¿Cuál es tu nombre?
Odiaba que se le hiciera tarde, odiaba tener que correr a prisa por las calles y tener que lidiar con la aglomeración de personas en el subterráneo, el no encontrar asiento y tener que ir parado y apretujado contra las demás personas durante las diez estaciones que tenía que cruzar para llegar a la universidad.
Se detuvo detrás de la franja amarilla, revisando su reloj con desespero, maldiciendo el que no estuviera el metro ya en la estación. Miró a su alrededor y se sorprendió el hecho de que casi no había gente, si a caso unas ocho personas distribuidas en toda la extensión del andén.
Cuando el metro llegó y paró, Yoongi se dio cuenta que en el vagón al cual iba a subir estaba prácticamente vacío a comparación de cualquier otro día. En sus adentros dio un suspiro y se sintió agradecido con el destino. Con el paso de las estaciones la gente fue disminuyendo hasta que en el vagón sólo quedó Yoongi sentado frente a un chico que iba leyendo un libro con sus audifonos puestos.
Yoongi lo observó poco, pues al detenerse en tres estaciones antes que la suya, el chico se levantó y salió a prisa. Yoongi no prestó tanta importancia, simplemente quería llegar ya a su destino, si no, el profesor de electricidad lo iba a matar.
[ . . . ]
Con el paso de las semanas, Min se percató que aquel chico del libro y auriculares siempre tomaba el mismo andén que él. Pensó que tal vez iban a la misma universidad pero éste siempre se bajaba antes que él.
Comenzó a observarlo más detenidamente pues varias cosas acerca del chico rubio comenzaron a llamarle la atención; como por ejemplo el hecho de que siempre miraba el reloj cuando iban por la cuarta estación, siempre usaba audífonos enormes, siempre miraba por la ventana cuando subían a superficie y movía ligeramente sus labios cuando estaba a punto de llegar a su destino, como si estuviera haciendo memoria de lo que debía hacer cuando bajase.
Entre Yoongi y el chico de los audífonos enormes no había habido comunicación en estas cuatro semanas que llevaban coincidiendo. Sólo un simple intercambio de miradas unas tres veces.
[ . . . ]
Éste era el tercer libro que veía leer al chico del metro en este mes y medio de verlo.
Yoongi creyó interesante el investigar sobre las lecturas que el chico hacía y con esto, llegó la curiosidad como; ¿Qué escuchará por los auriculares? ¿Qué admira con tanta intensidad cuando mira por la ventana? ¿En qué piensa cuando observa el nombre de la cuarta estación? ¿Por qué mueve sus labios inconcientemente?
Y la duda principal que ha estado recorriendo su mente desde hace ya un rato: ¿Cuál es su nombre?
[ . . . ]
Estaba a escasos meses de acabar su último año de universidad y estaba más atareado de lo normal. Tanto que desde hace varios días no nota cuando el chico del metro baja en su parada usual.
Han pasado ya ocho meses desde que comenzó a observarlo y aún no se ha animado a hablarle. La idea de hacerlo había sido propuesta por su mejor amigo, quien le dijo que conocer a alguien así de interesante en el metro debía ser algo divertido y curioso y que no perdía nada con hablarle.
Sin embargo, eso se lo había dicho hace mes y medio.
Algún día lo haría, lo juraba.
[ . . . ]
El día del ensayo de su graduación tuvo un percance por lo que se haya nuevamente andando a prisa y corriendo por los pasillos del subterráneo como en los viejos tiempos. Aquellos en los que solía ver a un chico de cabellera rubia y gorro beige.
Ahora que lo recordaba, nunca cumplió su promesa de hablarle. A veces lo pensaba mucho y llegaba a arrepentirse pues en verdad le hubiera gustado entablar una amistad con aquel singular chiquillo. Que mal que la vida los haya separado tan abruptamente.
Cuando Yoongi decidió en hablarle, por lo menos preguntarle vagamente por el libro que siempre traía con él, el rubio nunca subió al vagón.
Nunca apareció en la estación mejor dicho. Ni ese día, ni al siguiente, ni al siguiente de ese. Simplemente no volvió.
Ahora Yoongi había terminado la universidad y casi logra olvidarse de él.
Casi.
El metro está a rebosar de gente, lo cual pone incómodo a Yoongi. Se sujeta del tubo que está en el techo y trata de compactar su cuerpo lo más que puede.
A la hora de salir es casi imposible. Se empuja entre la multitud y es arrastrado nuevamente dentro unos pasos. Pide permiso casi a gritos y entre empujones logra salir, tropezando al pisar fuera del metro y tambaleándose contra la gente que quiere entrar.
Finalmente logra estabilizarse un poco cuando todo el que iba a subir sube y choca de espaldas con alguien. Se estabiliza mientras pide disculpas y se gira a mirar a la persona que espera, no esté molesta.
—Disculpe, yo... —sua cejas dan un pequeño brinco y su lengua se detiene.
—Oh... No hay problema —su voz es suavemente varonil, como un tierno ángel.
Posee una paleta en su boca y los tan famosos audífonos enormes.
Lleva una chamarra anaranjada y unas gafas de marco del mismo color. Un jean gris y su cabello rubio sigue igual de brillante y un poco alborotado.
En cambio él, con su ropa negra total y su gorra volteada, siente que se miran totalmente distintos.
—Lo siento... —repite tontamente.
—De verdad, no importa, siempre sucede esto en el metro —le regala una sonrisa tenue y se quita los audífonos, colgando los de su cuello. —¿A dónde vas?
—Al transborde, llego tarde a mi graduación —el rubio lo miró sorprendido—. No es mi graduación, es el ensayo pero igual debo llegar ahora.
Ambos comenzaron a caminar apresurados hasta llegar a donde la gente más se llenaba al ser una parada que dos estaciones tenían en común. Esperaron a que el vagón de Yoongi llegara y mientras lo hacían comenzaron a charlar, por fin, del tiempo en que Yoongi comenzó a verlo. Y para la sorpresa de Min, al parecer el rubio también lo había notado.
El metro llegó y Yoongi se apresuró a subir y su acompañante se acercó a la puerta para despedirlo amablemente agitando su mano.
—Hey, espera —dice Yoongi, tratando de moverse más cerca a la puerta—. Lo olvidé, ¿cuál es tu nombre?
—¡Es verdad! No te lo dije, lo siento.
—Tranquilo. Soy Min Yoongi —le sonríe.
—Yo soy... —la alarma sonó, avisando que las puertas serían cerradas.
El sonido asustó a ambos y se miraron con preocupación pues Yoongi no logró escuchar el nombre y Jimin se echó para atrás al entender que el metro arrancaría.
—No. No, no... ¿Qué dijiste?
Las puertas se cerraron abruptamente y comenzó a avanzar a rápida velocidad. Jimin corrió por el andén, moviendo sus labios tratando de decirle pero Yoongi no entendía nada y de pronto, todo lo que se veía en las ventanas fue oscuridad.
El pecho de Min se apretó y una increíble tristeza mezclada con decepción se instaló en el pecho de ambos.
~•~
Creditos a su respectivo creador uwu
Aahhhgg~ tenía la idea pero no supe expresarlaaaa... Estoy tan enojadaaaaaa
Ojalá entiendan el O.S y les guste.
#YoonMinWeek_d4
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