Jungkook observó la brillante sonrisa de Yoongi, mientras le daba su chaqueta a Hyerin, la chica más bonita del instituto. Sus ojos picaron y, al no poder soportarlo más, dio media vuelta y se marchó a toda prisa.

Sus labios resecos y maltratados eran retenidos entre sus dientes, castigándote por desear que un ángel como ella estuviese muerta. No debía ser egoísta.

Sus lágrimas comenzaron a descender mientras se deslizaba por la pared del patio, hasta quedar sentado en el pasto. Sus sollozos eran silenciados por su mano, cubierta de aquel sueter que Min le había dado.

Jungkook debía dejar de ser codicioso, no era ni la mitad de bonito que ella.

Pero, oh, como desearía ser Hyerin.