Capítulo 15 - Un polvo de consolación.
Voy a adelantarme un día con la publicación de este capítulo, espero que les guste :D La verdad, que personalmente me paarece un poco triste.
Podía escuchar la discoteca, el barullo de la gente bailando y las luces aquí y allá, pero me daba igual absolutamente todo, tan sólo podía permanecer allí, en aquel sofá, con las copas sobre la mesa, besando a aquella mujer, mientras ella hacía lo mismo.
- ¿Ibas a follártela? – preguntó, al hacer la parada para coger aire. Abrí los ojos, observándola, sin saber qué contestar. En aquella otra ocasión hubiese mentido y salvado la situación, para meterme entre las piernas me mi inminente conquista, con ella no podía. Creo que siempre ha sido la única mujer con la que nunca he podido soltar ni una sola mentira. Tragó saliva, al darse cuenta de la situación - ¿te sientes frustrado por no poder metérmela o es que...?
- Soy así – reconocí – cuando una tía me calienta... - tragó saliva, mientras yo apoyaba la mano en el respaldar, y ella se giraba para observarme con más plenitud – reconozco que también me siento frustrado contigo.
- No puedo perder la virginidad con un capullo como tú – reconoció, algo triste, mientras yo tragaba saliva, asintiendo, porque lo entendía perfectamente – lo siento...
- Podemos disfrutar de otra forma – sugerí, pero ella negó con la cabeza, agarrando su copa, dando un sorbo tan largo, que terminó bebiéndosela entera – Verónica...
- Despidámonos aquí – pidió, la observé, sin comprender. Sonrió, intentando parecer calmada, pero no lo estaba, en lo absoluto – Galaxy puede llevarme al aeropuerto – negué con la cabeza – así tu puedes conseguir a alguien que te de lo que necesitas.
- Quiero acostarme contigo – contesté, mientras ella negaba con la cabeza – me da igual si no hay penetración, pero te necesito... - suspiré - ... en mi cama esta noche.
- Por favor no hagas esto sólo porque es mi cumpleaños – rogó, aterrada, negué con la cabeza, indicándole que no era el caso – si no llego a entrar al baño te la hubieses follado, Hércules.
- Escucha... - la llamé, agarrándola del brazo con mi mano libre, acercándome un poco más a su rostro - ... olvidemos todo esto, hagamos como si nunca... - sus labios, sobre los míos, impidieron que dijese una sola palabra más.
- Por favor, déjame ir – imploró, poniéndose en pie, limpiándose las lágrimas que se habían precipitado por sus mejillas. Cogió su bolso y se marchó sin más, antes de que hubiese podido reaccionar.
Lo había estropeado todo, y me sentía como un mierda, como el peor hombre de la faz de la tierra, sólo por haberla defraudado, pero yo no podía pretender ser una persona que no era. ¿Por qué no la aparté de mí cómo solía hacer con todos los demás? ¿Por qué ella esperó más de mí?
Odiaba la puta situación, pero cuando salí a buscarla ya era tarde, y no había ni rastro de Galaxy, ni tampoco de ella. Sabía perfectamente dónde estaba, pero ni siquiera hice nada por detenerla, porque yo no era el puto príncipe del cuento, ese que salva la situación.
Mi mundo no podía ser alterado por una mujer, y menos por una virgen de 18 años, que, además, era hija de uno de los hombres más poderosos del país, podía joderme vivo con tan sólo proponérselo.
Así que ... sí, tengo que admitir, llegados a este punto, que al final hice justo lo que Verónica supuso, volví a entrar en la discoteca y me follé a la rubia como tanto necesitaba meterla en caliente en los últimos días, descargando mi frustración con ella.
Ese puto polvo me supo a gloria, después de tanto tiempo conteniéndome, a pesar de que no era con la persona que deseaba, fue un buen premio de consolación, eso no lo negaré. La chica sabía hacer un movimiento tántrico cuando estaba sobre mí, que supo salvar la situación. Aunque... sentí mi cama vacía cuando la rubia desapareció tras la puerta de aquel hotel que había alquilado, tras nuestro encuentro.
Esa era mi elección, siempre lo fue, dormir solo, echarlas a todas de mi lado.
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