Cristal?
-¿Estás preocupada amor?- la pregunta de Falcon sacó a Silver de sus pensamientos.
-Ir a visitar a los suegros siempre es un tema de preocupación y más cuando se va una semana después de lo que ellos pretendían ¿no crees?- le sonrió calmadamente.
Habían salido esa tarde en dirección a la mansión donde residía la familia de Falcon. Un viaje que duraría alrededor de tres horas por lo que llegarían entrada la noche. Cenarían, de seguro tendrían que quedarse a dormir por las exigencias de cierta omega y a primera hora volverían. Ese era el plan que habían conformado.
Por un momento Silver pensó que Falcon no se llevaba bien con sus padres pero no quiso preguntar. Quizás lo hacía para que ella no se sintiera incómoda. Después de todo, el primer encuentro de ella con Ofelia había sido con las lanzas en alto y sin armaduras, la primera que cediera, terminaría derrotada. Lástima que Silver no era de las que echara la toalla tan fácilmente.
Más bien, se divertía con aquella situación. Los retos siempre eran bienvenidos en su vida.
-Aunque mi madre parezca que puede morder no te preocupes que cuando te la ganes te querrá como una hija-
-Me parece increíble que te encuentre en la situación donde tengas que darme ánimos para enfrentar a tu madre. Qué bueno que no tendré que hacer lo mismo-
El comentario de ella lo hizo sentarse y apretar el timón del auto.
-Mi intención no era...-
-No te preocupes- ella resopló y acomodó su cabeza hacia atrás cerrando los ojos- No me importa la vida que pueda estar teniendo mi madre ahora. Pueden que me tachen de mala hija pero solo yo sabe lo que tuve que soportar todos estos años a su lado y el futuro que ella había planificado en su beneficio-
Recordarlo hizo que una expresión de cansancio y dolor se posara en su rostro. La mano de Falcon acarició su mejilla aunque no separó la vista de la carretera.
-Sabes- ella le sonrió- Eres bueno reconfortando a los demás-
-Ese es mi trabajo preciosa- agarró su mano y la beso.
-Cambiando de tema, ¿Cómo se encuentra Zacarias?-
Falcon apretó los labios.
-Bueno, desde que recibió la noticia hace quince días de la muerte de Erika lo ha...llevado de alguna forma. Comenzó a trabajar hace unos días y si no se mata del alcohol, lo hace del exceso de trabajo. Realmente ya no sé qué hacer con él. Nunca pensé que realmente estuviera enamorado de Erika. Sé que la miraba y trataba mejor que muchas de sus parejas habituales pero que llegara a este punto- suspiró- Por suerte mis padres comprendieron la situación y dejaron que fuéramos después de que lo estabilizara un poco. No quisiera dejarlo solo mucho tiempo-
-Erika- Silver susurró.
-No te aflijas así- le pidió Falcon sobando su muslo- Sabes que no debes tener emociones fuertes-
La omega le sonrió pero por dentro estaba afligida aunque aún más adentro, algo le decía que había algo extraño en esa historia que no coordinaba bien.
Para cuando llegaron a la mansión y Falcon detuvo el auto Reish los esperaba con el mayordomo detrás.
-No veo a tu madre- Silver se soltó el cinturón.
-No creo que haya problemas pero debo decirte algunas cosas antes de entrar. Aquí el que manda es mi padre- la voz de Falcon era baja- Aunque mi madre se haya portado de aquella forma autoritaria en mi casa, aquí debe pretender ser sumisa. Pertenecer a la alta alcurnia significa que el papel de alfa y omega debe ser llevado al pie de la letra. Por muchos años pensé que mis padres se odiaban y que solo era un matrimonio de imposición. Aunque a con esta edad me he dado cuenta que lo que ocurre es que mi padre debe ser un poco estricto con mi madre. A ella...se le va la catalina de vez en cuando-
-Vaya- Silver pestañeó varias veces- Esto de ser omega es más difícil de lo que pensé. Quizás volver a ser beta es más factible-
-No juegues con eso Silver- Falcon no pudo evitar gruñir.
-No te preocupes alfa- ella se acercó y dejó un suave beso en sus labios- A menos que metas la para hasta lo último, no creo que soporte separarme de ti-
Le sonrió para después salir dejándolo pensar por unos minutos.
Reish se acercó a ellos con su porte de alfa dominante. Incluso su olor esta vez puso a Silver nerviosa. Todo su cuerpo la obligó a bajar la cabeza más no lo hizo. Ya había pasado por la misma situación con Falcon por lo que ya estaba preparada. Aun así sintió el olor de Falcon envolviéndola.
-Padre- el tono de Falcon era de advertencia y recordándole lo que le había dicho del estado delicado de ella.
Reish retrajo su olor y les sonrió.
-Bienvenidos. Realmente pensé que no vendrían- la atmosfera cambió de pronto y aunque Silver puso volver a respirar no se calmó del todo.
-Pero ya estamos aquí, así que no protestes más padre- Falcon suspiró.
-Cachorro, estás en mis límites. Cuida tu tono- el tono de Reish aún se mantenía relajado.
Falcon alzó los hombros con indiferencia y agarró la mano de su omega solo por si tenían que salir corriendo.
-Vamos, adentro, tu madre no está esperando con la cena preparada, estoy seguro que tienen hambre- dio media vuelta y caminó hacia el interior con las manos agarradas detrás de su espalda.
-¿Tú padre es venático?- Silver se puso en puntillas y le susurró en el oído a su pareja.
Falcon hizo una mueca con sus labios.
-No precisamente venático, pero en su territorio como que es más autoritario de lo normal. Así que es mejor que borres la imagen que tenías de ellos cuando fueron a la casa. Esto está a otro nivel-
-Sabes, me encantaría patearte el trasero por no haberme avisado antes, cariño. Lo hubiera pensado dos veces antes de venir. Sabes que no soy una persona que se caracterice por tener una paciencia de oro-
-Pues te pido que aguantes solo hasta mañana. Después si quieres no volvemos. Mis padres son bastante sobreprotectores conmigo y de vez en cuando se pueden pasar del límite saludable-
-De eso ya me di cuenta- ella enderezó la espalda- Pues vamos. Estoy preparada para la batalla.
Falcon la llevó por la gran sala demasiado exagerada para la omega, mucho lujo para su gusto, fue entonces que amó aún más al no tan pequeño pero acogedor penhouse de su alfa. Aquel lugar no era cálido. Llegaron al gran comedor que era igual de exquisito y exuberante para encontrar a una mujer acorde con su entorno.
Se notaba que Ofelia, a pesar de haber nacido omega, lo había hecho en cuba. Su elegante vestido ceñido a sus amplias caderas síntoma de fertilidad, su cabello arreglado en un elegante moño y sus joyas que no pasaban por desapercibidas eran una muestra de quien era la mujer de aquella casa.
Por su parte Silver quiso reír pero se aguantó las ganas. Al parecer no le caía nada a la mujer, y lo demostraba con cada poro de su cuerpo. Al menos ya sabía Silver de donde Falcon hacía sacado parte de su carácter terco y duro. Pero aquello era una bobada si se ponía en planos. Ellas eran dos omegas, no dejaban de ser lo último de la sociedad, deberían estarse apoyando, no buscando peleas como dos gatas ariscas, al menos por parte de aquella omega.
-Hijo- Ofelia se acercó a Falcon y no se midió en besar su mejilla con un sonoro beso como demostrándole a Silver su supremacía como madre.
Si ella supiera donde Silver lo había besado caería redonda en el suelo de la indignación.
-Buenas noches...suegra- ya que la mujer quería echar lecha al fuego, pues Silver la ayudaría un poco, ya vería si quemaban la casa.
Ofelia la enfocó con la mirada afilada. Fue a abrir la boca para soltar algo un poco fuera de lugar cuando la voz de Reish se retumbó un poco en las paredes.
-Ofe, contrólate, tu hijo está presente-
La omega apretó los labios, pero sin perder presencia se giró y caminó hacia la mesa. Cuando se volvió hacia ellos nuevamente tenía una hermosa sonrisa.
-Por favor, sentémonos, la comida se enfriará-
Silver suspiró y sintió la mano de su pareja en su espalda baja.
-¿Estás bien?- le murmuró cerca del oído.
Ella le sonrió de refilón.
-Mejor que nunca-
Falcon no supo quién de las dos era más peligrosa, o se pareja o su madre. La cena transcurrió bastante tranquila para lo que esperaban tanto Falcon como Reish, los platillos eran variados y de muy buena clase pero exquisitos por lo que apenas se intercambiaron palabras. Hablar en la mesa no era bien visto.
Silver se sintió un poco llena después del cuarto y aún faltaban tres más pero no dijo nada y ocultó el malestar que pudiera ocasionarle. Acababan de viajar por largas horas y estaba más cansada que hambrienta.
Una vez llegado el sexto y el que antecedía al penúltimo, le sirvieron uno con un pedazo de carne de color claro que parecía apetitosa. A esa altura un trozo más de comida y podía hasta vomitar, pero todo era por no dejar en ridículo a Falcon ya que parecía estarla llevando difícil con alguna que otra pregunta que hacía tanto Reish como Ofelia y él se apuraba en responder.
Escuchando lo que decía en ese momento sin mucho entusiasmo cortó un pedazo de carne y lo llevó a la boca. Pero al masticar la sensación se disparó por cada parte de su cavidad. El sabor metálico de la sangre llegó a su paladar junto al del agridulce de la carne.
El tenedor cayó sobre el plato con un sonido sordo, al llevar la mano a la boca conteniendo un gemido. Falcon alarmado se levantó de la silla hasta ella.
-¿Qué ocurre?- le preguntó preocupado. Su omega estaba sufriendo frente a él y no sabía por qué.
-Acaso no te gustó la carne- la voz de Ofelia en cambio se oyó tranquila- Es kobe, es una exquisitez de carne vacuna realmente cara. Desperdiciarla es un sacrilegio-
-MADRE- Falcon no pudo evitar alzar la voz y hasta su padre se impresionó. Ofelia se quedó con la boca abierta.
Falcon nunca había gritado en la casa y menso delante de ellos pero esta vez estaba realmente molesto. Tanto que los ignoró después de esto y se enfocó en su omega.
-Silver, abre la boca si puedes- le dio una servilleta que ella tomó y como pudo hizo lo que le indicó.
Cuando Falcon vio lo que quedó en la servilleta, si estaba molesto antes, ahora no tenía nombre. No solo había trozos apenas masticados de aquella rara carne, sino gotas de sangre y trozos de cristal.
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