PROPUESTA DE MATRIMONIO

Junio 1979

Chelsea alisó la tela del vestido morado que llevaba. Se miró en el espejo dejando espaciar un suspiro de sus labios.

Era esa noche.

La noche.

Noche en que James Potter le propondría matrimonio a Lily Evans.

Noche en la que tendría que ver al amor de su vida ser feliz con el amor de su vida.

Bien dicen que las almas gemelas no siempre están destinadas a estar juntas.

— Te ves hermosa — murmuro Ada entrando a la habitación de la chica Rivas.

Se acercó a ella, abrazándola.

La giró para tenerla de frente, descubriendo como una lágrima resbalaba por la mejilla de Chelsea.

— Si lloras ahora tu maquillaje se va a correr y me ha quedado fantástico — se quejó Ada.

Chelsea sonrió al escucharla.

— Es solo...

— Un corazón roto — Ada terminó la frase. — Está bien tener el corazón así — admitió Ada. — ¿Sabes porque? — Chelsea negó. — Por qué a veces un corazón roto separa a las personas, y otras veces las une.

Chelsea frunció el ceño confundida.

Tomó su guitarra que estaba en la cama junto a la funda. La metió con cuidado que no se lastimara.

— Después de esta noche, no podré volver a fantasear con una vida junto a James — suspiró Chelsea pestañeando para no llorar. — Lo he perdido.

— Siempre lo has tenido — respondió Aada sentándose con cuidado en el colchón. — Pero no de la manera en que tú lo deseas, cariño.

Chelsea abrió su boca para decir algo, pero los golpes en la puerta la hicieron cerrarla nuevamente.

Junto a Ada salieron de la habitación con sus varitas en alto por si se trataba de algún ataque.

— Identifíquese — grito Ada Henderson.

— Remus Lupin y Sirius Black — escucharon la voz del primero. — Tu chocolate favorito es el que tiene mentas — hablo Remus hacia Ada.

— Tienes un lunar en la espalda en forma de Estrella a veces dibujábamos puntos para formar una galaxia — fue turno de Sirius en dirigirse a Chelsea.

La Rivas se sonrojó ante aquello, era cierto, tenía ese lunar y también Sirius se dedicaba a pintarle lunares en la espalda para formar una réplica del universo.

Sirius y Remus entraron al lugar encontrándose con Chelsea y Ada.

— Estas hermosa — murmuró Sirius al ver a Chelsea.

Bestia un bonito corset fucsia con escote de corazón, una falda negra acompañados de unas plataformas.

— Gracias — agradeció Rivas. — Podrías ayudarme con la guitarra.

— Lo que sea por la chica de las letras.

Remus y Ada vieron como Sirius y Chelsea se fueron en búsqueda de la guitarra.

— ¿Cuándo va a decirle? — preguntó Ada mirando a Remus.

— Cuando ella ya no esté interesada en James.

James y Lily se encontraban caminando por un parque lleno de luces de navidad, la noche era hermosa acaban de terminar su cena.

— Tengo una sorpresa — murmuró James.

Guió a Lily hasta una pequeña fuente donde más luces se encendieron y allí aparecía Chelsea con una guitarra. A su lado estaba Sirius con una sonrisa y una pequeña grabadora.

— cuando me enamoro me gusta soñar, con las serenatas que te llevare, bajo tu ventana te canto te regalo sueños de felicidad. — cantó Chelsea con ayuda de su guitarra.

Al final decidió usar una de sus viejas canciones, una de las canciones que escribió para James.

La canción que ahora sería de Lily y James.

James se acercó a Lily abrazándola por la cintura dejando un beso en su mejilla. La pelirroja recargó su cabeza en el pecho de su novio.

— Cuando me enamoro puedo imaginar que me mandas besos y cartas me das, que las serpentinas y las flores adornaran la feria con cientos de colores — cerró sus ojos ignorando el nudo en su garganta y las inmensas ganas de llorar que la estaban cubriendo. — Tú que me vuelves rehilete al corazón, que dibujas en el cielo un girasol que me despierte en la mañana con crayolas pintando el amor.

James se separó de Lily para recargar su rodilla en el piso sacando de su abrigo una caja.

Lily lo miró con sus manos en el rostro completamente sorprendida.

— Lilliane Evans, te he amado desde que tenemos once años — comenzó James. — Te he amado desde mucho antes de que me diera cuenta que significaba. Has hecho mejor persona desde que estás a mi lado, me hiciste el hombre que soy ahora, y si estás dispuesta quiero que esta noche no solo sea una más, sea la noche en que yo, James Potter te pido a ti Lily Evans ¿Quieres ser mi esposa? Compartir contigo tus días, tus mañanas, tus atardeceres, noches y alegrías. Ser el chico a quien le dediques tu ultimas palabras antes de dormir, por que el amor que crece entre nosotros será nuestro legado.

Los ojos de Lily Evans estaban inundados de lágrimas al igual que los de Chelsea Rivas. Ella lloraba y no por la alegría que sentía de su mejor amiga, sino por el corazón roto que estaba sintiendo en ese momento.

Sirius la veía de reojo sintiendo como una puñalada en su pecho al ver a la chica que quería llorando por el amor de su vida.

— Si aceptó, James.

Lily y James se besaron, los demás no tardaron en aparecer haciendo sonar serpentinas y trompetas.

Las felicitaciones no se hicieron esperar, sin embargo, Chelsea seguía cantando.

— Tú que me vuelves rehilete el corazón que dibujas en el cielo
un girasol que me despierte en la mañana, acuarelas que cambian mi sol. Tú que jugaste loteria con mi amor que tomaste la luna como rueda de la fortuna cual ninguna,
con crayolas pintando el amor.

Chelsea tenía sus ojos cerrados. Al terminar de cantar los abrió, Sirius fue el primero en abrazarla cuidando de no lastimar la guitarra.

— Sssh — susurró Sirius acariciando su cabello. — No dejare que ellos te vean así, seré quien cuide de ti.

— Du... duele — murmuro Chelsea entre sollozos.

— Eso es un corazón roto, mi linda Chels.

Sirius se aferró aún más a Chelsea, la chica Rivas sollozo en el pecho de Sirius, apretando la camisa de este con sus manos, ajena por completo al momento de celebración de sus amigos ahora comprometidos.

Así es como se siente un corazón roto.