Yoongi avanzaba a paso rápido por el parque, buscando desesperadamente a su pequeño Holly, que había huído de la correa.

Tenía un nudo en su garganta y unas terribles ganas de llorar. Gritaba el nombre de su cachorro con todas sus fuerzas pero le era imposible encontrarlo.

No estaba en la zona de bancas, tampoco en la de juegos infantiles, mucho menos en la zona de mascotas. Su última opción era el lago artificial del gran parque, cosa que lo asustaba.

Corrió tanto como pudo a aquel lago que solía estar solo. Mientras se acercaba poco a poco, pudo ver como un chico salía del lago con un bulto en brazos. Supuso que era un peluche, al menos hasta que vio como se movía. Era su Holly.

Corrió con más prisa y jadeante llegó junto al chico, que lo observaba curioso.

—¿Es tuyo? —escuchó su voz. Asintió aún sin aire y el chico asintió, riendo bajito mientras se sentaba al borde del lago y cubría al cachorro con su abrigo. —Es muy curioso.

—Lamento los inconvenientes —finalmente habla, avergonzado.

—No es nada. Fue divertido —le pasa en ese momento al cachorro, aún envuelto y Yoongi se percata de la cámara que carga, colgándosela al cuello. —Debo irme, un gusto conocerlos.

Yoongi sintió un cosquilleo en su abdomen al ver su sonrisa. Lo vio alejarse, embobado. Un chico demasiado lindo.

Bajó su mirada a Holly, que temblaba levemente y se percató. El chico desconocido le había dejado la chaqueta.

Yoongi se aseguraría que la primera vez viéndose no fuera también la última.

Lo más seguro es que haga una segunda vez.