Capítulo XXVI
{Tengo miedo... ¿Pero qué puedo hacer si no puedo escapar de ti... Si no puedo escapar se mí?
POV Yoongi:
– Eres un monstruo.
Los lagrimones caían por mis regordetas mejillas sonrosadas y mi garganta estaba tan duramente cerrada que tenía que hacer un inmenso esfuerzo por sollozar mi defensa.
– No me llames así, mamá.
– Solo te llamo como mereces ser llamado, y no me digas Mamá, me haces odiarme por haber engendrado un ser como tú.
Mis manos, demasiado pequeñas para poder hacer algo más que no sea intentar ocultarme tras ellas temblaban en potencia, mi debilidad como siempre reluciendo con la suficiente fuerza para apagar cada vez más mi luz de esperanza.
–N... No digas eso... Soy un niño normal... Mis manos suman diez deditos al igual que mis pies, sé leer, tengo buenas notas en la escuela... ¿Qué tengo de malo?
"Mamá"
Finalicé en mi mente por miedo a que me regañe con otro de sus comentarios hirientes.
Sus ojos negros me miran desde arriba con desprecio, sus labios rojos y agrietados se fruncen con una mueca de asco... Y yo no puedo hacer algo que no sea llorar y sollozar porque la persona a la que tanto amo no demuestre sentir lo mismo por mí.
– Por culpa de un bicho raro como tú mi marido se fue, si no hubieses nacido tan paliducho, débil y feo Él no me hubiese dejado.
Conozco esa historia, es como los cuentos que los padres le relatan a sus queridos hijos a la hora de dormir. La única diferencia es que el mío no termina en un "Felices para siempre" No hay héroe ni princesa, y el villano siempre, siempre, siempre... Soy yo.
Tras la historia no hay un beso en la frente de buenas noches, hay golpizas llenas de rencor.
Sus caricias duelen mucho, rasguña mi piel hasta dejar surcos de sangre... Pero ¿Realmente puedo pedir más?
– Ya está decidido, Yoongi, serás dejado en adopción, y eso para no darte de comida a los perros.
Mi llanto se quedó atascado en mi garganta, las sacudidas de mi corazón se detuvieron de súbito y un pitido saliendo de mis oídos fue lo único que pude detectar.
– ¿Q... Qué...?
Mi vida es una mierda, lo sé, estoy consciente de ello, mi mamá se acuesta con tipos por dinero y siempre apesta a alcohol, yo me tengo que quedar debajo de la cama mientras el colchón rechina, me trago el vómito incontables veces al día.
Pero lo soporto.
Lo resisto.
Lo hago porque la amo ¿Está mal hacerlo?
Pero que me deje...
La simple idea apagó mi consciencia, como una puerta cerrandose de lleno en mi rostro.
– ¿No escuchaste, enano? En una semana me habré librado de ti.
–No mamá ¡No lo hagas!
Sacudió su mano con fiereza para deshacerse de mi agarre desesperado.
– Suéltame bestia, no me toques.
De un empujón mi espalda impactó contra el suelo sacándome el aire por segundos.
Y ahí me quedé, escuchando sus tacones golpear la moqueta mientras se retira dejándome en la soledad de mi "Hogar"
(...)
– ¿Eh? ¿Por qué no te mueves mamá?
Su cabello no es nada más que una masa pastosa y sucia, tal y como el resto de su consumido cuerpo, lo que antes era una hermosa mujer dotada de curvas es ahora un palillo inmóvil con la carne pegada al hueso.
– ¿Mamá?
Que raro... Normalmente me regañaría por llamarle así... Pero ahora no dice nada.
Sonrío y me acerco trotando con mi peluche de conejito entre brazos.
– Ya no te molesta que te llame así ¿Verdad? ¿Ya me quieres mamá, finalmente comprendiste que soy un buen niño?
Estiro mi mano entre los barrotes y acaricio su suave piel sucia.
– Buenas noches, mamá, que descanses.
Susurro recostándome a su lado, con el costado de mi cuerpo junto a los barrotes que la retienen... Para que no escape... Para que no me deje.
.
.
.
– Eres un monstruo.
Una voz distinta a la de mi madre me hace abrir de súbito los ojos, asustado.
– Mira lo que me has hecho.
Un tono melodioso con naturalidad, sin necesidad de ser impuesto se eleva por encima del silencio y del vacío.
Aterrado me separo con rapidez de los barrotes y el cuerpo que antes era de mi madre ahora es de un muy conocido chico, con ojos grandes, brillantes... Y muertos.
– Mira Yoongi... Mira lo tu monstruosidad me ha hecho.
La piel comienza a desaparecer conforme se apega más a los huesos. Las mejillas se desinflan.
– N... No...
Susurro con el miedo ascendiendo por mi garganta como un mal buche.
Aprieto el peluche contra mi pecho y algo se me clava al brazo haciéndome gritar de dolor. Al instante bajo la mirada y sorprendido, veo como una hilera de dientes filosos se encuentran haciéndome sangrar.
– Kookie... No me lastimes.
Tengo miedo
– ¿No sabías que me tenías que alimentar, mocoso?
La voz se vuelve robótica, es una catatónica mezcla entre mi madre y mi chico.
– ¿Pensaste que podría matenerme viva de esta manera?
Mi labio inferior tiembla, una cadena aparece imperceptible y se extiende desde su cuello hasta mi muñeca, me amarra.
– ¡No, suéltame!
– ¿Pensaste que te librarías de mí?
Como si los barrotes nunca hubiesen estado ahí, los únicos que me brindaban seguridad, el espectro de Jungkook se me aparece delante de imprevisto.
– Koo...
– ¿Hasta donde llevarás esto, pequeño monstruo?
Abrí mi boca a más no poder en la desesperada búsqueda de aire. Mi espalda con rapidez se despegó del colchón y mi mano voló a mi pecho comprobando el correcto latido de mi corazón.
Todo fue una pesadilla, todo fue una pesadilla, todo fue una...
Giro la cabeza a un lado encontrando a un muy preocupado Jungkook, su entrecejo está fruncido y sus enormes ojos destellan rebosantes de preguntas por mi estado.
Pero esta no es la primera vez que despierto de esta manera, y ni me quiero enterar de lo que hago durante la pesadilla para hacer que Kookie amanezca con esas ojeras.
Al instante en que mis ojos captan su presencia y mi mente hace relación con su persona, las arcadas se vuelven incontenibles.
Cubro mi boca con mis manos a la vez que me levanto y corro al baño para adentrar al vater mi cabeza.
No soy un monstruo
Al acabar de descargar mi prácticamente inexistente contenido estomacal, suspiro asqueado limpiando el baño.
De fondo escucho un sollozo apenas contenido y la preocupación me puede.
Inhalo con fuerza hasta inflar mi pecho.
Vamos... ya estoy despierto
– ¿Por qué lloras Kookie?
Sus pies juguetean debatiéndose cual de los dos cubre al otro, su rostro demacrado me mira con derrota.
– Te doy asco... ¿Qué hice mal?
Abro de par en par los ojos y me acerco a la cama.
– Está ocurriendo una de mis peores premoniciones... Quería convercerme de lo contrario... Pero acabaste sintiendo asco de mí. — Susurra sollozante y mi corazón tiembla.
– Hey... Kookie...
Me acerco a una distancia prudente y eso lo hace arrugar el ceño con mayor profundidad.
– Ni siquiera te me puedes acercar.... ¿Qué está mal, Yoon?
Ahora mismo me odio a niveles sorprendentes.
Lo único de lo que me he sentido orgulloso es de haber estado ahí siempre que ha necesitado un abrazo o una caricia en su mejilla, es no haber dejado ni una vez de extender mi mano cuanto fuese necesario con tal de alcanzarlo... Pero mírame ahora.
Lo tengo a metros de mí, rogándome que le demuestre que nada ha cambiado... Pero no puedo.
Porque esa puerta ha sido reabierta, y Kookie tiene la maldita llave.
– Yo soy el problema... No tú, así que olvida esto. — Musito sin mirarlo, dándole la espalda y a paso lento salir de la habitación, o al menos intentarlo.
– Dime qué pasa, Yoongi ¿Es por esa conversación? Después de eso todo cambió, no te quise presionar pero... Pero necesito saber.
– Pues no puedes.
Porque eso significaría el fin, el tuyo, el mío, el nuestro.
– Soy capaz de soportarlo, no puedo vivir sin ti. Joder Yoongi métete eso en la cabeza de una puta vez.
Ya estaba molesto, y lo comprendo.
– No y punto.
Declaro mirando por encima de mi hombro, con la tensión en ellos aumentando al punto de darme calambre en el cuello.
– Sabes todo de mí, Suga. Mira todo lo que has hecho frente a mis ojos y aún así permanezco aquí, no estoy de acuerdo, tengo miedo y me siento inseguro respecto a algunas cosas pero de lo que no tengo dudas es que no hay nada que pueda hacer que te deje.
Y ahí... Exploto.
– ¡TODO ESTO ES UNA BASURA COMPARADO CON ESO!
Derribo de un golpe todos los mecheros, la colección sangrienta cae con ruidos metálicos.
Mis sollozos chocan contra las paredes.
– Nada de esto importa al lado de lo que he hecho y de lo que puedo llegar a hacer.
Lo miro a los ojos, a esos caramelos cafés que tanto trabajo me ha costado para que me miren a mí y solo a mí... ¿Y se atreve a pedirme que me arriesgue a que eso cambie?
– Puedo hacerte cosas horrendas si me dejo llevar solo un poco... No puedo tocarte... Tengo miedo.
Susurro llevando mis manos a mis ojos, escondiéndome nuevamente tras ellas, tal y como antes.
Ahora más grande... Pero igual de vulnerable.
– Es horrible... Soy horrible...
Me veo suspendido nuevamente en el vacío, entre la oscuridad de mis ojos cerrados y el silencio flotante en la estancia.
Pero unas manos se abren paso por la tela de mi ancho pijama, la ignoran y esquivan arrasando con la piel de mi cintura en un tacto delicado y firme.
Sollozo por lo bajo y las manos terminan de rodear mi cintura, acarician la parte baja de mi espalda.
– Abre los ojos.
La voz de mis sueños acude a mis oídos peligrosamente cerca, haciéndome temblar.
– No quiero...
¿Por qué soy así? ¿Por qué no puedo ser normal? O al menos...
– Esperaré justo aquí a que estés listo, no me iré.
No me iré... ¿Cuánto deseé escuchar eso?
Muy lentamente mis manos dejan de esconder mi rostro, el cual ahora es un desastre de lágrimas.
Mi ceño molesto con el resto del mundo (como lo está normalmente) resalta en mi expresión.
Y Kookie se limita a sonreír... Con esa sonrisa de conejito que me hizo caer incluso más profundo de lo que me estaba.
– ¿Ves? ¿A que no es tan malo?
– Eres la persona más cabezota que he conocido.
– Aprendí del mejor. — Responde alegre pero interiormente preocupado. — ¿Me contarás?
Pregunta bajito, algo inseguro, y mis pestañas descienden un poco.
– ¿Para qué cuando puedo mostrarte?
Abre los ojos en amplitud, algo sorprendido, pero asiente.
– En ese caso... Vamos.
Susurro desconectando mi consciencia, esa voz que no para de repetirme que no lo haga, mi ansiedad raspándome cruelmente el pecho, asfixiándome.
Pero su mano no se separa de la mía a pesar del sudor que no para de brotar de mi piel.
No temo al pasado, no temo que me alcance o me atormente... Lo que me aterra es dejarme llevar de nuevo, es encerrarte con tal de que no escapes y lentamente asesinarte en vida... No me lo perdonaría. Pero ¿Qué puedo hacer si no puedo escapar de ti... Si no puedo escapar de mí?
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Ya nos acercamos a la recta final, es hora de que Kookie se convierta en exorcista tal y como lo hizo Suga en su momento.
Pero ahora es mucho más difícil, porque hay cosas que por mucho que queramos no podemos controlar.
Nuestros mecanismos de defensa están más allá del límite de nuestro alcance.
Todos estamos enfermos (^^)
Todos somos especiales ^^
Todos somos nuestra cura :-)
SARANGHE ❤️
Por cierto, estoy publicando un nuevo libro <3
Editado: 27/6/2020
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