🥇Min Yoongi's Locker. [one shot]
Pirates of the Caribbean AU.
Cuenta la leyenda que hace algo más de 500 años, existió un hombre devoto del mar llamado Hendrik Van der Decken. A este hombre se le encomendó la tarea de comandar un buque conocido como El Holandés Errante. Cuando el capitán y su tripulación se dirigían a las Indias Orientales desde Ámsterdam, con el propósito de hacer fortuna, se vieron atrapados en medio de un desmedido temporal, que dañó seriamente la embarcación, haciendo añicos el timón y rasgando las velas.
A eso de la medianoche, cerca al cabo de Buena Esperanza, cuando parecía que había llegado la calma; el canto del viento se convirtió en un grito furioso que golpeó los mástiles y sacudió el buque con tal violencia que la tripulación comenzó a gritarle al capitán:
-¡Debemos regresar, el buque ha recibido mucho daño y nuestras vidas peligran!
Pero el capitán Van der Decken era muy codicioso y no lo afectaba poner en peligro su vida ni la de los demás, así que respondió de manera desafiante:
-¡El viaje continúa, aunque tenga que surcar los mares hasta el fin de los tiempos!
Después de la inesperada respuesta, los mismos marineros se rebelaron contra él, pero el capitán rayando la locura, amenazó con tirar por la borda a quien contradijera sus palabras. Alarmados, los hombres se arrodillaron y comenzaron a rezar; la embarcación estaba a punto de zozobrar.
De repente, el firmamento se partió en dos y surgió una luz divina que iluminó el mar. De la luz descendió una figura celestial que se enfrentó al capitán, diciéndole:
-Tú que pones la ambición al sufrimiento ajeno, de ahora en adelante serás condenado a recorrer el océano eternamente entre tormentas y tempestades. Desde hoy, solo podrás comer hierro al rojo vivo y beber hiel. Acto seguido, la figura celestial desapareció llevándose con ella toda la tripulación.
Y fue así como el capitán Hendrik Van der Decken y el buque conocido como El Holandés Errante, fueron convertidos en fantasmas y condenados a vagar sin rumbo por los mares, hasta el fin de los tiempos.
Pero, ¿qué tanto de esta historia era cierto?
Jungkook caminaba por la playa de Busan, sonriendo ante la tranquilidad vespertina en el lugar. Había huído de su hogar en cuanto su padre le comentó que deseaban casarlo con una linda chica de dieciséis, de buena clase. A Jungkook no le gustaban las chicas.
Y sabía que debía volver, pero no lo deseaba en ese momento. La calma era demasiada, más que suficiente.
Rió al sentir el agua salpicar sus pies y acabó por sentarse al borde de esta, admirando lo limpio y brillante que está se veía.
El sol comenzaba a caer, los tonos anaranjados y la frescura nocturna llenaban ya el ambiente; a Jungkook le encantaba.
Su impecable ropa blanca pronto se vio húmeda. Su camiseta de tela fina se apegó a su cuerpo, ondeando al son del viento.
La paz se vio interrumpida cuando un rayo verde iluminó al que parecía ser el final del mar. El corazón de Jungkook se aceleró con miedo en cuanto vio aquel viejo barco acercarse. Todo se colocó más tibio, el ambiente sombrío y sus ojos no podían despegarse de aquel navío.
Las velas estaban rotas, pero seguían ondeando. Y brillaban, limpias. Sin embargo, el miedo no dejaba de estar ahí. Aquel barco tenía un aura tan... extraña. Lo dejaba sin palabras.
En menos de lo que esperaba, aquel barco se detuvo bastante cerca suyo y, con rapidez, tuvo a un hombre de pie frente a él. Era alto, con rasgos definidos, demasiado atractivo. Su piel era blanca, muy blanca. Vestía como un típico pirata.
Un pirata...
Jungkook no tenía miedo. El hombre era demasiado guapo para asustarlo. Vio aquella mano extendida frente a él, y cuando la tomó un frío le recorrió por completo al mismo tiempo en que se ponía en pie.
-¿Quién eres? -balbuceó un poco desconcertado. Retrocedió un poco por lo fría que se sentía el agua, pero aquel hombre no se movió un centímetro. El agua le cubría un poco arriba de los tobillos y se veía tranquilo.
-Min Yoongi -se presenta, una sonrisa surcando sus labios. Es solo una pequeña curva ladina, pero está ahí y a Jungkook le deja encantado.
-¿N-no tiene frío? -pregunta esta vez, mientras observa sus pies clavados en el mar. Yoongi ríe está vez y niega.
-No. Aún no puedo salir del mar. Pero te vi aquí, tan bonito y solitario. ¿Estás vivo? -Jungkook asiente, un poco desconcertado por su pregunta. -¿Quieres navegar en un barco pirata?
-Tengo que volver a cenar -murmura, sonriendo cuando Yoongi comienza a reír. Una vez más.
-Volverás cuando tú quieras -prometió y Jungkook le creyó. Tomó con firmeza la mano de él y caminaron de la mano hasta el barco, que se movía de un lado a otro, porque no podía anclar.
Pronto estuvieron en cubierta. Y todos los tripulantes lo observaban curioso. Había algo extraño en ellos, pero no sabía que era. Escuchó cómo Yoongi comenzaba a gritar órdenes, mientras el barco se movía, y se dio cuenta que él era el capitán de ese peculiar barco.
Comenzó a sentir muchísimo frío a medida que avanzaban, su cuerpo temblaba levemente y su ropa húmeda no ayudaba en nada. El único lugar donde sentía calidez era en su espalda baja, ahí se situaba la mano de Yoongi.
-Namjoon -escuchó a su lado. Observó al capitán y se percató de la llegada de un chico alto, extremadamente alto. Vestía casi tan elegante como el mismísimo Min, por lo que supuso que era el teniente. -Consigue ropa para nuestro invitado. -Jungkook no pudo ignorar la ceja alzada de Namjoon. Sin embargo no dijo nada y se alejó.
-Esto es... -balbuceó, mientras observaba la niebla que cubría sus alrededores.
-Un barco -completó Yoongi, bromista. El olor de Jungkook golpeaba su nariz con violencia, ese olor que le había llevado hasta las costas de Busan.
-Es extraño -observa, volviendo a ver al pirata. Frente a frente, pudo analizar mucho mejor sus facciones. Una cicatriz cruzaba su ojo derecho. Ambos orbes eran de un intenso azul, tan brillantes como el cielo matutino y profundos como el océano.
Sus labios tenía un color rosa, suaves y se curaban en sonrisas constantemente. Sus mejillas se sonrojaron ante el extraño deseo de besarlo.
Su rostro era perfilado, ojos almendrados y una nariz fina. Era demasiado atractivo. Su mirada acabó por bajar hasta su torso. Su camiseta blanca estaba abierta, un lazo negro mantenía una llave colgando de su cuello y se veía que en su pectoral izquierdo se asomaba una profunda cicatriz. De ahí en más, su piel parecía inmaculada.
Vestía un pesado abrigo de pieles, un pantalón del mismo material y una faja que lo mantenía pulcro. Unas botas opacas de colores café y aquel sombrero pirata en su cabeza.
Jungkook se observó a sí mismo, no pudiendo evitar comparar sus posiciones sociales. Él era hijo de un hombre importante en Haeundae, con mucha influencia en Busan. Delicado, bonito, sin casi nada de músculos porque había pasado su vida entera entre libros. Él era un pirata, la peor escoria en la sociedad en ese entonces.
Pero se veía tan libre, tan feliz.
Un pesado abrigo cayó en sus hombros, trayendolo de vuelta a la realidad. Yoongi le sonreía, brillante.
-Vamos a mi recámara para que te cambies. Estás temblando.
En la cama ya le esperaban unas prendas preciosas. Era prácticamente la misma ropa que vestía, lo que le sorprendió. Pero se veía más bonita, más brillante.
El pantalón, en lugar de ser de él típico vestuario aburrido de la clase alta, tenía el estilo pirata. La camiseta era igual a la suya. Una faja blanca con pequeños detalles brillantes, unas botas blancas. Todo era blanco. Y se veía bastante abrigado.
-Espero te guste. Namjoon y Jimin suelen ser muy sensibles con los vestuarios y quieren que todos se sientan cómodos con lo que vistan. Tuvieron que rebuscarse un poco para hacerte el tuyo.
Jungkook se sorprendió. No sabía quién era Jimin, pero la ropa había quedado preciosa.
-Está preciosa -exteriorizó su opinión y se acercó a acariciarla. Era suave y cálida. -No quisiera mancharla.
-No sucederá -asegura y abre una puerta al lado de la gran cama de dos plazas. -Toma un baño caliente aquí, luego vístete.
Jungkook obedeció. Pronto estuvo deslizando aquel pantalón por sus piernas, mientras pensaba en lo extraños que eran aquellos piratas. Pulcros, amables, sonrientes. No quería ser prejuicioso ni superficial, pero nadie podía culparlo tampoco.
La única información que tenía de piratas era la de un libro que se había robado de la biblioteca de su mansión.
Ahí pintaban a los piratas como seres viles, ladrones. Sucios, maleducados. Pero Yoongi no era así.
Así que todo ese mundo le causaba intriga. Quizás por eso había aceptado irse con él. Eso era otra cosa que lo confundía, ¿por qué había aceptado tan rápido? Él era un pirata, un desconocido. Y Jungkook era un niño envuelto aún en un cascarón.
Con un suspiro se observó en el espejo que había en un rincón de la habitación. Le gustó lo que vio. El color había regresado a su rostro y eso hacía a sus labios y mejillas resaltar entre tanto blanco.
Además, el blanco siempre fue su color favorito. Le encantaba vestirse todo de blanco.
Con un suspiro, sintiéndose mucho más cómodo y abrigado, salió de la recámara del capitán, llegando nuevamente a la cubierta. Ahí, toda la tripulación realizaba sus tareas con agilidad, como si llevaran años realizándolo.
Seguían órdenes de un hombre alto, delgado. Su cabello estaba rizado y su piel era levemente bronceada. Sus labios se alzaban con una sonrisa mientras gritaba las órdenes que Yoongi le daba. Jungkook supuso que era el contramaestre.
Avanzó hacia el capitán con un poco de vergüenza al tener tantas miradas en él. La sonrisa de Yoongi al tenerlo al lado lo dejó de nuevo embobado.
-A trabajar -indica Yoongi cuando nota su incomodidad. Toma la mano de Jungkook y lo acerca a él. -Te presento a Hoseok. Es mi voz en este barco.
El joven se sorprendió al verlo hacerle una reverencia pronunciada. Eran muy educados todos. ¿Por qué no eran el cliché pirata?
Sus banderas ni siquiera tenían el típico símbolo pirata; eran de un blanco (que sí se veía sucio) y estaban rotas. Rotas. Un barco no podía navegar con velas rotas, ¿verdad?
El rostro de Jungkook palideció. Observaba a todos moverse con agilidad por la cubierta iluminada con velas. La espesura de la noche y la niebla los rodeaba, el mar estaba un poco agitado y el viento movía su cabello de un lado a otro.
Y a nadie le importaban esas benditas velas.
-¿Qué es esto? -preguntó entonces, siguiendo a Yoongi hasta la proa.
-Un barco.
-No es cualquier barco -insiste, mientras se apoya en el borde, viendo hacia el mar.
-Es uno pirata.
-No es cualquier barco pirata -insiste una vez más, su mirada posándose en Yoongi.
El hombre suspira y mira hacia el cielo.
-¿Conoces alguna leyenda pirata? -Jungkook asiente, repentinamente emocionado. A Min le sorprende, pero no dice nada. Al joven parece fascinarle los piratas. -¿Cuál? -pregunta en cambio.
-La del Perla Negra, la del Tesoro Maya. ¡La del Holandés Errante! -exclama, sonriendo. Yoongi no puede evitar sonreír también. -esa es mi favorita. Mis papás me lo contaban siempre, como recordatorio de no ser ambicioso.
-¿Ambicioso?
El chico asiente, su cabello meneándose con sus movimientos. -Ya sabes, quería tanto seguir navegando por una fortuna sin importarle la vida ajena. Por eso las divinidades lo castigaron.
Yoongi rió entonces, negando varias veces. -Esa no es la leyenda.
-¿No? -pregunta confundido, un puchero dibujándose en sus labios.
-No. Esa la crearon para que temieran a las aguas, a los piratas, y a ser ambiciosos -relame sus labios, recargando sus antebrazos en el barandal del barco. -No digo que sea bueno ser ambiciosos. Pero tampoco es malo, ¿sabes? Los dueños del mundo fueron ambiciosos.
Jungkook asiente, de acuerdo con sus palabras, ganándose así una sonrisa y una leve caricia en su cabello por parte de Yoongi.
-¿Cuál es la verdadera leyenda, entonces?
-Es una historia; de amor. Un hombre, un simple pirata se enamoró de Calipso, la diosa del mar -el rostro de Jungkook no pudo reprimir su sorpresa.
-¿Eso realmente sucedió?
Yoongi solo asintió.
-Su amor era tan inmenso que aceptó realizar una tarea de la diosa. Guiar a las almas perdidas en el océano al más allá. Incluso con todas las restricciones, aceptó, con la promesa de que vivirían su amor con tanta pasión -su mirada se dirigió a Jungkook, haciéndole sonreír al toparse con sus adorables ojos llenos de curiosidad. -Pero ella, tan cruel, lo engañó. No se reencontraron más. Y él, en su dolor y desesperación, se abrió el pecho y se arrancó el corazón.
Jungkook jadeó mientras llevaba las manos a su boca, sorprendido.
-¿M-murió?
-No, él ya estaba condenado a esa tarea por el resto de su vida. Guardó su corazón palpitante en un cofre y lo dejó lejos de su barco, enterrado en una isla. Se volvió entonces cruel y despiadado. Atacaba navíos y, a quiénes le temieran a la muerte, les ofrecía cien años de esclavitud a cambio de aplazar su último día.
-¿Eso que tiene que ver con el Holandés Errante? -Yoongi miró hacia el barco, demasiado concentrado. Casi parecía que no lo había escuchado.
-El barco fantasma, que recoge a las personas muertas en mar, es el Holandés Errante. Este hombre, Davy Jones, era su capitán.
-¿Era? -entonces Yoongi bajó su mirada, sus facciones parecieron endurecerse y sus manos se apretaron en un puño.
-Muchas veces cometemos errores.
Jungkook no estaba entendiendo nada; su rostro había hablado por él, por lo que Yoongi continuó.
-Hace algunos años la amenaza de Davy Jones para los navíos piratas era contundente. Era normal ver barcos destrozados por su culpa. Un pirata imbécil pensó que, si apuñalaba su corazón, acabaría con ese problema. Y realmente lo hizo, pero no como esperaba -se quedó en silencio por un largo rato, Jungkook pensó que la historia se acabaría ahí.
Lo siguiente que sucedió fue que Yoongi se giró hacia él, abriendo lo suficiente su camiseta para mostrarle la cicatriz en su pecho.
-Un barco no puede andar sin un capitán -explica, sonriendo suavemente cuando Jungkook guía su mano hacia su pecho, acariciando la marca. -Asesiné a Jones, pero tuve que convertirme en el nuevo capitán del Holandés.
Jungkook no ocultó su sorpresa, llevando las manos a cubrir su boca. -¿E-este es...?
-Bienvenido al Holandés Errante -sonríe, pero aquella sonrisa no llega a sus ojos. El barco cruje levemente bajo ellos y hace que Jungkook definitivamente se de cuenta. Estaba dañado, limpio pero en mal estado. Era imposible que algo así pudiese navegar, a menos que fuera algo sobrenatural. Ese barco lo era.
-Pero, ¿cómo llegaron hacia mí?
Yoongi se encogió de hombros y tomó su mano, inclinándose a dejar un beso ahí. -Tu olor nos llamó -da unos pasos hacia él, y lo rodea entre sus brazos, inclinándose a olisquear su cuello. -Hueles a anhelo, libertad, juventud. No sé cómo explicarlo. Hueles dulce.
Jungkook no dice nada más y se deja envolver en sus brazos hasta caer dormido.
Despierta unas horas después; por un momento, cree que todo lo que pasó fue un sueño, pero la cama y la recámara en la que despierta, le indica que no.
Está envuelto en una cálida manta y viste solamente una camiseta -que no es suya, porque es color negra-. Por una pequeña ventana que tiene una cortina ondeante por el viento, puede ver luz entrar levemente, lo que le señala que es de mañana.
Suelta un quejido, no queriendo levantarse. El aroma de Yoongi y su calidez lo envuelven en esa cama, y se niega a dejar ir esa comodidad. Se estremece ante la suavidad con lo que las sábanas rozan su piel, y no puede evitar soltar un jadeo.
Pero el bullicio de fuera le insiste en levantarse, por lo que con pesar lo hace. Sus piernas estaban desnuda, así que un escalofrío le recorre el cuerpo entero. Barre con su mirada toda la recámara, hasta encontrar sobre una silla la misma ropa de ayer, impecable.
Sonríe y cambia su ropa con rapidez, volviendo a ponerse aquella cálida y suave que lo hace sentir tan cómodo. Finalmente, cuando siente que su temperatura corporal es mejor, sale hacia la cubierta.
Lo que encuentra, sin embargo, no le gusta nada. Unos piratas estaban atacando al Holandés. Estos sí se veían sucios, descuidados. Con un poco de miedo, su cuerpo temblando, retrocede. Quiere a Yoongi y el capitán no llega a él para salvarlo.
Jungkook observa como numerosos piratas, aquellos que habían invadido, van cayendo por la borda. Uno a uno. Entre tanto alboroto, reconoce a Yoongi a la lejanía, mientras arrojaba un cuerpo al mar. Pero no le produjo miedo o asco.
El mayor parecía haberlo sentido, por lo que vuelve a verlo y avanza con prisa hacia él, tomándolo entre sus brazos y abrazándolo contra su pecho. Su cuerpo temblaba y Yoongi se encargaba de calmarlo.
Cuando todo se sumió en un silencio, pudo finalmente sacar su rostro del cuello de Yoongi. Todos los demás se veían cansados y lo observaban.
Tímidamente, se escondió más en el cuerpo fuerte del pirata. ¿Por qué se sentía tan tímido? Debería estar acostumbrado a la atención.
-¿Qué querían? -escuchó una voz masculina nueva. Elevó su mirada y se topó con dos orbes celestes. Literalmente celestes, en una piel bronceada y una sonrisa atractiva. Era uno más de la tripulación.
-A Jungkook -su cuerpo se tensó al escuchar la respuesta de Namjoon. Sus ojos preocupados conectaron con los de Yoongi, haciendo una pregunta silenciosa. Y él simplemente asintió.
-Era la tripulación del Perla -le explicó, sin dejar de frotar su brazo con cariño. -No pueden morir, así que no les hicimos daño mortal. Olieron lo mismo que nosotros en ti.
Jungkook asintió, ya calmado. Era algo extraño todo, fantasmas buscándolo y él mismo viajando en un navío legendario. Parecía estar soñando.
-¿Tienes hambre? -preguntó Yoongi mientras acariciaba sus mejillas son suavidad, encantándole aquella piel virgen, suave.
El joven asintió y siguió a Yoongi hacia su recámara, donde esperarían a que Jimin llegara con el desayuno. Jungkook adivinaba, por la intensidad del sol, que eran cerca de las nueve de la mañana.
Se sentía un poco tímido por estar solo con el adulto, porque sabía que lo era.
-¿A qué edad te volviste capitán? -preguntó, apartando la mirada sonrojado cuando el hombre se quitaba la ropa sucia, por culpa de los otros piratas.
-Veintiocho -Jeon se sorprendió. Parecía más joven de lo que era en ese tiempo -¿Cuál es tu edad? -pregunta de vuelta, ya vestido con ropa cómoda, solo un pantalón y una camiseta.
-Diecisiete -responde con voz suave, algo avergonzado por ser tan pequeño, tan inexperto.
-Eres joven aún, te queda mucha vida -le sonríe, sentándose a su lado. -No más que a mí, pero sí mucha -bromea.
-¿Es tan malo vivir por la eternidad?
-Los primeros años fue horrible. Mis hombres sufrieron mucho, de repente las mujeres que amaban envejecían y fallecían. Sus familias, todo lo que habían amado se iba. Luego de cien años, aprendimos a vivir con eso -aseguró, alzando una de sus manos para juguetear con un mechón de cabello del niño. -Hoy día es más fácil, solo hacemos nuestro trabajo y disfrutamos de nuestra eterna compañía.
Jungkook claramente no comprendía todos esos sentimientos, pero sentía mucha empatía. Por el capitán y su tripulación, por lo que debían hacer. Aunque sonara cruel, a Jungkook no le dolería mucho dejar a su familia para siempre, porque no era un hogar amoroso. Lo manejaban a su antojo y le obligaban a hacer todo aquello que ellos no pudieron. Además, sabía que sus padres preferían a su hermano mayor.
Sin embargo, tampoco le gustaría guiar a todas las almas al más allá. Consideraba eso una tarea dolorosa, espeluznante. Estaba seguro que lloraría cada vez que viera a las almas seguirlo, porque podía imaginar la crueldad de Calipso.
Jimin y Namjoon entraron a la recámara, llevaban dos bandejas repletas de comida que depositaron en la mesa en la que estaban sentados alrededor.
Agradecieron y cuando quedaron solo, retomaron la conversación mientras comenzaban a comer.
-¿Ellos ya llevan más tiempo en este barco que tú? -jadeó por lo delicioso de la comida. Eran también unos buenos cocineros.
-No, eran mi tripulación en mi barco anterior. Jones atacó mi nave y la hundió con todos mis hombres. Fueron sus últimas víctimas, ellos decidieron unirse a mí.
-Eso es... impresionante -murmura -son hombres fieles a ti.
Yoongi rió y asintió. -Lo son. Son mi familia.
Y ahí murió la conversación, se mantuvieron el resto del desayuno en un silencio cómodo. Jungkook pensando en lo particulares que eran. Teniendo el poder de controlar los océanos, no lo hacían. Hacían un trabajo honesto y con pasión.
Eran increíbles. Y muy guapos también.
Caminaba detrás de Yoongi, observando y conociendo finalmente a toda la tripulación. Estaba Yeonjun -el vigía-, Hoseok -el contramaestre-, Namjoon -el teniente-, Taehyung -el artillero de ojos celestes-, Jooheon -el segundo artillero-, Jimin -el cocinero- y Dongmin -el timonel-.
Todos hombres, atractivos y carismáticos. Eran amables y obedientes, sin embargo, Yoongi permitía que tuvieran un poco de libertad de elección. Además de ellos, habían otros cinco chicos: Inyeop, Soobin, Taehyun, Taemin y Leeteuk, que se encargaban felizmente de mantener reluciente el barco y, además, se encargaban de realizar los movimientos de las velas, que casi no se utilizaban porque estaban rotas.
Ambos se detuvieron, apoyándose en la baranda y viendo hacia el mar. Ya iban de regreso a Busan.
-Quiero quedarme con ustedes -repite una vez más. Desde que Yoongi le había dicho que irían a devolverlo a su ciudad, era eso lo único que decía.
-No puedes, Jungkook. Tienes diecisiete, eres joven para tomar esta clase de desiciones.
-¿Es la última vez que nos veremos, entonces? -pregunta Jungkook, su mano aferrándose a la de Yoongi. El dolor reflejado en su voz, porque quería realmente quedarse con ellos.
-En diez años podré volver a tocar puerto. Para ese entonces ya tendrás veintisiete -responde. No le da algo directo, lo que molesta un poco a Jungkook.
-¿Y vas a volver por mí, hyung? -Yoongi se sorprende. Por su pregunta y por la forma en la que se dirige a él. Hace tanto no le decían hyung.
-Lo haré, lo prometo. Pero por ahora, crece un poco más -acaricia su mejilla y besa su frente con suavidad, porque Jungkook era demasiado joven para amarlo en ese momento. Pero tenía la eternidad, esperaría.
El resto del viaje de regreso, Jungkook pasó entre los brazos de Yoongi, hablando apenas un poco, disfrutando de la calidez de su cuerpo.
Cuando pudo divisar la tierra, su corazón dolió un poco. El barco se detuvo lo más cerca de la orilla y lanzaron el ancla. Yoongi le ayudó a quitarse el abrigo y las botas, quedando vestido justo como había llegado al barco.
Toda la tripulación lo veía con una sonrisa suave, Jungkook no pudo evitarlo y los abrazó con fuerza a cada uno, antes de bajar de la mano con Yoongi.
Eran cerca de las tres de la tarde, así que Jungkook jaloneó a Yoongi hasta la arena, sentándose ambos ahí, Jungkook entre sus piernas.
La tripulación había bajado a buscar comida, y ellos estaban ahí, tranquilos, abrazándose y viendo el mar.
El tiempo pasó casi volando, el sol comenzaba a caer y era hora de despedirse. Yoongi dejó un último beso en su sien mientras estaban uno frente al otro, como el día que se conocieron. Parecía que fue hace mucho, pero sólo habían pasado dos días.
-Volveré -promete Yoongi -Eres lo que hace falta en un barco como este. Por eso vinimos a ti. Eres lo que me hacía falta a mí para ser feliz -asegura.
Los ojos de Jungkook se humedecen. No entendía mucho eso de los piratas y lo que significaba él para ellos, peor que Yoongi le dijera que lo necesitaba, aceleraba su corazón.
Yoongi llevó las manos a su cuello, sacándose la llave que tenía colgada y la coloca en el cuello de Jungkook.
-Eres el dueño de la llave a mi corazón. Cuando vuelve por ti, serás el dueño de este.
Y así Yoongi se despidió.
Diez años después.
Jungkook caminaba a la orilla de la playa, la llave en su pecho se mecía levemente, causando un sonido leve.
Su cuerpo ahora musculoso, bien trabajo era cubierto por un pantalón y una camiseta fina blanca. No usaba zapatos, deseaba sentir la arena en sus pies.
Había huído de su boda.
A pesar de las insistencias de su padre por casarse a los diecisiete, tuvo la suerte de que la mocosa con la que lo casarían no lo quiso por ser débil y delicado.
Su padre cambió su educación desde entonces. Ahora era fuerte, fibroso y alto. No tan alto como lo era Yoongi, según lo recordaba.
Fue a sus veintiséis cuando finalmente le hayaron esposa, pero por los preparativos fue en esa fecha que programaron el evento. Tuvo suerte, no quería casarse con alguien que no amaba. Quería a Yoongi.
El sol estaba en su punto más alto, mientras el sonido de las olas moviéndose lo relajaban. Ese día Yoongi podría volver a tocar puerto, y pasarían la tarde juntos.
Jungkook lo había decidido, navegaría eternamente con su amado.
Pudo divisar el rayo verde que anunciaba la llegada del Holandés y su tripulación. Con emoción, los esperó. Su cuerpo temblando de anticipación y sus ojos llorosos.
Pronto, se detuvieron a la orilla de la playa y de ahí bajó la tripulación. Jungkook no lo aguantó más y corrió hacia ellos.
El primer cuerpo con el que chocó fue el de Taehyung. Lo abrazó con fuerza y sonrió al ser correspondido. Seguía siendo más alto que él. Todos lo eran.
Abrazó a cada chico, con una sonrisa en su rostro. Había extrañado la compañía de todos.
Finalmente, estuvo frente a Yoongi. El capitán analizó su cuerpo, alzando una ceja y sonriendo luego. Min abrió sus brazos hacia él y Jungkook no pudo hacer más que correr hacia él, enredandose con su cuerpo y permitiendo que, finalmente, Yoongi besara sus labios.
Las lágrimas caían de las mejillas de ambos, mientras se besaban con frenesí. Yoongi había sentido esos diez años peores que la eternidad que había estado navegando.
Ambos se abrazaron con fuerza, y caminaron hacia la arena, donde cayeron y finalmente unieron sus cuerpos en uno solo, jurándose amor eterno.
Esa noche, todos volvieron al barco con un nuevo tripulante. Jungkook vestía ya sus misma prendas blancas y su pecho y cuello exponían las marcas que Yoongi que había dejado y aquella llave, la que abría el cofre de Min Yoongi.
El ritual para hacer de la vida de Jungkook eterna se realizó al mismo tiempo en que los guardias corrían a la playa, en busca del joven.
Pronto partieron y se perdieron entre la niebla nocturna. Yoongi y Jungkook con sus manos unidas, sin poder dejar de demostrarse su amor.
Habían esperado diez años, pero tenían una eternidad por delante.
Junto al Holandés y su tripulación, se amarían hasta el final de los mares.
Está inspirado en las películas 2 y 3 de Piratas del Caribe. Ahí toman en cuenta la leyenda de Davy Jones (que contó Yoongi) y la mezclan con la del Holandés Errante. Dicen que él es el capitán de ese navío.
Si buscan la leyenda del Holandés Errante, probablemente consigan la que puse yo al principio. Así que fue una especie de "contar la verdadera historia".
Piratas del Caribe es una de mis sagas favoritas, así que espero disfruten.
Gracias por leer.
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