Capítulo 18 - Inhumano.
Ya que el capítulo de ayer fue tan corto os subo el extra hoy, ya no tendréis capítulo hasta el domingo, el segundo extra.
El capítulo de hoy es muy fuerte, disculpen las molestias.
Espero que les guste.
Escuchaba a Carlos, en el salón de casa, sin saber bien qué hacer con mi mal humor. Por supuesto no tenía ni idea de que era lo que había sucedido, había mucho secretismo en la mansión, los Lewis habían comprado el silencio de todos los criados, nadie se atrevía a abrir la boca por temor a perder sus trabajos.
Y a mí todo eso me la traía al pairo, porque la puta desinformación me estaba matando. Así que, terminé poniendo la televisión, en busca de algo más que me indicase que era lo que estaba sucediendo en esa familia.
Apenas cené nada, y me quedé dormido temprano, por lo que ni siquiera pude escuchar la llamada entrante que tenía de Iván a eso de media noche. Al día siguiente me levanté, me di una ducha templada y justo cuando decidía sobre el atuendo que usaría en la reunión con los orientales me di cuenta de que tenía un mensaje y una llamada perdida de mi amigo.
Ivan:
La situación es grave, acabo de hablar con una de las enfermeras de la planta en donde tienen a Verónica Lewis, está irreconocible tío, le han dado una paliza bestial.
Apreté tan fuerte el bote de colonia que aún sostenía en la mano que terminé rompiéndolo, clavándome los cristales en la mano, sin tan siquiera darme cuenta de ello.
Me enjuagué la mano, observando como la sangre tiznaba el lavabo, con su particular color. Y agarré el teléfono, marcando el número de Iván.
- La han trasladado – me dijo, antes si quiera de que pudiese haber pronunciado palabra – la prensa está por todas partes, y se la han llevado a uno de esos hospitales de lujos en los que la discreción es lo primero.
- Dime ¿qué coño está pasando? – indagué.
- No hay mucho más de lo que ya te he contado, hay demasiado secretismo, nadie quiere hablar, ni siquiera sé que ha sucedido, ni quién le ha dado esa paliza, tío, pero te aseguro que no se ha hecho eso sola – aseguraba. No quería ni imaginarme el estado en el que se encontraba, porque sólo con pensar en ello ya me hervía la sangre – La familia está demasiado afectada, esa es la información oficial, pero cuando estuve en el hospital, no había ni rastro de Maxwell, sólo estaba con ella Barbs.
- Mantenme informado en cuánto te enteres de algo – hizo un ruidito afirmativo y entonces me colgó, mientras yo dejaba el teléfono en su sitio, y luego me anudaba un pañuelo alrededor de la mano, el corte parecía superficial, y esperaba que con aquello fuese suficiente.
La reunión con los orientales fue más que bien, se unieron al carro en seguida, y colaboraron con el proyecto con una gran cantidad de activo, que iría de lleno al fondo para investigaciones del proyecto.
A la hora de comer me reuní con mi primo, estaba entusiasmado por concederme una entrevista para un poco conocido periodicucho, ni siquiera me negué, porque un poco más de publicidad nunca está de más.
Tuve una reunión con Abdul justo después, para hablar sobre las novedades de Galaxy, estaba flipando, de forma literal con el algoritmo, y no paraba de insistir en variantes sobre ello.
- Claro, lo entiendo, pero creo, sinceramente, que, si explotamos esta zona de aquí, Galaxy sería perfectamente posible de controlar otros dispositivos, y no sólo un simple coche ... - añadía, sonreí, divertido, porque me encantaba que fuese tan entusiasta. Miré hacia el reloj, tenía que terminar esa cita, porque tenía otra para cenar con el francés.
- ¿Has mirado la sección C, del archivo que te envié? – se sorprendió al respecto, comprobando en seguida su correo desde el teléfono móvil – échale un ojo, y luego me cuentas qué opinas sobre ello.
- ¡No me jodas! ¿ya has explorado esa parte no? – sólo sonreí, abandonando la sala de juntas, perdiéndome por el largo pasillo, de camino a mi próxima reunión.
- Dime – contesté al teléfono, justo cuando salía a la calle, frente al chófer. Me detuve en el acto, al escuchar a Carlos, asegurándome que mi próxima cita iba a faltar a nuestra reunión por un asunto personal – estupendo, tengo algo que cuadrar, gracias tío – volví a introducirme en el alto edificio, de camino a mi despacho, encerrándome después en él.
Era algo simple, a pesar de ser uno de los hombres más ricos de la ciudad, no me gustaba mucho alardear, así que era algo muy simple, de estilo moderno y práctico.
El escritorio estaba junto a la ventana, con la silla giratoria de espaldas a él. Sobre la mesa había un lapicero blanco con miles de bolígrafos de colores dispares, el ordenador portátil Apple que solía ser mi principal herramienta de trabajo, un flexo, y a mi derecha estaba el revistero con carpetas, un macetero con un poto y las pizarras negras, con muchos papeles aquí y allá, todos con grandes ideas que aún no estaban forjadas.
Abrí la carpeta con contraseña en la que trabajaba en los últimos días, me coloqué el pinganillo y empecé a hablar con Galaxy.
- Galaxy, te quiero en el aire, operativa por toda la ciudad, localiza el nombre de Verónica Lewis, busca en la base de datos de los hospitales, quiero que me digas en qué hospital está.
- ¿Es un proyecto secreto? – adivinó ella.
- Así es, ponte en modo silencioso.
- Sí, señor.
Toda la información en la que Galaxy rebuscaba, cada uno de los servidores de los hospitales se iba volcando a velocidad imparable en mi ordenador, abriendo y cerrando carpetas con rapidez, enumerando todos los enfermos, pasando por alto a todos ellos, buscando un solo nombre.
- Acota la búsqueda, quiero sólo resultados recientes.
Di vueltas sobre la silla, pensativo, mientras Galaxy hacía el trabajo complejo, pensando en la mejor forma de saber más sobre aquel asunto.
- Galaxy – la llamé, haciendo que se detuviese en su investigación, en espera de instrucciones – quiero que busques en las cámaras de la mansión Lewis – sabía que estaba pidiendo algo imperdonable, si alguien se enteraba que estaba penetrando mi propia seguridad, un sistema que yo mismo había diseñado para proteger los secretos de mis clientes, estaría acabado, pero necesitaba resolver aquello, e iba a usar todo lo que tenía para conseguirlo.
- ¿Cuál es el código de seguridad, señor?
- Yoda005 – contesté.
- Es correcto. ¿Está usted seguro de que quiere entrar en el sistema 005?
- Sí, sigue en tu modo silencioso e ir rastreable, por favor.
- ¿Qué debo buscar, señor?
- Muéstrame lo sucedido en la casa a eso de las 3 de la mañana de hace dos noches.
- Hay movimientos en la sala de estar, un individuo, dos voces – me puso la grabación de dicha cámara, y yo observé algo que no había esperado, que en lo absoluto era lo que estaba buscando, pero que me dejaba de piedra, jamás esperé encontrar al intachable Carlos en tales circunstancias, y menos aún, en el ordenador portátil de Barbs Lewis, teniendo una conversación caliente por video llamada con la misma.
- Esto no es importante – le dije, porque no quería meterme en la conversación de aquellos dos, lo cierto es que no me interesaba lo que Carlos y Barbs se trajesen entre manos – mira en el resto de las cámaras.
- Hay movimiento en una de las habitaciones del segundo piso – aseguraba mi espía particular.
La cámara se abrió en grande, y yo observé a Verónica, en albornoz, caminando hacia el interior, obviamente sólo se veía el ángulo de una parte de la habitación, justo la salida del baño y la entrada en el vestidor.
Escuché la voz masculina de un hombre, poniendo todos mis sentidos a trabajar, alerta.
- ¿Qué haces aquí? – su voz de sorpresa no me pasó desapercibido, pero el hecho de que conociese a aquel tipo tampoco.
- Pasaba por aquí, y he pensado que quizás, podríamos... ya sabes... divertirnos.
- ¿qué te ha hecho pensar eso? – contestó ella, despreocupada, mientras entraba en el vestidor, y un tipo al que ni siquiera podía apreciar bien la seguía – estoy cansada, ¿por qué no te largas?
- ¿Sabes qué pasa? – se escuchó la voz de ese tipo, en tono de reclame – que me apetece mucho follarme a mi novia, y estoy hasta la punta de la polla de tus putas largas.
- ¡Suéltame! – ordenó ella - ¡Me haces daño! ¡Suéltame, joder!
Apreté los puños, altamente enfadado, ya ni siquiera podía escuchar las obscenidades que ese capullo soltaba por la boca, o lo mucho que ella suplicase para que se detuviese, en aquel momento me hervía la sangre, y hubiese seguido subiendo mi enfado, como si fuese un maldito termómetro, de no ser por el golpe sordo que escuché después, seguido por un quejido de su parte.
- Para – pidió ella, con la voz afectada, rompiendo a llorar, mientras más golpes se escuchaban en el interior – puedo explicártelo, de verdad que no...
- ¿Vas a explicármelo? – preguntó el tipo, fuera de sí, volviendo a golpearla, porque en aquel momento no me cabía ninguna duda de lo que ese engendro humano estaba haciéndole a Verónica - ¿¡CREES QUE ME INTERESA SABER LO TREMENDAMENTE PUTA QUE ERES!?
- Benjamin, espera – imploró ella, pero el crujido de un hueso de roto la hizo chillar de dolor, cayendo al suelo, mientras aquel tipo sacudía los puños y ella aprovechaba para gatear por el suelo, cual culebrilla, saliendo del vestidor, llegando justo al punto en el que enfocaba la cámara, con el rostro plagado en lágrimas, un brazo dislocado, sangre cubriendo su rostro, cayendo directamente desde la nariz rota, con el cabello enmarañado.
- ¡Te voy a quitar las ganas de ponerme los cuernos de una buena vez! – espetaba, atrapándola de los pies, tirando de ella, volviendo a introducirla en el vestidor, mientras yo apretaba los dientes, no os podéis imaginar del nivel de ira que tenía en aquel momento, sentía que mis ojos eran fuego, yo mismo respiraba fuego, mi habitación entera estaba en llamas – ¡Te voy a matar, asquerosa puta de mierda!
- ¡Por favor! – suplicaba ella, entre el llanto, mientras él se posicionaba sobre ella, agarrándola del cuello, apretándole tan fuerte que casi logró asfixiarla, mientras ella pataleaba en el suelo, intentando liberarse, sin éxito.
Ese hijo de puta iba a matarla, y ni siquiera podía verle la cara porque estaba de espaldas a la cámara, pero tenía un puto nombre, lo encontraría, y lo descuartizaría, miembro a miembro, con mis propias manos, no me quedaba ninguna duda después de presenciar aquello.
- Levanta – ordenó, agarrándola del pelo, tirando de ella para ponerla en pie, observándola con detenimiento – si vuelves a hacer algo así, te rajaré la cara, cortaré cada parte de ese cuerpecito tuyo, hasta que te hayas desangrado frente a mí, ¿me has entendido? – ella asintió, aterrada, entre sollozos, manteniéndose en pie con dificultad - ¿no te estoy escuchando, Roni?
- Sí-Sí – contestó, aterrada, observando como él sonreía.
- Vale – la calmó, acariciándole el rostro con ambas manos, pero ella no podía dejar de temblar – ahora... - bajó las manos, y bajó sus pantalones, mientras ella le observaba, horrorizada - ... chúpame la polla – tragó saliva, aterrorizada - ¿no quieres? – asintió, derramando algunas lágrimas más, agachándose frente a él, por lo que dejé de verla, pero sabía perfectamente lo que estaba haciéndole a ese capullo, pues los gemidos de este no tardaron en hacer su entrada – voy a ser muy indulgente contigo, Roni – aseguraba, entre gemidos – voy a dejar que te tragues toda mi ..., a cambio no te follaré como tanto estoy deseando hacer.
Por supuesto ese capullo se corrió en su boca, y luego salió del objetivo, se colocó bien los pantalones y se marchó de la habitación, no sin antes asegurarle que si decía una sola palabra de lo ocurrido la dañaría.
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