6
Llegué a mi casa dificilmente porque no me sabía muy bien el camino.
Toqué el tímbre que había al lado de la puerta haciendo que mi madre me abriese.
—Hola Poopey— dijo dandome espacio para que pase.
—Hola mam— le dije cortamente pasando.— ¿está preparado el almuerzo?— pregunté dejando la maleta a un lado.
—Si ya esta— dijo mi madre llevando un plato en la mano.
Me fijé en lo que había en el plato, era una hamburguesa con patatas. Me moría de hambre por comerme la comida.
No saben el hambre que me da las clases, es muy raro pero es la verdad.
Cogí la hamburguesa y empecé a comer sin descanso.
Al terminar de comer me fui a mi habitación para hacer los ejercicios que mandaron. Abrí la maleta y saqué todos los libros de los que tenía que hacer ejercicios.
~Dos horas después~
Me desperté por un mensaje que me pusieron en el móvil, dios mío, me dormí estudiando y lo peor de todo era que libros y etcétera estaban mojados de mis asquerosas babas. Era repugnante.
Cogí mi móvil y lo desbloqueé para leer el mensaje que recibí.
Era un número que no conocía.
"—Poopey, ven con nosotras a la casa de Jesy a las 6:30, vamos a ver una película. Ven a la dirección que te mandaré en el siguiente mensaje.
~Leigh."
Miré el relój que tenía de pulsera, eran las seis, tendría tiempo de sobra.
Recibí el mensaje dónde ponía la dirección de la casa de Jesy y me fui a mi cuarto de baño para prepararme.
Escogí una ropa muy normal y cómoda. Un chaleco de tirantas blanco con puntos negros y un pantalón corto holgado vaquero con unas botas de militar.
Me peiné, vestí y lavé los dientes y me dirigí a la puerta para salir sin olvidarme mi móvil ni mi abrigo marrón.
Espero que me acuerde de dónde estaba esa calle porque recordé que ahí vivía una tía de mi madre y se fue a vivir a un chalet no muy lejano de aquí.
Miré la hora y ví que eran las 6:24, daría tiempo.
Unos minutos después llegué y llamé al timbre, espero no equivocarme de casa.
La puerta se abrió.
—Hola, Poopey— dijo Pezza amigable dandome un fuerte abrazo que correspondí.
—Hola Pezza— dije.
—Pasa— dijo Jesy, y así lo hice.
Me senté en un sofá y ví que había varias galletas en la mesa encima de un plato.
Juro que estaba a punto de comermelas pero soy lo bastante lista como para saber que no me las comería sin ningún aviso.
—Jade, cortaté un poco ¿no?— dijo Lee Lee.
No entendí a que venía eso pero al ver que me estaba comiendo las galletas la sangre suvió a mis mejillas formandose un bonito color. Dios, esto era incontrolable.
—A-ai, lo-lo siento no-no m-me di c-cue-cuenta— dije tímida.
—No, tranquila, a mí me ha pasado muchas veces— dijo Pezza.
—Normal, tu y las comidas, eso es incontrolable— dijo Jesy.
—Es serio, ¿vale Jessica?— dijo Pezza.
—Vale señorita Perrie— dramatizó Jesminda.
Se sentaron a mis lados cogiendo asiento.
—¿Vemos una película?— comentó Lee Lee.
—Vale— dije. —¿Cual veremos?
—Pues tengo una película de la que me gustó muchísimo— dijo Jesminda.
—¿Cuál es?— dijo Lee Lee.
—Yo soy Sam.
Mierda, esa película me hizo llorar a cántaros, yo soy muy de llorar por cualquier cosa y muchísimo más si es de este típo.
—Suena bien— dijo Pezz.
Jesy encontró el disco, lo puso en el DVD y encendió la televisión.
Al cabo de unos minutos alguien llamó a la puerta.
—Iré yo a abrir— dije levantandome.
Abrí la puerta encontrandome con una cara que realmente me sonaba, me sonaba bastante.
—¿Poopey? ¿Qué haces aquí?— preguntó ese misterioso chico.
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