quejó, y estuvo genuinamente feliz por él.
No obstante, todo se fue al diablo cuando, en un encuentro con la prensa, Senku negó públicamente tener una relación con ella y la llamó una "amiga con la que se la pasaba bien", a lo que Kohaku lo abofeteó públicamente y lo llamó un "bastardo sin sentimientos".
Fue entonces que ambos se enojaron inmensamente el uno con el otro.
Sin embargo, cuando Senku decidió echarla de su hotel Kohaku se dio cuenta de que no tenía dinero ni lugar a dónde ir. Y estaban en una isla que desconocía.
No quiso decirle eso a Senku, pero le pidió recapacitar, intentó preguntarle si tenía siquiera una pizca de amor por ella, algo que lo hiciera quererla a su lado por algo más que sexo. Él lo negó todo e insistió en echarla.
—Senku… por favor.
—No me hagas perder más el tiempo, Kohaku. —Él le abrió la puerta con una mirada de pura indiferencia en sus ojos—. Solo vete de una vez.
—Te equivocas. —Sonrió entre lágrimas—. Yo fui la que perdió el tiempo.
—Lárgate.
Luego de eso ella se marchó y no lo volvió a ver.
—Yo… creí todo este tiempo que luego de esa discusión intenté tomar un bote para irme de Okinawa y acabe teniendo un accidente y perdiendo la memoria, llegando así a Tsushima, que no está tan lejos de Okinawa. Y como recordaba que celebré mi cumpleaños veintiséis contigo, creí también todo este tiempo que era once años menor. Creí que Shizuku era mi primer y única hija. —Sonrió con ojos llorosos—. No recordaba para nada a mi Tsukiku… ni toda la vida que aparentemente tuvimos juntos. Incluso ahora apenas recuerdo breves destellos de cuando Tsukiku era un bebé… y un breve parpadeo de nuestra boda, nada más… —Negó con la cabeza—. Nada más…
Ambos se quedaron en silencio por un buen rato, antes de que Senku elevara la vista al techo y soltara una gran y seca carcajada.
—Vaya… Eso es muy elaborado… Tienes diez billones de puntos.
—¡¿No me crees?! —Lo miró incrédula y ofendida.
—No es que no te crea… —Hurgó en su oído, riendo por lo bajo—. Solo me parece increíble que todo haya pasado de un modo tan meticuloso, justo con las medidas exactas para que los dos nos odiaramos el uno al otro. Lo que supuestamente tienes es amnesia de fuga disociativa, y también amnesia lacunar. ¿Tienes idea de lo raro que es? Pero bien, digamos que te creo. —Asintió, volviendo a relajarse en su asiento—. ¿Qué te hizo pensar que estaba bien ocultarme a mi hija, incluso aunque tuvieras el peor recuerdo de mí?
—Yo… no recordaba tu apellido… —Se mordió el labio—. Tampoco dónde vivías. Aunque sabía que probablemente era en Tokio porque te recordaba mucho en esa ciudad, pero no podía estar segura…
—Oh, ¿en serio es solo eso, Kohaku? —Entrecerró los ojos—. ¿Puedes mirarme a los ojos y decirme que es solo por eso?
Ella bajó la cabeza, cruzando los brazos con los puños apretados.
—Bien… Admito que te vi en el periódico un par de veces. Sabía que eras famoso y probablemente preguntando o buscando en internet te habría encontrado. Pero no quise hacerlo porque te recordaba como el bastardo hijo de puta que me dejó abandonada en una isla. —Apartó la mirada, con los ojos ardiéndole.
—Ok, veo que estás siendo sincera en eso. —Rió con acidez—. Asumiré que estás diciendo la verdad sobre la amnesia, y te contaré lo que pasó luego de que el bastardo hijo de puta te abandonara en una isla…
A medida que Senku hablaba, Kohaku fue recordando poco a poco los sucesos que le siguieron a ese recuerdo que tanto la había atormentado por años.
Tuvo que vender unas joyas que él le había regalado para poder conseguir un lugar donde quedarse y comida, pero no lo suficiente para comprar un pasaje de regreso a Tokio. Aún así odiaba esa isla por los malos recuerdos y compró un pasaje barato para irse a la isla vecina, allí consiguió un trabajo y se dispuso a ahorrar para volver a Tokio.
Fue cuestión de dos días para que Senku admitiera que había cometido un error. Aunque se sentía mal por ello desde dos segundos después de que Kohaku se fuera, le tomó dos días enteros aceptar que estuvo equivocado, que sí la amaba y que odiaba la idea de que ella pensara que solo la utilizaba. Y odiaba la idea de que fuera demasiado tarde para que lo perdonara.
Volvió a Tokio pensando que ella estaba allí. Descubrió que la despidieron y que jamás regresó de Okinawa.
Arrastró del cuello a Ryusui para que lo hiciera volver y de paso lo ayudara a encontrarla. Contactó a sus abogados para que buscaran todo registro de si ella tomó un avión o un barco a algún otro lugar.
Le tomó más de dos semanas encontrarla.
Cuando lo hizo, claramente Kohaku le dio una buena bofetada y lo mandó al diablo.
No le creyó la primera vez que le dijo que la amaba, tuvo que decirlo una y otra vez, entre beso y beso, para que finalmente ella lo perdonara y aceptara volver con él.
Pocas semanas después de eso, ya viviendo juntos, le propuso matrimonio.
Y una semana después de eso, ella descubrió que estaba embarazada.
Meses después Tsukiku llegó a sus vidas.
Cuando Senku acabó de hablar, Kohaku estaba llorando mientras se sujetaba la cabeza, pero aunque el dolor era intenso, no lloraba por eso, sino porque todo este tiempo estuvo enojada por algo que ya estaba resuelto. Todo este tiempo estuvo equivocada, y aún sabiendo que a su memoria le faltaban piezas ella fue la que los mantuvo separados estos cuatro años.
Ella rompió a su familia.
¡Debió haberlo buscado tan pronto como lo recordó!
—Kohaku… —En medio de su dolor, miró con dificultad a Senku, que se había parado hasta estar a su lado—. Toma, esto aliviará el dolor. —Le tendió una pastilla—. Es un analgésico común, servirá. —Ella tomó la pastilla con manos temblorosas—. Ahora recuéstate y trata de relajarte. —La ayudó a ponerse en pie hasta llegar a la cama y allí la hizo caer con suavidad en el colchón—. Lo siento… sé que duele, pero necesito que me respondas algo… ¿Recuerdas por qué te fuiste sin decir nada hace cuatro años? —Apartó el flequillo de su frente casi con dulzura—. ¿Pudiste recordar eso?
—N-no… Lo siento… —Sollozó—. Todo es mi culpa… Lo siento… —Las lágrimas no dejaban de salir.
—No te preocupes por eso ahora… —Aún podía ver sospecha en sus ojos, y la verdad no podía culparlo—. Intenta descansar… Luego podremos seguir hablando. —Quiso irse, pero entonces ella lo tomó de la muñeca, impidiéndoselo.
—Recuerdo… que dijiste que me amabas. —Sonrió con ojos llorosos, sentándose en la cama—. Yo te lo dije y aún odiándote por un recuerdo incompleto no te olvide… No te olvide. —Sollozó—. Pero tú sí a mí ¿no?... Tu prometida es muy bella…
Él palideció, negando con la cabeza.
—No… No es lo que...
—Lo siento por arruinar todo —lo interrumpió—. Creí que podría arreglarse, pero ahora sé que no… Nunca volverá a ser lo que fue… —Soltó su muñeca lentamente—. Ya tienes otra vida.
—Kohaku… —Se llevó la mano a la frente, negando con la cabeza—. No es lo que…
—Vete. —Se puso en pie y lo empujó fuera de su habitación—. Me duele la cabeza. Hablamos luego. —Cerró la puerta en su cara y de inmediato se desplomó en el suelo.
Qué idiota… se la pasó estancada en un recuerdo engañoso y ahora ya era tarde. Todas sus ilusiones se hicieron añicos, esta vez de verdad.
Senku ya no era suyo. Él no la perdió a ella como pensó todo este tiempo, sino que ella lo perdió a él.
Lo perdió, y era todo su culpa.
Al menos aún tenía a sus hijas, y la idea la hizo sonreír en medio de sus lágrimas.
Pase lo que pase de ahora en adelante, siempre estaría allí para sus preciosas niñas. Jamás aceptaría perderlas, a ninguna de ellas, nunca más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro