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20 ❄︎

Con un andar rápido, JiMin abrió la puerta de la su propia habitación en el Hotel de China, tomando la muñeca de YoonGi con firmeza. Las cosas sucedieron tan rápido que no ni siquiera tuvo tiempo de abogar por su favor.

Al despertar, viajó hacia la pista de pie, tambaleándose por lo cansado que se sentía con dos enormes ojeras cafés debajo de sus ojos. No tenía la intención de encontrarse con JiMin, pero, como la vida lo odiaba o amaba (ver a su entrenador con sus ropas ajustados y reluciendo tan temprano era algo que le revolvía el estómago) se encontraron en el pasillo y al ver su estado, le arrastró de regreso.

En contra de su voluntad, fue empujado contra el colchón suave.

Lo miró cerrar las ventanas y finalmente se acercó a él, colocándole un antifaz negro de algodón sobre sus ojos. Luego JiMin se subió a arcadas de su cuerpo para bajar la cremallera a de su chamarra deportiva y quitársela por completo.

La sangre se lo subió a la cabeza y con la cara ligeramente pintada de rosa intentó comprender la extraña situación.

—¡¿Q-qué haces?! —Forcejeó intentando mantener las prendas de ropa, pero en un parpadeo JiMin le había robado la camiseta y dirigía sus manos al inicio de su pantalón de entrenamiento— ¡JiMin, n-no!

YoonGi se calló cuando JiMin tiró de su pantalón dejándolo en su ropa interior de tonos obscuros. Sintió perfectamente que las mejillas se le calentaban de rojo, pero después el calor se evaporó en el instante en que su entrenador le cubrió con el cobertor gigante.

—Duerme hasta el evento de la noche. —Aún sobre él, le dio unas palmaditas en la espalda, observando su rostro inquieto con adoración y una pequeña sonrisa. Recargó su rostro sobre su palma abierta— Te irá bien. Yo siempre dormía hasta poco antes de empezar la competencia.

Cerró los ojos por un segundo. Bueno, esa era la intención hasta que el aroma tranquilo lo sedo y cayó hacia adelante, recostando su cara sobre el pecho de YoonGi con los brazos encarcelándolo.

—¡¿JiMin?! —YoonGi se movió confundido y cegado por el pedazo de tela que le cubría los ojos— ¿Pusiste la alarma? —No le respondió y YoonGi intentó sacudirse con más fuerza, pero el cuerpo de JiMin no cedió, apresándolo ligeramente fuerte contra la colcha— ¿Qué rayos? ¡JiMin era de sueño ligero!— Mhp.

Se rindió hasta que escuchó la respiración rítmica y el estómago de JiMin subir y bajar. Esa era el sonido tan pacífico de su respiración al dormir; YoonGi estaba tan colado por él, que reconocía la forma en que expulsaba el aire, de malas, cansando, maravillado y en sus sueños.

Oh, dulce JiMin, hipnotizó lo suficientemente fuerte a YoonGi que era capaz de romper el encantamiento con tal de liberar al hechicero.

Relamió su labio pequeño. Con la respiración intranquila, agradeció que el antifaz cubría mayormente sus mofletes rojos y que JiMin estando dormido así no podría oír su corazón retumbando violentamente. Con un poco de pena y cuidado, libró su brazo y con nerviosismo guío sus falanges a tocaron los músculos de la espalda con muchísima pena, suspirando de gusto ante la piel en tenue movimiento y la firmeza.

Definitivamente haría cualquier cosa por ese hombre y desearía poder hacerlo todo. Pese a su amor, era un simple mortal.

[⛸️...]

Estamos en la Copa de China, el evento del Grand Prix. Va a comenzar el programa libre.

Anunciaron por los parlantes, resonando en toda la pista, hasta en los pasillos donde estaban todos los competidores.

YoonGi sujetó con fuerza la botella de agua, apretando la tapa con sus dedos temblorosos.

—¿Eh? No se abre. —Farfulló sumido en el estrés y una expresión sombría. JiMin que permanecía dándole su espacio, aunque observándolo de lejos, lo notó y se acercó con su habitual sonrisa. Sujetando sus hombros, haciendo que YoonGi pegara un respingo.

—YoonGi, ¿no pudiste dormir?

—¿Eh? —Abrió los ojos sorprendido y después lo cerró de golpe, mientras agitaba violentamente su cabeza hacia los lados— Sí que dormí.

—No practiques saltos en el calentamiento. —Mencionó aumentando la sonrisa hasta achicar sus ojos.

Su pupilo sintió un escalofrío viajar por toda su espalda del mero terror.

—¡¿Eh?!

¡Una completa locura! ¡Eso para YoonGi era lanzarse al mar sin un equipo de protección contra las profundidades!

—Es una orden de tu entrenador.

YoonGi balbuceó intranquilo, esperando a que JiMin le soltara, para moverse hacia la pista para calentar y hacer una rutina de repaso.

Su entrenador le siguió alisando las arrugas de su perfecto traje gris que hacía juego con su melena perfectamente cepillada y buscando entre sus bolsillos su par de guantes de cuero café obscuro. La espalda de YoonGi se sacudía dentro su chaqueta negra con violencia, parecía temblar de frío pero JiMin estaba totalmente consciente de que eran nervios.

No tenía ni la mínima idea de dónde se destaparon todas sus inseguridades y comenzaron a bloquearle los sentidos. ¿Habló con su padre? Tenía que ser algún lío así, en la competencia anterior se veía tan sediento de pasión que le habría dejado beber de él mismo.

TaeHyung le saludó, luego a YoonGi y este último apenas le respondió, incluso pareció pasar de largo a HoSeok.

JiMin sonrió levemente con una pizca de preocupación, observando el inicio de su rutina con la cabeza inclinada sobre su hombro derecho. A su costado apareció SungDeuk con ropa formal, analizando con orgullo y seguridad a HoSeok, un poco más apartado SiHyuk mantenía su mueca común con los brazos cruzados.

El Grupo 2 salta a la pista para la segunda mitad del evento.

Se golpeó con el dedo índice la mejilla en un ritmo constante. Si falla un salto en el calentamiento, puede que pierda más confianza y eso será negativo.

Observó a YoonGi inclinándose hacia atrás y se enterneció levemente.

YoonGi se pone nervioso con facilidad. Sin embargo, con todo y la restricción recién hecha, el coreano inclinó las piernas y rebotó por la pista, intentando hacer un cuádruple. Y como era de esperarse, se enredó con la punta de la punta de sus pies y su frente besó directamente el hielo.

JiMin congeló su sonrisa, su ternura evaporándose por completo, rápidamente se acercó, separado por el muro, para asegurarse que no estuviera aturdido por el golpe o demasiado adolorido.

YoonGi no quiso decir una palabra, dejando que se levantara con esa expresión muerta y parca, inclusive TaeHyung le observó de reojo demasiado extrañado.

Esperemos que Min esté bien. Parece algo decaído tras el calentamiento. —Anunció ChanYeol bastante intrigado por la forma en que estaba comportándose su patinador favorito desde que entró al circuito congelado.

ByulYi que miraba desde las gradas todo con toda la atención sobre su estudiante. Alzó el rostro y encontró a una pantalla proyectando la faz sombría y decaída que ya tanto conocía. Suspiró ante el enfoque de YoonGi.

—Vaya, esa cara... La he visto a menudo. —Sonrió con angustia, rogando que YoonGi no estuviera patinando sobre el retroceso.

—¿Estás bien, YoonGi? —Preguntó JiMin, tragándose su discurso sobre la obediencia. El chico sólo asintió totalmente ido, causándole un sentimiento confuso sobre la boca del estómago. ¿Lo mal acostumbraría si lo arrullaba un poco?

Sabía desde el inicio de su proceso de entrenador, qué eso estaba terriblemente mal porque podría crearle una dependencia. Pese a su firmeza, verle de esa forma le debilitó y supuso que un poco de ánimos eran incluso parte de su trabajo como guía.

Casi cediendo ante la idea, intentó rodear el cuerpo del menor pero no pareció prestarle atención, saliendo de la pista y alejándose a un paso moribundo con los hombros encogidos.

JiMin negó con suavidad, avanzando hacia su costado.

—Es normal que un patinador clave algo que hizo mal durante el calentamiento.

Le explicó intentando tranquilizarlo, sosteniendo su peluche de Holly bajo su brazo derecho.

—Lo siento. —Murmuró con un tono inseguro y totalmente decaído. JiMin soltó una risita, agitando su mano en el aire para quitarle peso.

—Bueno, sigamos con el calentamiento.

Avanzando, siempre avanzando.

YoonGi reprimió un sonido de aflicción, observando sobre su hombro a HoSeok y TaeHyung quitando su traje de entrenamiento para deslumbrarlos con sus bonitos trajes, ellos serían los primeros y lucían tan impotentes y maravillosos, estuvieron mostrando un par de minutos hasta que su tiempo se redujo y volvieron a la pista.

YoonGi sintió un estrago de nerviosismo engullirlo, aspirando profundamente intentó desviar la mirada y por accidente terminó enfocando una de las pantallas donde el Jackson Wang, el patinador chino, bailaba heroico con música de leyenda.

Tragó la espesa saliva intentando relajarse. Pero su repentino autocontrol se esfumó cuando Wang bailó con tanta intensidad e ímpetu que inevitablemente deslumbró a todos con sus saltos.

Le fue mucho mejor que en el entrenamiento y en cambio él... Cayó como siempre lo ha hecho.

—Clavó todos los saltos en la primera mitad.

Impulsado por el miedo, sin tener el control sobre su cuerpo se movió hacia la pantalla presionando el botón de apagado.

No se detuvo ahí, caminó hasta la siguiente, pantalla y la siguiente, todo el grupo del satff que estaba viendo la proyección hizo un quejido de protesta. Ni quiera eso pudo sacarlo de la burbuja de angustia que creó, su pecho se agitó y agitó. Se sentó en la primera silla que encontró, escondiendo su rostro con sus manos, pegado a sus rodillas y pataleó frustrado con su inquietud.

JiMin le observó sosteniendo su mentón, tuvo la imagen de ver a un niño pequeño sumido en el estrés y su corazón se apretó en un nudo doloroso.

Al diablo la profesionalidad, se trataba de YoonGi.

Caminó hacia él.

—¿YoonGi? —El chico alzó el rostro de golpe y casi le golpea la nariz a JiMin. Tenía los ojos perdidos en algún lugar de sus inseguridades, los labios resecos y esa expresión ida— Haremos tus estiramientos, traeré tu colchoneta.

Indicó con tono suave tocando con gentileza su espalda y lentamente bajo su toque la respiración de YoonGi se regularizó, sólo un poco.

Se apartó bufando con su blando comportamiento partiendo en la búsqueda del colchón de YoonGi, aunque en realidad no lo lamentaba del todo.

¿Qué debía hacer?

Creyó que en cualquier momento YoonGi se levantaría con un total entusiasmo y volvería con su inesperada fuerza. Esperó y esperó y entre más pasaba el tiempo su estudiante aumentaba con sus temblores, sudor helado y el labio inferior le temblaba violentamente.

JiMin lo analizaba con tanta preocupación, sin saber cuál debía ser su movimiento.

—TaeHyung Giacometti, quinto lugar. Tiene 25 años y representa a Suiza.

Del otro lado del estadio, con un estado contrario a YoonGi, TaeHyung se hizo paso entre el hielo con toda la seguridad del mundo y esa sonrisa discretamente pero totalmente sensual. Reluciendo en su atuendo negro con decoraciones rojas y un corte de tela de color piel desde el pecho hasta los muslos que parecían desnudarle de ese costado.

Inició tranquilo, bailando con el ritmo intoxicado de si canción, clavando los dos primeros saltos sin problemas.

Estaba lejos del nivel del campeonato europeo, pero seguía teniendo esa mentalidad competitiva. Y por supuesto, TaeHyung tenía los ojos puestos sobre alguien en específico y no se detendría hasta ver en cuánta distancia le deja.

Min YoonGi.

La combinación de saltos perfectamente hecha resonó por todo el recinto, incluso YoonGi sintió que los vítores se colaban sobre sus tapones de oído, inquietándose.

JiMin ladeó la boca, con los brazos cruzados sobre su vientre a tan sólo unos metros de distancia sintiendo que YoonGi podría desmayarse en cualquier momento.

Giró el rostro levemente hacia atrás, percibiendo a un grupo de tres hombres grabando a su estudiante y se sobresaltó.

Rápidamente le tomó de la tela de su chaqueta arriba del hombro y lo sujetó con fuerza avanzando hacia otro sitio, cualquiera.

—Calentemos en otro sitio.

Arrastrando por el pasillo el cuerpo tal sin fuerza de YoonGi dejó a los camarógrafos extrañados por su extraño comportamiento.

Avanzando JiMin observó el piso pulido, preguntándose: ¿Dónde hay un sitio con la menor gente posible?

TaeHyung tocó la punta de sus pies, sobre el hielo, imaginando que estaría haciendo JiMin en esos instantes. Soy el único que puede patinar exactamente como quiere. Reconoció con su voz profunda dentro de su cabeza, siguiendo su rutina.

Pensé que JiMin era como yo, que vivía en el hielo. Gruñó de malhumor.

—Salchow cuádruple y toe-loop doble. ¡Aterrizaje perfecto!

TaeHyung soltó algo parecido a un quejido de un oso, una vez más. No es propio de ti dejar el hielo y buscar a quien proteger.

Si pudiera saberlo, en ese instante JiMin sostenía la cintura de YoonGi avanzando a la parte más abandonaba del estadio, tallando con cuidado sus dedos a través de su ropa tocando su piel esperando alguna clase de respuesta que le indicase que estaba avergonzando. Pese a eso, YoonGi tenía la vista nublada y la cabeza gacha, de nuevo.

Si tuviera esa vista, TaeHyung vería algo tan incoherente. Para él JiMin era el hombre egocentrista, solo y deslumbrante que siempre admiró secretamente.

Se conocieron hace diez años, cuando JiMin ganó el europeo con su traje con escamas azules de borde plateado y sus cabellos largos cabellos de plata, sujetados en una alta coleta. En la cabeza usaba una corona de rosas pintadas de una noche clara.

La muerte de su padre era una herida fresca pero todavía no estaba corrompido por la sensación del triunfo constante y la soledad y por eso tenía una sonrisa tan entusiasma, sujetando con amor las flores embolsadas que sus admiradores lanzaban para él.

TaeHyung recientemente acaba de debutar como senior. Tenía los cabellos más alborotados y una expresión alegre en vez de una sensual.

—¡Felicidades, JiMin! —Le gritó TaeHyung desde las gradas. JiMin que patinaba hacia la orilla sin recibir abrazos de ningún tipo, le alegró escucharlo.

—¿Cómo te llamas?

—¡TaeHyung Giacometti! — Pronunció torpemente por el entusiasmo.

—Bien —JiMin asintió, tomando con cuidado una de sus tantas florecillas y lanzándola en su dirección. TaeHyung la recibió boquiabierto y con las manos resbalosas— ¡Tae! Te veré en el mundial.

Le saludó cálidamente y él asintió con tanto entusiasmo y las mejillas brillando un sonrojo de ilusión.

—Sí.

Los espectadores suspiraron de éxtasis puro con su secuencia de pasos llena de vida.

YoonGi no puede superarte. Sin aviso realizó un axel triple y no pudo oír del todo como clamaban su nombre de lo sumido que estaba dentro de sus emociones. Podía sentir la adrenalina corriendo por cada centímetro de su cuerpo, saboreando el triunfo de su visión.

Ganaré esta temporada. Y te traeré de vuelta al hielo.

Recordó así, su último encuentro con JiMin, en dónde besaba su medalla de oro y él tomaba la plata.

La próxima vez que estés frente a mí, seré yo el que cope el podio.

Con esa sentencia, se derrumbó sobre el hielo, suspirando pesadamente y finalizando su programa libre.

El público enloqueció. Y abruptamente se calló, sintiendo la presencia del próximo concursante aún sin entrar al circuito.

HoSeok, con la frente en alto y su traje blanco, le daba a todos los presentes la sensación que presenciaban a un hombre de la realeza seguro y talentoso.

HoSeok Chulanont. El tailandés de 20 años.

Apenas entró y su energía admirable se expandió, arrancando gritos de entusiasmo del público.

Sonido que le erizó la piel a YoonGi, en el estacionamiento de la pista de patinaje. JiMin le llevó ahí, deduciendo que su postura de gato aterrado desaparecería, no sucedió y no se apartó más que medio metro, tenía el sentimiento que su chico en cualquier momento caería consumado por el miedo.

Ni si quiera estando allí, rodeado de lujosos autos, con la zona totalmente solitaria y poca iluminación, el entusiasmo de los pisos superiores era opacado. Seguía retumbando con todas sus fuerzas y haciendo a su pupilo un manojo de nervios y presión.

—¿C-cuál es la clasificación, actual? —Preguntó con la voz entrecortada y la vista inquieta en todos lados.

El tiempo se acababa y pronto sería su turno.

JiMin sonrió tenso, intentando tranquilizarle, extendió sus manos al frente con las palmas abiertas.

—Bien, YoonGi. Primero respira hondo. —Le pidió torpemente. Era la primera vez que sentía que no podía hacer absolutamente nada para compensar su estado y YoonGi estaba ahí, con esa mirada que le advertía un ataque de pánico, eso le frustraba excesivamente.

Sabía que HoSeok debía estar triunfando, no podía hacer oídos sordos a las palmadas al ritmo de la música asiática del programa del chico. Era entendible, estaban enamorados de él desde el programa corto del día pasado.

Los vítores indican lo mucho que espera el público de HoSeok Chulanont. —Comentó ChanYeol desde su lugar de comentarista.

Seré yo quien llegué al Gran Prix Final. Se recordó, con su entusiasmo característico.

Su expresivo juego de pies es una de sus cualidades únicas.

SungDeuk se regodeó de altanería con un llamativo grito y puños al aire, apenas su queridísimo pupilo clavó el primer cuádruple. Era evidente su talento y no se arrepentía del comentario acido que le dijo a JiMin la noche pasada, frente a la puerta de su exestudiante.

HoSeok sonrió, nadie creía que un tailandés pudiera llegar tan lejos. ¡Pero él siempre creyó en sí mismo!

El segundo cuádruple no se hizo esperar, abriendo paso con los gritos dé los fanáticos.

Acabará combinando un flip triple, un loop simple y un flip doble.

El tailandés respiró con todas las esfuerzas tomando su reserva de energía y de impulsó para realizar los saltos. Uno tras otro, sin pausa alguna y cayendo de manera espectacular. ¡Toda la pista estaba enloqueciendo de orgullo!

¡Lo hizo! ¡Todos sus saltos fueron perfectos! La historia de Tailandia en el patinaje... no— se corrigió con entrecortadamente por el asombro—, de toda Asia, está siendo reescrita ahora mismo— el entusiasmo aumentó y se volvió tan intenso como ensordecedor— por HoSeok Chulanont, este joven de 20 años.

Con el golpe final de unos tambores, HoSeok se detuvo en una posición de rezo, agitado pero completamente radiante.

—Bien. —Dijo, terminando de recomponerse, recostándose en el hielo.

En algunas platas por debajo del espectáculo, JiMin bajó el rostro dejando de prestarle atención a la bulla en los pisos superiores y enfocando a YoonGi, a tan sólo unos pasos de distancia.

Acaba de quitarse los tapones de oídos y los sostenía con sus dedos engarrotados el material espumoso. Sus pupilas enormemente agrandadas se movían agitadas como si pudieran atravesar el concreto del techo y observar con terror el público que podría devorarlo. Tenía la piel mucho más descolorida a lo cotidiano, sin rastro del adorable color rosado pastel en sus mejillas o en la punta de su tierna nariz.

El ruso se sobresaltó al ver esa expresión en su estudiante y con toda la rapidez que tenía trotó hasta su frente y violentamente colocó las manos sobre sus orejas. YoonGi gimió quedito de la sorpresa.

—¡No escuches! —Ordenó firmemente, gritando y apretando su agarre para tomar su audición.

Los tapones para oído se le resbalaron de las manos a YoonGi, de la impresión y del susto de lo alto que sonó la voz de JiMin.

Él nunca le gritó de esa manera.

Por un rato, permanecieron con la mirada enganchada a la del contrario. JiMin le enseñaba un mar constante intentando que adquiriera un poco de esa seguridad, pero YoonGi estaba sumamente ciego en ese instante y ver los luceros azulados de su entrenador no le calmó. Por mucho que lo buscara, no sentía calma, sentía que estaba perdiéndose entre las tonalidad del cielo y de la noche, percibiendo las gotas de sudor un imperceptibles deslizarse por su frente hasta la nariz.

Por primera vez, ver a JiMin a los ojos no le trajo paz.

JiMin observó inquieto con más detenimiento el rostro aterrado de YoonGi una vez que rompió el contacto visual, pretendiendo alejar su nerviosismo al mirar el capó de los autos.

Comprendería que le afectaran las otras puntuaciones si fuera más joven... Pero ¿por qué está tan nervioso?

Nunca he estado tan nervioso. Concluyó echándole un vistazo a su yo pasado. El JiMin mucho más joven se inquietaba bastante, aunque anhelaba más la sensación de la pista y los reflectores picando sobre su piel, y esa sensación eclipsaba cualquier temor. Incluso la sensación de adrenalina se desvaneció un poco después de la muerte de su padre y la transformación de su madre.

¿Cómo pudo motivar a YoonGi?

Ni si quiera cuando tocó el tema del alcohólico señor Min o HyeJin tenía ese gesto, parecía que tendría un ataque nervioso. ¿Qué había sucedido con él y la sombra de su ego creciendo? ¿Cómo tenerla de nuevo?

Atrapó un suspiro entre sus dientes. No tengo ni idea. Admitió en sus pensamientos verdaderamente avergonzando.

YoonGi se removió, al ver qué JiMin no tenía el ápice de soltarlo sostuvo con sus manos las muñecas de su entrenador e intentó alejarlas.

—¿J-JiMin? —JiMin volvió en sí, descubriendo las orejas de YoonGi y devolviéndole el sonido. La música de algún participante se escuchaba los restos de un canto en soprano divino— E-es casi la hora, hay que volver.

Habló con la lengua enredada y la vista fija en el suelo.

El mayor le observó sin moverse.

Los patinadores tienen corazones frágiles.

YoonGi le rodeó esperando a que le siguiera o podría derrumbarse en cualquier momento. Era él, o, ¿sus latidos estaban sonando demasiado alto junto con su respiración irregular?

Pues si son tan frágiles...

—YoonGi.

Le llamó con firmeza. YoonGi se volvió hacia deteniendo su camino.

—¿Ah? 

JiMin se tocó la frente, cerrando los ojos y después los abrió con un extraño brillo de fuerza en dirección a su pupilo.

Probaré a hacer pedazos su corazón.

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