Capítulo 33 - Proteger a mi paloma.
Buenas.
Aquí tienen el segundo capítulo de la semana.
Espero que les guste.
Es muy corto, así que les traeré otro en breve :)
Cuando me monté en el coche mis manos ensangrentadas temblaban, todo yo lo hacía, no estaba acostumbrado a pegar palizas, hacía mucho que dejé esa vida atrás, pero no podía permitir que ese cabrón quedase sin escarmiento, no después de todo lo que le hizo a Verónica, o de todo lo que pensaba hacerle si salía de esta. Ya nos había advertido, y yo no estaba dispuesto a tentar a la suerte, así que no tuve más opciones.
- ¿Le has matado? – preguntó aquella preciosa chica, con lágrimas en los ojos, apoyándose en mi hombro, besándolo, altamente aterrada de escuchar mis palabras.
- No – la calmé, ella asintió, entrelazando nuestras manos, trayéndome de vuelta a la realidad, haciendo que olvidase la mierda que hice ahí dentro. Existen muchas formas de torturar a un hombre antes de causarle la muerte, las conocía todas, me enseñaron bien – te lo prometí, nena.
- ¿Estaremos bien? – quiso saber, atemorizada con lo que escuchó a ese idiota ahí dentro. La amenazó, delante de mí, el muy hijo de puta... ¿cómo se atrevió?
- No va a salir de ahí, nena – la calmé. Me miró, sin comprender – Carlos e Iván se encargarán de él.
- ¿Van a matarlo? – no dije nada, sólo miré hacia Galaxy, que estaba esperando instrucciones – Nate, yo...
- ¿Sabes cuánto puede aguantar un ser humano el dolor? – negó con la cabeza – A veces el cuerpo se desmaya, incapaz de poder soportarlo más.
- Está inconsciente – se percató, no dije nada, sólo volví a mirar hacia mi amiga - ¿qué harán con él cuándo despierte?
- No lo sé – admití, apretó mi mano – les he dicho que no quería saberlo, sólo quería que no volviese a molestarnos. Lo que ellos le hagan, no es asunto nuestro, nena.
- Lo siento... - odiaba cuando se ponía así, cuando se venía abajo por culpa de ese hijo de puta. Ella no era alguien frágil, era una mujer fuerte, inteligente y soñadora - ...todo esto es por mi culpa. Iván y Carlos tendrán el peso de una muerte sobre sus hombros y yo ...
- ¿Crees que será la única? Ellos están acostumbrados a eso, Verónica – me miró, sin comprender – eran matones a sueldo cuando los recogí de la calle – asintió, sin decir nada más.
- ¿Te parezco una mala persona, por desear su muerte, Nate? – sus lágrimas emborronaron su rostro. Ese precioso rostro que adoraba. Giré la cabeza, para observarla, apoyando mis manos en él, limpiándolo.
- Eres la chica más valiente que conozco, Roni – aseguré, observándola, con ternura - ¿cuántas chicas crees que tendrían los ovarios para enfrentarse a su maltratador? – sonrió, entendiendo mi punto de verlo.
- Necesito quedarme contigo esta noche – pidió, negué con la cabeza, indicándole que eso no era posible – necesito que me hagas olvidar lo que él me hizo, necesito tus besos, tus...
- Escucha, esto no ha terminado aún. Tienes algo pendiente con tu padre, no puedes rendirte aún, ¿me oyes? – asintió – Tendremos todo eso cuando te presentes en sociedad, cuando todo el mundo sepa quién es la compradora misteriosa, la mujer que se ha atrevido a quitarle todo un imperio a Maxwell Lewis.
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