Young Forever. [one shot]
Versión extendida del drabble "Hwa Yang Yeon Hwa".
Basado en los vídeos de BTS.
Es mi propia Storyline, mi propia interpretación. No está cien por ciento apegada al webtoon pero si contiene elementos de este.
Intenté que la mayoría de situaciones no fueran suposiciones, sino hechos confirmados en el BU. Es decir, escenas en vídeos.
Una pequeña risa escapó de los labios de Yoongi mientras observaba a sus amigos tonteando alrededor del auto y a la orilla del muelle. Llevaban algunos meses conociéndose y ya eran inseparables.
Los siete eran como un familia. Habían luchado contra el dolor y sufrimiento y habían alcanzado su felicidad. Se protegían los unos a los otros y se amaban sin medida.
Yoongi desvió su mirada a la parte más alejada del muelle, viendo a Jungkook sentado en la orilla, mirando a la nada.
Sin llamar la atención de los demás, que seguían bromeando, caminó hasta el menor y, sin mediar palabra, se sentó a su lado, rodeando sus hombros con su brazo.
—¿No es lindo? —preguntó Jeon luego de unos silenciosos minutos.
—¿Qué cosa?
—El mar. Parece no tener fin desde aquí. Tampoco tener fondo.
—Pero los tiene.
—Lo sé. Pero aún así me gusta pensar eso.
—¿Por qué, Jungkookie?
—Me relaja pensar así. Creer que hay cosas tangibles que no tienen fin. ¿No te aterra morir?
Y Yoongi no supo que responder, pero se dedicó a abrazarlo con fuerza contra su pecho y besar su sien con cariño, mientras el sol caía frente a ellos.
Seokjin observaba con una sonrisa a los demás mientras jugaban, tomando fotos constantemente, capturando las sonrisas que mostraban la felicidad de sus amigos.
Recordaba perfectamente como se habían conocido, fue aquel día que los castigaron a todos y los pusieron a ordenar aquel salón que luego se convertiría en su escondite. Al principio, ni siquiera sé dirigían la palabra, fue Hoseok quien rompió el hielo.
Jimin y Hoseok fueron los primeros que se volvieron amigos, seguidos de él, Namjoon, Yoongi, Taehyung. Jungkook fue el último en volverse cercano a ambos. Y sabían que ninguno la tenía fácil.
Namjoon tenía deudas y problemas de dinero. Taehyung sufría de violencia intrafamiliar. Jimin tenía varios traumas a consecuencia de un problema de salud. Hoseok sufría de naecolepsia, además de los problemas que le habían causado el abandono de su madre. Yoongi sufría ansiedad y depresión. Jungkook no tenía una familia que lo acogiera.
Fue cuestión de tiempo para que todos crearan su propio mundo. Siete amigos con sus almas hechas pedazos, que encontraron la felicidad juntos y crearon su propia utopía.
Aún recuerda la noche en que todos se sinceraron sobre sus problemas. Recuerda que todos lloraron muchísimo al contar sus dificultades; y recuerda también que le dolió mucho verlos así.
Pero fue Jungkook quien no paró de llorar en toda aquella tarde, y ni siquiera contó sus dificultades.
Para ese momento, Seokjin ya había notado la particular cercanía entre Yoongi y Jungkook, así que con curiosidad (y bastante) observó como el mayor consolaba a Jungkook, acariciaba su cabello y le murmuraba cosas al oído.
Fue cuando Jungkook habló, con voz rota, que finalmente Jin comenzó a llorar en silencio.
"Solo deseo que todos mis hyungs sean felices. El dolor de ustedes lo siento como mío".
Y fue cuando Seokjin se prometió que estarían siempre juntos.
No lo cumplió. Lastimosamente, Seokjin se vio obligado por sus padres a cambiar de país, separándose de su segunda familia. De su hogar, los chicos.
Y, a partir de ahí, la vida de los chicos se desmoronó. Aquella utopía en la que se habían albergado, se caía a pedazos. El vacío que Seokjin había dejado no pasaba desapercibido.
Pronto los problemas comenzaron a ahogarlos, a separarlos.
De repente, Namjoon abandonó la escuela porque no tenía nada de dinero y debía trabajar. Hoseok y Jimin de repente desaparecieron del mapa. Taehyung se distanció de Yoongi y Jungkook, así que solo quedaban ambos.
Seguían yendo a aquel lugar especial, a la espera de que los demás volvieran. Pasaban el tiempo juntos, Yoongi componía canciones y se las mostraba a Jungkook. Ambos reían y pasaban tiempo de calidad juntos, haciendo de sus sentimientos cada vez más fuertes.
Yoongi estaba seguro que amaba a Jungkook. Y en ese momento ya no le importaba lo que la sociedad pudiera pensar.
Sin embargo, la nueva utopía que habían creado, fue destruída rápidamente.
Jungkook se encontraba dibujando en el escondite, esperando a Yoongi. Suspiraba mientras trazaba las líneas de su boceto. El silencio le rodeaba, pero en lugar de ponerlo ansioso, lo relajaba. Porque sabía que era un lugar seguro.
Era.
La puerta se abrió de golpe y Jungkook vio con sorpresa como aquel profesor se apresuraba con furia hacia él. Su rostro palideció y no tuvo tiempo a moverse cuando el hombre había apresado su brazo, apretándolo con furia.
—¿Qué haces aquí, mocoso? —recuerda que siseó. Pero no mucho más. Solo rememora haber sentido ardor creciendo por su mejilla y, al momento siguiente, llora entre los brazos de Yoongi.
Y tiempo después llora nuevamente, cuando Yoongi le anuncia que lo habían expulsado.
Pero siguieron pasando tiempo juntos, al menos por un tiempo. Sabían que la vida no era sencilla, pero pensaban que juntos podrían solucionarlo.
Pronto Taehyung también se esfumó, y Jungkook quedó solo en la escuela. Se volvía a sentir solo, volvía a estar marginado de los demás.
Lo único que le alegraba, era saber que Yoongi lo esperaría en casa y pasarían hablando hasta dormirse, abrazados y cálidos.
Al menos así lo pensaba, hasta ese día.
Ese día podía describirse como uno lleno de sucesos desafortunados. Yoongi estaba pasando por una mala racha, no tenía suficiente dinero para comer y alimentar a Jungkook. Se sentía culpable porque el menor constantemente renunciaba a la comida por él. Y, además, gran parte de lo que tenía lo desperdiciaba en tabaco y alcohol.
Pero Jungkook nunca se enojaba con él. Y él tampoco le había hecho nada.
Ese día, sin embargo, Yoongi había perdido su mal pagado empleo, así que ya estaba indispuesto. Con la pequeña remuneración que le dieron, compró unas cuatro botellas de soju y se dedicó a tomar mientras se dirigía a su hogar.
Eran cerca de las seis, así que Jungkook debería encontrarse ya ahí. Y así fue.
El menor lo esperaba nervioso, pero Yoongi no estaba de ánimos así que simplemente le ignoró. Le dolía la cabeza y sentía de vez en cuando fuertes mareos, así que simplemente se había arrojado al viejo sofá vacío, intentó ignorar las palabras de Jungkook.
—Hyung, ¿qué sucedió? Por favor, háblame —insistió el menor, caminando hacia él. La cabeza le punzaba por lo que, sin pensar mucho más en sus acciones, lanzó una patada hacia el frente que golpeó con fuerza el muslo de Jungkook.
—Déjame en paz, no te soporto.
—Hyung.. —balbuceo, una mueca dibujada en sus labios, demostrando lo mucho que le había dolido el golpe.
—¡Que te calles, mierda!
Los ojos de Jungkook se pusieron llorosos, pero no tomó sus palabras enserio. Se acercó a él con la intención de ayudarlo, pero sólo recibió otra patada.
—Hyung, deberías ir a la cama —murmura, ignorando el dolor de los golpes y acercándose para finalmente ayudarlo a levantarse.
Yoongi entonces volvió a empujarlo, frustrado, enojado. —¡Quiero que me dejes tranquilo! —exclamó mientras empujaba a Jungkook tan fuerte que lo hizo tambalear.
—¡Cálmate!
Yoongi lo ignoró, avanzando hasta él y tomándolo del cuello de la camiseta. —Arruinaste mi vida —murmuró, rodeando después su cuello con una de sus manos. El menor boqueó, intentando recuperar el aire que rápidamente había perdido.
Sus ojos derramaron lágrimas, demostrando la desesperación por respirar que sentía. Alterado, no pudo hacer más que alzar la mano para propinarle un golpe al mayor en su pómulo, lo suficientemente fuerte para abrumarlo y hacerlo separarse.
Su cuello dolía mientras intentaba regular su respiración. A penas estaba incorporándose cuando vio cómo Yoongi se lanzaba hacia él, golpeando también su rostro y rompiendo su labio, empujándolo luego al suelo.
Tomó una silla y torpemente la lanzó, con la intención de lastimar más a Jungkook pero sin lograrlo. Solamente había roto un espejo.
—Vete, Jungkook. Arruinaste mi vida, ya no te soporto —balbuceó, la incredulidad invadió pronto el rostro de Jungkook, mientras intentaba levantarse.
—Yoongi hyung —murmuró, de pie mientras limpiaba la sangre que escurría de su herida.
—Vete —dijo nuevamente, tomándolo de la camiseta cuadriculada que vestía encima, jaloneándola para quitársela, porque era suya. —Desaparece para siempre.
En ese momento Jungkook se rompió en lágrimas, pero asintió. Yoongi le dirigía una mirada tan hélida que le era imposible no creer en sus palabras.
Esa tarde, Jungkook simplemente tomó su vieja chaqueta y se fue de ahí.
Así es como comenzaron los eventos desafortunados.
A eso de las ocho de aquella noche, Jungkook vagaba ya bastante lejos de la casa que había dejado, en un barrio que conocía pobremente. La mayoría de tiendas ya estaban cerradas y no había casi ninguna presencia en el lugar. Su mirada estaba gacha y sus ojos aún llorosos, mientras su mente repetía las palabras de su hyung.
¿Por qué siempre arruinaba la vida de los demás?
Sollozaba levemente en el momento en que chocó con un par de chicos. Ni siquiera se preocupó en disculparse y lo siguiente que recordaba era un labio roto y un torso adolorido.
Y la noche aún no acababa.
Luego de caminar, malherido y con los ojos llorosos por otro rato, lo único que podía recordar era cruzar la calle y escuchar un abrumador claxon. Luego, nada.
Yoongi había quedado inconsciente poco después de la pelea, despertando a penas a las siete de la mañana del día siguiente. Su desconcierto fue obvio mientras observaba el destrozo de su hogar, su corazón repentinamente acelerado al no encontrar a Jungkook por ningún lado, aún más ansioso al ver que sus cosas de la escuela seguían ahí.
Aún con una jaqueca matándolo, comenzó a buscar a Jungkook alrededor de la casa, lo que resultaba patético, porque no es como si fuera un lugar muy grande. Como fuera, no estaba por ningún lado. Y eso lo asustaba.
Llamó a los demás chicos, pensando que estaba con alguno de ellos. Todos respondieron con una negativa, lo cual asustó aún más a Yoongi. Y sabía que los demás estaban preocupados también, porque hace mucho no contestaban sus mensajes.
Sin siquiera tomar una aspirina o darse una ducha, salió a recorrer todas las calles aledañas, esperanzado de encontrarlo durmiendo en algún rincón de la calle o en algún parque. Pero nada.
Jungkook no estaba.
Su corazón se aceleró, asustado, mientras su cabeza dolía aún más fuerte y tenía pequeños recuerdos del día anterior.
Del como no tenía trabajo y del como había culpado a Jungkook por ello.
Su pecho se agitó con miedo, imaginando los peores escenarios posibles. Su respiración comenzó a entrecortarse mientras se tambalea a hasta su hogar.
Vidrio regado por la sala de estar y la camiseta que Jungkook utilizaba arrugada en el piso. Su camiseta.
El sentimiento de culpa y la desesperación seguían creciendo mientras intentaba recordar todo lo que había sucedido, asustado de haberle hecho daño.
Sus sollozos comenzaron a inundar la estancia, la culpabilidad reflejada en cada uno de aquellos sonidos. El dolor, el miedo, todo agolpeándose en su interior. La incertidumbre sobre el paradero del menor.
Todo era culpa suya.
Tres meses después.
Jungkook había despertado, luego de tres meses en coma. Había pasado una semana de aquello y seguía sin recordar muy bien que había pasado.
Solo sabía lo mismo que las enfermeras: había tenido un accidente y había muerto. O algo así.
Según las amorosas mujeres que lo atendían, su corazón se había detenido por un minuto. Literalmente había muerto, y a Jungkook le parecía gracioso haber vuelto a la vida. Él, que pasaba la vida deseando creer que esta era eterna.
Sin embargo, le entristecía bastante saber que sus hyungs se habían olvidado de él, como si nunca hubiese existido. Los extrañaba, en especial a Yoongi.
Y desde que había despertado, ya no deseaba vivir para siempre. Solo deseaba morir, porque no soportaba aquel horrible dolor que le causaba la soledad constante.
Sin embargo, se había propuesto disfrutar su vida incluso si eso significaba vivirla en soledad. De todas formas, existía buena gente en el hospital.
Ese día, como cada mañana desde que había despertado, se paseaba en su silla de ruedas por los pasillos del edificio, tarareando en voz baja una suave melodía.
De vez en cuando aceleraba un poco, solo para sentir una pizca de "adrenalina", pero aquella pesada silla era demasiado aburrida.
Conocía ya a varios chicos internados, la mayoría por enfermedades graves como cáncer, insuficiencia renal y demás. Otros eran como él, por accidentes o comas, y otros más por cosas de unos cuantos días, como alergias o cosas así.
Pero a ella nunca la había visto, hasta ese día. Frenó su andar de golpe al ver aquella mano frente a él, al mismo tiempo en que escuchaba un "¡detente!", llegando de una voz dulce.
Alzó la mirada cuando aquella mano giró un poco, tendiéndosela. Una chica linda, de sonrisa amable y con el rostro algo pálido se hallaba frente a él. Tenía algo por intravenosa, que Jungkook creyó que era suero. Tal vez antibiótico.
Pero su sonrisa seguía siendo brillante, como si no estuviera atrapada en un hospital, cosa que llamó su atención.
Sin pensarlo mucho más, alzó su mano y tomó la de ella.
A partir de ese momento, la vida de ambos se redujo al otro. Ella lo obligó a retomar sus pasatiempos. Salían al jardín del hospital y escuchaban música en silencio. A veces tomaban sus manos.
Jungkook se sentía cómodo con ella y su compañía, se sentía totalmente pleno. Casi olvidaba a sus hyungs. Casi.
Al menos, hasta que aquella chica llegó y entonó aquella melodía que Jungkook conocía tan bien. Era suya y de Yoongi.
Aquel pensamiento le entristeció un poco, porque no recordaba mucho de aquella tarde, pero aquellos golpes y empujones seguían doliendole en el alma.
Sin embargo, la vida seguía y Jungkook definitivamente debía avanzar. Eso es lo que ella querría.
De repente, su corazón le pertenecía a ella. Todo lo que era en ese momento, se lo debía a ella y a su apoyo emocional. Eso es lo que pensaba mientras caminaba hacia su habitación, con aquella flores recortadas del jardín en mano.
Una suave sonrisa decoraba su rostro y sus mejillas estaban un poco sonrojadas. Pero cuando llegó no había nadie. Ella se había ido y le dijeron que no iba a volver.
Le dolió, por supuesto. Pero ella le había dicho que la vida seguía. Así que luego de llorar se puso en pie y siguió adelante.
A los cinco meses de haber despertado del coma, le dieron de alta. No llevaba nada más que su sketchbook y un recuerdo de ella.
Y estaba listo para continuar con su vida.
Los seis se encontraban alrededor de aquella fogata, cerca de la casa de Namjoon, donde solían reunirse de jóvenes.
Seokjin había vuelto y los había reunido luego de tantos años para unos, meses para otros.
Y todo había ido bien hasta que Seokjin había preguntado por Jungkook. Quien había desaparecido hace meses. En ese momento el silencio era abismal, mientras Yoongi lloraba en silencio.
Seguía sintiéndose tan culpable.
—Así que no saben dónde está Jungkookie —Jin finalmente rompió el silencio. Todos asintieron.
—He estado buscándolo —aclara Yoongi, secando sus lágrimas.
—Seguiremos buscándolo, ¿bien? Seguramente está bien —intenta convencerlos el mayor, dándoles esperanza.
Y comenzaron la búsqueda.
Yoongi se había acabado por resignar. Y lloraba cada noche al pensar que Jungkook ya no estaba más vivo. Y todo por su culpa, su maldita culpa.
Seokjin ya no le hablaba, seguramente porque era un asesino. Ni siquiera él mismo se soportaba.
Había tomando su desición.
En medio de aquella habitación de motel vieja, en un colchón incómodo y rodeado de gasolina, recordaba a su pequeño amor. A él y a todo lo malo que le había hecho pasar.
Encendió su encendedor una vez más, arrojándolo fuera de la cama, donde pronto la gasolina comenzó a arder.
Yoongi sonrió, sintiendo el calor rodearlo. Sus brazos apretaban la camiseta de Jungkook con fuerza y sus ojos soltaban numerosas lágrimas.
Sus mejillas estaban húmedas, sus suaves sollozos se perdían entre el crepitar de las llamas a su alrededor. Pequeñas gotas de sudor se perdían por su cuello, mientras el fuego alcanzaba el viejo colchón en el que se hallaba.
Jungkook se había ido y ya no tenía ninguna razón para seguir con vida. Sin su otra mitad, ya nada tenía sentido.
Por eso, Yoongi cerró los ojos al sentir el fuego cada vez más cerca, dejándose ir junto a su amado.
Jungkook subía torpemente las gradas de aquel viejo motel, detrás de Seokjin que lo jaloneaba. No entendía que sucedía en ese momento.
Pronto llegaron a aquel lugar, extremadamente caliente. Los ojos de Jungkook se abrieron con miedo —Un incendio —balbuceó.
—Ayúdame a sacarlo, debo ir por Taehyung —y con eso, Seokjin volvió a bajar. Jungkook se apresuró a patear la puerta en varias ocasiones, sin pararse a preguntar que sucedía.
Seokjin había parecido en la azotea donde vivía y lo había jaloneado hasta ahí.
Una vez la puerta cedió, entró presuroso y su corazón se detuvo un momento. Era Yoongi.
Ahogando un sollozo, se acercó para tomarlo y jalar lo hacía fuera del lugar, mientras gotas de sudor caían por su frente debido al calor sofocante.
Lo arrastró hasta fuera de aquella habitación y con prisa intentó hacerlo despertar. Estaba entrando en pánico.
No esperaba reencontrarse así con Yoongi.
Sus ojos soltaban lágrima tras lágrima para el momento en que los bomberos llegaron, llevándose a ambos hacia un lugar seguro.
Yoongi tenía unas leves quemaduras y se le dificultaba respirar, pero estaba bien.
Dos meses después.
Yoongi sonrió al despertar. El sol se colaba por la cortina gastada e iluminaba el cuerpo a su lado.
Jungkook vestía una camiseta de su propiedad y un pantalón de chandal, mientras se acurrucaba contra su costado.
Su mano rápidamente se dirigió a su cabello, enredando los dedos en este y acariciándolo. Una pequeña risa se le escapó al escuchar los quejidos de Jungkook.
—Despierta, Kook. Recuerda que hoy iremos a la playa —dejó un beso sobre su sien y se levantó, dirigiéndose hacia el baño que estaba al otro lado de la sala de estar.
Luego de haber salido del hospital, había hablado con Jungkook y se habían reconciliado rápidamente, porque su pequeño no era alguien rencoroso.
Jungkook contó todo lo que había pasado. Incluso la extraña actitud de Seokjin el día del incendio.
Pasado un mes fue cuando se dieron cuenta que aquellos sentimientos del pasado habían perdurado. Y decidieron darse una oportunidad.
Por la tarde, mientras caminaban de la mano a la orilla del muelle, viendo a los demás juguetear, recordaron las visitas a la playa en el pasado.
—¿sigues pensando que la vida es eterna? —preguntó Yoongi, mientras abrazaba por la cintura al menor.
Jungkook negó suavemente, dejando que su cabello cosquilleara el rostro de Yoongi.
—La vida es efímera —murmura, cerrando los ojos e inhalando. —por eso pienso que cada momento deberíamos atesorarlo como el más hermoso en la vida.
Yoongi río suavemente y asintió, dejando un beso en su mejilla y observando el sol que caía en el mar.
Jungkook tenía razón.
Gracias por leer💜
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