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Algo más que sólo tristeza

Sí, fue una época triste cuando recién se fue mi papá Shura, pero afortunadamente nos volvimos a ver pronto, y además llegó Meteoro a mi vida. La neta es que no sé qué hubiera hecho si no hubiera sido así: además de llorar y llorar, recuerdo que casi no comía (no me daba nada de hambre) pero eso sí, dormía mucho. Bueno, la neta es que de noche no podía dormir casi nada, me daba insomnio y entonces de día me quedaba dormido en todos lados, hasta en los entrenamientos. Siempre me sentía cansado, me enojaba por cualquier cosa y también me dolía el cuerpo, como si hubiera echo mucho ejercicio.
Ahora que ya estoy grande y he aprendido más cosas (¡bajale Seiya, no te creas tanto!)... Bueno, ahora que he leído en internet y he platicado con un terapeuta con el que mi pá, Aioria, me convenció de ir, sé que lo que me pasó se llama depresión.
Y no es nada más, como cree mucha gente, "estar triste" o "no poner de tu parte para estar bien". No. La neta es que es algo mucho más complicado: la depresión es una enfermedad, y como todas las enfermedades, necesita un tratamiento para curarse.
Mi papá Aioria conoció al terapeuta primero.
Tuvieron una sesión sólo ellos dos para que le platicara un poco de mí, de cómo me veía y de por qué creía que el me podía ayudar.
A la siguiente sesión me tocó a mí conocerlo. Se llamaba Ecarlatte y era muy simpático, aunque yo no tenía muchas ganas de estar ahí... Como que no le veía el caso. Pensaba que sólo si mi papá Shura regresaba a casa me iba a volver a sentir bien. Pero ni modo, ya estaba ahí y mi papá Aioria se había ido: me iba a recoger al final porque la sesión duraba dos horas.
Ese mismo día empezamos a trabajar con barro. Me pidió que hiciera una figura que representara a uno de mis monstruos. Al principio se me hizo medio extraño, porque pensaba: " Y para qué demonios me va a servir estar haciendo monos de barro, como en el kínder?", y en segundo lugar no entendía muy bien eso de "mis monstruos". Así que le dije que era muy amable, pero que no tenía ganas de jugar a eso. Ecarlatte, que era un Omega un poco mayor (por lo menos unos 10 años más grande que mi papá Aioria, aunque más joven que mi abuelito Tenma), y tenía un acento muy bonito, se río y me dijo que no se trataba de jugar, sino de trabajar... Ah caray. Eso me sonó todavía más raro. Me le quede viendo, quién sabe con que cara, porque de inmediato me dijo que confiara en el, que sabía lo que hacía porque llevaba muchos años trabajando con niños.

Y como no me quedaba de otra, empecé a modelar mi monstruo en barro. Cuando lo terminé me dijo que escogiera de qué color quería pintarlo y me mostró una caja con botes de pintura acrílica de muchos colores. Yo, que siempre he amado los colores brillantes y las combinaciones alocadas, elegí el negro y el rojo.
Una vez que mi monstruo estuvo seco y pintado (la siguiente sesión), Escarlatte me preguntó que si era alguien o algo que yo conociera. Me le quedé viendo al mono, todo deforme, casi todo negro menos los ojos y las orejas, que eran rojos, y le contesté que la verdad ni lo había pensado, que lo había hecho así porque el me lo había pedido y sobre todo porque era menos difícil pintarlo sólo de dos colores. Creo que nomas no me creyó porque se me quedó viendo finamente, tanto que hasta me sentí incómodo.

"-¿Es verdad lo que me éstas diciendo?"

Preguntó. Yo insistí en que sí. El me volvió a mirar fijamente y me dijo que ok, que empezara a modelar a mi segundo monstruo.
Si el primero lo hice de mala gana, el segundo todavía más. Lo terminé rapidísimo y lo dejé ahí en la oficina de Ecarlatte para que se secara y poder pintarlo la siguiente sesión (cosa que no me producía ninguna emoción, a mí que tanto me gusta pintar).
Esa tarde, en cuanto mi pá me recogió, le dije que ya no quería volver a la terapia, que se me hacía una perdida de tiempo (y dinero, ¡su dinero!) y que no me estaba sirviendo de nada. El nada más se me quedó viendo y me dijo con una voz muy suave:

"-¿Por qué no dejas de pensar en eso ahorita y lo platicamos la próxima semana, por ahí del martes?"

(Las sesiones de Ecarlatte eran los miércoles).

"-Y si entonces sigues pensando que ya no quieres ir, no vas".

Le dije que ok, porque francamente no .r importaba mucho que digamos, y pensé que el martes le iba a decir que ya no quería ir.
Por alguna razón, me acuerdo de que esa semana me sentí un poquito menos mal. Quizá tuvo que ver que el sábado fue la fiesta de cumpleaños de Shun y estuvo padrisima porque sus papás se la hicieron en un bosque en el que se podían rentar caballos y hasta pusieron una tirolesa. Ese día jugué y corrí mucho, y llegando a casa, ya en la noche, le hice caso a mi pá cuando me dijo que me bañara. Como dieron tacos, hotdogs, rebanadas de pizza, papas a la francesa y, ¡obvio!, pastel, esa vez sí me dio hambre y comí de todo, así que ya en casa, después del baño, caí como tabla y dormí tooooooda la noche completa, de corridito, como hacía mucho que no podía.
Al día siguiente me quedé un rato en la cama observando a monstruo negro con rojo; lo había puesto en el escritorio que tengo a un lado. De pronto me di cuenta de que parecía estar muy enojado, con esos ojos rojos y todo lo demás negro, y decidí que iba ir una última vez con Ecarlatte para decírselo.

Así que cuando llegó el miércoles le dije lo que había descubierto acerca de mi monstruo. El se me quedó mirando y me preguntó que por qué creía que lo había echo tan enojado. Yo .e quedé pensando un momento, y después le respondí que porque, obvio, yo también estaba muy enojado.

"-¿Por qué estas enojado, Seiya?"

Fue su siguiente pregunta. Y sí, me di cuenta de que estaba muy enojado: sentía que mis papás no me habían pedido mi opinión cuando decidieron separarse, como si yo no fuera parte de la familia a la que estaban destruyendo. Traté de explicárselo lo mejor que pude, pero de pronto me dieron ganas de llorar. Era un llanto muy raro, como de enojo; sentía que se me salían unas lagrimitas calientes, calientes.
Ecarlatte sólo me miraba, y después de un rato, cuando me calme un poco, me dijo que iba muy bien; que era muy importante que lo reconociera, y que íbamos a pintar mi segundo monstruo hasta la siguiente sesión, porque ahora íbamos a bailar un poco. Yo .e quede con cara de what porque no se me hacía que estuvieran las cosas como para ponerme a bailar (y además no tenía nada de ganas) pero, bueno, ya estaba ahí, y como no me quedaba nada más qué hacer, lo acompañe a una sala en la que solo había cojines en el piso de madera y una grabadora. Lo que hicimos no fue propiamente bailar; más bien me pidió que .e empezara a mover como quisiera, según fuera sintiendo la música. La neta es que primero me sentí de lo más raro y como que no le veía el caso, pero poco a poco empecé a hacerlo. Primero la música era muy suavecita, así que sólo me moví de un lado a otro, despacito, dejando caer los brazos a los lados del cuerpo. Pero cada vez aumentaba su intensidad, y de pronto me vi corriendo por toda la sala con una energía que ya no recordaba que tenía. Ni siquiera me cansé, pero cuando término la música estaba sudando como si acabara de salir del vapor. Fue una sensación súper loca.
Después llegó mi pá por mí, fuimos a casa, y otra vez me puse a llorar y llorar, pero a diferencia de cuando estuve con Ecarlatte, ahora era un llanto suavecito, que me aliviaba.
Mi papi solo me abrazaba y me decía que todo iba a estar bien, que no tenía que preocuparme por nada, que el estaba ahí para mí y que muy pronto mi papá Shura me iba a llevar a pasear. Lo peor del asunto es que yo no sabía por qué no podía parar de llorar y solo Mr sentía muy cansado, cada vez más. Hasta que se me cerraron los ojos y me quedé dormido de los brazos de mi pá, comí cuando era pequeñito.
Seguí yendo con Ecarlatte un tiempo más, tal vez fueron tres meses. Aunque la verdad es que cuando llegó Meteoro a casa ya me sentía mucho mejor, y además ya había salido con mi papá Shura y hasta me había quedado a dormir en su casa.
Pero sí sé que Ecarlatte y sus terapias de monstruos de barro y baile (luego supe que se llama biodanza, por lo que le dije a mi papá), me ayudaron mucho.
A veces creemos que podemos sol@s con todo, y no es así.
¡Ni que fuéramos Degel de Acuario o Defteros o Aspros de Géminis! Y pues nomas no.
Mi pá me contó que hay personas que tienen que tomar medicamentos para salir de la depresión, y yi pensé:

"¡Ufff!, si sabe como esas medicinas horribles que me dan cuando me enfermo de la garganta, que bueno que no me toco!".

También me explico que hay gente que cree que tomar medicinas esta mal. Como si no fuera una enfermedad como la diabetes, o algo así. El caso es que esas personas prefieren no decirle a nadie que se sienten tan mal para que no les digan que están " loc@s", o que están "exagerando" , porque no todo el mundo entiende que la depresión es una enfermedad que necesita tratamiento, como cualquier otra.
Lo malo es que las personas que no se atienden a tiempo porque no se atreven a pedir ayuda viven vidas muy difíciles: ¡imaginense!, tener que aguantarse y fingir que no se sienten mal, estar irritables todo el tiempo y que los demás los juzguen como unos enojones o unos tristones sin saber por lo que están pasando.

Pero hay algo todavía peor: la gente que hasta se suicida por no buscar ayuda a tiempo. Eso sí se me hace lo más feo del mundo; no imagino lo solas o lo desesperadas que se llegan a sentir esas personas como para decidir matarse.
¡Ni en mis momentos más tristes lo pensé siquiera!
Por eso, como dice mi pá, es mejor darte cuenta de que algo te está pasando y luego buscar a alguien que te ayude, aunque haya gente que diga que estás "loca" o que eres "débil" o "exagerada". Ellos no están sintiendo lo mismo que tú, así que ¿qué les importa?, ¿por qué no se meten en sus asuntos?
La terapia con Ecarlatte a mí me sirvió, pero la neta es que cada quien debe consultar a un especialista (psicóloga, terapeuta, psiquiatra) para que le diga qué es lo que necesita, ¿no?
Bueno, #yonomásdigo.

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