28
Desperté y miré la hora de mi reloj de mano. Eran las nueve y cuarto de la mañana, un poco temprano pero bueno.
Cada vez que me despierto veo que no estoy en mi casa, donde debería estar, pienso el porqué no estoy y me deprimo.
Cada día, desde que me vine aquí, hay más y más problemas en mi vida, pero hay otras cosas que me hacen la vida cada vez más fácil, cosa a lo que agradezco todas las mañanas sin faltar.
Pero no me quito de la cabeza a mi madre, la hecho muchísimo de menos.
Quizás me equivoqué con eso de irme, quizás lleva razón y mi padre cambió, quizás debería volver a mi casa y arregarlo todo y volver con mi madre.
Pero cada vez que pienso en ese hombre que ocupa mi casa y mi madre, el mundo se viene abajo.
¿Por qué ese hombre habrá venido a mi vida?
Da igual, si mi madre es feliz así, así será.
Me senté en la cama y suspiré para luego, pesadamente, levantarme.
Se escuchaban voces, pero no era precisamente la voz de Luke y Lily, había otra más, una muy familiar.
Eh, me acabo de dar cuenta, Lily y Luke empiezan por L, alomejor harán como la familia Kardashian.
Bueno, volviendo al tema, ¿quién era esa persona? Solo sé que es una chica, por la voz claramente.
Bajé con la curiosidad recorriendome por todo el cuerpo.
-Mamá- dije al ver a mi madre.
Las lágrimas se me acumularon en los ojos, cuanto tiempo sin verla, olvidé lo hermosa que era.
-Poopy- dijo.
Corrí hacia ella, y sin ninguna duda le abrazé fuerte, muy fuerte.
Hacía tiempo que no recibía uno, uno que me llenara de verdad, uno que realmente significara algo, uno de ella.
Lloraba sin parar sintendo como ella también lo hacia.
No quería separarme, quería estar así para toda la vida, pero como no era posible me desice de su abrazo, cosa que me dolió.
La miré a los ojos correspondiendome.
-Mamá, te he hechado muchísimo de menos.
-Poopy, no sabes cuanto te he necesitado, no sabía a quién darle tantas galletas.
-Pero siguen guardadas ¿no?- dije con el entrecejo fruncido.
-No cariño- rió, para volver a llorar, como yo lo hacía.-¿Entonces volcerás a casa?
-Ese hombre sigue ahí ¿no?
-No, Jade, ayer le dije que se volviera a su antigua casa, ya no vive con nosotras. A pesar de que había cambiado le tube que dejar ir, si tu no le aceptabas, yo tampoco.
-¿Sabés? Ahora me has hecho sentir un poco culpable- dije.
-Siento decirtelo, pero deberías.
Gruñí y mi madre se rió.
-¿Volvamos a casa?
Asentí con la cabeza y miré a Lily y Luke, quienes no habían parado de mirarnos.
-Bueno, gracias por todo de verdad, si necesitais algo, ya sabéis que estamos aquí para todo. De veras, muchas gracias por acogerme en vuestra casa.
-No, por favor, ha sido todo un honor acogerte Jade- dijo Lily
Yo me limité a sonreír y me fui con mi madre de aquella casa.
-Nos vemos Luke.
-Hasta pronto Jade.
*******
Me senté en el asiento del coche para ir de nuevo a casa.
Mi madre se sentó en el asiento del piloto y yo en el copiloto.
Ya, después de tanto tiempo, volveré a casa.
Después de todo, me sentía culpable por mi padre, y como dijo mi madre "debería". Después de todo, es mi padre ¿y si había, realmente, cambiado?
No lo sé, pero tampoco tengo ganas como para averiguarlo.
Llegamos a casa, me bajé del coche para entrar en casa.
Nunca, casi nunca estaba en casa, ya se me olvidó del todo como era.
Entré en mi casa recordandolo todo de nuevo.
Hogar, dulce hogar.
Nada como volver a tu casa con tu madre y ya está.
Recordé una cosa, acabo de levantarme y tengo hambre.
¡Pues a desayunar!
Fui a la cocina, pero no habían dulces, ni siquiera café.
-Ah, Poopy, se me olvidó comentarte que no he comprado nada, así que tendremos que tomar algo en un bar ¿te importaría?
-¿Un bar? ¡Genial! Cuánto tiempo que no desayunamos en algún bar.
-Pensé que no te gustaba pero bueno, vamos, han abierto uno nuevo cerca de aquí.
Nos fuimos de la casa cerrandola bien para ir luego a un bar.
Entramos al bar y nos sentamos en los primeros asientos que vimos libres.
-¿Qué quieres para desayunar?
-Mmm... café y tortitas con nata y caramelo- dije sin pensarmelo dos veces.
-Vale, yo solo tomaré café con churros.
Se fue a la barra del bar para pedir nuestro pedido.
Se me hace la boca agua de tan solo pensar en lo que iba a desayunar, las tortitas me pierden.
Un mensaje hizo vibrar mi móvil y un poco la mesa.
Cogí el móvil, lo desbloqueé y leí.
"-Segunda y última oportunidad, Poopy. Te espero en la plaza a las seis."
¿Pero que mierda...? ¡Sabía hasta mi apodo!
La verdad es que, pensándolo bien, me da vergüenza.
Bueno, y pensando en lo del mensaje, creo que debería asistir hoy y aprobechar su oportunidad.
-P-poopy, ¿qué era ese mensaje?- dijo mi madre a mis espaldas.
Mierda.
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