Como si no hubiera un mañana, MinJi corrió fuera de la cárcel, al fin era libre o eso creía, hasta que tuvo que detenerse para no caer del edificio donde estaba, quizás unos 20 metros de altura le faltaban para estar en el duro suelo de la ciudad.

— Kim MinJi, te ordeno que te quedes donde estás. —

La nave de esa mujer de cabello tinto le apuntaba con unas grandes ametralladoras.

— Ni que fueras mi mujer para hacerte caso. —

La rubia corrió hacia su derecha y la guerrera maldijo a la chica, aunque de igual manera está muy sorprendida por sus habilidades, pero no duro mucho.

— ¡Maldición! —

Gritó la guerrera al ver que se había lanzado del edificio. Aceleró su nave y abrió la ventana para atrapar a MinJi, pero en el instante la chica la golpeó y recibió buenos golpes hasta que la guerrera la noqueo.

— Ja~ —

Suspiro cuando al fin había capturado a la ladrona entre sus brazos.

— Eres muy fuerte, veo el por qué fuiste elegida. —

Cerró los ojos mientras jadeaba de cansancio.