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01 ❄︎

YoonGi se relamió los labios y arrugó el entrecejo cuando deslizó su dedo contra la pantalla y encontró una imagen de sí mismo en el "Kiss and cry"* con SungDeuk tomándole los hombros, consolando su evidente tristeza. "¡Se acabó la temporada para el patinador surcoreano Min YoonGi!"

Encabezado pretencioso e incierto. Se dijo apretado la boca, cambiando de imagen para encontrarse con la del ganador del Grand Prix* Final. Esbozó una pequeña sonrisa, al menos JiMin seguía siendo la estrella y su común fulgor.

—¡No leas las noticias, YoonGi-ah! —Exclamó su entrenador, intentando arrebatarle el teléfono—, ¡son puras mentiras!

SungDeuk era un hombre ya de treinta años, amable, alto, delgado y con su rostro denotando su nacionalidad de pelo azabache, de vez en cuando le crecía una leve barba en el mentón aunque ni eso mataba su aire juvenil.

—SungDeuk-nim, dice que se acabó la temporada —apretó aún más las cejas, sosteniendo el teléfono y apartándolo de SungDeuk. El hombre mayor chasqueó la lengua y se cruzó de brazos como si estuviera reflexionando—. Dame un segundo... —Pidió poniéndose de pie y buscando en la lista de contactos el nombre de su madre— Hablaré con mi madre.

Le anunció a su entrenador mientras se ponía de pie y caminaba hacia los baños.

—¡YoonGi-ah! —Gritó SungDeuk esperando detenerlo. Cuando al chico perderse entre los pasillos suspiró y se talló la cara con estrés.

Siendo honesto... Realmente pensé que...

El patinador negó con la cabeza abriendo la puerta de los baños. No podía ganar nada bueno con recordarse sus metas quebradas por el fracaso, no quedaría más que arráncaselas a la fuerza y evitar la amargura.

Entró a un cubículo y presionó el ícono de teléfono sobre el número de su madre vagamente dejando que el timbre sonara. Contempló fijamente la pared roja enfrente suyo, sumido en sus pensamientos. Soy uno de los mejores patinadores certificados por la ISU*. Se repitió, una y otra vez, intentado crear un mantra que le diera algo de certeza.

¡Hola, YoonGi, cariño!

La voz de la mujer por la bocina le hizo parpadear y salir de su ensoñación. Ella a diferencia de él, portaba de un timbre de voz algo agudo que se endulzaba en sus momentos amorosos, YoonGi sabía que él era más como su padre, uno ronco que daba la finta de ser varonil.

—¿Sí, mamá? ¿Te desperté?

No, no, no. Estaba ocupada.

—¿Estabas viendo la tele? Oh, mamá... —Sonrió sabiendo de los hábitos que solía guardar su madre, aún con el paso de los años y sintió un extraño abatimiento nostálgico abordarlo sin sutileza.

—Ah, sí. Estabas en las noticias —Se escuchó el sonido de la interferencia al otro lado de la línea dando la impresión de que su madre se movía—. Cuando vengas podrías hacer una visita pública, le hace falta gente a nuestras aguas termales.

—¿Qué? —YoonGi apretó los labios, sintiendo el calor acumularse en sus mejillas de la vergüenza—, ¡no, mamá!

¡Eish, YoonGi! Deberías hacer algo. Ahora que eres una figura pública con talento.

YoonGi jadeó en silencio, su labio inferior se sacudió hacia abajo y la humedad llegó hasta sus ojos.

—Lo lamento, yo... —Se relamió los labios y sorbió rápido por la nariz, gangueó un poco al hablar—. En realidad metí la pata.

¿Qué? Ah, hijo... Si te refieres a lo del e... —Alejó su teléfono de su oído dejando caer su mano sobre su muslo y colgó. Un sollozo terminó por escapar de su boca y luego los ríos salados barriendo por sus mejillas, hizo puños sus manos y se talló los ojos, por debajo de los lentes de marco azul. Aspiro lentamente intentando retener algo de compostura y dignidad.

En ese instante, un golpe contra la puerta del cubículo logró que se sobresaltara. Rápidamente acomodó los lentes sobre el puente de la nariz se pasó la manga para tallar el rostro y con los dedos temblorosos deslizó el seguro y tiró de la perilla.

—Lo siento, está ocupa... ¿Eh? —murmuró confundido encontrándose con un chico unos centímetros más bajo que él con una mirada enfurecida. Debía ser bastante joven por la apariencia, también tenía un aura madura, rusa y totalmente intimidante rodeándolo.

Puede que fueran los largos cabellos de oro cenizo que caían cubriendo hasta sus pómulos y se sacudían con cada respiración furiosa que daba, las fosas de su nariz rectangular que aleteaban con fuerza o podían ser los ojos verdes casi obscuros que le veían tal alguien sin importancia y molesto. Fuera lo que fuera YoonGi sentía que en cualquier instante el vándalo ruso le daría una patada en el trasero que lo haría regresar volando hasta Taebong.

Usaba una chaqueta distintiva del equipo ruso con bordillos de colores rojos y azules (YoonGi la reconocía porque JiMin usaba algo del mismo estilo en el evento cuando no portaba sus bellísimos trajes), pantalones deportivos marinos que ceñían con pereza parte de sus muslos. Raramente usaba un par de tenis negros de cuero con estampado de piel leopardo en la orillas.

YoonGi tragó saliva subiendo la mirada hasta volver a subirla a los ojos del joven. Era casi imposible, le parecía escalofriante.

Jeon JungKook. Ganador del oro de la competencia juvenil con unos resultados sorprendentes, parte del equipo ruso con JiMin.

Con total seguridad levantó su mano y señaló a un tembloroso y asustadizo YoonGi.

—Oye —le dijo, YoonGi se preguntó cómo es que una palabra podía sonar tan autoritaria—, el próximo año estaré en la división senior. Vuelto esto más fácil y retírate, los incompetentes no deben competir. ¡Idiota!

Le escupió del enojo y luego se alejó dando zancadas largas metiendo las manos en sus bolsillos.

YoonGi balbuceó una respuesta en silencio y al final, terminó mirando sus pies.

Aunque lo dejara, irían apareciendo miles de jóvenes patinadores con talento.

Quién sabe cuánto tiempo permaneció allí dentro pensando que cuando abandonó los sanitarios los competidores que si habían calificado al siguiente evento ya caminaban por la sala de apertura con sus entrenadores, demás celebridades y familiares.

Caminó hacia el pasillo, buscó con la mirada la silla donde había estado sentado con SungDeuk y su maleta. Ahí estaba su entrenador cruzado de brazos, esperándole.

—¿Quiere que te ayude con tu equipaje?

Preguntaron en su espalda.

—¿Ah? —soltó confundido girando sobre sus talones para encontrarse con él con una rapidez bastante torpe.

No había nadie en el mundo, ni nada. Qué significara lo mismo que Park JiMin para Min YoonGi.

Por eso enmudeció y sintió el aire abandonar los pulmones cuando el nombre caminó a unos pasos de su costado, bailando en su andar.

Casi comienza a hiperventilar cuando JiMin dio unos pasos hacia adelante, sonriendo, acunando sus mejillas tras sus ojos. Acomodó con sus cortitos dedos su flequillo hacia atrás que rebeldemente volvió a posarse hacia adelante, escondiendo uno de sus ojos deslumbrantes y despejando un trozo de frente. Llevaba puesto un traje deportivo rojo con el logo del equipo ruso en la espalda y la medalla de oro que recién acaba de ganar colgaba de su fino cuello hasta danzar en su pecho.

YoonGi lo hubiera contemplado una eternidad hasta que una voz irritada sonó detrás de él.

—Tsk, ¡deja de verme como incompetente! —Gruñó JungKook sosteniendo una gran maleta con estampado de tigre, tirándola con grandes empujones avanzando hacia JiMin. Pasó empujándolo levemente, YoonGi estaba tan concentrado que simplemente lo ignoró y siguió admirando el perfil del ruso mayor.

Tenía tanta presencia y bondad desbordando de sí, incluso mirando con reproche a JungKook por su actitud pedante. Negando agitando su mano llenos de anillos en el aire con elegancia.

Debió admirarlo por mucho tiempo, fijamente porque pronto JiMin dejó de prestarle atención a JungKook.

—¿Quieres una foto? —Le preguntó, está vez YoonGi supo que se estaba refiriendo realmente a él y sus ojos se abrieron en un parpadeo y un rubor bañó todo su rostro hasta alcanzar su nariz— Claro.

Dijo, con la misma amabilidad que trata a sus fans. YoonGi jadeó casi herido y desvío la mirada tomando su maleta, pasando de largo.

Qué humillante. Pensó con lástima.

—¿YoonGi-ah? —Preguntó SungDeuk— ¿No quieres una foto con JiMin? ¿YoonGi-ah?

Él sólo caminó en silencio yendo hacia la salida del estadio, ignorando la mueca de confusión de JiMin.

Fui un idiota al creer que podría conocer a mí ídolo... en el mismo recinto.

[⛸️...]

Ha pasado en un año desde eso. Se recordó, analizándose frente al reflejo del ventanal del metro.

Abultó los labios cuando su vista cayó en el bulto de ropa sobre su torso, llevaba casi cuatro abrigos y no precisamente por culpa del clima frío. No había cambiado mucho más que eso y las mejillas gorditas, aunque podía culpar a los atracones de comida en sus constantes bajas emocionales.

Fajó el gorro gris de lana que llevaba puesto para ocultar su melena y subió los lentes que iban sobre el puente de su nariz. Aún seguía siendo un pelinegro paliducho, con el mismo armazón de anteojos viejos.

Desbordó del metro estirando su cuello y tirando de la agarradera de su viejo equipaje.

Aunque el lugar no parece ser el mismo. La estación está toda modernizada.

Bueno, había estado cinco años fuera de Taebong, era evidente que las cosas no seguirían iguales. Miró hacia los lados admirando las remodelaciones. Las bancas y viejas maderas de madera habían cambiado totalmente para darle paso al metal y unas escaleras eléctricas.

Bajó la mascarilla blanca hasta la barbilla y dejó escapar el aire caliente, volviéndose una mancha de humo.

—¡YoonGi!

YoonGi apretó los labios en una fina, sintiendo un escalofrío correr rápidamente por toda su espina dorsal reconociendo ese grito de regaño en cualquier lado del mundo.

—¡¿ByulYi Noona?! —Se cuestionó con una mezcla de sorpresa y terror.

—¡Bienvenido tras cinco largos años! —Le saludo ella, apoyándose sobre la punta del pie derecho y deslizando la pierna izquierda hacia arriba mientras extendía un cartel con su nombre.

—¿Qué, qué haces aquí?

—¡Párate derecho! —Inmediatamente YoonGi levantó la espalda y acomodó los hombros contemplando con miedo a la mujer de cabello, ¿Violeta? Amaba teñirlo, eso lo recordaba bien. ¿Pero cómo es que...? Ah claro. Ella sabía perfectamente cuándo iba a venir. ¡Qué aterrador!

Gritó dentro de su mente, fingiendo un intento de sonrisa, con un tic tirando de su ojo derecho.

—¡YoonGi, YoonGi, date prisa y ven aquí! —El pelinegro dudó. Hasta que escuchó un par de señalamientos sobre él y rápidamente metió la mano en su bolsillo buscando wons para pagar la barra de acceso y poder irse.

—¿Ah, ese no es YoonGi?

—¿El patinador que perdió?

—Tenía tiempo que no sabía de él...

—¿Recuerdas que el año pasado perdió la competencia?

—¡Y-yo no...! —Intentó explicar.

¿Qué debía decirles? No había nada que explicar, todo sucedía como rumoreaban las personas.

Perdió en el Gran Prix Final a mitad de temporada, con el fracaso no pudo seguir adelante y falló en las competencias nacionales. Quedó tan lejos de llegar al mundial y la temporada terminó para Min YoonGi.

Ah sí, su perro Chimmy murió durante el tiempo de estar fuera de casa y fuera de la competencia.

Después de esa caída tan estridente en su carrera como patinador buscó terminar la universidad artística en Detroit y terminar una licenciatura en compositor, más como un plan B, patinando los fines libres en las pistas americanas donde nadie le reconocía y podía pasar la aflicción de su declive.

Ahora que se había graduado los pagos de la academia se habían terminado. No había nada que hacer en Estados Unidos y tras separarse de SungDeuk como entrenador YoonGi se imaginó que volver a Taebong no sería tan malo, al menos imaginó que su cráter en el patinaje había quedado en el olvido.

—¡Bien, bien! Vamos a saludar a todos. —ByulYi arrastró de la muñeca a YoonGi, después de pedirle (Amenazarlo con la mirada) que saludara a sus fans. ¡Esos no eran fans!

—¿Y tus clases de ballet? —Le preguntó buscando tiempo, arrastró los pies con algo de resistencia.

—Cerramos. Bueno, no es como si hubiera muchas alumnas, cada vez menos gente patina...— Suspiró con decepción, hasta que vio sobre su hombro a YoonGi y le sonrió— Deberías animar las cosas por aquí —El chico se tensó y detuvo se golpe—. ¿Eh, qué pasa?

—Ah, estoy cansado, es todo.

Explicó bajo, rascándose el lóbulo de la oreja.

[⛸️...]

Taebong era una ciudad amurallada pequeña, que colindaba con el mar, no se parecía en nada a la gran ciudad de Seúl o incluso a Busán. Las calles eran estrechas y las rutas llevaban siempre al mismo lado. El único eslogan del lugar era el castillo de Taebong, sin bases históricas más que una antigua casa de ninjas. Antes existían baños de aguas termales más que cualquier cosa, sin embargo todas quebraron y sólo terminó por medio sobrevivir de la familia Min gracias a la fama que YoonGi había acarreado en su época de apogeo.

Todo parecía simplón en Taebong y era que en realidad así era, al menos, así era como veía las cosas YoonGi.

El camino a las aguas termales YoonGi caminaba al lado de ByulYi, mordiendo las uñas de su pulgar. Sumidos en un casi silencio que pudo ser agradable de no ser por la ansiedad del pelinegro y la renuencia a seguir algún tema de conversación.

Hablar de lo que tenía en común con ByulYi le parecía una granada directa en el alma sensible.

La entrada al hotel de las aguas termales era sencilla, una pagoda en madera con el nombre del lugar tallada a mano. YoonGi recuerda a su padre lijando la madera a mano con algo de desdén, él no podía verlo así en ese entonces y lo único que existía era un sentimiento de admiración profundo.

Rodearon la entrada principal porque seguramente a esas horas el reciente tendría un par de hombres bebiendo Soju, enteraron por la puerta trasera.

YoonGi rápidamente se deshizo de los zapatos sin preocuparse en tomar unas pantuflas.

—¡Señora Min! ¡Traje a YoonGi a casa! —gritó ByulYi intentando despojar a YoonGi de uno de sus sacos como acto de amabilidad. El pelinegro negó con la cabeza asustada mientras sostenía fuertemente la ropa y se aferraba a ella.

Los pasos contra la madera les hizo detenerse a ambos de su pequeño forcejeo y fijarse en el frente adelante.

YoonGi reconoció a su madre como la mujer de baja estatura, piel nívea y una maraña de cabellos negros enredada en un peinado mal sujetado, usando prendas tradicionales y mal cuidadas.

Le sonrió suavemente, balanceándose sobre la punta sus pies y moviendo sus falanges alrededor de la agarradera de su equipaje, nerviosamente.

—¡Moon-ssi! Gracias por ir a buscarlo. —La bailarina imitó un sonido afirmativo.

—Volví... Lamento haberme ido por cinco años.

Se sinceró.

La señora Min agitó las manos con una mueca tranquila.

—No, no. Perdóname a mí por no poder ir a tu graduación.

YoonGi se relamió los labios, luego se encogió de hombros dándole a entender que no importaba. No es que realmente no le hubiera gustado ver algún rostro familiar en el momento en que recibió su certificado como compositor. Pese a eso no iba a guardar rencores contra su madre.

—YoonGi, me he estado preguntando desde el aeropuerto... —ByulYi habló casualmente, hasta que posó sus ojos curiosos sobre el estómago se YoonGi— ¿Por qué tienes tanta ropa? ¿Algo está mal?

El patinador tragó fuertemente, preso del pánico.

—Pues... —Explicó en un tono bajo intentando escabullirse.

—Quítate la ropa. —Le pidió en un tono falsamente amable, sosteniendo con fuerza las mangas que lo cubrían y el gorro de la nada.

—¡No, por favor! —Gimoteó buscando ayuda cuando le quitaron mayor parte de sus suéteres.

—¡Ah! —Aulló frustrada tomando con fuerza sus mechones— ¡¿Qué le pasó a tu complexión delgada?!

Señaló la abultada barriguita de YoonGi. El chico infló sus mejillas rosadas jalando la tela de su camisa para que cubriera su piel expuesta.

—¡Me deprimí! —Intentó defenderse agitando los brazos.

ByulYi estaba a punto de darle un sermón a decir por la expresión explosiva que tenía.

—Ah, eres igual a tu mamá.

Una cuarta voz se hizo presente en la sala de estar, el hombre con un ligero parecido físico a YoonGi y olor a alcohol se tambaleo, recargándose en un pilar del hotel para sostenerse de su mareo.

YoonGi borró esa expresión de berrinche para pasar a una mueca de seriedad. Observó discretamente a su padre, notando que no había cambiado nada. Luego miró a su madre y se sintió enfadado cuando encontró a la suave mujer pasando sus manos regordetas por el camisón largo que debía cubrir su vientre bajo.

—Señor Min, ¡eso no da risa! —ByulYi ignorando a propósito la tensión del pelinegro lo señaló— ¡Ese no es el peso ideal para un patinador!

—Ah, nunca engordas con facilidad. Los altibajos son malos, ¿verdad, YoonGi?

El acusado apenas le dedicó una mirada al hombre a su costado con olor a alcohol.

—Tienes razón. —Concordó.

—Igual come katsudon* y kimchi. —Dijo en un tono indescifrable, alejándose a pasos y tropezones

El menor de los Min le acechó hasta que el hombre casi borracho despareció de su vista y puso su atención de nuevo en su madre.

—¿Irás a saludar a Chimmy antes?

Preguntó con dulzura, alejando las manos de su cuerpo y posándolas en el cabello despeinado de su hijo.

—Lo sabes, mamá.

YoonGi les regaló una sonrisa a las mujeres que se quedaron conversando junto a la puerta y avanzó hacia el cuarto de culto. En su andar se encontró con el comedor principal donde un par de huéspedes veían el televisor.

Reconoció al instante el hombre atractivo que se bajaba los lentes de sol y saludaba con un guiño coqueto a las mujeres que lo adulaban. Era JiMin, entrando a la pista de patinaje que usaba en San Petersburgo para entrenar, tirando de la correa de su mascota, Holly.

Lamió su labio inferior y siguió su andar hasta llegar al cuarto y con mucho respeto se inclinó hacia el pequeño altar, dónde había una foto de un pequeño poodle voluminoso y café siendo sostenido por un adolescente, YoonGi.

—Lo siento, Chimmy. Me hubiera gustado despedirme. —La lástima era presente.

Exhaló despacio y con la dedicación que requería encendió un incienso con olor a mirra y lo dejó en un copero a que se consumiera.

Luego de un rato algo sofocado por el humo se levantó y se aproximó a la pared de enfrente buscando la ventana. La corrió y el sonido de la madera vieja deslizándose pareció mágico.

YoonGi no estaba listo para dar una respuesta a lo que sucedería con su futuro, era incierto. Su madre le apoyaría y ByulYi lo lanzaría a intentarlo sin siquiera preguntarle, NamJoon lo mismo, sin la agresión.

Aún con todo eso, necesitaba tiempo para tomar una decisión que fuera certera.

Observó la ciudad dormida en un sueño pacífico eterno y pronto se encontró enfocando la construcción del castillo y más importante, la pista de hielo junta a él.

Quizá no era cuestión de esperar tanto.


*Kiss and Cry: Es el área en una pista de patinaje artístico en el que el participante de la competencia y su entrenador a esperar los resultados, se festeja una buena presentación o lloran justo por el contrario.

*Grand Prix: (Grand Prix de patinaje artístico sobre hielo) es un evento de serie de competencias por la ISU, donde los seis mejores competidores de todo el mundo pasarán a una final.

*ISU: (International Skating Union) es el organismo mundial en el patinaje sobre hielo.

*Katsudon: Es un plato japonés, un cuenco de arroz y una chuleta de cerdo rebozada con huevo revuelto y otros condimentos.

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