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02. The policeman

CAPITULO DOS
EL POLICIA

EL TAN CARACTERÍSTICO CALOR DE COLOMBIA IRRUMPÍA EN EL AMBIENTE generando que la frente y otras partes del cuerpo de la morena eliminará un sudor algo pegajoso, su anatomía delgada se encontraba estirada a lo largo de una hamaca, que estaba protegida por grandes palmeras que le brindaban sombra, y encima de ella descansaba con poquita ropa una pequeña Abigail durmiente. A la distancia podía ver como su mamá se acercaba con un vaso de jugo en sus manos y de su boca emanaba una mueca sonriente que anunciaba la felicidad que habitaba en ella al ver a su única hija descansando tranquila.

—Cata

—Mami

—Duerme un ratito mientras yo tejo y a la vez cuido a la niña

—Tengo que ir a trabajar

—Pariste hace menos de un mes —Se sentó en una silla blanca plástica para luego sacar sus tejidos. —Tienes que descansar

—Si yo no trabajo no tendremos nada en casa

—¿Encontraste a Antonio?

—Nada —Hizo una mueca con la boca. —Es por eso que debo trabajar

—Podemos sobrevivir con las artesanías que venda

—Mamá

—Se que es poquito pero no te sobre esfuerces tanto. Con lo que ganes puedes pagar y con lo que yo gane vivimos

—No es necesario

—Hija, quizás si Anton...

—Antonio se fue ma, él no volverá después de la canallada que me hizo —Cerro sus ojitos. —Despiérteme en un ratito para alistarme

—¿Cuánto ratito?

—Cuarenta minutos

—Eres valiente —Se acerco a realizarle caricias en el cabello. —Duerme Cata que mamá te cuidará

—¡Mamá! —Las cosas comenzaron a verse borrosas y su mente a tomar conciencia saliendo del sueño. —¡Despierta mamá! —La voz de su pequeña la hizo despertar de golpe.

—Abby

—El despertador lleva sonando hace mucho rato

—Perdón. Perdón

—Otra vez llegaremos tarde donde tía Susan

—No cielo, estamos a tiempo —Se sentó en el viejo colchón sin respaldo ni esqueleto que comparte con su hija. —Vamos, levantémoslo

—Buenos días ma

—Buenos días mi vida —Se puso de pies y caminó de la mano de su hija hasta el baño.

El pequeño lugar donde viven ambas colombianas era pequeña que solo le permitía tener lo indispensable. Las paredes viejas de color blanco estaban desteñidas provocando que parte del material se descascara, en una esquina se encontraba la pequeña cocina con una encimera la cuál utilizaban como mesa para comer y realizar la comida del día a día, el pequeño dormitorio donde dormían poseía un colchón de 2 plazas que se encontraba en el suelo —No sin antes tener cartones y una colcha que la protegían y dividían el material del frío suelo.— A su lado derecho se encontraba un velador viejo donde había una lámpara encima de ella mientras que en los dos cajones se hallaban lápices de colores y papeleros que Abby utiliza para pintar. En una esquina de la habitación se encontraba un ropero antiguo donde almacenaban las prendas de ropa mientras que en la otra punta estaba la lavadora que Susan había conseguido e una venta de garaje y se la obsequio para que no lavara las cosas a mano.

Cuando Cataleya terminó de bañarse se vistió y procedió a atender a su pequeña infundiéndola en ropa abrigadora y comenzó a peinar su rizado cabello en los coletas altas.

—Mami

—Si cariño

—¿Crees que abu Carmen nos este cuidando?

—Claro que si mi amor, ella siempre nos esta cuidando

—¿Ella puede ser una estrellita del cielo?

—Ella es la más bonita de las estrellas

—Me gustaría mostrarle mis dibujos

—Puedes mostrármelos a mi

—Ay mamá —Hizo una morisqueta que la hizo ver tierna. —Siempre ves mis dibujos

—Porque me gustan y me dan mucho animo

—¿De verdad?

—De verdad —Terminó el peinado de la más pequeña. —Ahora vamos a desayunar que se nos hace tarde

—Gracias mamá

[...]

—¡Tía Susan! —La pequeña gritó apenas ingresó al viejo local.

La morena progenitora de la menor sonrió cansada al ver la hiperactividad que tenía el pequeño cuerpecito de su hija. Habían llegado al lugar de trabajo que la atareaba por las mañanas y de paso también le brindaba la oportunidad de darle clandestinamente educación a su primogénita, dejó que Abigail se fuera con Susan —La venezolana encargada de darle educación a los niños de las trabajadoras ilegales.— y ella se encaminó a la vieja habitación de los lockers donde se cambiaría por el uniforme de limpieza de su trabajo.

—Buenos días Cata —El ingles marcado de su compañera filipina le hizo sonreír.

—Buenos días Bony ¿Sabes que nos toca hoy?

—Tenemos que limpiar un club nocturno

—¿Listas para encontrar condones usados? —Una tercera voz se unió a la conversación.

—No del todo pero qué se puede hacer —Cataleya terminó de colocarse el delantal gris acuadrille.

—Chicas es hora de salir, la camioneta las espera

Y el grupo de cinco chicas salió en dirección al vehículo que las trasladarían al lugar donde debían limpiar.

Cataleya se sentía cansada; sus hombros dolían al igual que su espalda, sentía un poco de hambre y había notado su baja de peso producto de la mala alimentación que llevaba. Durante el día solo tomaba desayuno —El cuál consistía en un té con un pan para ella y un tazón de cereal con leche acompañado de alguna fruta para su pequeña— y alguna que otra colación que le daba el idiota de su jefe, por las noches comía una cena rica en carbohidratos y un té que no le ayudaba estar más saludable para su bienestar pero era lo más accesible para su bolsillo.

El día anterior había limpiado junto a Bony tres clubes nocturnos sin ningún descanso entremedio y le sumaba la postura incómoda en la que durmió gracias a Abigail y su adueñamiento de la cama.

No estaba teniendo la mejor vida pero estaba dando todo de sí en brindarle algo estable a su hija y poder pagar la maldita deuda. A su pequeña no le faltaba nada; quizás no utilizaba ropa 100% nueva y a la moda pero si algo que le brindara calor abrigador que evitaba posibles gripes, tampoco le falta el qué comer o juguetes.

Con esfuerzo y dedicación le estaba dando lo que podía sin importar sus propias necesidades.

El camino al club fue corto y rápido que ni siquiera se percató de cuándo llegaron.

—El trabajo es sencillo: limpiar y largarse. El dueño esta adentro así que procuren no incomodar —Las chicas tocaron tierra firme.

—Si jefe

Cada una tomó sus utensilios de aseo para adentrarse a realizar sus labores las cuales se repartieron equitativamente para terminar más rápido y evitar sobre esfuerzos. A Cataleya le tocó limpiar una especie de cocina-bodega donde habían cajas con diferentes tipos de bebidas alcohólicas y unas mesas metálicas las cuales utilizaban para cocinar o preparar cócteles.

La morena se colocó sus guantes amarillos para luego tomar el trapeador mojado que limpiaría las manchas sucias del piso, se movió con agilidad procurando asear por todos los lugares evitando realizar un mal trabajo.

—¡Cataleya! —El grito desesperado de la filipina provocó que brincara en su lugar. —¡Cataleya!

—¿Bony? ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas?

—Están aquí —Dijo agitada. —Los federales están aquí

—¿Qué?

—¡Chicas! —Otras tres chicas entraron por la puerta igual de agitadas y asustadas que la filipina. —Esta lleno de policías ¡Hay que escondernos!

—Nos van a atrapar

—Nos deportaran

—Ey, ey. Tranquilas —Soltó la escoba y se sacó los guantes. —Tenemos que salir se aquí sin que nos descubran

—Dejé a Thomas con Susan ¡Si me atrapan quedará solo! —A Cataleya se le revolvió el estómago.

Si la atrapan Abigail también quedaría sola.

Iba a hablar cuando se escucharon voces masculinas en el pasillo que conectaba con la puerta de la cocina.

—Carajo, no —Miro por todos lados para ver donde podrían ocultarse.

Pero fue demasiado tarde.

Un detective de pelo azabache y ojos azules había ingresado al lugar topándose con las cincos feminas presente.

Cataleya lo miro con el entrecejo ligeramente arrugado y su boca media abierta.

Era el hombre rico que se había topado en el baño hace cinco días atrás.

Frente a ella se encontraba su destinado.

Que puedo decir.

Me cuesta un montón escribir sobre Dick Grayson, pero intentaré hacerlo más acido y apegado a los comics/series con la ayuda de Benny.

Cuídense mucho y pásense por Unlikely Ties.

Nos leemos pronto.

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