3.
Había sido un pequeño recuerdo, pero era algo que Canute podía recordar y sonreír miles de veces.
En su infancia, cuando él tan solo era un pequeño niño callado y asustadizo, que quería pasar desapercibido, pero que por culpa de la postura y status de su padre, no podía.
Él recordaba cuando conoció a Thorfinn.
Canute siempre lo veía desde la ventana de su casa, observando cómo él jugaba con los demás niños.
La mirada de Canute era de celos y anhelo hacia eso, pero él al vivir en ese tipo de lugar, el haber nacido en esa familia, lo hacían tener muchas ocupaciones.
O mejor dicho:
Canute era mantenido encerrado, su padre no veía potencial en él, para nada, sólo en sus hermanos. Pará él, Canute sólo era un niño cobarde.
Pero estaba Ragnar, quien siempre le hacía compañía y jugaba con él en el patio, Ragnar tomó ese puesto que su padre nunca tuvo en la vida de Canute.
Pero un día Ragnar no estaba para jugar. Aún así, Canute fue al patio para jugar un rato.
Sin supervision de nadie, el menor rodaba en su carro por todas partes despreocupado, pero entonces, un balón cayó en el patio.
Canute miró el balón, era de fútbol, entonces, en la enorme puerta de adelante, un grupo de niños empezaron a gritar.
—¡El balón!
—¡El balón, por favor!
Y etc.
La señora fue a recibirlos.
Canute, tomó el balón y fue hacia haya para dárselo.
La maid, quien les había dicho que se los traería, al darse la vuelta se encontró con Canute fuera de su habitación y con un balón sucio entre sus manos.
A pesar de Canute estar así, él sonreía nervioso y le lanzó el balón hacia afuera, cuyo objeto cayó en las manos de Thorfinn.
—¡Joven Canute!, ¡no debiera estar afuera!—exclamó.
El menor se sobresalto del susto.
—Eh, uh.
No pudo recitar palabra alguna, jugó con sus pequeños dedos, nervioso.
—Venga, acompañeme.
La sirvienta tomó al pequeño y lo jaló hasta adentro. Canute miró hacia atrás y se despidió con una nerviosa sonrisa de los demás niños.
Thorfinn veía como a Canute se lo llevaban, y el menor se había quedado estupefacto por la apariencia del rubio.
Con el tiempo, Thorfinn logró dar con Canute, aunque sea por unos pocos minutos, ya que Canute siempre estaba con Ragnar y esto dificultaba que se vieran, ya que el mayor era muy sobreprotector.
Pero, por azares del destino, Thorfinn y Canute estudiaban en la misma escuela.
Thorfinn siempre se juntaba con Canute, él era alguien solitario, a diferencia de Thorfinn.
Canute siempre ayudaba a Thorfinn con su tarea, el pequeño rubio a veces de metía en problemas, aparte de que era alguien muy soñador y no le gustaba estudiar.
Ellos dos se empezaron a llevar bien, aunque también descubrieron sus diferencias, eso les trajo muchos problemas.
Canute aún lo recuerda, como si fuera ayer...
El menor, estaba en el aula, aún cuando ya habían tocado para receso, leía un libro, él era bastante apasionado a ellos, se entretenía leyéndolos y le llevaban a mundos donde podía esconderse y olvidar los sucesos que ocurren dentro de su familia.
Thorfinn entró, se le había quedado su dinero para comprar algo en la cafetería. El rubio miró al contrario, quien leía tranquilamente y ni se percató de la presencia de Thorfinn.
—Canute.—pronunció, el nombrado miró.—¿Qur haces aquí?, tan sólo.
—S-solo leo.—tartamudeo.
Canute no habla con nadie, es alguien tímido y le gusta pasar desapercibido entre todos, se le dificulta hablar, se pone a tratmudear sin parar.
Thorfinn se acercó a él, tomado una silla y sentándose a su lado.
—¿Que lees?, ¿un libro?, ¿es de ficción?, ¿fantasía?—preguntaba curioso.—¿De vikingos?
—E-eh—intento pronunciar palabra, pero están nervioso por la cercanía de Thorfinn.—N-no, s-solo es un libro de...
—¿De qué?
Canute no quería decir el género de ese libro, temía que se burlara de él. Paso saliva y rasco su nuca para mirar al contrario y responder.
—Romance.
Throfinn frunció el ceño y hizo un puchero.
—¿Que?—extendió la palabra.—¿enserio?, ¡eso es para niñas!—exclamó.
—B-bueno...
—¡Deberías leer algo de acción!—lanzó golpes al aire.
—N-no me gusta la violencia...—musito tímido.
Thorfinn alzó una ceja y frunció sus labios. Al menor se le ocurrió una idea, la expresión en su rostro lo mostraba.
Tomo la silla en la estaba sentado, la puso enfrente de Canute y se subió encima.
—¡Ya se!, ¡te contaré una historia grandiosa!
—¿Q-qué?
—¡Será sobre vikingos!, ¡y héroes!, ¡aventureros!; ¡algo grandioso!—exclamó.
Canute, con un leve rubor en sus mejillas, asintió dejando a entender que quería oírla.
—¡Presta mucha atención!, ¡era hace una vez...!
Fue ahí cuando Canute conoció a su primer amigo, Thorfinn, quien era alguien imperativo.
Y Canute se sintió realmente bien, él siempre estaba solo, no tenía a nadie con quien compartir sus cosas, que Thorfinn haya hablado con él, se sintió como un alivio.
—¿Que te parecieron?—preguntó.
—M-maravillosas.
Thorfinn sonrió.
—Esas historias nos las cuenta el viejo Leif en el muelle.—contó.—Aunque creó que es un mentiroso cuando cuenta una de sus aventuras.
Eso le hizo gracia el menor, Thorfinn miró a Canute reír, era la primera vez que lo veía, esto hizo que se sonrojara.
Y Canute recordaba eso, y cada vez que lo hacía, sonreía.
El mayor, estaba en la biblioteca leyendo un libro, el lugar estaba muy silencioso, claro, hasta que cierto individuo entró.
—¡Sabes que no puedes estar aquí dentro, te lo prohibidos por ser tan busca pleitos!—dijo la anciana.
—Si, si, como sea.—pronunció apático.—Solo vengo a ver a alguien, vieja.
Es Thorfinn.
—¡Insolente!, ¡deberías cuidar como le hablás a tus mayores!
Thorfinn chasqueo sus labios. Canute al ver cómo discutían, se le salió una risilla. El menor localizó a Canute y procedió a caminar hacia él, ignorando a la vieja. La anciana apretó sus dientes con ira, le hizo señas al guardia de seguridad.
—Canute, préstame tu cuaderno, necesito ponerme al día.
—¿Cuáles?
—Todos.
—Nunca cambias, ¿cierto?—espetó. Le pasó la mochila.—Toma, llevatela, casi es hora de irse me esperas en la salida, tonto.
—Esta bien, idiota.
—¿Y tus heridas?
—Si no me veo tan feo como ayer, están mejor.—bromeó, aún con su cara indiferente.
Canute miró como la anciana hablaba con el de seguridad.
—Vete por la puerta de atrás; la última vez golpeaste al de seguridad, así que evitate un problema.—sugirió.
—Esta bien.—bufo y dio media vuelta.
—Nos vemos.—se despidió.—Enano.
—Adiós, nerd.
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