Compañía... [one shot]
25 de diciembre.
Yoongi observó el vaho frente suyo mientras caminaba por las ruidosas calles de Seúl en medio de la agitada Navidad. Era 25 de diciembre y a penas iba saliendo del trabajo, a eso de las 19 horas, dispuesto solamente a llegar a casa y tomar un baño caliente.
Estaba envuelto en un abrigo grueso y pesado junto a una bufanda tejida a mano, regalo de su novio. Pequeños copos de nieve caían, avisando que efectivamente se acercaba una tormenta de nieve.
Agradecía internamente la elección de no llevar su auto, porque el embotellamiento en el centro de la ciudad era terrible. Toda la clase trabajadora intentando llegar a tiempo a sus casas para cenar junto a sus familiares.
Navidad era un momento para compartir con los seres amados.
Yoongi no tardó mucho más en llegar a su departamento en un edificio bastante modesto en medio de toda la ostentosidad que era el distrito de Gangnam-gu.
Vivía en el sexto piso, así que para ahorrarse tiempo uso el elevador. La música de fondo le ayudó a no mantenerse aburrido mientras el aparato subía. En su piso, solo dio algunos pasos hacia su derecha y, en la tercera puerta, finalmente entró.
Realizó su rutina de entrada usual. Quitarse los zapatos, sacudirse la nieve del abrigo y quitarlo luego junto a su bufanda.
Una vez terminado todo, se asomó por el pasillo y sonrió ante el aroma que golpeó de pronto su rostro: su novio estaba en su departamento.
Caminó en silencio hacia la cocina, que se separaba en una pequeña habitación sin puerta. Por el marco de entrada, se detuvo a ver al menor: cabello en una pequeña colita, un suéter gigante de los que le gustaba usar (edición Navidad) junto a un pantalón gastado color azul y sus calcetines de conejo.
Aún siendo sigiloso, se acercó a él y abrazó su cintura con una sonrisa. Se inclinó pronto y besó su mejilla.
—Bienvenido a casa —habló finalmente el menor, un tono suave y cariñoso dirigido sólo a él.
—Gracias por estar aquí, Koo —murmuró, aferrándose a su cintura con fuerza. El menor simplemente rió y con su mano libre acarició el cabello de su novio por sobre su hombro.
—Siempre estaré contigo, bobito —aseguró y girando entre los brazos de su amado, finalmente compartieron un beso en los labios, suave y lleno de amor.
Yoongi estaba demasiado feliz, incluso si no lo demostraba. Después de pasar varios años de su vida cada fecha importante solo, finalmente tenía a su otra mitad, que lo complementaba.
Había conocido a Jungkook hace casi cinco años, cuando el entonces estudiante universitario fue a solicitar permiso para hacer sus prácticas de servicios profesionales en la empresa en la que trabajaba.
Claramente se volvieron compañeros y no mucho después de eso, amigos. El menor estuvo solo por seis meses en ese trabajo sin sueldo y finalmente egresó y poco después se graduó.
Yoongi pasó alrededor de unos cuatro meses sin verlo, lo cual de alguna forma le entristeció más de lo que parecía natural, algo que despertó una alerta en su mente.
Y eso se terminó de confirmar cuando poco después volvió a verlo, mientras trabajaba en una empresa de publicidad como él siempre había querido.
Comenzaron a salir a citas al instante, incluso con la diferencia de edad no había duda que se atraían demasiado y congeniaban muy bien también.
Bastaron unas 15 o 16 citas para que Yoongi tomara el coraje de pedirle oficializar su relación y adelantarse con eso a Jungkook.
Su relación siempre ha sido estable. No han habido peleas, sólo discusiones sin un nivel alto de importancia. Su convivencia ha sido increíble y siempre se han asegurado de profesar su amor el uno al otro.
Son como una pareja casada a ese punto de su vida.
—Siéntate, hyung. La comida está lista —avisa el joven, llevando las brochetas de cordero a la mesa donde ya estaba el arroz y demás acompañamientos.
—Gracias por la deliciosa comida, amor —una sonrisa suave se dibujó en sus labios y besó su mejilla antes de comenzar a, prácticamente, tragar.
Pasaron la cena navideña entre charlas, risas y algún que otro beso con sabor a brocheta. Sonrisas pintando los rostros de ambos.
—Yo recogeré y lavaré, Koo —dijo Yoongi, besando la frente del menor quien asintió.
—Iré a prepararte un baño caliente entonces.
Cada uno hizo lo que prometió, Yoongi lavando platos con una sonrisa de tonto enamorado y Jungkook luchando contra el agua porque nunca llegaba a dejarla en el punto perfecto.
La noche pasó con tranquilidad; luego de ordenar y que el mayor tomará un baño, ambos se colocaron pijamas navideñas a juego y se acostaron en la cama de Yoongi a ver alguna película en Disney.
Jungkook estaba acomodado en su pecho, Yoongi aferrándose a la calidez de su cuerpo con ambos brazos.
Y así, pasaron navidad juntos.
31 de diciembre.
Yoongi tenía día libre, así que había decidido levantarse tarde y preparar por su cuenta la cena de ese día. Jungkook había estado con él toda la semana, cuidándolo y asegurándose de que no pasara hambre o malestar alguno.
Quería poder consentirlo a él al menos ese día.
Así que, trazando un plan indestructible, comenzó a eso de las 14 horas a preparar el banquete de esa noche. El menor, desde la sala en donde miraba una nueva serie de Netflix, soltaba risitas de vez en cuando al escuchar que el mayor maldecía porque algo le salía mal.
Jungkook amaba tanto a ese hombre. Definitivamente moriría por él si se lo pedía.
Sus ojos escanearon entonces la habitación en la que estaba, Gong Yoo en la pantalla de pronto pasó a segundo plano.
Una sonrisa siempre se plasmaba en sus labios al ver la infinidad de fotos de ambos que había en la pared, el mueble donde estaba la televisión e incluso la mesa de centro.
Aún si Jungkook odiaba perder, sabía que no había forma en que él fuera más devoto que Yoongi en esa relación.
Un sonrojo se esparció por sus mejillas ante el pensamiento.
Sus ojos entonces se detuvieron en una foto solo de él en el centro de un mueble a su izquierda. Era él sonriendo hacia Yoongi, en medio de una nevada. El mayor siempre dijo que su sonrisa era la cosa que más ama a en el mundo.
—Hey, Kook-ah.
—¿Sí, hyung?
—¿Puedo beber hoy? Es año viejo, mañana descanso...
El joven rió ante la petición. Su novio sabía bien que, debido a sus malas experiencias, no era muy fan del alcohol; Jungkook, sin embargo, nunca, jamás le había prohibido consumirlo. Yoongi lo dejó porque quiso hacerle sentir más cómodo.
—Hyung, sabes que no debes pedirme permiso. Está bien si eres tú.
—¡Bien! Te amo
El mayor le lanzó un beso y sin esperar respuesta volvió a la cocina.
A eso de las 19:30 finalmente la comida estaba lista. Una barbacoa se extendía por toda la mesa, dejando al menor feliz y fascinado.
—Me encanta, hyung. Gracias por esto —un suave beso se depositó en sus labios y pronto comenzaron a comer.
Entre charla y charla, Yoongi bebía su adoraba mezcla de Soju y cerveza. Y un vaso se hizo dos, dos cuatro y cuatro ocho. Y cuando menos se dio cuenta, las seis latas y las dos botellas se había acabado.
Jungkook rió suavemente al verlo actuar en su modo borracho. Era sorpresivamente adorable.
—Yoongi hyung, voy a lavar. Ve a la sala y descansa en el sofá —aseguró mientras comenzaba a recoger todo lo sucio.
El silencio inundó el departamento por unos buenos 30 minutos, mientras el menor limpiaba y ordenaba todo. Lo único que sonaba eran los diálogos de los personajes de la serie.
A eso de las 21:15 finalmente Jungkook regresó al sofá, encontrando a su novio enganchado con una serie para niños. Una suave sonrisa hizo nuevamente su aparición y, con felicidad se acomodó junto a él, pronto ambos acurrucado bajo una manta caliente.
El tiempo luego de eso pasó volando. El silencio acogedor, la cálida compañía y la felicidad de sus corazones enamorados les distrajo de las horas hasta que las 00:00 llegaron y los gritos de todos sus vecinos y personas en las calles inundaron sus oídos.
Jungkook solo vio a Yoongi que, adormilado, se recostaba en su pecho mientras abrazaba con fuerza su cintura.
—Feliz año nuevo, Yoongi hyung —besó su frente con una sonrisa suave.
—Quédate para siempre conmigo, Koo —pidió, jadeando de alegría por la muestra de cariño que su yo borracho pedía, anhelaba.
El menor solo sonrió acariciando su cabello, depositando numerosos besos en la misma zona, una y otra vez hasta que sus lágrimas comenzaron a caer sin control.
—Lo siento, Yoongi hyung. No puedo hacerlo más.
—Entonces yo me quedaré contigo —lloriqueó el adulto, aferrándose aún más fuerte a su torso.
—No, Yoongi —su voz era suave como el terciopelo, sus besos llenos de amor. Pero sus siguientes palabras dolieron como el infierno. —No puedes. Debes vivir sin mí. Vive por ambos.
Y antes de poder decir algo más, un suave "vuelve" hizo eco a su alrededor mientras sus ojos se cerraban incluso si no lo quisiera.
Quería a su Jungkook.
04 de enero.
Taehyung y Seokjin observaron con miradas esperanzadas como el cuerpo de Yoongi se movía sobre aquella cama de hospital.
Pronto, aquellos ojos marrones que no habían visto hace mucho se abrieron y parpadear on confundidos por unos segundos, antes de comenzar a asimilar donde estaba y qué sucedía.
—¡Yoongi! —exclamó el mayor, feliz, abalanzándose a su amigo para abrazarlo. El chico solo correspondió levemente, confundido.
Su garganta estaba seca, por lo que con dificultad preguntó lo único que tenía en mente.
—¿Y Jungkook?
Sus ojos observaban a sus amigos atentamente y no pudo pasar por alto la forma en que sus rostros se deformaron en muecas tristes y afligidas. El dolor en su pecho por aquel extraño sueño del que no deseaba despertar se acentuó.
—¿Chicos...? —insistió con voz ansiosa.
—Yoongi... Jungkook ya no está más, ¿lo recuerdas?
Y las memorias le llegaron entonces como un balde de agua fría.
Jungkook había enfermado.
Al principio el menor había intentado ocultarlo pero Yoongi, quien lo conocía a la perfección, lo descubrió poco después.
Un pequeño virus había invadido su cuerpo. Algo tan insignificante como eso.
El paso del tiempo fue tortuoso. Solo ambos encerrados en el departamento del mayor durante la semana después de navidad.
Los dos estaban enfermos, Yoongi con síntomas leves de gripe y Jungkook con lo que parecía ser neumonía.
Una semana bastó para que Jungkook se le fuera cruelmente arrebatado.
Recuerda el día perfectamente. El menor había colapsado de la nada contra su cuerpo.
Recuerda haber llamado a la ambulancia y haber visto, por última vez, al amor de su vida.
Sus ojos escocieron con lágrimas acumuladas. El 01 de enero se había cumplido un año de la muerte de su amado.
Fue doloroso y lo sigue siendo. Sin poder darle un funeral o entierro adecuado, sin haber podido verlo una vez más.
Y Yoongi recuerda perfectamente lo que hizo para terminar ahí también.
Harto del dolor que había sentido todo el año, decidió tomar su vida el día en que a Jungkook le confirmaron que era portador del virus. Un horrible 25 de diciembre.
Las pastillas y unos cuantos cortes fueron suficientes para dejarlo inconsciente y en un estado de coma por varios días.
—Estuve con Jungkook.
Mencionó de repente, viendo con sorpresa su mano en la que usaba el anillo de promesa que se habían dado. En su pecho llevaba en que pertenecía a Jungkook.
—¿Huh? —preguntó entonces Taehyung, preocupado por su hyung. Él también extrañaba a su mejor amigo, pero intentaba no hundirse en su tristeza todo el tiempo.
Y se culpaba de no haber cuidado mejor de Yoongi. Jungkook había pedido eso en su última llamada antes de ser entubado.
—Mientras estuve inconsciente... Pasamos navidad y año nuevo juntos. Cuando dieron las doce el me dijo adiós... —una sonrisa suave apareció en su rostro. Era finalmente auténtica. —Viviré por él.
Seokjin suspiró aliviado y al borde de las lágrimas asintió, acariciando su espalda con cariño como forma de consuelo.
—Bien, mucha suerte entonces, Yoongi. Recuerda que nos tienes, a nosotros y a los otros tres, como apoyo.
Y con eso, Yoongi comenzaba su nuevo año. Dispuesto a vivir las experiencias que Jungkook no pudo, esperando el día programado en que puedan encontrarse.
Holaaaa, finalmente publico mi regalo atrasado de navidad / celebración de año nuevo.
Espero les haya gustado uwu es angst, supongo jiji. Diferente a lo que probablemente se ve en navidad pwro intenté escribir algo divertido e interesante y nop, solo parecía máquina escribiendo este os.
Uhm, hay una razón por la que hice lo que hice de todas formas. Estos dos años han sido súper difíciles para todos, TODOS. Lidiar con el miedo, ansiedad, estrés y el luto que muchos cargamos a veces es demasiado. Quizás muchos o todos pasaron sus fiestas despidiendo a alguien y no celebrando, porque es algo que pasa (yo pasé cuando era chiquita) y se ha vuelto, tristemente, algo común en estos años.
Si ustedes han perdido familiares, no sólo debido a la pandemia, no olviden que llorar está bien 🤍 alguien dijo algo un día que me pareció digno de mencionar "el luto lo llevamos en el corazón. Superar a alguien que nos dejó no significa olvidarlos, sino aprender a vivir con su ausencia. Las pérdidas van a doler años y años".
Así que, este 2022 empecemos con toda la actitud. Esforcémonos porque este año sea mejor que el anterior y definitivamente mejor que el 2020.
Gracias por todo el apoyo, los votos y las 11k de lecturas. Les quiero y aprecio muchooo🤍
-alie xx
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro