El más dulce. [one shot]
Jungkook era el presidente estudiantil. El más inteligente, el más amable y, claramente, el más dulce. Tenía un noséqué que hacía a todos amarlo. Siempre se preocupaba por los demás y ayudaba a quien se lo pidiera. Era el favorito entre alumnos y maestros.
Era ese chico que ni una sola alma odiaba. Su colegio era bastante común, no habían chicos súper malos y chicas pesadas; habían algunos que se creían la última Coca-Cola del desierto, claro, pero incluso con esos grupos Jungkook se llevaba bien.
Por eso, parece obvia la idea de que Jungkook tenga un grupo considerable de personas flechadas. Pero Jungkook tampoco alardeaba, ni rompía corazones.
Era el más dulce con chicos y chicas.
Por eso, ver esa clase de escenas por los pasillos o canchas del colegio era totalmente normal.
Jungkook estaba sentado en su mesa de siempre, completando actividades de la próxima semana mientras escuchaba música. Bebía de la leche que una chica fue a dejarle y a su alrededor tenía varios paquetes de sus galletas favoritas. Tarareaba en voz baja, sin estar al tanto de las miradas que atraía.
Kim Somi, hermana menor de un chico de la clase de Jungkook, lo observaba embelesada mientras camina a hacia su lugar usual, donde ya se hallaban sus amigas. Llevaba varios papeles en brazos y mordía insistentemente su pulgar, suspirando por lo atractivo que Jeon lucía al estudiar.
Una pequeña grieta en el camino de concreto de la cancha al aire libre fue suficiente para hacerla tropezar y caer, lastimándose la rodilla.
Todos la observaron, demasiado impactados por la caída repentina. Jungkook, que parecía no haber prestado atención a nada, se pone en pie y tira sus auriculares, apresurándose a llegar a su lado.
Se agacha a su altura, acariciando su cabello. —¿Estás bien? —pregunta en un murmuro, denotando toda su preocupación. Somi mira su rodilla sangrante y asiente. —Eso no se ve bien —una mueca se dibuja en su rostro y se aleja hacia su mochila, sacando un pequeño botiquín para sentarse al lado de la chica, tomando respetuosamente su pierna para curar su herida.
Todos observaban con ternura lo dulce que era Jungkook, incluso haciendo reír a Somi para que no se sintiese apenada. Una vez curada, Jungkook le ayuda a pararse, sacudiendo su ropa y arreglando el cabello, para dejarle luego los papeles en sus manos que con anterioridad había recogido.
—Ten más cuidado, Somi.
La menor se sonroja y asiente, bajando la mirada con pena y emoción. Jungkook sabía su nombre. —Muchas gracias, oppa.
Jungkook le sonríe, una adorable sonrisa brillante, y niega, acariciando su cabello antes de volver a sentarse a su mesa. Regresando a su mundo.
Somi corretea emocionada hacia sus amigas, chillando todas de la emoción cuando la chica menciona que el mayor sabe su nombre.
Los demás cuchichean, llenando de cumplidos la actitud tan dulce de Jungkook, ni siquiera riéndose un poco y curándola de forma desinteresada.
Entre los murmullos de la gente, Min Yoongi se escabulle, evitando llamar la atención de los demás, incluso si lleva un gran ramo de rosas en los brazos.
Capitán del equipo de baloncesto, alumno promedio, con un grupo reducido de amigos. Completamente lo opuesto a Jungkook (aunque Jungkook era polifacético).
Por eso es que los demás estudiantes no lograban comprender, ¿cómo esos dos eran pareja? Una dulce y sana pareja. Parecía imposible.
Y sin embargo, ahí estaba Yoongi, dejando un beso en la mejilla de su novio y depositando el ramo frente a él, causando una sonrisa increíblemente grande un su rostro, como siempre.
—¿Alguna fecha especial, hyung? —bromea Jungkook, llevando el ramo a su nariz para olfatearlo, sonriendo del gusto.
—Celebro el día en que decidí atarme al sufrimiento, hace dos años —Jungkook finge estar ofendido, empujándolo levemente, haciendo a Yoongi reír y abrazarlo dulcemente, besando su mejilla y cuello de manera dulce. —Feliz aniversario, mi conejito.
—Feliz aniversario, Yoonie. —se dan un leve piquito que deja a Jungkook sonrojado y avergonzado. Yoongi puede notar como muchos miran atontados a su novio, por lo que, rodando los ojos, los mira con el suficiente enojo para que dejen de meter sus narices en asuntos que no les conciernen.
Yoongi estaba consciente de lo popular que era su novio. Él mismo había sido uno de tantos en su tiempo, viendo cómo tonto enamorado a Jungkook. La diferencia es que él se había arriesgado y había ganado.
E incluso si comprendía el comportamiento y los sentimientos de los demás, le causaba desagrado que todos los demás vieran a su novio como si estuviera soltero.
Habían sido unos tres meses después de hacerse novios que hicieron de eso algo público en su colegio, y la gente seguía sin acostumbrarse.
Según Min, es la gente la que debe acostumbrarse a la idea de que su platónico tenga pareja. Sin embargo, es el pobre Yoongi quien tuvo que acostumbrarse a tener un novio tan dulce como lo era Jungkook, luego de que, los siguientes dos meses a partir de haber hecho pública la relación, se había metido en muchísimas peleas; Jungkook recibía al día al menos siete regalos, cosa que molestaba al mayor.
Golpeó a muchos chicos y se discutió con muchas chicas. Hasta que Jungkook le rogó que se controlara y se acostumbrara. Costó mucho esfuerzo, porque Jungkook era demasiado dulce para rechazar los presentes y Yoongi estaba demasiado enamorado para dejarlo. Pero lo logró; más o menos.
Seguía peleando, claramente. Pero a escondidas de Jungkook. Y sólo cuando realmente lo ameritaba, por ejemplo, si lo invitaban a una cita. A veces también le bastaba una escena de celos frente a su chico para que entendieran.
Aunque Yoongi creía que eran tontos. A los días olvidaban las amenazas de huesos rotos, a pesar que todos le creyeran, porque Yoongi era lo suficientemente fuerte y respetado entre los alumnos.
Jungkook y Yoongi eran la pareja ideal de película americana; pero de todas formas, a los demás no terminaba de encajarles. Jungkook era el más dulce entre todos. Y Yoongi era capaz de golpear por él.
—¡Jungkook! —llamó Kim Taehyung, mientras caminaban hacia las canchas por el receso. Jungkook se detuvo y volvió a verlo con una sonrisa suave.
—Hola, hyung —mencionó al tenerlo a su lado. Taehyung le sonrió mientras hacía una pequeña reverencia hacia el menor, sorprendiéndolo.
—Gracias por ayudar a Somi, me enteré luego de lo que sucedió —Jungkook asiente, restándole importancia, sonriendo a las personas que lo saludan a lo largo del camino.
—No es nada, hyung. Somi me agrada mucho y, por nada del mundo ignoraría a alguien lastimado.
—Eres el mejor —Taehyung pellizca su mejilla, causándole un pequeño sonrojo. —Te invito a un helado para agradecer tu ayuda.
Jungkook estaba a punto de contestarle, cuando su novio se coloca a su lado, abrazando su cintura y besando su sien, mientras observaba a Taehyung.
—Está ocupado hoy, Kim. Ni modo.
—Oh, entonces puede ser mañana, ¿no, Kook? —Jungkook estaba a punto de afirmar, pero Yoongi se le adelanta.
—Para ti, siempre va a estar ocupado —es lo último que Taehyung escucha, observando luego cómo Yoongi se lleva a Jungkook lejos suyo.
La pareja camina por algunos minutos, buscando un lugar del pasillo solitario. Yoongi, además, rodaba los ojos cada vez que saludaban a su novio; le causaba repulsión como los chicos le guiñaban el ojo y las chicas reían atontadas.
—Tan odiosos como Taehyung —murmura con un gruñido, mientras llegan finalmente a un área solitaria.
—No seas tan grosero, hyung. Taehyung solo estaba agradeciendo —explica el menor, apoyado contra una pared del pasillo mientras recibe al mayor entre sus brazos. Yoongi rodea la cintura de su novio y se dedica a besarlo por algunos segundos.
—Quería llevarte a una cita —se defiende, haciendo reír a Jungkook, quien rodea su cuello. —Y no puede hacer eso.
—¿Por qué no?
—Porque yo voy a llevarte a una cita —murmura contra sus belfos, antes de comenzar a trazar un camino de su mejilla a su cuello. Jungkook tenía una sonrisa imborrable en el rostro, mientras su novio le llenaba de atenciones en su pequeña burbuja, lejos de todos aquellos curiosos que solían mantener un ojo en él.
Se dedicaron a darse besos por varios minutos, Jungkook disfrutando de las manos de Yoongi en su cintura, por debajo de su camiseta del uniforme desfajada. Y el mayor reía cada tanto por los jalones que su Jungkookie le daba en el cabello cuando los besos se intensificaban.
Pero nadie podía culparlo. Jungkook lo había vuelto insaciable de él. Yoongi amaba los dulces y, curiosamente, su novio era el más dulce de todos.
No es lo mejor, ik :((
Pensaba subir un os que estaba escribiendo en navidad pero me quedé sin celular 8) y luego me enfermé así que desaparecí. Pero ya traigo más, estaré subiendo varios porque tengo muchos que estoy a nada de terminar.
¡Gracias por leer, votar y comentar! 💜
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