Studio. [one shot]
Yoongi siempre fue muy quisquilloso con su espacio. Amaba a sus compañeros de banda, pero agradecía mucho que respetaran su espacio.
A medida que fueron ganando popularidad, los departamentos se fueron expandiendo y las habitaciones multiplicándose. A la vez en que ganaban más privacidad, él también tenía ya su propio estudio, el Genius Lab.
Yoongi, al ser ese su espacio de trabajo, había decidido no darle la contraseña a nadie. Deseaba privacidad para encerrarse, concentrarse e inspirarse.
Claro, que una cosa era no darle la contraseña a nadie y otra muy diferente era que alguien más la descubriera. Por supuesto que podría haberla cambiado, pero como todo buen olvidadizo, esa era su contraseña para todo.
Bueno, al menos esa era su excusa.
En una mañana como cualquier otra, Yoongi había llegado a su estudio junto a Jungkook a eso de las ocho de la mañana. Los demás aún permanecían en casa.
Yoongi se dedicaba a preparar canciones para el nuevo álbum y Jungkook se encargaba de aprender las nuevas coreografías.
Mientras se dirigía a su estudio, bebía de su iced americano con rostro adormilado y una mueca en sus labios.
Sus ojos se sentían pesados ya que la noche anterior había pasado grabando melodías en su celular, sintiéndose inspirado. Esa mañana, todas esas horas de sueño que no obtuvo, estaban cobrandole factura.
Al estar frente a su estudio, ingresó la contraseña mientras bebía el último trago de café: 0901097.
—Oh, hyung. Parece mi fecha de nacimiento —se sobresaltó al escuchar la voz de Jungkook a su lado, con su mentón apoyado en su hombro.
Yoongi Relamió sus labios, nervioso. —No lo es, y espero que no la recuerdes.
—Es muy fácil de recordar, hyung. Cero nueve, cero uno, cero noventa y siete. Es mi fecha de nacimiento.
—claro que no, ahora vete y dejame trabajar —sus mejillas teñidas de rojo mientras suspiraba.
—Bueno, hyung. Vendré a visitarte de otro rato —una linda sonrisa se dibujó en sus labios y se despidió finalmente del mayor.
Yoongi se sentió fastidiado por el rápido latir de su corazón.
Ese mismo día, durante la tarde, Yoongi se encontraba trabajando en una pista que pensaba dar como opción para el nuevo álbum.
Estaba tan concentrado que no se percató del pitido de los números siendo ingresados, tampoco del sonido de la puerta abriéndose.
Solo pudo notar la presencia de Jungkook cuando giró en su silla, con la intención de levantarse y estirarse, y lo vió sentando en su sofá, usando el celular tranquilamente.
Un grito huyó de sus labios, cosa que sobresaltó a Jungkook. Con una mano en el pecho, el menor lo vió y sonrió dulcemente.
—Hola, hyung.
—¿Cómo mierda entraste? —pregunta, recuperado del susto mientras se acomoda en su silla.
—Hyung, recuerdo mi fecha de cumpleaños así que definitivamente recuerdo la contraseña —bromea, sus ojitos achicándose con su sonrisa y causando que el corazón de Yoongi se acelerase.
—Qué no es tu cumpleaños, mocoso entrometido —masculla, apartando su rostro para esconder el sonrojó que se acrecentaba en sus mejillas.
—¡Claro que lo es, hyung!
—¡Qué no!
—¡Qué sí!
—No
—Sí
—Déjame trabajar en paz —gruñe y vuelve la vista a su computadora.
—Ah, hyung. Pero si yo no te estaba molestando, tú me molestaste primero. Sólo vine aquí para esconderme de Taehyung.
—¿Qué travesura hicieron ahora?
—Nada, hyung —una sonrisa inocente se dibujó en sus labios y Yoongi solo atinó a reír en silencio.
La semana siguiente, Yoongi sufrió otro gran susto al ver a Jungkook acomodado en su sofá, durmiendo.
Al parecer, se había quedado ahí toda la noche. El mayor soltó un suspiro junto a una negación y se acercó a cubrirlo con su chaqueta, luego sentándose en su silla.
Sus mejillas adquirieron un pequeño calor cuando recordó su contraseña, el cumpleaños de Jungkook. Fácilmente podría haberla cambiado por otra, pero sabía que no era capaz.
Esa fecha era importante para él, había nacido el niño bonito que le había robado el corazón.
De todos modos, mientras lo siguiera negando Jungkook no iba a saber que la contraseña era por él.
Todos estaban desparramados en la sala de prácticas mientras esperaban al coreógrafo para que monitoreara lo que habían grabado.
Yoongi tomaba un iced americano mientras revisaba su celular. Hoseok, Jimin, Jin y Namjoom hablaban entre susurros y Jungkook jugaba en su celular mientras Taehyung le observaba.
—¡Hyung! Déjame jugar tranquilo —lloriqueó el menor, pues Taehyung no paraba de preguntar y desconcentrarlo.
—¡Quiero saber qué haces! —contraataca, haciendo un puchero y recostándose sobre el menor.
Yoongi rodó los ojos al verlos.
—¡Hyung, perdí! —se quejó el menor, con un pronunciado puchero -que si era adorable a los ojos de Yoongi- mientras resoplaba.
Jungkook no era capaz de pelearse con Taehyung, eran como... compañeros de crimen. Pero a veces el mayor sí, hacía molestar al pequeño chico.
—Lo siento, Koo —Taehyung se lanzó a abrazarlo y besar su mejilla.
—Está bien, hyung —acarició su cabello y luego miró a Yoongi, que los veía de reojo. —Yoongi hyung, iré a tu estudio a jugar.
Yoongi solo asintió y bajo la mirada atónita de todos, Jungkook se retiró al estudio prohibido.
Yoongi ya estaba más o menos harto de guardar sus sentimientos. Ese día estaba decidido, iba a acabarlo con un novio o, en su defecto, sin más compañía en su estudio.
Yoongi era un genio, un gran genio. Por eso, la mejor forma de declararse era esa, por medio de una canción.
Sí, había escrito una canción para declararse a Jungkook.
Lo citó en su estudio para que le ayudase a grabar un demo y le pasó la letra. Sus manos sudaban y temblaban mientras el menor se acomodaba en el sofá.
—Bien, Jungkook. Práctica. Pondré la pista para ti —era el momento de la verdad.
El tiempo pasó y Namjoon y Seokjin fueron los primeros en notarlo. Yoongi y Jungkook siempre faltaban en casa.
Hoseok fue el siguiente. Mientras trabajaba en música con Yoongi y Jungkook les ayudaba a grabar las guías, el mayor no quitaba esa mirada de enamorado del menor. Y le era devuelta con la misma intensidad.
De vez en cuando ambos se iban más temprano, los demás los encontraban siempre en el mismo lugar, El Genius Lab.
Taehyung y Jimin fueron los últimos en darse cuenta, y lo hicieron de la manera más obvia posible. Jungkook y Yoongi decidieron hablarles de su relación.
Jungkook estaba acomodado en su silla -exclusivamente suya- mientras escuchaba lo que sería el nuevo mixtape de su novio -ah, qué bien se sentía decirlo-.
Cuando la música acabó, sus ojos se conectaron y se sonrieron. Yoongi alargó su mano a la del menor y lo terminó por atraer en un abrazo, que aunque fuera incómodo, les encantaba.
Se distanciaron solo un poco para ser capaces de unir sus labios en un beso, uno suave y lento, que demostraban cuanto se amaban.
Felices de estar uno al lado de otro, dentro del lugar que vio su amor desarrollarse. Su lugar seguro.
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