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13 ❄︎

La canción que sonaba en sus auriculares en ese instante debía ser de Chopin, aunque parecía ser de un compositor que mezclaba sus manías dentro de las notas alterando desagradablemente una buena pieza, al oído YoonGi.

YoonGi mordisqueó la punta de su lápiz tachando esa propuesta de la lista y suspiró profundamente deprimido cuando notó que sus opciones se redujeron, hasta quedarse sin ellas. Pausó la canción en su laptop, presionando largamente el botón con pocos ánimos.

Frustrado dejó caer su cabeza contra el mesón haciendo volar un par de páginas con garabatos que pretendían ser apuntes. Arrancándose de un tirón los audífonos de sus oídos buscó su teléfono para distraerse un segundo, abriendo una aplicación al azar mientras imaginaba que podría usar una creación de Saint-Saëns.

SungDeuk ya había escogido dos canciones undergound que sabía que le gustaban a YoonGi en tiempos pasados, contrastante con su personalidad tranquila, así que creyó que sería una buena idea y podría obtener un resultado valioso. Evidentemente no resultó de esa manera y lo único que podía resumir esas experiencias era que eran complicadas, no fue bueno siguiendo un siguiendo un ritmo tan agresivo y rápido. Debió decirle que sería una mala idea desde el inicio o que no se sentía del todo cómodo con ello.

Nuevamente exhaló exasperado, ¿Realmente nunca se interpuso entre las creaciones de su entrenador? ¿Sólo una sola vez? Sí, YoonGi dejaba todo en manos de SungDeuk porque le tenía más fe que a sí mismo y ahora que era expuesto de esa manera, se sentía avergonzado de esa -gran- parte de sí mismo.

JiMin era valiente, por sus relatos era obvio que enfrentaba a SiHyuk sin temor alguno, aún sin conocimientos de música componía y hacía las mejores coreografías por su propia cuenta. YoonGi soñaba con hacerlo, por eso se preparó tres años en la universidad de artes.

Pero...

—Ah, Hobi —enfocó con interés la selfie de su único y gran amigo extranjero reventando la burbuja de pensamientos negativos que comenzaba formarse. Detrás de él, se podían enfocar una gran pista y aglomeración de gente. Sonrió ante la descripción bajo la fotografía, reconocía el lenguaje textual que empleaba su amigo y casi era capaz de oír sus ruiditos extraños de felicidad—. Regresó a Tailandia a entrenar.

Buscó entre su lista de contactos y presionó el ícono de video llamada, esperando pacientemente mientras acomodaba sus piernas agarrotadas sobre la silla de su mesa de trabajo. Apenas vislumbró el rostro de su amigo en la pantalla se le iluminó el rostro aunque no podía oírlo.

Era el efecto Hobi, únicamente necesitaba de su presencia alegre con su facilidad de reírse de cualquier cosa, cerca de él y rápidamente la energía regresaba a su cuerpo, su propia batería portátil.

—¿Ah, hobi? ¿Qué tal?

Por lo que veía dentro de la pantalla el chico no había terminado de entrenar y pese a eso cogió su llamada, siempre priorizando a sus amigos. Claro, el chico dejaba de lado todo ello al entrar a las competencias y eso al pálido le divertía y agradaba bastante.

—¡YoonGi! —HoSeok sonrió ampliamente mostrándole su perfecta dentadura. YoonGi estaba seguro que si tuviera que clasificar las sonrisas que le parecían más bonitas Hobi evidentemente sería el segundo lugar, ¿Qué? Para él JiMin siempre sería el primero. —¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás?

En realidad no había pasado tanto tiempo como mencionaba el tailandés, YoonGi a pesar de aislarse solía mandarle mensajes diarios para charla hasta tarde. Dejó de hacerlo en cuanto tuvo el enfrentamiento con JungKook centrándose por completo en ello.

Pero, el mensaje no tan oculto era que HoSeok quería darle a entender que lo extrañaba. Estaban tan acostumbrados el uno al otro que la partida de YoonGi fue difícilmente extraño para ambos.

¿Cómo estaba? A pesar del estrés con la petición de su entrenador, tenía a JiMin y cada día se volvía más consciente de lo agradable que se volvía su compañía. De maravilla, YoonGi estaba de maravilla.

En respuesta le sonrió enormemente, HoSeok le copió el gesto, alegre de verlo mucho más animado.

—Regresaste a Tailandia para entrenar, ¿eh?

La sonrisa en el rostro de Hobi se extendió hasta mostrarle unos bonitos y discretos hoyuelos.

—Sí. Detroit se volvió aburrido sin ti. ¡Deberías visitar Bangkok! Seré tu guía.

—Gracias. — YoonGi se rió suavemente, el entusiasmo de HoSeok ante la idea era admirable —Hobi, ¿recuerdas que hicimos un demo músical?

El menor asintió alegre.

—Ah, sí, la recuerdo perfectamente. Esa era casi tu canción, YoonGi. ¿Querías usarla?

HoSeok siempre insistió que YoonGi fue el que la hizo del todo, su aportación fue mínima. Pero su amigo mayor renegaba alegando que eran los dos los creadores y no le quedaba otra opción que aceptar. No tenía la costumbre de ser testarudo, pero cuando se lo proponía era bastante serio.

—Sí, bueno... Al final quedó descartada. —Le contó avergonzado recordando el instante en que dejó de tocar en su teclado para enfocar su vista a JiMin, la noche pasada. JiMin se tocó el mentón dudativo y luego le sonrió diciendo " Deberías plantearte otras posibilidades."— Pensé que podría... Hacer otra, con los mismos arreglos. Pero no sé dónde está la pista.

—Eh, ya veo. Intentaré averiguar dónde está, seguro encuentro el CD— Le afirmó seguro— Haces bien en componer, YoonGi. Tienes talento como en el hielo.

YoonGi no estaba de esa última declaración. Conteniendo las ganas de protestar, sonrió. Seguro era ese aliento de alguien que conocía su trabajo lo que le aseguró que debía hacerlo, debía y quería componer su propio demo. Rogaba con todas sus fuerzas que pudiera lograr un buen resultado.

[⛸️...]

Una cortina de lluvia con una fuerza ligera cernió sobre la pista y YoonGi se lamentó porque ni él, ni JiMin tenían un paraguas y debían volver a casa después del entrenamiento diario. Era mejor tomar un taxi, su entrenador no le dejaría mojarse ni una gota.

Bufó al notar que sus pensamientos sonaban más fuerte que la canción. Frustrado por el poco volumen, YoonGi presionó con fuerza la tecla de su teléfono y el sonido inundó sus audífonos. Dejó caer la cabeza hacia atrás, dejando de empacar sus cuchillas, tomándose un segundo para escuchar atentamente.

Relamió sus labios observando la pequeña ventana junto a las máquinas expendedoras, la lluvia caía serena, con el anochecer y el clima la ciudad todavía parecía más desolada de lo normal.

La pista como todas las tardes se encontraba vacía, en un silencio apacible, el único acompañamiento era esa melodía que YoonGi ponía una y otra vez, sin descanso desde que Hobi la envió junto a un gif de su perrito dándole ánimos.

Cerró los ojos, escuchando el sonido de su propio teclado. La canción le intrigó desde la primera vez que la escuchó. Es un poco floja. Pero creo que tiene sentido. Admitió con una sonrisa melancolía amenazando con bailar entre sus labios. Quería que compusiéramos algo que expresará mi carrera como patinador.

YoonGi lo recordó; YoonGi cayéndose, siendo consolado por SungDeuk en el kiss and cry, llorando en los baños y rodando una otra vez con los reflectores y las voces jadeantes sobre lo decepcionante que era verlo caer cuando viajaban tan lejos para darle ánimos, su padre burlándose. Min YoonGi siempre en último lugar.

Expresamos muy bien mi decepcionante vida en el patinaje artístico, el tinte de mi vida.

La mueca triste se formó por completo.

Levemente dobló la cabeza mirando hacia el mostrador, apartando la vista de la atrayente llovizna que en segundos dejaba de ser adormilada.

¿Qué debería haber cambiado?

La figura de JiMin apreció y parecía venir desde el recibidor y YoonGi parpadeó maravillado cuando lo encontró jugando con el pequeño niño Kim.

JiMin sacudía en sus brazos a JungWoong, girando de aquí a allá con él, lanzándolo en el aire y atrapándolo a tiempo. Los dos reían a carcajadas, jugando plenamente felices y YoonGi también se contagió de ello, su corazón se calentó dentro del pecho y tuvo que llevar su mano hacia él para asegurarse que no estallaría. Fue la sonrisa tan enorme y pura en el rostro de ambos lo que le hizo sentirse enternecido y apenado por mirar una escena tan íntima, más incapaz de apartar la mirada.

JiMin deslumbraba luz y YoonGi lentamente dejó caer su sonrisita. ¿Se divertía estando a su lado? ¿Él? que no era más que una sombra gris. A su parecer, sus tonalidades eran frías y ordinarias. ¿Qué pensaría JiMin con su gama tan extraordinaria y hermosa?

Observó a JiMin juguetear con JungWoong hasta que desapareció de su campo de visión. Perdiéndolos de vista, se quitó sus audífonos con otro de los muchos suspiros que ahora parecían volverse comunes.

—Nochu me mensajeó —Le contó NamJoon cargando con una leche de plátano que seguramente era de su hijo. YoonGi se preguntó en qué momento apreció y desde cuándo estaba parloteando sobre JungKook. Formuló un sonido para darle pie a continuar e indicarle que escuchaba, retomando la tarea de empacar sus cuchillas y el resto de su equipo—. No lo entiendo bien. Pero su entrenador trajo a su ex esposa. Ahora lo está regañando día y noche.

—Ya veo. —Contestó con simpleza, sin levantar la cabeza ni detener sus acciones.

—¿No te parece malo que hable con tu competencia? —YoonGi sacudió imperceptiblemente la cabeza. Su amigo buscando extender la plática agregó otra frase al azar —Es como ver a JungWoong cuando sea adolescente.

—Sí. —Afirmó. Aunque rogaba que JungWoong no deseara patearle el trasero cada vez que tuviera la oportunidad, lo agradecería mucho.

—¿Ya terminaste la música del programa libre?

—Todavía no.

—¿Eso te tiene tan distraído? —NamJoon iba a reprocharle hasta que en la pared trasera se escucharon los gritos a carcajadas de su hijo.

—¡Basta, JiMin Hyung!

—¡A mí también me parece muy divertido! —Respondió en cambio JiMin.

YoonGi dejó que las comisuras de sus belfos se levantaran con suavidad. Porque JiMin aún no dominaba del todo el coreano y seguramente no podía comprender en su totalidad a JungWoong, pero se esforzaba y nunca lo aportaba por más que no entendiera sus balbuceos.

JiMin hace que JungWoong sea el niño que es y no el adulto que ha aprendido aparentar.

Se acomodó el marco de sus lentes dejando de escuchar los gritos imaginando que el niño logró que cesara su juego. Entonces recordó que NamJoon le preguntó algo y se volvió a responder pero la expresión en la cara de su amigo lo hizo detenerse.

—¿Qué? —Preguntó extrañado después de un rato en dónde seguía siendo observado gélido por NamJoon.

—No es la música lo que te tiene tan distraído, ¿cierto?

—¿Qué? —El tono de su voz cambió ante la acusación. Juntó las cejas con confusión, NamJoon parecía no tener intenciones de retractarse.

—Se trata de JiMin —YoonGi unió sus cejas, arrugando en exceso su entrecejo. ¿JiMin? ¿Qué tenía él?—. Hyung, quiero darte un consejo— La expresiones en su amigo más joven se suavizaron. El pelinegro tuvo la impresión de que tomó años de edad en cuestión de segundos. Le recordó al difunto señor Kim, la misma mirada amorosa, paciente y sabia, es por eso que asintió para que prosiguiera confiado en su totalidad. Seguramente NamJoon le dirá que no se presione con la presencia de JiMin o algo parecido. Sin embargo, lo que dijo su amigo es completamente inesperado— no te enamores de JiMin.

YoonGi boqueó visiblemente afectado dejando de respirar un breve tiempo de la impresión.

NamJoon se sintió tranquilo porque si YoonGi tenía esa expresión significaba que no esa descabellada idea no cruzado por su mente ni un instante. Todavía existía tiempo antes de ver a su amigo destrozado.

—¿P-por qué no? —Parece ser el turno de YoonGi para sorprenderlo. ¿Qué es esa respuesta? Aparte de avergonzado, se encontraba a la defensiva y eso era completamente nuevo. NamJoon recompuso su gesto para no mostrarse tan asombrado como lo estaba.

—No terminará bien. —YoonGi ladeó la boca, comenzando a ofenderse mortalmente serio. NamJoon tiene la misma imagen de JiMin que Nochu.

—No lo sabes —Otra vez NamJoon despabila y recompone, nuevamente. YoonGi se pone de pie, herido y por consecuencia levemente de malhumor, guardando las cosas dentro de su mochila con torpeza—. No lo conoces realmente.

—No necesito conocerlo... Para saber que no encajará contigo.

El mayor se congeló sobre su sitio sintiendo algo extraño sobre su pecho. ¿Qué? ¿Por qué esas palabras son como una verdad pesada? ¿Por qué de la nada algo le duele?

—¿El problema...? ¿Soy yo? —No pudo evitar que sus preguntas no sonaran heridas. NamJoon lo notó por fortuna.

—No es un problema, eres demasiado... Noble, Hyung. No tienes malicia en las relaciones. —Se apresuró a explicar, pero, eso no le sirvió de consuelo a YoonGi.

Se mantuvo en silencio, apretó los labios, caminó sujetando las correas de su bolso. Rodeó a NamJoon dejándole más palabras en la boca y se dirigió a la salida arrastrado su cuerpo.

Al pasar notó a JungWoong sentando al lado de JiMin bebiendo leche de plátanos, si no tuviera ese malestar se habría sonrojado al notar que el ruso le sonrió desde que lo vislumbró.

—Me voy a casa. —Dijo al pasar a su lado y ni siquiera le dio tiempo a JiMin a levantarse para acompañarlo o despedirlo. Extrañado observó su espalda encorvada y supo que algo no andaba bien, así que se dirigió rápidamente hacia NamJoon para preguntarle, echándole una última ojeada al exterior. YoonGi desapareció entre la lluvia sin mirar atrás.

[⛸️...]

—¿Aún no eliges la música?— Le preguntó JiMin tocando con su dedo índice su grueso labio inferior. YoonGi sostenía la valla que lo separaba de su entrenador, en la orilla descansaba la caja de pañuelos con forma de un esponjoso poodle café y el termo con agua de JiMin.

El pelinegro respiró pesadamente, tenía la cabeza gacha prefiriendo mirar la pista que al patinador mayor.

—Estoy componiéndola, pero... Todavía no...

—Cree más en ti mismo—Le interrumpió con desaprobación y luego retomó su forma dulce de hablarle—. Intenta recordar algo de cuando tu novia te quería...

—¡¿Ah?! —Gritó. Al instante abrió los ojos asustado, llevando sus manos para tapar su boca. Le levantó la voz a JiMin, asustado agitó las manos en el aire esperando cualquier reacción del contrario— ¡Lo siento! Es que acabo de...

El hombre de mechones grisáceos le sonríe suavemente, haciendo que YoonGi se pregunte cómo las personas ven él alguien con feos colores en el alma.

—Ah, es verdad, nunca has tenido novia —YoonGi cerró los ojos apenado, inhalando con fuerza, tragando el sabor amargo dentro de su lengua, ¿otra vez eso? Quiso agregar algo diciendo que tuvo una en secundaria. Se arrepintió en un santiamén, no era eso no era más que un juego de niños y seguramente también él sea un niño, se le cayeron los ánimos—. Terminemos por hoy, recoge tus cosas.

Salió de la pista sin decir ni una palabra, con Holly pisándole los talones, ansioso por un poco de atención. Abrió y cerró las puertas con rapidez evitando que JiMin intentara seguirlo y se sentó en las bancas metálicas de la sala contigua. Se quitó los patines lentamente, notando que la piel le ardía bajo la planta, conocía es sensación extrañamente familiar. Mordió su boca esperando que no fuera lo que creía.

Se alzó un calcetín para comprobar sus sospechas y suspiró de frustración al notar lo maltratado que estaba su pie de tez blanca con dedos largos y venas resaltantes. Una ampolla le reventó sin aviso, producto de entrenar por tanto tiempo después de suspenderlo por un año. Tenía cortes viniendo en las direcciones, debió ser cuando JiMin entró para enseñarle un paso y trataron de hacerlo juntos aunque no funcionó, era claro que no fue a propósito, coordinarse siempre resultaba complicado al inicio.

El otro pie no estaba menos maltratado que el segundo, hinchados e irritados.

Pensó en pedirle hielo a NamJoon, aunque su enfrentamiento hace dos días todavía le producía malestar. Así que ilusamente pensó que resistiría hasta llegar a las aguas termales de los Min y poder vendar sus pies.

Colocó sus tenis y apretó los dientes conteniendo un quejido, dolía más de lo que creía.

—YoonGi, vamos a algún lado.

Le sugirió JiMin entrando de pronto, YoonGi se sobresaltó. Intentando huir (No huir para él) lo más rápido posible, tomó sus pertenencias y negó.

—Me voy a casa. —Se paró, remoliendo su dentadura ante el ardor, rezando por ser discreto. Con la pista los pies no le molestaban así, debía ser por la adrenalina o la ocupación mental.

—Vamos juntos, entonces.

Sin más remedio, abandonaron la pista. YoonGi respiró aliviado al salir sin tener ningún encuentro con NamJoon, sabía que en algún momento ellos coincidirán y más allá de sentirse abochornado por su actitud de defensa, se molestaría solo un poquito.

Caminaron en silencio por la acera con vista al mar a lado de la carretera, alejándose cada vez más del castillo de Taebong y de la pista.

Entre cada pisada, YoonGi quería detenerse a respirar, sentía que pasaba sobre vidrios ardientes ardiendo sobre la herida de la ampolla seca. El clima casi frío por los recientes días lluviosos a contrario de lo que se esperaba no le ayudaba en absoluto

Un minuto después, supo que intentarlo sería en vano y dejó caerse. El rubor lo alcanzó cuando el ángel de JiMin le observó asustado inclinándose hacia él.

Holly también se detuvo, percibiendo la preocupación en el aire.

—¿YoonGi? ¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien?

—M-mis pies... —Se rindió simplemente por la genuina preocupación de JiMin, además no podía mentirle en lo absoluto.

No faltó agregar nada más, JiMin lo entendió y con ello formó un puchero de protesta.

—Debiste decirlo desde el inicio —Se recompuso y YoonGi lo imitó, intentando dar otro paso. Sin embargo fue detenido por la mano de JiMin que se posó sobre el centro de su espalda anunciando algo, la diestra viajó sin su autorización hacia sus rodillas y en un parpadeo los pies heridos de YoonGi ya no tocaban en el suelo. Era levantado sin ningún tiempo de esfuerzo y sostenido por los formados y cálidos brazos del mayor rodeándolo, logrando que el azabache contuviera todo el aire de la impresión y vergüenza—. Te cargaré.

Anunció lo obvio y YoonGi, bueno, él sólo tenía dos fresas maduras en vez de mejillas.

—N-no tienes qué...—Fue callado por la mirada seria que JiMin le dirigió y comenzó a caminar, no se necesitaba más que eso para callarlo.

Holly los siguió extrañado.

YoonGi recordaría para siempre ese momento.

El pecho de JiMin era más reconfortante desde esa posición y el agarre sobre sus piernas firme pero amable, no parecía tener problema alguno con llevar su pequeño cuerpo a cuestas.

Él titubeó mucho rato sobre el lugar en que deberían ir sus manos; sujetó el suéter azulado de cuello alto (Que a su parecer le sentaba de maravilla a ese hombre) sobre su trabajado tórax. Pero esos pensamientos le avergonzaron con tanta fuerza que pensó en la mejor opción para tener menos contacto sobre su piel, a su parecer era tomarse de su cuello, tampoco quería caer. Cedió ante ese impulso y se sujetó fuerte, dejando que su rostro se escondiera un poco sobre la curvatura de este. Su nariz de botón ansiosa por la extrema cercanía se movió hasta que encontró la fuente de la virilidad, el perfume de JiMin brotaba desde ese punto, seguramente era dónde acercaba la botella dorada en su piel y luego tallaba haciendo círculos. Olía realmente espectacular.

Pensó que el momento no podría ser más mágico hasta que JiMin rió divinamente, el aliento acelerado de YoonGi directo a su piel le causó cosquillas y no contuvo la risita.

Como consecuencia su pecho vibró y tembló un poco.

YoonGi entreabrió la boca, muy sorprendido. Sin poder creerlo, ver sonreír a JiMin a escasos centímetros de separación lo volvía un millón de veces más hermoso y que decir de escuchar directamente el sonido de su risa. JiMin le devolvió la mirada y fue en el momento en que los ojos oceánicos se posaron amablemente sobre su rostro colorado que no pudo soportarlo y decidió esconderse de la vergüenza.

Su entrenador sonrió aún más ante la imagen de YoonGi buscando cerca de sus clavículas para ocultarse.

Se escuchaban latidos acelerados, más fuertes que los pasos seguros de JiMin contra el asfalto, ¿de quién sería? Tal vez de ambos.

Rosas, durazno, ginebra, calor, las manos JiMin sujetando la parte interna de sus rodillas, su respiración apaciguada, un cielo pintado de morado. Los paisajes que veía desde niño, ahora para YoonGi lucían dignos de una fotografía.

La atmosfera era suya, con sus movimientos torpes y con la ropa levemente húmeda por el sudor, ese instante sin duda sería uno de sus momentos favoritos al mirar hacia atrás.

—Cuando lleguemos a casa, trataremos esas heridas. —Explicó sin perder su característica alegría. Y YoonGi sólo estuvo seguro de una cosa, si JiMin quisiera enamorarlo, ni siquiera tendría que esforzarse. Pero YoonGi pensó que no era digno de ese sentimiento.

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