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Depresión?

Falcon se detuvo al lado de la cama de Silver y tomó su mano suavemente, vacilando si era correcto tocarla. Uno de sus dedos rezó la herida de sus labios y no pudo evitar temblar. Sus ojos se llenaron de lágrimas y solo pudo cubrirse el rostro para intentar quitarlas pero fue inútil. Su pecho estaba tan apretado que apenas si podía decir algo. Si pudiera invertir los papeles estaría mucho más tranquilo.

Erika observó como el amigo de su alfa se quedaba al lado de la cama donde su omega descansaba. La forma en que la miraba, como sufría por ella, la atmósfera entro los dos. A pesar de la situación sintió envidia. Si fuera ella la que estuviera en esa cama ¿Zacarias estaría a su lado? Lo más seguro es que no. Ella era una más de las omegas con las que él se revolcaba, en su caso específico era por una necesidad de su cuerpo, porque si no fuera así no tuviera excusa para verlo.

Sonrió tristemente y cerró la puerta dejando a la pareja. Zacarias la esperaba afuera para llevarla a casa así que caminó hacia allí.

-Si preciosa, los siento pero estaré algo complicado, prometo que nos encontraremos dentro de poco y no te arrepentirás- lo escuchó hablar por el teléfono y disminuyó el paso, no quería oírlo hablar con otra, pero ella no era nadie para reclamar, y la idea solo hacía que se deprimiera más. Sería más fácil si se encontrara con otro alfa que la valorara más pero con las feromonas de Zacarias esparcidas por toda su casa y sobre ella misma era algo complicado.

Solo cuando lo oyó colgar terminó de acercarse, pero a esa altura había perdido todo ánimo de incluso hablar con él.

-Nos vamos chiquita- el alfa le sonrió inclinándose hacia adelante para besarle la frente pero ella solo apartó el rostro haciendo que el beso quedara en el aire –Debes estar cansada- él ni siquiera había tomado en cuanta su reacción.

Erika asintió con la cabeza y entró al auto antes de que el la cerrara y entrara por el otro lado.

-¿Quieres ir a mi casa o te llevo a la tuya?- el parecía muy normal, los hechos a su alrededor no lo perturbaban más que una herida de aguja.

-Llévame de vuelta, quiero dormir- la omega tenía el rostro hacia la ventana, si lo miraba tal vez se pusiera a llorar.

-¿Ocurre algo chiquita?- Zacarias le preguntó dándose cuenta del alejamiento de la chica pero esta solo negó con la cabeza.

El alfa se detuvo antes de llegar a la casa en una tienda y cuando regresó tenía una bolsa llena de cosas que dejó en el asiento de atrás. Erika no le prestó atención. Tenía los ojos cerrados más no dormía. Una vez delante de su edificio Zacarias la llamó besando su hombro.

-Chiquita, ya llegamos-

Erika se enderezó en el asiento para que su barbilla fuera tomada y girada. Unos labios cayeron sobre los suyos posesivamente y un brazo cruzó por detrás de su cintura atrayéndola al alfa. La lengua de Zacarias invadió su boca posesivamente reclamándola sin darle tiempo esta vez a que lo rechazara. Ya lo había hecho antes y no lo permitiría de nuevo. No de ella.

-Sabía que era una mejor idea llevarte a mi departamento- Zacarias comentó contra sus labios mientras una de sus manos recorría los muslos de la omega.

Los dedos de ella detuvieron su avance y se apartó como pudo.

-Hoy no- dijo bajando la cabeza- Estoy algo cansada- buscó una excusa, a pesar de saber que le debía cierto favor, después de ver a aquella pareja no estaba de ánimos para tener sexo y menos con ese alfa.

Zacarias se dejó caer nuevamente contra su asiento suavizándose los primeros botones de la camisa soltando un jadeo.

-Como quieras chiquita, te entiendo- le sonrió –Nos mantenemos en contacto y llévate eso- señaló la bolsa en el asiento de detrás.

Erika le sonrió antes de salir del auto y agarrar lo que le había comprado y lo despidió con un movimiento de la mano. Subió hacia su piso y cerró la puerta de su apartamento a su espalda desplazándose por la madera hasta quedar sentada en el suelo. Debía tener una habilidad especial para deprimirse más si era posible. A pesar de que siempre estaba sonriendo, haciendo un resumen de su vida, se dio cuenta que era una mierda.

Trabajaba en una pequeña agencia como estilista profesional ganando lo necesario. Era joven y no tenía pareja. Tenía problemas con su celo y el alfa con quien se acostaba usaba condón cada vez que tenía relaciones, así que primero no tendría hijos de él y segundo a él ni siquiera se le cruzaba la idea de marcarla. Por lo que su naturaleza se estaba viendo opacada. Hasta cuando seguiría con ese estilo de vida. Solo se estaba destruyendo lentamente.

Sus dedos tocaron uno de los objetos de la bolsa y abrió sus ojos mirando hacia abajo y tuvo que esconder su cabeza entre sus rodillas. Helado de fresa en varios formatos, bebidas sin gas, chocolates con frutas, bebidas energéticas y más. Por eso no podía cambiar. Ese mismo alfa que la destruía al menos tenía la delicadeza de comprarle siempre sus sabores favoritos.

Silver abrió los ojos tres días después de ser operada. Se demoró mucho para hacerlo y adaptarse a la luz que casi la cegaba. Sentía su cuerpo entumecido y su pecho dolía un poco.

-¿Está despierta?- una voz conocida la hizo girar sus orbes hacia la ventada.

Leo, el secretario de su alfa estaba ahí, eso solo significaba una cosa. Buscó moviendo la cabeza y a un costado de la cama, con su cabeza entre sus brazos sobre la sábana estaba Falcon totalmente dormido. Su cabello estaba alborotado y sin el característico brillo. Su rostro se notaba muy cansado y tenía ojeras. Nada parecido a la imagen que proyectaba de alfa superior.

-Por favor, no lo despierte- le pidió Leo poniéndose a su lado y cubriendo los hombros de su jefe con una manta –Él lleva despierto desde que usted ingresó al hospital hace tres días y además se ha encargado del resto del proyecto. Está realmente cansado-

Silver asintió con la cabeza, quizás era lo mejor, necesitaba organizar su cabeza para enfrentarlo. Aún estaba confundida, lo último que recordaba era después del ataque por parte de su madre y de Hans, ser recogida por aquella amable omega, Zacarias, un dolor en su pecho y nada más.

-Tuvo un ataque al corazón- Leo comenzó a decir al darse cuenta de la confusión en ella –Estuvo en cirugía y necesita de muchos cuidados ahora. Su estado es muy delicado-

Silver se llevó la mano al pecho y palpó la zona donde estaba la molestia. Así que había llegado a un límite. Se lo imaginaba. Había estado bajo mucha presión pero ya era hora que dejara de correr y enfrentara todo de una buena vez por todas si quería ser feliz. Tocó suavemente la cabeza de Falcon enredando sus dedos entre el rubio cabello.

-Cuando despierte, hablaremos-

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