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Tuyo?

Falcon enterró su cabeza entre sus manos mientras Zacarias estaba dentro de la pequeña tienda de 24 horas comprando algunas cosas. Nunca en su vida había perdido el control de aquella bestial manera y se sentía tan extraño pero no repulsivo. Es que eso era lo era él. Un alfa. Se había reprimido tanto durante los últimos años que había explotado al haberle tocado a su omega.

Los dedos heridos se apretaron sobre su cabello. Apenas recordaba lo que había hecho dentro del almacén. Sabía que había disfrutado golpeando al bastardo que osó tocar a su pareja pero la manera en que lo hizo era algo que en su mente no se proyectaba.

Alzo la cabeza cuando el otro alfa volvió al auto y se sentó buscando algo dentro de la bolsa.

-A ver, dame tus manos, no quiero que se te infesten y después Silver esté más preocupada- Zcarias agarró una de sus manos y las inspeccionó.

Mojó un algodón con agua oxigenada y comenzó a limpiar la zona para después poner una crema y vendarlas.

-Cambia la venda cada tres horas y en pocos días no tendrás ni cicatrices- le dejó la bolsa con las cosas en el regazo de su amigo antes de prender el auto.

-¿Zacarias qué pasará con ellos?- Falcon se apretó el tabique con un ligero dolor de cabeza.

-¿Realmente quieres saberlo? ¿No te sentirás culpable cuando veas a tu omega?-

-Eso es algo con lo que lidiaré después-

-Bueno, como quieras- Zacarias resopló –A Hans te puedo asegurar que esos alfas le sacan las tripas hoy de violarlo tanto. Fernando por otro lado se encargó de llevar abajo la empresa donde su padre estaba por lo que de seguro las cuentas de deudas se dispararán al cielo. Sander también dispuso a cierta persona para que se encargaran que él y su familia se fueran del país, tiene unos métodos de convencimiento, asombrosos-

Falcon se los imaginó en varias categorías, estaban hablando de mafiosos después de todo aunque no sabía ese tal Fernando quien era.

-En cuanto a su madre, no te preocupes, no creo que la viole  aunque no te lo puedo asegurar, pero mirándolo con mente positiva es una beta que no atrae a ningún alfa- alzó los hombros para dejarlos caer después- Lo que si te puedo decir que dentro de dos días estará internada en un centro psiquiátrico donde no podrá salir a menos que lo haga muerta. De esa forma los sacas del camino y no te tienes que sentir culpable- Zacarías pareció complacido con su explicación.

Falcon se dejó caer en el respaldo del asiento y suspiró con los ojos cerrados. Natacha había hecho atrocidades en su vida y más a su propia hija pero eso no quitaba que era la madre de Silver. Si ella moría como se lo diría a su omega. Al menos dentro de aquel lugar no se metería más en sus caminos y no haría daño a su hija. En cuanto a Hans, a ese como si lo desechaban pero si ocurría no quería estar metido en el medio. No quería que Silver lo viera como alguien agresivo que pudiera matar a cualquiera que interactuara con ella.

Zacarias llegó a los bajos del edificio de Falcon y le tocó el hombro. El alfa se había quedado dormido en lo que faltaba de trayecto de vuelta.

-Necesitas que te lleve o puedes llegar tú solo-

-No me trate como un cachorro Zacarías- Falcon agitó la cabeza y salió del auto –Y...gracias por todo-

-Siempre que quieras, socio- el alfa esperó hasta que su amigo entrara en el elevador antes de volver a conducir.

Falcon entró en su apartamento y se fue quitando prensa tras prenda dejándola regada por la casa hasta llegar al baño y abrir la ducha en al temperatura más alta. Zacarias le gritaría si viera que había echado a perder los vendajes pero necesitaba limpiar su sucio cuerpo. El agua se desplazó por los marcados músculos de su espalda, nalgas, piernas hasta llegar al suelo llevándose consigo incluso algunas gotas de sangre ajenas. No supo cuánto tiempo estuvo allí pero sus ojos se cerraban del agotamiento. Cerró la ducha, se secó medianamente y se dejó caer en la cama exhausto tanto física como mentalmente. Solo deseaba que fuera el día siguiente para ir a ver a su omega.

Zacarias apretaba el acelerador y terminó dando vueltas en círculo. Miró el reloj, eran cerca de las 2: 00 de la mañana y no tenía ni la menor gana de ir a su casa, si lo hacía solo terminaría acostado en su enorme sofá con los ojos abiertos, toda la noche. Tampoco tenía ganas de llamar a algún contacto dispuesto abrirle las piernas, estaba muy cansado como para tener sexo. Solo quería dormir tranquilamente y solo había un lugar donde podía hacerlo.

El celular sonó al lado de la cabeza de Erika y esta se movió en la cama protestando pensando que era la alarma. Poe suerte se tenía que levantar dos horas más tarde de lo normal pues el primer tuno había cancelado por enfermedad, pero aun así creía que había dormido muy poco. Solo cuando miró la pantalla descolgó.

-Zacarias ¿qué pasa?- su voz era pastosa pues aún estaba soñolienta.

-Chiquita creo que te desperté-

-No te preocupes por eso- la omega se sentó en la cama sobándose los ojos y bostezando. No era normal que la llamara a esa hora y eso la preocupaba  –¿Te pasó algo a ti, a Silver?-

-No, no tranquila chiquita, solo quería preguntarte si podría quedarme esta noche en tu casa, no haré nada, solo no quiero estar solo-

-No hay problemas, puedes venir, pero ¿realmente no pasa nada?, estás muy extraño- ella parecía sospechar algo.

-Estoy en diez minutos allí- colgó el teléfono y Erika se quedó mirando por unos segundos la pantalla preguntándose por qué el alfa quería ir a su casa de buenas a primeras. Su celo estaba cerca pero aún no estaba en los días límites y por la voz se había percatado que sonaba cansado.

Se levantó de la cama y buscó otra almohada en el armario. Después se dirigió a la cocina y comenzó a calentar un poco de chocolate caliente, no sabía si él lo querría pero al menos lo ayudaría a dormir mejor. Y terminó sentándose esperándolo.

Pocos minutos después tocó la puerta suavemente y ella le abrió. Zacarias dio un paso dentro y en vez de besarla como siempre hacía la abrazó con fuerza aspirando el olor ubicado en la glándula en su nuca. Ella acarició su espalda encontrando varios nudos dispersos entre todos los músculos algo muy inusual en el despreocupado alfa. Tampoco sintió la acostumbrada densa atmósfera que siempre lo rodeaba ni las feromonas que esparcía por su casa cada vez que iba. Simplemente era él.

-Zacarias, te vez agotado- le susurró ella cerrando la puerta.

-Solo quiero un baño y dormir- se enderezó y comenzó a mover sus hombros intentando quitar a tensión en su espalda.

-Hay agua caliente, te llevaré un chocolate y te daré un masaje para que puedas dormir bien- ella lo tomó del brazo y lo dirigía al baño.

El alfa antes de entrar se giró y le tomó la barbilla dándole un beso rápido en los labios.

-Eres la mejor chiquita. Disculpa si te desperté cuando tienes que levantarte tan temprano-

-No te preocupes, no tengo el primer turno- Erika le alcanzó una toalla –puedo llegar un poco más tarde-

-¿En serio?- el alfa dudo pero después de metió dentro.

No le importaba mucho el estado de las mujeres o si estaban ocupados mientras lo atendieran pero con lo delicada que era Erika le preocupaba que pudiera derretírsele de las manos si abusaba de ella. Por supuesto todo esto se iba al infierno cada vez que ella caía en celo y el que tenía que utilizar toda su energía era él.

Erika dejó la taza sobre la mesita debajo de la lámpara y buscó alguna crema ligera oyéndolo salir. Había sido un baño rápido y aun su pelo estaba mojado. El alfa caminó con solo una toalla alrededor de su cintura y otra secándose el cabello que se rizaba ligeramente por el frote dándole un aspecto más exótico. Agarró la taza que ella le dio y tomó todo el contenido de una vez.

El espeso líquido bajó por su garganta aliviando su sed y haciendo un efecto inmediato tranquilizándolo. Estaba delicioso y se lamió los labios no dejando escapar ninguna gota.

-Podría irme a dormir con un vaso de estos todos los días- dijo inconscientemente devolviéndole la taza a Erika y esta se tensó pero ocultó el sentimiento que al recorrió.

Sabía que eso solo eran palabras de boca para afuera como muchas de las que decía Zacarias para estar bien con cualquiera con quien se acostaba. Así era él y eso nadie lo iba a cambiar.

-Ven, déjame ayudarte con tu espalda-

El alfa se quitó la toalla y se acostó boca abajo totalmente desnudo descansando la cabeza sobre la almohada de Erika y los ojos cerrados. Soltó un suspiro de alivio al enterrarse en las feromonas de la joven dispersa en la cama. En otro momento lo excitarías, ahora lo relajaban y envolvían acariciando cada centímetro de su piel.

-Soy todo tuyo chiquita, haz lo que quieras conmigo- sonrió débilmente abriendo uno de sus orbes y mirándola con cierto brillo. Quería que ella  lo tocara y mucho.

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