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100.

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Seis años después...


Yoongi llegó junto a Jimin y se sentó detrás de él para poder abrazarlo y así hacer que su cuerpo no se congelara bajo el cielo invernal. El otro hombre sonrió y entrelazó sus dedos con las manos de su esposo, sin dejar de ver hacia el horizonte, hacia aquellas luces que danzaban en la noche. 

No lo sabían con certeza pero ellos podrían estar siendo la primera pareja que elegía pasar su Luna de miel en un lugar tan frío como Yukón, Canadá. Y no les importaba en lo absoluto. Lo cierto era que Yoongi amaba ese lugar, porque además del majestoso paisaje, tenía buenas excusas para mantener caliente el cuerpo de su esposo en las noches... y en la tarde, incluso en las mañanas luego de despertar. 

Yoongi sonrió solo con recordar cómo esa tarde, se habían escabullido al ático de la casona que alquilaban, y luego miró los anillos de oro que ahora acompañaban a los de plata. Apenas llevaban tres días de casados y él no podía creer que ese hombre entre sus brazos le hubiera dado el sí. 

Llevaban más de nueve años juntos y todavía Jimin le provocaba las mismas sensaciones en el estómago que cuando se le confesó. 

—Es hermoso, ¿verdad hyung? —habló el castaño entre sus brazos, sin apartar la vista del cielo. 

—Como tú —respondió Yoongi, contemplando a Jimin, en vez de a las auroras boreales. Jamás existiría nada más hermoso que su hombre. De eso estaba seguro. 

—¡Cuuursiii! —gritaron dos hombres, no muy lejos de ellos, haciendo que el pelinegro terminara con su última cuota de paciencia que había juntado para ese viaje. 

—¡Ahora sí los mando de regreso en un barco pesquero! —gritó Yoongi, poniéndose de pie para correr tras los dos menores de lo que todavía seguía siendo Bangtan. 

Jimin rio encantadoramente hasta hacer que sus que ojitos se perdieran y a los pocos segundos se dejó caer sobre el césped de la casona, carcajeándose cuando Seokjin también comenzó a correr detrás de Yoongi para que no matara a Jungkook y a Taehyung. 

—Solo a ti se te ocurre traernos a su Luna de miel —comentó Namjoon, sentándose junto al castaño para pasarle una taza de chocolate caliente. 

—Pero así es más divertido ¿no? —comentó Hoseok, también sentándose junto a ellos. 

En los siete hombres se podían notar cuanto habían madurado físicamente. Aunque no podían esperar lo mismo de su mentalidad. Mucho menos de Jungkook y Taehyung, que con los años se volvían más bromistas. Jimin rio pensando en la mala suerte que tenía la novia de Tae al tener que soportarlo. Ni quería imaginar como enloquecería la pobre si terminaban formando una familia y llegaran los niños. Taehyung sin duda tenía planeado crear su mini ejercito del mal para continuar haciendo de las suyas. 

—Quise ser original —bromeó Jimin, cuando ya perdió de vista al resto. 

Hoseok y Namjoon rieron, sabiendo que lo cierto era que sus amigos no tuvieron corazón para pedirles que se marcharan, luego de ser los testigos de su boda. Así se los hizo ver Jimin cuando les dijo que podían quedarse y disfrutar juntos del bello paisaje de Yukón, en vez de regresar a Corea al día siguiente de la ceremonia. 

—Más viejos y más pesados se vuelven. Se salvan solo porque no quiero ir a prisión en mi Luna de miel —renegó Yoongi, regresando a sentarse con su esposo. Jimin casi por inercia abrió sus brazos para que el otro hombre se dejara caer entre ellos y lo reconfortó con castos besos para alejar su malhumor. 

—Deja de renegar o tendré un abuelito de esposo en vez de un hermoso pelinegro —le murmuró el menor sobre su oído, haciendo que automáticamente Yoongi relajara su ceño fruncido. 

—A eso llamo domar a la bestia —bromeó Taehyung, cuando ya creyó conveniente acercarse junto con el resto. 

—Son años de práctica —le siguió el juego Jimin, haciendo que Yoongi ahora lo mirara con mala cara a él. Aunque todos sabían que el pelinegro en realidad no estaba molesto. Solo se avergonzaba de los comentarios, como siempre ocurrió. Yoongi jamás dejaría de ser un tsundere ni aunque pasaran cien años. 

—Tienes suerte de que te ame, Park Jimin de Min —se quejó el pelinegro, todavía molesto. Aunque incluso así, no se quejó cuando Jimin rio y llenó su rostro de besos. 

—Lo sé, tengo mucha, mucha suerte, Min Yoongi de Park. 


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0️⃣

procesando epílogo...


Nina Glastor💜

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