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Capítulo único

Esparció sus suaves besos por cada rincón de su rostro, acarició sus piernas con una delicadeza casi de cristal, le sonrió con un amor idílico y entre los lentos movimientos de sus caderas al momento de profanar los más profundo de su ser, Yoongi le susurró que lo amaba como a nadie en el mundo, que su sola existencia era un sueño y que no podía pedir nada más en todo el mundo que encontrarse a su lado y al escucharlo, Seokjin se derretía en sus brazos, se ahogaba en su amor, adorando ese trato casi de la realeza.

Agradecía que ese amor sumamente mimoso no fuera solo al momento del candente acto, sino que también al acabar, cuando apenas tenía la energía para respirar, él limpiaba todo rastro de lo ocurrido, le pedía que se bañaran juntos y ya en la ducha, lo mantenía despierto mientras repartía besos cálidos por su cuello, rostro y hombros.

Yoongi era ideal, además de ser el mejor hombre que conoció en su vida, tenía la dicha de poder presumir que su esposo era de los mejores actores de su país, simplemente uno en millón, y por eso, tampoco era secreto para nadie que Seokjin era su mayor fan.
No había film que no hubiese visto de él, desde sus más galardonadas series, hasta las modestas grabaciones de sus obras de teatro en la adolescencia, por lo que su nueva película, no iba a ser la primera excepción a la regla.

Esa tarde lo preparó todo para verla en la comodidad de su sala de estar, tristemente sin el acompañamiento de su esposo porque tenía otros pendientes, pero decidido a no dejar pasar un día más sin conocerla, temeroso de encontrarse en cualquier lado posibles spoilers.

En un principio todo comenzó con naturalidad, escenas aburridas que no llamaron mucho su atención porque Yoongi no era el heroico protagonista del que hablaban, pero con algunas simples menciones, Seokjin ya sabía que Agust D era el nombre del peligroso mafioso, que su encantador esposo interpretaba.

Cuando su fuerte voz resonó por primera vez, Seokjin tembló sin quererlo y dirigió su curiosa vista a la gran pantalla donde lo vio, a su esposo, con una cicatriz vertical atravesando uno de sus ojos, sosteniendo un cigarro con una de sus manos mientras qué, con la otra, apuntaba con un arma a un pobre hombre amarrado a una silla.

«¿Cómo podría asesinarte? Dime... ¿Quieres morir desangrado? No, que poco higiénico, ¿qué tal asfixiado?»

Seokjin casi cae de su sillón por la cercanía casi natural que tuvo hacia su televisión, como si quisiera verlo más de cerca, hipnotizado por lo sexy que percibía esa escena.

Agust D lo sostuvo por el cuello, sonriendo, apagando su cigarrillo en la mano de ese hombre, acercando sus labios a él, lamiendo las aterrorizadas lágrimas que caía de sus mejillas y enredando sus palidas y marcadas manos en su cuello mientras lo insultaba con palabras sumamente humillantes.

Seokjin solo se encontró perdido, nunca lo había visto así, tan salvaje y brusco, gritando groserías que en su vida diaria jamás repetiria, y solo con esa escena, donde él asfixiaba a un moribundo hombre de forma retorcida, su sangre bajó vivaz a su miembro.

Pensar que se excitó con su esposo actuando como un agresivo mafioso, le apenó y todo fue a peor porque siguió viendo esa pelicula, grabando cada escena de Yoongi en su mente, solo para que al terminar, se autocomplaciera con su maravillosa actuación, imaginando que no era su mano sino la de el malhablado Agust D, esa que pálida y grande rodeaba su extensión a la vez que, con la otra, invadía su interior presionado su punto dulce sin pudor, susurrándole lo sucio que era, exigiendo que le obedeciera en todo lo que quisiera y tratándolo como un simple objeto para su única satisfacción, justamente como hizo con mucho de sus enemigos en ese gran película.

Terminó satisfecho, avergonzado y muy emocionado, porque sabía que era de los pocos afortunados que podía llevar esa simple ilusión, a su maravillosa realidad.

La alegría lo consumía, calificó la película con la mejor nota, acomodó con una sonrisa su espacio y terareó contento una canción, ansioso por su llegada, seguro de que él aceptaría mostrarle un poco de ese masculino personaje, simplemente porque su "amorcito", no podía negarle nada.

—No puedo, Jinnie, lo siento.

—Bien, entonces me alistare, te espero arri... ¿Cómo?— Su confianza decayó en menos de un segundo cuando lo escuchó, esa de verdad no era la respuesta que esperaba —Pero ¿por qué?

—Cariño, Agust D es... Difícil, no lo digo por la interpretación sino porque... No soy yo, me parece sádico y violento— Lo mencionaba con un temor tal, que Seokjin solo podía recordar de él lo atractivo que se veía en traje insultando a sus víctimas en la película —Es todo lo contrario a mí.

—Lo sé, Yoon, pero creo que podría ser divertido...— Para ese entonces, ya sostenía a su esposo por el cuello de su blanca camisa, fingiendo un gesto molesto —Es un secreto, pero...— Su voz se volvió un tranquilo y divertido susurró, y mientras mostraba su brillante e involuntario sonrojo, continuó —Me masturbé al verte... Tu voz, tus manos... Casi suplicó por ser el tipo al que asfixiabas.

Lo tenía, porque si con alguien Yoongi se mostraba débil, era con su atractivo esposo y la sola idea de verlo complacerse así mismo, despertaba cada uno de sus sentidos y provocaba un arrepentimiento profundo por no encontrarse en su hogar para verlo.

Vaciló por algunos segundos, para ese entonces los brazos de Seokjin ya rodeaban su cuello y su mirada se encontraba fija en la suya, suplicando sin palabras su confirmación. Finalmente suspiró, sostuvo su cintura con su habitual y cuidadoso tacto, y aún inseguro, asintió.

—Lo haré, pero con algunas condiciones...— Yoongi pudo jurar que no vio tal emoción en su esposo desde que le propuso matrimonio y fue inevitable que no sonriera contento por ello, sentimiento que aumentó cuando él asintió de acuerdo llenado su rostro de pequeños besos —Primero, necesito unos días para repasar el personaje, ya han pasado algunos meses... Y segundo, quiero que me detengas de inmediato cuando creas que es demasiado, Jin, por favor, no podría perdonarme si te hiciera daño.

No supo diferenciar su propia felicidad de lo conmovido que se sintió al escuchar a su esposo hablar, era como si no pensara ni un segundo al hablar y cada sentimiento escapará de él sin filtro alguno.
Seokjin amaba con locura cada aspecto de Yoongi.

En un principio temió que se tomara para mal su pedido, porque por más entusiasmado que se encontrará, no deseaba que sus palabras se malinterpretara y que Yoongi dejara de lado ese empalagoso lado suyo que tanto apreciaba. Pero por suerte, la confianza de su esposo era tan firme que pudo entenderlo de inmediato, de hecho, esa era una de las razones por la que en un principio se enamoró de él, incluso recuerda que en ese entonces solo lo vio como un introvertido cualquiera de su clase, hasta que lo forzaron a unirse al club de teatro.

Yoongi lideraba dicho club y no dudó en mostrarle su natural talento para la actuación en cuanto tuvo la oportunidad, borrando esa imagen de timidez y aburrimiento que Seokjin tenía de él, atrapándolo con una simple práctica y volviéndolo sin querer, solo uno de sus tantos pretendientes.

Si le preguntarán actualmente porque entre tanta gente se fijó en Seokjin, respondería sin dudar que era por su decidida mirada. Sus grandes ojos brillaban con una ilusión y pasión similar a como él se sentía por la actuación, no solo se emocionaba a su lado en cada obra, sino que también lo ayudaba con lo que fuera necesario, se quedaba horas extras decorando el escenario, cosiendo los vestuarios, practicando una y otra vez sus líneas hasta en el papel más pequeño; no había forma alguna en la que no cayera por él.

Desde ese entonces comenzaron a salir, fueron a la misma universidad, decidieron vivir juntos, Seokjin se volvió un importante empresario y Yoongi poco a poco se convirtió en un galardonado actor, y algunos meses después, se casaron en una gran boda en el extranjero.

No era una mala vida, no se ahogaba en una monotonía y si era sincero, no podía pedir más que esa felicidad natural que Yoongi le ocasionaba, aún así, cada día desde esa conversación, Seokjin lo esperaba listo, como si fuera un cachorro ansioso por la llegada de su dueño, siempre perfumado, arreglado, maquillado y peinado.

Pasaron las semanas y poco a poco sus esperanzas de que dicho suceso ocurriera, tristemente se desvanecieron, pero cuando un agotador viernes llegó y escuchó la puerta principal de su hogar ser abierta, sin dudar bajó las escaleras contento y acostumbrado, se arrojó a los brazos de su esposo, siendo empujado casi de inmediato hacía la pared. Sus manos fueron juntadas por detrás de su espalda y un involuntario jadeo escapó de sus labios por la dolorosa sorpresa.

—¿Yoongi?— Fue una pregunta con natural desconcierto, en especial porque era común que él correspondiera a sus abrazos rodeando su cintura y besando cada rincón de su rostro.

—A la mierda con Yoongi, él no volvera hasta que me supliques que me detenga— A Seokjin le temblaron las piernas con solo escucharlo y cuando sintió su miembro rozarlo justo en su espalda baja, entendió qué, quien le agarraba con fuerza, era ese caliente mafioso —Te diré lo que pasará ahora, voy a soltarte, subirás las escaleras y me esperarás en la cama sin nada ¿entiendes?— Él susurraba justo en su oído mientras tanteaba con sus dedos por su cuello hasta llegar a sus cálidos labios, era cuidadoso, pero solo porque intentaba tentarlo, casi torturándolo.

Su lengua paseo por su cuello y cuando Seokjin estuvo a punto de cerrar sus ojos para gemir sin pudor su nombre, Yoongi lo soltó, sonriendo coqueteo, casi engreído, haciéndole un gesto con su cabeza para que subiera de una buena vez las escaleras, solo logrando que le obececiera.

Ya en la soledad de la entrada, al fin pudo suspirar aliviado, nervioso y preocupado, temía haberlo dañado con su empujón y aguantó con un campeón sus innatas ganas de besarlo para consolar su daño.
Se incentivó así mismo con la idea de que tuvo grabaciones aún peores y con que fue muy sexy ver a Seokjin de espaldas de esa forma, por lo que decidido a llegar hasta él final, lo siguió hasta su habitación.

Su segundo momento más difícil fue cuando abrió la puerta y evitó abalanzarse hacia él, porque su atractiva figura, sentada en la cama, con sus piernas juntas tocando su pecho y su bonito rostro apoyando en sus rodillas, era una imagen que le haría perder la cordura a cualquiera.

—Que obediente, pero solo asi, eres aburrido— En ese momento, Seokjin pudo ver cómo él se quitaba su saco, aflojaba su corbata y levantaba las mangas de su blanca camisa hasta sus codos, para luego acercar una silla a su cama, donde se sentó con sus piernas cruzadas y una sería mirada —Abre tus piernas, quiero verte— Vergüenza, podía sentirla bañar todo su rostro, pero mentiría si dijera que la idea no le excitaba, en especial porque se negaba a desdecirse cuando apenas comenzaban. Terminó por hacerlo, jadeando por la sensibilidad de su vivido y expuesto miembro —Entretieneme...

Fue una orden, severa y fuerte, una que entendió de inmediato y por la que guió sus manos hasta su entrepierna, frotándose con especial cuidado, mirándolo directamente a los ojos con un particular brillo de emoción, obligándolo sin saber, a moder el interior de su mejilla para soportar el alarmante hormigueo de sus manos que suplicaban por tocarlo.

Seokjin comenzó a jadear y gimotear, perdiendo por pocos segundos la concentración, llevando su mirada a algún lugar de la habitación sin detener siquiera un segundo los movimientos torpes de su manos. Estás subían y bajaban sin tacto y cuando llegó a sentir el mínimo goteó humedecer sus dedos, los llevó más lejos de lo esperado, justo hasta hundirse en lo más estrecho de su interior.

El nombre de Yoongi automáticamente escapó de sus labios y como si fuera acción y reacción, él lo detuvo con solo un gesto y una corta palabra de su gruesa voz.

—¡Basta!— Quería hacerlo, de verdad quería hundirse como nadie entre sus largas y maravillosas piernas, pero desesperarse no era parte de su papel —Ven aquí y usa esos obscenos labios conmigo— Seokjin gimoteó al verse interrumpido, sus piernas temblaban lo suficiente para que le costara levantarse de la cama y sus húmedos dedos apenas podían dejar de satisfacer su oculto interior —Seokjin, primero no dices mi nombre mientras te masturbas frente a mí y luego haces que espere por ti, ¿buscas un castigo?

Yoongi creía fingir esa molestia, pero la realidad era que necesita que lo ayudara porque terminaría por salirse de su personaje si se tocaba asi mismo, con la fantástica imagen que le mostraba.
Se llevó una gran sorpresa cuando él asintió casi ido, acercandose, invadiendo su espacio, cayendo de rodillas entre sus piernas, apoyando su cabeza sobre su pierna, esperando a que Yoongi le confirmara que podía continuar.

—Por favor, castigame, pero primero déjame hacerlo con mi boca, Agust D...— Que escena tan candente, podía jugar que casi llegaba a un orgasmo con ver la forma tan cariñosa con la frotaba sus piernas, abría sus labios y le miraba con su característica determinación.

—Que caprichoso— Su pálida mano lo sustuvo por las mejillas, presionandolas con dolor hasta lograr abultar sus pomposos labios —Cállate y solo hazlo.

No iba a cuestionarlo, solo abrió su pantalón y dejó al descubierto su gran erección, una tan vivida que golpeó su rostro al ser liberada, robándole una sonrisa divertida antes de abrir más sus labios para comenzar con un lento vaivén.
Sus miradas se cruzaron, sus movimientos continuaron y solo tuvo el control cortos segundos, porque una mano se enredó en sus cabellos y le forzó a acelerar sus acciones, al punto que llegó a sentirlo en lo profundo de su garganta.

Perdió el control los largos minutos que duró, no fingió la natural perdida de su delicadeza y solo se permitió hacer de esa boca un espacio más para su plena satisfacción, terminado por llenarla de todo lo que guardaba, incentivandolo a que bebiera hasta la última boca, logrando que sus ojos lagrimearan por la presión y que por si mismo, y sin un solo toque externo, Seokjin acabara en el suelo.

Escuchó el característico "pop" escapar de sus abultados labios cuando se separó y en su cansacio, Yoongi retomó su malicioso papel con la única intención de continuar.

—No te permití venirte, otra falta que solo empeora tu castigo. ¿Qué haré contigo? ¿asfixiarte con mis manos? ¿joderte hasta que te desmayes? ¿atarte de manos y piernas a la cama?— Su mano tiró hacia atrás de su cabello, solo para poder cruzar sus miradas. Yoongi procuraba no reflejar su nerviosismo y Seokjin no quería mostrar temor a todas esas ideas que realmente esperaba que ocurrieran —Tan delicado, de verdad quiero ver hasta dónde puedes llegar. Deseo destruirte, Seokjin, al punto que no me pides volver...

Fue un susurró audaz, como si ese personaje rompiera la cuarta pared al dirigirse de esa forma a él, pero no le dió tiempo de procesarlo bien, porque él terminó por quitar su corbata, le indicó que volviera a la cama y cuando tuvo la oportunidad, lo puso de espalda, atando sus manos por detrás, posicionándose sobre él y respirando agitadamente en su oreja.

—Por favor, no podré tocarme si estoy así...

—Creí que eras más listo— Su mano nuevamente lo sostuvo por sus mejillas solo para poder dejar un beso en su caliente rostro —Esa es la idea, idiota.

No lo esperaba, hasta las uñas de sus manos presionando su palma cuando lo hizo, sus piernas temblaron, toda su piel se estremeció hasta la punta de su despierto miembro y Yoongi sonrió al saber que esa estoscada fue toda una sorpresa.

No le dió tiempo a entenderlo y solo se movió sin ningún cuidado, lo tenía de rodillas mientras tiraba de su propia corbata para que el pecho de Seokjin no tocará la cama. Era excitante ver cómo su espalda se encorvaba, sus brazos se estiraban y su piel se enrojecía en cada parte donde mordía, lamía o besaba.

Se tomó unos segundos para disfrutar de la sensación cálida se verse envuelto por él, daba estoscadas desesperadas, sudaba agotado y, queriendo llegar a su límite con su degenerado personaje, se permitió darle una fuerte nalgada.

Seokjin soltó un ahogado grito, ya no solo estaba siendo ultrajado hasta el cansancio por ese viril miembro, sino también, al ser tratado de tal forma, su propio pene saltaba ansioso a la espera de que lo tocaran.

—Por favor... Déjame tocarme, quiero llegar también...— No supo cómo, pero aún en su situación, logró formar palabras lo suficientemente audibles para su perdido esposo.

Sus manos fueron sorpresivamente liberadas, pero junto a ello, sintió el terrible vacío de su intimidad, obligándolo a buscar con su mirada al responsable de perder su placer, solo obteniendo esas palidas y marcadas manos sobre su cuello, ejercienciendo la presión suficiente para voltearlo y acostarlo en la cama, escondiéndose entre sus piernas y logrando el roce de sus miembros uno con él otro.

—Pídeme que me detenga, quiero que lo hagas...— Sonaba serio y realmente lo estaba siendo, sus palabras nacían de su dolorosa preocupación de haber cruzado la línea de lo sexual a la agresión, pero Seokjin se notó únicamente emocionado, se negó a pedirle eso y mas que odiarlo, llegó nuevamente a un orgasmo al sentir la repentina falta de aire en su cuerpo —¿Terminaste... Sin mi permiso?— Yoongi solo sonrió extrañamente contento de poder continuar, lo soltó únicamente para poder volver a su apretado interior sin pensar mucho más y con una de sus manos, se atrevió a tomar un poco de la viscosa esencia ajena —Eres increíble...— Lamió sus propios dedos, se acercó a besarlo casi hurgando su boca con su lengua y finalmente sus manos volvieron a su ya marcado cuello, presionándolo con dolor, arrebatándole todo el aire, estremeciendolo con esa marea de sensaciones.

Lo embestía como si quisiera llegar a lo más profundo, deseando hasta sobresalir de su vientre; jugueteaba con sus labios, mordiéndolos y escuchando el obseno sonido de su saliva y lenguas tocarse; y lo asfixiaban casi como si quisiera ver todos los diferentes colores que podía tomar su rostro, permitiéndole por pocos segundos tomar caladas cortas de aire y luego presionando con tal fuerza, que sus dedos se marcaban en su suave tez.

Yoongi se notaba extasiado, estaba disfrutando cada acción, su rostro se encontraba rojo por el calor, su respiración estaba agitada y su agarre solo se terminó cuando llegó a la cima de un clímax, llenándolo de su propia esencia, saliendo y alejandose de él con la caliente imagen de su pareja teniendo otro agotador orgasmo.

Seokjin acabó con su respiración entrecortada y casi ahogada, sus piernas temblaban, de entre ellas escurría ese viscoso líquido y de nuevo, todo su vientre y pecho se encontraron pegajosos por su propia culpa.
Cuándo recapacitó sobre su situación, vio a su esposo levantarse de la cama cerrando su pantalón, acomodando su cabello y fingiendo una dolorosa indiferencia.

—Se acabo, mierdecilla, la próxima vez que te joda, prometo no ser tan amable y...

—Ya detente, quiero a mi Yoongi de nuevo— Su mirada se iluminó cuando vio a Seokjin extender sus brazos hacía él y como si fuera un emocionado niño, invadió sin pena a su espacio para poder abrazarlo.

—¡Jinnie!, lo siento tanto, ¿te encuentras bien? Tu cuello quedó muy marcado, mi amor...— El tocó cada zona herida con pena, un sonrojo de culpa bañaba su pálido rostro y Seokjin rió cuando notó que estaba apunto de llorar por todo lo que le había hecho.

—No te disculpes, Yoon, estoy bien. Gracias— Dejó un pequeño beso en sus labios que junto a sus palabras, borraron la preocupación de sus gestos —Creo que me gusta este sexo duro, pero odio no tener tus cariños al terminar...— Peinó con naturalidad su negro cabello por detrás de sus sonrojadas orejas y Yoongi le sonrió por ese gesto, mostrando sus encías y brillantes dientes —Lamento si te forcé a esto, fue incómodo para ti, ¿verdad?

—No, Jin, fue... Lo contrario, no pensé que me podría gustar tanto— Él miró sus manos, como si le sorprendiera lo que era capaz de hacerle a su tan amado esposo —¿Podemos repetirlo, cariño? De verdad quisiera verte de nuevo tan vulnerable bajo mi cuerpo y al terminar, quiero llenarte de abrazos, caricias y besos.

—Oh, Yoon ¡si! Las veces que quieras...

Sus brazos envolvieron con cuidado su cuello y terminó por besarlo con gran emoción, logrando que Yoongi entendiera que una de esas veces, sería en ese mismo momento, por lo que volvió a tomar el control de la situación, correspondiendo a su gesto, volviendo a caer en su entretenido acto, ya sin la necesidad real de actuar el deseo insaciable que sentía por acabarlo y agradeciendo sin realmente quererlo, a ese odioso mafioso que interpretó, por enseñarle sobre su nuevo sádico gusto.

💐

Felizmente no soy religiosa, gente porque esto merece un castigo, algunas denuncias y varias funas, pero bueno, como dicen los jóvenes: El que tenga miedo a morir, que no nazca y yo, me quiero morir.

La verdad es que tal vez no sea muy fuerte para algunos, pero para mí sí lo es, no saben cómo me la jugué para no decir semen (entre otras palabras) porque me daba pena jajaja.

En fin, déjenme aquí sus opiniones, pensamientos e ideas porque generalmente nadie comenta al momento del coito, creo que es porque es anticlímax jajaja, pero díganme sin preocupaciones: ¿Me aman? ¿Me odian? ¿Quieren pegarme? ¿Abrazarme? Todo es bienvenido.

Gracias de nuevo al grupo de FB 'YoonJin Nuestros Papis' que es mi mina de inspiración y a todxs los que leyeron esto, besito, beso, besote. ❤️

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