01. That woman
CAPITULO UNO
AQUELLA MUJER
EL INMENSO SALÓN DE AQUEL LUJOSO EDIFICIO SE ENCONTRABA ABARROTADO DE múltiple personal de aseo y camareros que con gran profesionalismo se movían de un lado a otro intentando acomodar de forma perfecta los últimos detalles que quedaban por hacer en aquel lugar donde en tan solo unos minutos se reunirían algunos de los empresarios mas codiciados del país en una cena benéfica para los orfanatos de bajos recursos que se encuentran en Gotham. La morena que carga por nombre "Cataleya" portaba un vestido gris en conjunto con un delantal blanco para hacer distinción con el personal que se encargaba de la comida y servirla a los magnates presentes, estaba en la fila de 6 mujeres perfectamente formadas y ocultas para esperar a limpiar cualquier imprevisto que ocurriera en la reunión que se llevaría a cabo.
—Cataleya —La llamó el hombre que era su jefe. —Tu y las demás deben ir a la parte trasera del edificio para que no las vean
Y con un asentimiento de cabeza avanzó a la par de sus compañeras, que al igual que ella, eran inmigrantes ilegales hospedadas en el país de las armas. De reojo observo a las personas importantes que comenzaban a ingresar al salón con decoración lujosa, las mujeres se encontraban perfectamente enfundadas en vestidos glamurosos que van perfectamente a juego con las joyas aperladas que colgaban como pendientes o collar y los hombres, que al igual que sus acompañantes, vestían trajes ostentosos anunciando al tipo de clase social a la que pertenecen. Algunas de las compañeras de la colombianas —Las más jóvenes del grupo— se acercaban secretamente a mirar a los guapos hombres y las preciosas vestimentas de las mujeres que ni en sus más grandes sueños creen posibles portar.
Ninguna de las que estaban ahí podría hacerlo gracias al tipo de situación en la que se encontraban y la vida clandestina que estaban llevando.
Cataleya Ortiz las entendía. Era igual que ellas; una inmigrante sin muchas oportunidades que se vio orillada a emigrar gracias a las deudas que tenía con los carteles de su país natal.
Todas tenían diferentes historias y nacionalidades; filipinas, venezolanas e incluso marroquíes, sin embargo las unía la necesidad que sufrieron en primera persona en sus países natales.
La impecable ropa de la morocha la hacía lucir esbelta a pesar de solo medir un metro con sesenta, sus zapatos cafés de cuerina tenían un pequeño tacón cuadrado que le brindaba cuatro centímetros de más, su cabello liso de color castaño oscuro estaba perfectamente peinando en un moño en forma de tomate impidiendo que le incomodara en su quehacer laboral. No poseía ninguna joyería gracias a que las empeñó para obtener algo de dinero para sobrevivir.
Mientras sus compañeras se concentraban en mirar o cuchichear sobre los ricos ella inconscientemente recordó su vida en Colombia. Fue criada por su madre soltera quien se encargó de brindarle todo lo necesario para sobrevivir en la sociedad; estudios básicos, valores y coraje. Desde los quince años comenzó a trabajar como mesera en diferentes restaurantes para poder ayudar a generar ingresos en el hogar, terminó sus estudios y se graduó de la preparatoria cuando tenía veinte años para luego dedicarse al cien por ciento al trabajo, su mundo era su madre y poder salir adelante juntas.
Hasta que conoció a Antonio Londoño.
La morena nunca tuvo experiencias románticas gracias a la precariedad en la que vivía junto a su madre la tenía enfocada en ayudar siendo un aporte para el hogar, sin embargo, cuando conoció a Tony, su racionalidad se nubló dándole paso a la impulsividad y la toma de decisiones apresuradas. Se enamoró perdidamente teniendo veintitrés años dejándose llevar por la pasión y los nuevos sentimientos que invadían su sistema, no siguió los consejos de su madre y se casó ocho meses después de conocerlo.
Se había metido con un demonio.
Antonio Londoño no era lo que aparentaba. Era un hombre asqueroso con secretos del mismo índole.
Tony estaba involucrado en una gran deuda que le debía a los carteles colombianos gracias al vicio que tenía; los juegos de azar y la vida nocturna.
El primer año de matrimonio fue tedioso y estuvo cargado de peleas que eran obligatoriamente arregladas por el sexo; Cataleya estaba obligada a tener relaciones sexuales a pesar de que no quisiera. No paso mucho tiempo para que quedara en cinta.
Tenía veinticinco para ese entonces.
Nueve meses pasaron y tuvo a una preciosa niña a la que llamó Abigail intentando retratar el significado de esperanza en aquella pequeña criatura.
Luchó el doble para salir adelante y peleó con Tony para que este abriera los ojos y se diera cuenta que ahora no eran solo ellos dos.
Pero no hubo caso.
Creyó ilusamente que todo mejoraría con el paso del tiempo pero eso no sucedió. Pasaron los meses junto a los años y la pequeña Abigail creció hasta cumplir los tres años.
La pequeña había enfermado.
Un resfriado mal cuidado pasó a ser una neumonía grave que la llevó a ser hospitalizada, sin embargo, los profesionales se negaban a darle tratamiento hasta que la madre pagara el costo de este. Una Cataleya desesperada buscó opciones y tomó la solución más rápida que podría ayudar a curar a su pequeña: pedir un préstamo a un cartel colombiano dedicado al narcotráfico. Lo consiguió y estaba lista para pagar pero en un descuido el bastardo de Tony lo robó para saciar sus vicios nocturnos.
La colombiana había sentido unas ganas inmensas de matar al idiota de su marido.
Tuvo que solicitar nuevamente otro préstamo donde si logró pagar la cuota hospitalaria brindándole por fin un tratamiento a Abigail.
Estaba acabada y desolada pero debía pagar la deuda que Abigail le hizo tomar, pero grande fue su sorpresa al ver que Antonio le había dejado a su nombre todas sus deudas mientras él se escabullía como si nada con las múltiples mujeres de la noche.
Estaba metida en la más grande mierda de su vida.
Trabajó arduamente durante 2 años en Colombia pero no generaba la suficiente ganancia como para cubrir el pago y los intereses del préstamo viéndose orillada a emigrar a algún país que le concediera oportunidades.
Se preparó y asesoró de forma legal para ingresar a Estados Unidos, sin embargo al llegar a dicho país su visa fue rechazada y tuvo que regresar a Colombia con la cola metida entre las piernas.
Tenía que hacer algo para surgir y salir lo más pronto de ahí así que tomó una de las decisiones mas arriesgada de su vida.
Con el dolor de su alma tuvo que emigrar de forma ilegal.
Huyó de su amado país con su pequeña hijita al verse abrazada de la violencia que las amenazas de los sicarios día a día emitían contra ella.
Muchas personas le recomendaron ir a la ciudad de Gotham para pasar desapercibida y así sucedió.
Un año en aquel país y aún no era descubierta.
La colombiana hacia de todo para poder sobrevivir y cubrir el pago que dejó en su país natal, desde camarera hasta pertenecer al personal de aseo de múltiples agencias dedicadas a este rubro. Los primeros meses en Gotham había sido terriblemente difícil, ya que si bien en Colombia la violencia es algo relativamente común gracias a la corrupción y narcotráfico, en la ciudad norteamericana era algo que se ve todos los días y a cada rato.
—Cataleya —El hombre obeso llamo a las extranjeras. —Necesito que vayas al baño de hombres a limpiarlo, un idiota vomitó el piso
—Si jefe —Rompió la formación para tomar los utensilios de aseo y encaminarse al sanitario.
De su mano izquierda colgaba el tarro amarillo con jaboncillo y en la derecha sostenía el trapero que le ayudaría a hacer mejor el trabajo. Cuando ingresó una bonita habitación decorada con cerámicas negras y pintura dorada las recibieron, se apuró a colocarse los guantes y se dispuso a realizar su trabajo con eficiencia.
Debía apurarse en dejar impecable el piso, estrujo el paño en el liquido azulino para volver a pasar el trapeador por el piso negro. Iba a realizarlo una tercera vez pero la puerta del baño fue abierta.
—Oh lo siento, no sabía que estaban limpiando —Cataleya detuvo el movimiento de la escoba y miro en dirección a la voz.
Mierda no.
Una cálida sensación invadió sin problema alguno su pecho al ver los ojos azules del hombre frente a ella, su cuerpo ardió ante las nuevas sensaciones que estaba experimentando mientras que un hilo rojo se ataba sin retorno a su corazón. Un fuego abrazador la estaba invadiendo de cabeza a pies impidiendo que su mirada achocolatada se apartara del hombre frente a ella que tenía los cabellos oscuros como la noche, ojos iguales al color del océano y un porte que le brindaba mayor varonilidad.
Los luceros del americano la miraban con asombro y su boca se encontraba abierta producto del asombro.
Las almas que el destino unió por fin se habían encontrado.
—¿Cuál es tu nombre? —Las piernas de Cataleya tembló ante el timbre grave de la voz.
La mujer se obligó a salir de la burbuja en que el destino los metió. No podía permitirse dejarse llevar por la impulsividad y que la racionalidad se fuera de ella al igual que sucedió con Tony.
—El baño esta listo para ser utilizado —Respondió seca y con la voz temblorosa. —Con permiso
Tomó con agilidad los insumos y se encaminó hasta la puerta bajo la atenta mirada del hombre. Cuando paso a su lado sintió un escalofrío.
El mismo escalofrío que había sentido cuando Antonio se rio en su cara al traspasarle sus deudas.
No podía confiar en los hombres.
Ni siquiera el destino podría obligarla. El azabache de ojos bonitos que tuvo frente a ella seguramente era igual al bastardo de su ex marido.
—Espera —La tomó del brazo y ambos temblaron ante la sensación de tocarse. —Soy Dick Grayson —La morena apartó de forma bruta su brazo del contacto que ejercía la mano masculina.
—No se lo pregunté
—Yo eh —Se tocó la oreja con nerviosismo. Por primera vez el gran Dick Grayson se encontraba nervioso frente a una chica. —¿Cuál es tu nombre?
La mujer arrugó el entrecejo.
—Cataleya —Murmuró entre dientes
—Cataleya —El hombre desgustó el nombre en sus labios haciendo que el cuerpo de la morena temblara. —¿Tu lo sentiste? ¿Sentiste el clic?
Cataleya arrugó el entrecejo.
—No.
Y sin esperar respuesta siguió su camino hasta llegar a la habitación de los empleados dejando a un Dick Grayson confundido.
Otra vez de vuelta con esta historia, como por tercera ocasión. Espero que esta vez la inspiración me de para poder concretarla.
A exigencia de adivinen quién (Benny otra vez) les actualizo este fic así que agradézcanle.
Pásense por mi nuevo fic de Damian "Unlikely Ties"
Cuídense mucho.
Nos leemos pronto
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