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El dia estaba muy soleado Pero no era algo que no se pudiera soportar, las calles de parís se encontraban tranquilas pues no había rastros de actos vandálicos o situaciones que pusieran en riesgos a los habitantes. Todo parecía ir muy bien en estos meses pues se respiraba una tranquilidad y una gran paz en la tan llamada "ciudad del amor".

Marinette Dupain Cheng, hija de los más famosos panaderos del lugar, se había mudado hace unos meses atrás a un condominio para independizarse debido a que ya contaba con 18 años y sus padres decidieron darle ese regalo como motivo de su cumpleaños. Era un lugar agradable, muy espacioso para ser solamente de una persona, cada detalle estaba cuidadosamente arreglado con el estilo particular de la aspirante a diseñadora de modas.

Los vecinos de la azabache eran como cualquier otros, algunos tenían pinta de ser mal encarados, otros distinguían por ser muy comunicativos y otros eran muy amables; nada fuera de lo común.

—Alya te digo que tal vez no podré ir a la fiesta de graduación. — Marinette entraba a su habitación seguida de su mejor amiga quien traía un montón de bolsas en las manos.

— No acepto un "No" por respuesta vamos a ese baile y punto.— La mulata se dejó caer en el sofá cama que daba a la ventana topándose con la casa de enfrente.— Tienes que ir, es nuestro baile de graduación, no es cualquier fiestecilla.Vamos a dejar de ver a nuestros compañeros de la preparatoria.— Se cruzó de brazos en señal de que se encontraba algo molesta.— Además es tu última oportunidad para confesarte a Adrien.— Canturreó su amiga —

—¡Alya por dios! él tiene novia no creo que me vaya a corresponder, él es un caballero, ante todo. —Marinette se sentó a lado de su mejor amiga quien no dejaba de ver por la ventana.—No me estás poniendo atención ¿Qué tantas miras eh?.— Con uno de sus dedos siguió el camino de la vista de Alya hasta aquello que la tenía tan embobada.

—Es una señal del destino ¿Lo ves?—Mencionó victoriosa la morena

—No puede ser, ¡él aquí!— dio un grito de emoción. — Agreste es mi vecino.— Exclamaba mientras daba un vistazo a la casa de enfrente.

Adrien se encontraba con su asistente y su padre acomodando las cosas de su nuevo hogar, el chico se encontraba sumamente feliz puesto que hoy era el tan anhelado día que tanto estuvo esperando por años, se acababa de mudar a su propio hogar lejos de las reglas de su padre, aun que bien iba seguir trabajando para la agencia de modas de él pero ya no iba a estar todo el tiempo bajo sus órdenes ni sus cambios de humor.

—Gracias padre, este lugar está increíble.— Intentó abrazarlo, pero como siempre el padre del muchacho era muy insensible, muy distante con él. —En verdad es lindo, gracias —Se limitó a decir —Denme Un minuto — alejó de su padre y su asistente para atender una llamada entrante.

    "Llamada de Lila"

Se alcanzaba a leer en la pantalla del iPhone, por lo que caminó unos cuantos pasos de ellos para tener algo de privacidad.

—Hola am...— Fue detenido por una muy furiosa chica.— ¿Podrías calmarte? —habló levantando un poco la voz.

—Cómo quieres que me calme, te dije muy bien que tenía un evento en puerta que era súper importante que asistieras conmigo —reclamaba la de ojos color aceituna.—Fui la burla de todos los del coctel —chilló Lila .

—Te recuerdo que ayer estaba muy ocupado con la organización de la graduación, entre que me tomaban las medidas de mi traje y también la sesión de fotos de la nueva línea de ropa de mi padre se me fue el tiempo, y eso lo sabías desde hace unas semanas atrás. — Adrien se defendía de las acusaciones de su adorable novia — No puedo partirme en dos para darte gusto a ti también y si no tienes más que decirme es mejor terminar la llamada aquí hasta que se te baje el mal humor.— iba a colgar cuando la castaña interfirió.

—Vale es cierto. Tal vez estoy exagerando un poco pero es que se trataba de un cóctel muy importante para mí, fue organizado por la compañía de modelaje que represento.—Lila modulaba su voz para parecer arrepentida y como toda una niña angelical.

Del otro lado de la ventana estaban dos chicas emocionadas brincando arriba del sofá pues era realmente fantástico que la azabache fuera vecina de su amor platónico ¿Todo iba a cambiar entre estos dos? ¿Marinette perdería la oportunidad de hablarle y hacer por lo menos más amistad con el rubio?, eso solo el destino lo sabía, pero por lo tanto estaban muy felices.

—¡Chica en definitiva tienes que ir a esa fiesta! —Exclamó Alya a lo que Marinette bufó y se dirigió a su cama tomando uno de sus libros de literatura.

—Te digo que No Alya —Alzó el libro posándolo en su vista para no ver la mirada inquisitiva de su amiga.—además ese día estaré sumamente ocupada.

Alya sólo rodó los ojos al saber perfectamente que su amiga le intentaba tomar el pelo. Se sentó a lado de ella ajustándose los lentes para proceder a quitarle el libro que sostenía en las manos, y que supuestamente leía.

—Para tu información; Los libros se leen de arriba a abajo, no de abajo hacia arriba—volteó el libro en la posición correcta.—Y para terminar; No te creo ni una pizca de que tengas algo importante.

Marinette se sonrojó demasiado por la pena que la estaba invadiendo por su torpeza y es que ¿A quién es su sano juicio se le ocurría tomar un libro al revés para leerlo?, además se sentía acorralada por la perfección en que su amiga la conocía.

—Es enserio Alya, tengo multitud de cosas que hacer antes de ir esa dichosa fiesta.

—Mencióname una y te dejo en paz. —la morena alzó su ceja derecha y posó mano izquierda, mientras la otra colocó el dedo índice cerca del rostro de la ojiazul.

—Que tal... —habló, pero ninguna idea llegó a su mente—o que tal.... —Volvió a insistir, pero fue interrumpida por su mejor amiga.

—¡Oh! Déjame adivinar estarás tan ocupada viendo a Otani de Lovely complex—Enunciaba con sus dedos—O ¡ya sé! Quizá pasear a Tikki por todo el vecindario.—Habló sarcásticamente a lo que la pequeña perra emitió un ladrido y movía la cola—¡Ah ya sé! De seguro estarás más ocupada viendo el maratón de la novela del canal local.—Sonrió divertida.

—Touché.—Marinette Admitió frunciendo la boca.—Pero aun así no iré y punto final ¿Okey?

—¡Eres imposible! —Se paró de un salto, tomando sus bolsas para dirigirse a la salida.—Adiós—Antes de cerrar la puerta le lanzó el libro que le había quitado minutos antes haciendo que la chica se sobresaltara esquivando el golpe.

Una vez que Alya salió de la habitación, Marinette se dispuso a limpiar su habitación que estaba toda hecha un desastre, debía encontrar la forma de distraer su mente de todo aquello que le había dicho su amiga, y que mejor que hacerlo aseando sus aposentos.

Las horas corrieron y de pronto su vista se fijó en la casa que tenía enfrente donde percibió que cierto rubio estaba hablando por teléfono, pero su semblante estaba serio, algo inusual en él ya que según ella; Era la dulzura andando.

En cuanto Adrien terminó la llamada azotó el teléfono en la cama y en un impulso volteó la vista al frente viendo a Marinette, sólo pudo atinar a saludarla con un gesto de mano a lo cual la azabache se sonrojó para luego ir a su escritorio y tomar lápiz junto con su libreta donde comenzó a escribir.

¿Estás bien? —Mostró la libreta cerca de la ventana para que su vecino pudiera verla con claridad.

Adrien sonrió en respuesta e imitó la acción de la joven al sentarse en su cama y con un ligero puchero mostró el mensaje.

Estoy cansado del drama.

Marinette se sintió decaída por Adrien, deseaba animarlo pero no sabía cómo, así que solo se limitó a escribir en la libreta.

Lo siento.

El modelo levantó los hombros resignado, estaba tan acostumbrado a pelear con su adorable novia que una discusión más no era la diferencia.

—¿Es curioso no? —Escribió después de unos segundos.

Marinette sólo ladeó la cabeza y frunció el entrecejo un poco confundida ya que no comprendía a lo que el rubio se refería.

El llevar mucho tiempo de conocernos—Mostró en una hoja—Y no platicar mucho —Concluyó en la otra.

Es cierto—Escribió de vuelta en la hoja.

—¿Por qué bonita? ¿A caso te pongo nerviosa? —Escribió y mostró sonriendo de lado a lado. —Deberíamos hablar más seguido.

Marinette no sabía que responder, pensó en la posibilidad de negarlo, pero quizá ya era tiempo de dar el siguiente paso así que escribió la palabra te amo, y con todo el valor que pudo reunir lo mostró al frente.

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