Egoísta?
Zacarias no podía creer lo que veían sus ojos. Delante de él estaba su chiquita, no, sus chiquitas porque ya sentía que aquel par de bolitas que crecían dentro de ella, eran también suyas. No pudo evitar que su pecho comenzara a latir pero automáticamente los nervios lo invadieron.
-Señor, señor- la voz de una de las encargadas lo llamó- Necesita pasar a la pista-
-Cállese- Zacarias se giró y le gruñó. Estaba muy temperamental en ese momento y en un dilema mental. Tenía que concentrarse en lo más importante que no era precisamente su viaje de regreso.
La mujer palideció más mantuvo la boca cerrada y bajó la cabeza. Era una simple beta haciendo su trabajo, solo se había encontrado con un alfa con sus problemas un poco ido de las manos.
Zacarias se giró de nuevo hacia Erika y soltando su maleta se acercó a ella, lentamente, sin aun creerse que ella estaba ahí. Delante de él. Tan chiquita, tan hermosa, tan madura. Si, madura, porque después de sentarse a analizarlo, la comprendía. Quien quisiera estar con un hombre que por año había preferido estar entre las piernas de una mujer que en una relación seria.
Era un imbécil y lo sabía. A pesar de que estaba haciendo su mayor esfuerzo para cambiar no tenía derecho a venir y decirle a ella que se enlazara y confiara que le sería fiel toda la vida. Porque estaba seguro que con su trayectoria no sería algo fácil de asimilar, por lo que estaba decidido a esforzarse todo lo que fuera necesario para demostrarle que ella era la indicada y la única que realmente él necesitaba.
Fue con cautela. No quería admitirlo pero tenía miedo que ella saliera corriendo. Pero estaba seguro de que correría detrás de ella por todo el aeropuerto si fuera necesario. No la dejaría escapar como si tuviera que perseguirla por todo el mundo.
Erika le había hecho saber lo que era dormirse sin preocupaciones en las noches. Abrazado con calidez y seguridad como cuando era pequeño y su madre lo arropaba. Una seguridad que después de grande encontraba en muy pocos lugares a pesar de ser un alfa. Si solo se hubiera dado cuenta en su momento no tuviera esa angustia en su pecho.
-¿Chiquita?- la llamó con algo de vacilación. Aun no podía creer que eso que tuviera a su lado fuera una maleta.
Erika estaba seria cuando pasó la mano por encima de su barriguita por encima del vestido blanco que llevaba puesto. Su cabello rojo resaltaba un más y el alfa quería enterrar nuevamente los dedos en este.
-Zacarias…ellas no tienen la culpa de los errores de sus padres- bajó la cabeza mirando su pancita- Yo soy omega y ellas son dos. Sé que me será difícil cuidarlas y sé que puedo hacerlo si me esfuerzo…pero si las aceptas y las quieres criar también sé que tendrán un futuro más estable del que yo les puedo dar como omega. Además, no debo darle más problema a mi tía - su voz era ahogada.
Zacarias frunció los labios y se quedó mirándola por un momento.
-Hasta cuando te vas a hacer esto Erika-
Ella alzó la cabeza sin saber a qué se refería y pestañeó.
-Cuándo pensarás en ti. Cuándo te pondrás en primer lugar antes que todo- el alfa vio como ella abrió los labios y los volvió a cerrar- Chiquita hay cosa que me he dado cuenta en estos últimos meses y creo que deberías ser más egoísta contigo misma-
Erika corrió la mirada hacia el otro lado apretando los labios. Sabía que él estaba en lo cierto, pero era un comportamiento que no podía cambiar tan fácil. Era un omega, por naturaleza solían pensar primero en los demás que en ello. Por eso le gustaba tanto Silver. Era una mujer totalmente fuerte e independiente.
-Chiquita, cuando estabas conmigo nunca me dijiste de tus sentimientos para no ponerme en una situación difícil, lo sé. Después te fuiste para que mi imagen no se viera afectada sin preocuparte de lo que ese imbécil podría haberte hecho. Y ahora no quieres seguir molestando a tu tía y piensas en la seguridad de tus hijas antes de tus deseos-
La omega tragó en seco sin saber que responder. Entonces sintió los brazos de Zacarias abrazarla y atraerla contra su pecho. La cabeza del alfa se restregó contra la coronilla de su cabeza.
-A veces me gustaría que fueras más sincera y realmente me dijeras que hay dentro de ti, que piensas, que es lo que deseas. Realmente quiero que seas feliz- besó su cabeza- Esta tarde cuando me dijiste que no regresara sabes lo que realmente sentí-
Erika estaba muy quieta, no lo abrazaba ero tampoco se resistía. Eso era bueno.
-Sentí que realmente me decías que siguiera insistiendo contigo, que no me rindiera contigo- la estrechó más contra él- Sé que he cometido errores pero realmente quiero hacerlo bien contigo. Remendar todos mis errores y ser un compañero y un padre del que sentirme orgulloso ¿me darás la oportunidad?-
Tras unos segundos la voz de Erika resonó contra su pecho.
-Mi tía me preguntó a que debía seguir. Si a mi cabeza o a mi corazón-
-¿Y qué te dice cada uno de ellos?- él quiso saber.
-Mi cabeza dice que me vas a hacer sufrir. Todos los alfas me hacen sufrir- le pecho de Zacarias se apretó cuando escuchó aquello, después de todo, él también había contribuido a aquel pensamiento- Pero mi corazón dice que no debo dejar que te vayas. Que si lo hago estaré cometiendo un enorme error-
Zacarias besó su sien.
-Si estás aquí quiere decir que seguiste a tu corazón. Le doy las gracias- sonrió ligeramente- Ahora solo tengo que enseñarle a tu cabeza que tu corazón no se equivoca-
Hubo unos segundos de silencio nuevamente.
-Un año-
Zacarias no entendió y la separó un poco para mirarla al rostro aun sin soltarla.
-Si en un año mantienes tu palabra y no me has engañado prometo que te daré mi nuca y el resto de mi vida- había decisión en su voz.
Un brillo apareció en los ojos del alza y sonrió pegando su frente contra la de la omega.
-Si es solo un año, no creo que sea tan difícil. La etapa de desintoxicación ya pasó- se rio sin poder contenerse. Había felicidad floreciendo dentro de su pecho después de todo su chiquita le había prometido que sería de él. Ahora solo necesitaba lucirse como todo un buen alfa que era olvidando su vida pasada.
Acaso el amor podía cambiar su comportamiento tan libertino. Pues al parecer sí.
-Señor- una voz se escuchó detrás de él y miró por encima del hombro- Su vuelo necesita salir-
Zacarias esta vez asintió más tranquila y se giró par mirar a la omega en sus brazos.
-¿Vamos?- no podía negar que estaba nervioso que ella a última hora se echara hacia atrás, pero para su sorpresa asintió con la cabeza y él sonrió.
Y antes de cualquier cosa la soltó y agarrando con una mano la de ella se dio media vuelta directo a la puerta que lo llevaba hacia su futuro.
***
Aun no lo podía creer.
Zacarias tenía a su lado a su chiquita que descansaba con los ojos cerrados. No había soltado su mano habiendo entrelazado sus dedos con cariño.
Estaba emocionado, nervioso, ansioso. No sabía lo que le esperaba pero lo que fuera realmente sería algo que lo mantendría bien entretenido. Después de todo Erika siempre había sido todo un reto. Nunca sabía cómo complacerla completamente.
Las mujeres con quien antes se acostaba solían pedirle cosas costosas, cenas lujosas, regalos exagerados y él como que no le importaba, tampoco tenía que pensar mucho en ello, siempre era lo mismo para todas. Pero con Erika tenía que acordarse de hasta sus sabores preferidos y solo fue cuando ella se fue que se dio cuenta de ello.
Besó la sien de la omega a su lado y ella abrió los ojos lentamente. Casi estaban llegando pero aún les quedaba media hora.
-¿Te desperté?-
Ella negó con la cabeza y movió su cuello.
-No he descansado mucho después de salir del hospital así que solo estoy cansada- sus ojos se cerraban como si sus párpados pesaran.
El alfa suavemente posó su mano en la otra mejilla y atrajo la cabeza de ella contra su hombro para que lo recostara y descansara. Sabía que el embarazo en los omegas era complicado desde el inicio y ella acababa de salir del hospital. En cuanto llegaran la llevaría a revisar para comprobar que todo estuviera perfecto.
Al menos ahora sus pacientes estaban en buenas manos por lo que tendría un poco de tiempo libre, pero ya planeando que tenía a alguien a quien cuidar debía sentarse a revisar su agenda. Debía delegar trabajo. Tenía que llegar temprano a casa para preparar las comidas nutritivas.
Ya hacía mentalmente la lista mental de todo lo que debía hacer para tener a Erika cómoda y atendida. Ella y sus hijas se merecían todo lo que él pudiera darles.
-Chiquita- la llamó.
Ella abrió los ojos ligeramente contra su hombro. Se notaba relajada.
-¿Ya llegamos?-
Zacarias sonrió.
-Aun no preciosa. Solo quería hacerte una pregunta-
Ella se acomodó más contra él e hizo un sonido con la garganta en afirmación.
-¿Cómo fue que escapaste del barco cuando todos pensaban que estabas muerta?-
Erika sabía que esta pregunta vendría en cualquier momento y comenzó a recordar ese agitado día.
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