10 ❄︎
Entre gotas de sudor, pieles pegajosas, brincar escaleras, tocar la punta de tus pies y las frases de JiMin como "¡YoonGi! Imagínate enredándote con el huevo. Piensa en el tazón de cerdo." "No veo limpieza en tu pierna libre.", el entrenamiento para el enfrentamiento entre JungKook y YoonGi llegó a su final.
A sólo un día de la competencia YoonGi todavía tenía problemas con sus saltos y evidentemente con la interpretación. Las uñas de ambas manos ya habían sufrido los estragos de su ansiedad y sólo faltaba que se quitara de los patines para morder las de sus pies. Era eso o pedirle su mano a JungKook y si le preguntan a YoonGi, preferiría vivir.
Dejó de observar sus dedos abusados por sus dientes y le echó una ojeada a los alrededores en busca de su entrenador. Esa zona en la pista no le gustaba de niño, siempre había más personas atando sus patines, comprando en las máquinas expendedoras de su costado o saliendo de la puerta de los baños en la pared contaría. Solía haber más personas que dentro de la pista y eso lo irritaba o aterraba, dependiendo del número.
Esa mañana solo podían escucharse los pasos que seguro eran de NamJoon a la lejanía y algunos gritos de diversión de JungWoong que eran rápidamente acallados por su padre. Gracias a JiMin y su increíble popularidad, la pista de Taebong se reservó en los horarios en que tenían entrenamiento y así la sesión era privada, con la única condición de que fuera en horas matutinos.
Casi pudieron ser las lecciones de ensueño para YoonGi de no ser por ese detalle. Algo que no le motivaba en una competencia era que tuviera abandonar su cama y quizá eso no pasaría si no se quedara a altas horas de la madrugada tocando el teclado sin rumbo. Aunque, esa semana de entrenamiento intensivo no tuvo tiempo ni para dejar sus horas de sueño, ni para quejarse. Muestra de que estaba completamente centrado.
Respiró pausadamente, dándose por vencido en vislumbrar la figura de JiMin. Encendió su teléfono para ver la hora y suspiró al ver que ya iba más de dos cuartos de lo acordado. Sacudió uno de sus pies contra el piso y luego notó que JungKook en una banca al frente parecía igual de impaciente.
Se atrevió a preguntar, mientras restregaba su puño contra sus ojos irritados por los lentes de contacto que utilizaba para las prácticas.
—¿JiMin aún no ha llegado? —Escuchó al menor sacudir la boca.
—Dicen que estuvo bebiendo toda la noche —tomó su termo de agua con la impresión de un león y se levantó con la intensión de iniciar la práctica por su cuenta—. Maldición.
YoonGi lo observó, metió su móvil dentro de su mochila que siempre cargaba, resignado a que JiMin probablemente no llegaría y tenía que practicar uno de sus saltos.
Tuvo una idea que seguramente le regalaría una patada en el trasero, pero prefirió intentarlo.
—Nochu.
—¿Qué quieres? —Preguntó con un leve interés. YoonGi junto sus dos palmas llevándolas hasta tocar su rostro.
—¿Me enseñarías a hacer un salchow cuádruple? ¡Por favor!
JungKook no le respondió, en cambio comenzó a moverse hacia la pista. YoonGi le piso los talones consternado, esperando una respuesta.
Qué no llegó hasta después del calentamiento y fue bastante seca e incomprensible.
—Inténtalo.
—¿Eh? —YoonGi ladeó la cabeza, JungKook se cruzó de brazos sin contestación— Oh, ¿el salchow cuádruple?
—Rápido o te patearé.
YoonGi negó y velozmente se movió hacia la otra esquina de la pista para tener más libertad de moverse, dándole una ojeada de desconfianza al más joven.
—¿No deberías hacerlo antes?
—Yo no soy JiMin, ni tu entrenador, ni seré amable. —Sonrió autosuficiente y entre ese gesto se asomaron unas malas intenciones, como verlo caer un par de veces. Pero YoonGi era ingenuo y en gran parte estaba desesperado, así que aceptó.
Después de ver a YoonGi volar por los aires y aterrizar con rodillas y manos para evitar golpearse el rostro, JungKook bufó irritado, verlo caer sin mayor resistencia le dejó de ser divertido a partir de la tercera vez.
—¡Eres malísimo! —El mayor se levantó arrugando la nariz e intentando darle una mirada fea a JungKook lo que solo terminó siendo adorable— ¿Cómo es que JiMin se encaprichó con alguien sin talento?
YoonGi abrió los ojos sorprendido, dejando de lado todo reclamo por el insulto.
—¿Capricho...?
—Es la única explicación coherente. Además así es JiMin, es caprichoso. Toma a quien quiere y cuando quiere —divulgó sin vergüenza ni remordimiento. Ante el gesto herido del pelinegro que intentó pasar inadvertido pero se trataba de JungKook, él conocía perfectamente las expresiones decaídas de cada oponente que enfrentó desde que era un chiquillo—. ¿Qué pensabas que eras en realidad?
—N-no... —"Su estudiante por azares del destino." YoonGi pensaba en ello, lo creía y las burlas de JungKook ya no le parecían tan abrumadores como lo fueron tiempo atrás. Pese a eso, la garganta se le cerró al pensar en esa posibilidad y dudó.
—No eres más otra de sus aventuras. —Agregó Nochu al borde de la risa, en otra ocasión, YoonGi se hubiera sonrojado hasta evaporarse pero está vez estaba más sorprendido que apenado.
—¿Aventura? —YoonGi se molestó con su cerebro y el bloqueo que le impidió contestar de una forma sagaz, ¿solamente podía repetir todo en forma de pregunta?
—Se cansará de ti una vez que te use, igual que las chicas de su larga lista. ¡Abandonado a mitad del Grand Prix Final!
Rió sin gracia, ante ello YoonGi apretó la boca con fuerza.
—No lo conoces. —Se atrevió a asegurar.
—Tenemos el mismo entrenador desde que debute en junior —Le recordó, siempre manteniendo su mirada puesta en la de YoonGi— ¿crees que no he sabido lo suficientemente de él?
—No lo conoces. —Repitió igual que un escudo que le protegería de las palabras hirientes de JungKook.
—Es evidente que sí pero puedes creer que te eligió porqué eres un prodigio —comentó con sarcasmo—. Ahora, hazlo de nuevo.
—¿Por qué me lo dices? ¿Crees que una baja de mi parte hará que ganes? —Indagó, sorprendente sin estar furioso. JungKook lo analizó con detención y sin deje de burla, resopló.
—Eres demasiado ingenuo y cualquiera podría lastimarte
No, no se estaba burlando. JungKook realmente lo pensaba. Bueno, era algo que cualquier persona alrededor de YoonGi percibía, pero no hay que quitarle crédito a JungKook y su leve buena intención.
—No soy ingenuo. Intentó convencerlo con el tono de su voz pero el rubio dejó escapar una carcajada breve.
—JiMin no es poco profesional —corrigió JungKook, en voz baja, era una confesión en busca de la paz— pero, cuídate.
YoonGi sonrió suavemente.
Con las "pases" hechas silenciosamente, JungKook retomó su práctica e involuntariamente fue menos brusco. Al menos YoonGi no caía si no era necesario.
—Gato gordo, mírame hacerlo otra vez. —Le reprochó con enfado.
—Siento llegar tarde. —JiMin anunció su llegada abriendo las puertas, ambos le miraron sorprendidos. Su melena siempre peinada con finura parecía un desorden cabellos aquí y allá. Dejando de sus ojos dos bolsas moradas colgaban y la piel tenía dos gamas más incolora de lo normal, definitivamente era la imagen de alguien que tiene resaca— ¿Eh? ¿Qué estaban practicando?
—Voy a practicar mi coreografía.
Anunció YoonGi en voz baja. Los dos aprendizajes se alejaron rápidamente cada quien a su lado del hipódromo aparentando que no sucedió ni una mínima interacción entre ellos. JiMin sonrió conmovido.
JungKook en un pestañeo, iniciaba la secuencia de pasos* y entre ellos dejó salir un resoplo. Para él, YoonGi no era más que una piedra en el camino fácil de patear o una persona incompetente, inmadura y demasiado sentimental para intentar tocar el mundo de los adultos. En él, YoonGi no despertaba instintos profundos de cariño cómo en JiMin, al contrario, le irritaba.
Seguramente, venía de una envidia profunda que en su autoconocimiento reconocía a medias. JungKook creció solo entre las pistas de patinaje, las competencias, SiHyuk el anciano controlador y compañeros de sus clases de ballet que dejaba atrás cada vez que mejoraba. YoonGi a comparación con él tenía una madre y estaba rodeado de sus amigos.
"Fuiste el mejor de todos, JungKookie." ¡Mentira, JungKook no estaba completamente solo! La única persona en todo el mundo que le preparaba comida fuertemente condimentada y lo veía como un niño y permitía serlo (En el mundo de los adultos para ganar JungKook tuvo que convertirse en uno de ellos) era ese hombre de barba que a su yo de niño le daba comezón.
Agape... El amor incondicional. Lo acogió después abandono materno con causa desconocida, sin pedir nada a cambio, ni si quiera cariño de vuelta. Le ofreció su calor y JungKookie que estaba tan helado no murió de hipotermia. Para mí, eso es mi abuelo.
Su danza cambió, fue suave y tierna de la misma manera que eran las caricias de su abuelo y las tardes bajo sus abrigos después de sus extremos entrenamientos.
Dejó de ser alguien mundano para convertirse en un ángel amando y su cuerpo lo reflejó.
—Parece que Nochu encontró su Agape —afirmó JiMin para sí mismo, mirando fijamente el cambio radical de JungKook y se sintió alegre de ello—. Tal vez esté listo para el siguiente nivel.
Él no tenía la intención de decirlo para que YoonGi que estaba a unos metros de distancia lo escuchara, únicamente era una reflexión.
Sin embargo, para YoonGi que secaba su frente húmeda por el sudor que escurría de su flequillo detuvo todo movimiento, entrando en pánico. ¿El siguiente paso? ¿También tendré un siguiente paso cuando haga el Eros del katsudon?
Se tensó, dejando el paño para limpiarse en cualquier lugar y volviendo a la pista en cuestión de segundos. Su exaltación llamó la atención de JiMin, pero no le dijo nada, únicamente lo inspeccionó desde su lugar.
YoonGi repitió la secuencia, buscándose y la parte eróticamente varonil que debería tener. El siguiente paso, se decía, recordándolo en todo momento para no olvidar que debía buscarlo.
Pero aún no lo encuentro. Aceptó demasiado y eso le robó un suspiro desde el fondo de su pecho. No tengo la columna vertebral que necesita el programa.
Su apariencia decayó un poco y JiMin pudo sentir desde su lugar el aire triste que emitía YoonGi desde su lugar.
Se rascó una ceja mientras hacía una mohín, por más quisiera quitarle las nubes grises al paisaje del chico era un proceso necesario para su maduración y a YoonGi no le gustaba ser visto como un rival más débil.
Terminó conteniendo con —muchas— fuerzas sus ganas de abrazarlo y se movió hacia JungKook para indicarle un par de ajustes y hacer mejor el programa.
[⛸️...]
—¿Qué harán con los atuendos de mañana? —Preguntó ByulYi desde su lugar, media desafinada y con las mejillas apenas rosadas por el alcohol.
Ya llevaba varias botellas de cerveza y eso podía relajarse hasta al punto de no tener una postura derecha. Ya más borracha, era brutalmente honesta hasta ser cariñosa y sentimental. Una ebria que sin duda le agradaba más a YoonGi que su padre el descontrolado, en cualquier sentido.
—Ah, lo había olvidado. —Expresó YoonGi con la boca llena de hojas de lechuga.
JungKook alejó el envase de leche de plátano de su boca para hablar.
—Yo no traje nada.
El peligris que estaba tomando un frasco de Soju frío, terminó de empinarlo en un largo trago e hizo un sonido de placer.
—Eso está resulto —formó el símbolo de "amor y paz" con sus manos en dirección a ByulYi—. Hice que enviaran desde Rusia los trajes que usaba yo.
—¿Eh? ¿Algo que usaste tú? —Le cuestionó con ironía JungKook dejando vacía el empaque de malteada que sorbía. YoonGi casi rueda por todo el piso de la impresión parpadeando corazones, en su cuerpo delgado no cabía tanta felicidad. Se trataba de la ropa de JiMin en las competencias que miraba con HyeJin por televisión, no se podía explicar el sentimiento ni la adrenalina.
—Por supuesto, podemos verlos cuando terminen.
—¡Terminé!—Gritó de inmediato YoonGi apartando su tazón con restos de arroz y mirando con suma emoción al hombre a su frente. JiMin le sostuvo la mirada por un instante, ensanchado su sonrisa en el momento en que el menor la apartó rápidamente avergonzado.
Si algo que JiMin aprendió recientemente de YoonGi era que si le observaba por ratos muy largos y fijamente, inmediatamente lo notaría y huiría. Si se trataba de él se volvía tan fácil abochornarlo y terriblemente tierno en sus reacciones exaltadas.
Los tres se encaminaron a la habitabilidad de JiMin, con YoonGi dando brinquitos a escondidas y JungKook arrastrando los pies con si recurrentes mala actitud.
Apenas el dueño abrió la puerta, YoonGi se lanzó como un rayo sobre la pila de las maletas, baúles y cajas decoradas con estampados dorados y patrones elegantes, se esfumó su parte reservada con los objetos ajenos. JiMin le pareció ver a un niño abriendo los regalos en una mañana de navidad.
Nochu con el entusiasmo apagado se hizo paso entre el montón de cosas para comenzar a escavar por su cuenta para no quedarse atrás.
—¡Ah! —Chilló YoonGi con excesivo entusiasmo cuando tuvo el primero en su tacto.
—Hay muchos que lucen ridículos.
JungKook miró con pena la ropa y se sintió mal por él mismo. Ni modo, tendría que usar algo de ese humillante repertorio.
—¡Es el del Gran Prix Final del año pasado! —Si YoonGi no estaba llorando o gritando más alto, era porqué en una parte de su conciencia aún recordaba que había más gente dentro del cuarto. De no ser así, bueno, lo más probable es que su dignidad lo hubiera abandonado.
Detalló con sus dedos temblorosos, las tiras doradas y el tinte púrpura oscuro que diluía entre las mangas. Recordaba ese traje, además de ser el diseño que tenía la funda de teléfono de JiMin, observó esa presentación en vivo, entre lágrimas contenidas por perder.
—¡No elijas uno más llamativo que yo! —Gritó JungKook. YoonGi ni si quiera pudo escucharle dentro de su burbuja de emoción. El sonido de un broche abriéndose pesadamente le llamó la atención, atraído por eso observó la prenda doblada que el rubio extraía de un maletín.
—¡Oh, ese de hace cuatro temporadas! ¡Su famoso traje de rejillas, cuando interpretó la canción Serendipity! —JiMin elevó los inicios de su boca, YoonGi no era cualquier fan, ni uno por tendencia—. Parecía un ángel.
—Se parece a Agape.
—¡Te quedará genial, pruébalo! —Le ánimo el pelinegro, alzando su pulgar en señal de apoyo. JungKook le miró extrañado, aun así se levantó y abandonó el cuarto.
—Nochu se quedará con ese, le quedará bastante bien. —Comentó JiMin. Tenía razón, JungKook no era precisamente delgado para su edad, seguro que le sentaba lo suficientemente bien para no impedirle realizar algún movimiento.
YoonGi asintió con un sonido, prosiguiendo con su tarea que dejó de ser buscar su propia traje, si no, admirar los de JiMin.
Gateó hasta el lado del mayor, JiMin debatió internamente si debía pegarle una palmadita amigable en el trasero y al final terminó observándolo sentarse sobre sus talones decepcionado por no haber actuado rápido.
—¡Este es el del Mundial Junior!
Lo desdobló cuidadosamente acariciando la pedrería perfectamente incrustada que trazaba un camino inclinado.
—Ah, como tenía el cabello largo llevé un traje sugerente para hombres y mujeres. —Memoró.
Inevitablemente YoonGi también lo hizo.
Cuando le conoció, YoonGi no era más que un preadolescente con problemas de autoestima gracias al descontrol de su padre con el alcohol e inseguridades de su personalidad.
No le atraían las niñas, HyeJin le parecía bonita, del tipo de su madre. Su madre igual lo era, aunque siempre estuviera cansada. Era callado y se la pasaba haciendo rimas con los saltos del patinaje. JiMin le regaló amor, le mostró la belleza en cuestión de segundos. No importaba que no estuviera viéndole, que no respiraran el mismo aire, YoonGi sintió la conexión que se tejió sin su permiso pero tampoco se arrepentía.
Jamás olvidaría todo lo que ese hombre hizo por él, tan sólo dejando caer su coleta sujetada firme mientras el resto de su cuerpo se amoldaba a la ola del movimiento. Sentía cosquillas bailar dentro de sus extremidades.
Por eso lo que él sostenía en ese momento, valía muchísimo más de lo que cualquier espectador podría mirar.
Ya veo.
—Escogeré—sonrió con tanta fuerza que se formaron arrugas sobre la comisura de sus ojos, en la boca los pequeños dientes le abrieron paso a una encía rosada y reluciente, la expresión más alegre que había visto jamás en el joven. JiMin fue golpeado por esa fotografía tan fuertemente que sintió que desfallecería del endulzamiento, le regaló la sonrisa más amable que miró en toda su vida y le encantó —este.
—YoonGi...—Lentamente, el mundo giraba de esa forma o era quizás que YoonGi siempre se sentía de esa forma cuando JiMin tenía algún contacto íntimo.
Apenas estaba volviendo el rostro hacia el peligris cuando algo húmedo se impactó contra su mejilla, era suave, terso y cálido. El beso que JiMin obsequió para él sobre sus mofletes no duró ni dos segundos pero la marca en su piel ardió incluso cuando JiMin ya se había acomodado de nuevo en su sitio con esa sonrisa coqueta y bromista.
El azabache sólo atinó a abrir y cerrar la boca mientras un rubor escalaba por su rostro hasta dejarle un sonrojo completamente notorio.
—¿Q-q-qué? —Al final terminó adquiriendo la tonalidad de una manzana madura y casi se podía oír un silbido anunciando su estallido de vergüenza.
—Ve a probártelo. —Le animó el mayor. Tardó más de medio minuto en comprender y cuando lo logró, huyó, echando humo por las orejas.
[⛸️...]
YoonGi apretó a Holly contra su pecho intentando cerrar sus ojos y dormir de una vez por todas.
El siguiente día en la mañana sería la competencia, no podía darse el lujo de desvelarse por cualquier motivo.
—Aventura...—Musitó apenas audible. Acariciando con suavidad el pelaje rizado del poodle que reposaba aplastando su estómago— ¿Capricho? ¿Se trata de un capricho? Bueno, si es así fuera, soy afortunado porqué JiMin tuvo un capricho conmigo, ¿No es así, Holly?— Evidentemente Holly ni se inmutó ante su pregunta y YoonGi abultó sus mejillas desganado—Pero, aventura...—La palabra aventura para YoonGi, no era algo que le trajera confort. Una vez su padre se besó con una mujer igual de ebria que él, haciendo un escándalo en el hotel. Ya con la consciencia medio despejada se arrodilló a pedirle disculpas por su enorme error. YoonGi todavía era un niñato en ese entonces, cuando si padre le dijo que fue una "pequeña aventura" comprendió que visitaba constantemente a la mujer y engañaba a su madre.
Aunque no recordara con claridad el orden de los sucesos, la palabra le disgustaba. Y entre más lo pensaba más le disgustaba el contexto en el que lo usó JungKook. JiMin vino a entrenarle, ámbito profesional, no existía una trascendencia a eso. Le tomaba la mano, porqué así era él, le decía que se veía apuesto porqué así era y le besaba la mejillas como muestra de afecto. ¿En Rusia tienen esas muestras de afecto? Seguro que sí y YoonGi no lo sabe.
Estiró su brazo para buscar a ciegas su teléfono y tomándolo lo acercó a su rostro libre de anteojos. Abrió el buscador y en vez de teclear muestras de afecto en Rusia, sus dedos se movieron con fuerza propia.
"Parejas de Park JiMin".
Ni si quiera se cuestionó que estaba buscando, su cerebro se había desconectado del control manual y la conciencia que siempre le reprochaba o humillaba de algo de pronto se cayó.
Una larga lista de mujeres apareció y YoonGi se sintió sorprendido. La mayoría de ellas eran especulaciones, así que las relaciones verdaderas se reducían, sin embargo seguía siendo un número grande. Apreció un par de fotografías, chuecando la boca. Generalmente, todas ellas tenían ojos llamativos, un cuerpo admirable y pieles bronceadas. Golpeó su lengua contra la mejilla insistentemente. Sin saberlo, YoonGi se adentraba a la boca del lobo a la que NamJoon temía y una vez entrara del todo, seguro sus inseguridades no le dejarían salir tan fácil.
Reprodujo un vídeo donde JiMin se veía claramente ebrio coqueteando con una patinadora de las ligas femeninas en París. Ese no es JiMin. Afirmó convencido, repitiéndolo varias veces recorriendo las facciones del chico en la pantalla para compararlas con su entrenador.
Supo que era suficiente al encontrar la imagen de su ídolo saliendo de un hotel de mala fama contra de ellas. Ese tampoco es JiMin.
¿Y qué si lo era? Le riñó su conciencia, podía ser el galán y conquistar a las mujeres a diestra y siniestra, más que una figura pública tenía la oportunidad de deshacer y rehacer su vida personal, a nadie debería importarle. Podía.
YoonGi suspiró bajo, esa era la historia que JiMin le presentó en su programa, ¿partía de él, partía de sus aventuras? Puede que sí. Y en ese caso, YoonGi tampoco podía ser un capricho, porqué él no era la mujer más bonita de la ciudad a la que correría por conquistar y luego desecharía sin mirar atrás. No lo era.
De repente una idea alocada que podría funcionar llegó a su mente. Dudó un poco hasta que encajó perfectamente y notó que necesitaba ayuda.
Finalmente, YoonGi brincó de la cama despertando a Holly, cambió su pijama por ropa de entrenamiento y corrió por los pasillos del hotel para escapar sigilosamente.
Comprobó la hora en el trayecto y mordió sus labios, era demasiado tarde, seguro que ByulYi le echaba a patadas de su casa. Llegó mojado por la brisa nocturna y tocó el tiemble un montón de veces hasta que su maestra apareció por la puerta en bata, con el cabello mal atado y el rostro adormilado.
—¿YoonGi? —Preguntó fastidiada por ser despertada. Rodó los ojos, ella sabía que algo así pudo pasar— ¿Ah, quieres ensayar en mi estudio a estas horas?
—Necesito que me enseñes algo. ¡Por favor, Noona!
*Secuencia de pasos: Es un elemento del patinaje artístico sobre hielo obligatorio en cualquier competencia, que se trata de una serie de pasos y giros que describen trazas o trayectorias prescritas sobre la pista de hielo.
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