Capítulo 51 - El terrorista.
Aquí os dejo el capítulo de esta semana.
Espero que les guste :D
Se mantuvo en silencio durante todo el camino. Era tan temprano, que ni siquiera había salido el sol aún, y hacía frío, por eso me acurruqué en sus brazos, y terminé quedándome dormida, mientras él acariciaba mi rostro y pensaba en lo sucedido.
El auto se detuvo cuando dormitaba, Nate salió de él, haciendo que abriese los ojos y mirase hacia el exterior, por aquellos cristales tintados, dándome cuenta de que estábamos cerca del mar, junto una enorme limusina negra.
La puerta se abrió y Nate me ayudó a bajar, le miré sin comprender, aceptando su mano.
- Vamos – me condujo hacia esa limusina y besó mi mejilla antes de decir algo más – él te espera – no entendía que estaba sucediendo, pero él lo aclaró en seguida – tu padre – tragué saliva, una parte de mí sabía que se estaba refiriendo a Maldonado, pero por si acaso, me atreví a preguntar.
- ¿Lewis? – sonrió, abrazándome, como si temiese que algo pudiese separarnos.
- Estaré en el coche si me necesitas – asentí, separándome de él, mirando hacia su hermoso rostro una vez más – te quiero – sonreí, porque esas palabras me daban fuerzas para enfrentarlo todo.
Tragué saliva. A cada paso que daba hacia ese auto, la ansiedad iba creciendo. Al fin iba a conocer a ese hombre que tuvo que alejarse de mí, el único que me mostró un poco de cariño con sus visitas no deseadas, mi verdadero padre.
Su chófer me abrió la puerta para invitarme a entrar, y lo hice, quedándome sorprendida al verle allí, se parecía bastante al hombre que recordaba, aunque mucho más mayor.
Con el cabello oscuro, con algunas canas de la edad, lacio, nariz aguilucha, labios voluminosos, como los míos, y delgado, demasiado para ser un hombre de acción.
Su expresión se tornó de la alerta a la calma, y de esta a la añoranza. Estaba recordando el pasado.
- Eres igual que tu madre – fue lo primero que dijo. Acaricié mis manos, intentando mantener la calma, y volví a mirarle. A primera vista ese hombre daba miedo, pero yo le conocía bien, así que era imposible que me diese miedo, era el mismo hombre que me regaló aquel oso de peluche antes de marcharse para siempre – Santoro me ha contado tu situación... - lucía molesto por algo al hablar sobre ello – Lewis no tiene ni idea de que ha firmado su sentencia de muerte con sólo ponerte una mano encima.
- ¿Por qué te fuiste? – pregunté, en un intento por entender mejor aquella situación. Sonrió, con calma.
- Tuve que hacerlo – contestó – El FBI seguía mis movimientos, no era seguro para mí quedarme en la ciudad, ni en el país, y tu madre aseguraba que Lewis te daría todo lo que yo nunca podría darte – sonreí, sin ganas.
- Nunca me dio amor – le dije, aunque Nate ya le había hablado sobre ello – ni una sola vez – apretó los dientes, molesto.
- Ese idiota ni siquiera sabe quién soy yo y de lo que soy capaz – contestó.
- ¿Quién eres? – quise saber. Sonrió antes de contestar.
- Soy un tipo peligroso, Verónica – contestó – alguien que es mejor no tener como enemigo. Pero... antes que todo eso, soy tu padre – sonreí. Me sentía protegida. Parecía que había personas en este mundo que harían cualquier cosa por protegerme – puedo ofrecerte protección en Italia, si vienes conmigo – añadió, perdí la sonrisa y miré hacia él.
- Estoy a salvo con Nate, ahora – contesté. Él me estudió con la mirada, como si pensase que mentía.
- ¿Qué hay exactamente entre Santoro y tú? – me sorprendió demasiado su pregunta, porque pensé que Nate ya se lo abría contado.
- Nosotros estamos juntos – contesté. Entendí en seguida por qué Nate no se lo había contado, pues se retorció en su asiento, incluso hizo el andemán se salir del auto, después de sacar la pistola que tenía escondida en su vestimenta, pero apoyé la mano en su brazo, impidiendo que lo hiciese y se fijase en mi agarre – él me ha protegido todo este tiempo – añadí – podría haber sido mucho peor si él no hubiese cuidado de mí – levantó la vista para observarme, relajándose un poco – estoy enamorada de él.
- Tienes que olvidarte de Santoro si decides aceptar mi ayuda para vengarte de Lewis – me dijo. Le observé, sin comprender – no puedes tener la ayuda de los dos.
- ¿Por qué no? – insistí.
- Porque nosotros somos enemigos, Verónica – insistió. Abrí la boca, asombrada, no me esperaba algo así, a pesar de que Nate me lo dijo una vez – Es tu decisión, por supuesto, no voy a obligarte a que vengas conmigo, pero ... si decides quedarte a su lado, me marcharé y nunca volverás a verme – tragué saliva, sin saber qué hacer – te daré un poco de tiempo para que puedas pensarlo, tengo algunos asuntos en la ciudad – asentí, agradecida.
- ¿Es sólo porque el tipo para el que trabajas es enemigo de su familia? – pregunté, cuando se suponía que iba a marcharme. Él sonrió, con melancolía, antes de contestar.
- ¿Sólo? Solo eso ya es algo enorme – contestó. Tragué saliva – pero no es la única razón – esperé, paciente a que dijese algo más, pero no lo hizo. Quizás ya había terminado la conversación. Así que abrí la puerta, puse un pie en el suelo y entonces escuché algo más – yo puse la bomba en el coche que acabó con la vida de sus padres.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro