Comienzo?
Zacarias le había dicho que la llevaría a unos lugares especiales, pero Erika no tenía la menor idea de a donde sería. Él no deba detalles aunque tenía una enorme sonrisa en su rostro. Tenía que reconocer que le gustaba que el alfa le prestara atención. Pero no como antes.
Zacarias siempre era atento con las mujeres, no importaba si era una aventura de una noche o alguna cita que durara una semana. Seducía tanto con sus acciones como con sus palabras. En eso era eficiente. Por eso Erika nunca le había exigido más de su atención. Temía que si lo hacía el alfa la dejaría de lado, como lo había hecho con algunas que si se había atrevido a pedir más de lo que él les daba.
Él era un alfa impredecible. Nunca se sabía cómo iba a actuar y eso era lo que le daba miedo. Además que era imposible leerlo. Si, antes la trataba bien…pero como a todas, ni más ni menos, solo con la diferencia que ella no solía pedir las cosas y él se las regalaba igual.
Pero ahora…se sentía diferente. No era el tipo de atención que antes, era mucho más…como decirlo…cariñosa. Un tipo de atención que realmente le hacía sentir querida. Esa fue la razón por la que ella le dio una oportunidad para ver si ellos funcionaban como una relación seria, no como un noviazgo de unos simples meses.
Porque una relación no era amar de un solo lado. Y aunque notaba que Zacarias le mostraba sentimientos a ella, conocía suficiente de él. Un año. Ese año sería definitivo. Al menos se alegraba que sus cachorras tendrían a un padre que las atendería. Esperaba no equivocarse.
-¿Qué pasa preciosa?- Zacarias extendió su mano y le dio una suave caricia en su rostro- Estás muy seria-
-Solo me pregunto a donde me llevas-
Zacarias sonrió más ampliamente y su pecho se infló orgullosamente.
-A cumplir tus sueños chiquita, a cumplir tus sueños-
Erika lo miró pestañeando extrañada. A eso se refería con que era alguien impredecible. Pero lo entendió todo cuando estuvo parada delante de un jardín hermoso lleno de flores que rodeaba una casa de dos plantas estilo ecléctico. Tenía partes modernas pero a la vez puntales alto y columnas. Enormes ventanas francesas de madera y vitrales en gran parte de las paredes. Pintaba de blanco y rojo era una casa hermosa.
-Te gusta ¿verdad?-
Ella se giró hacia él con los ojos muy abiertos.
-Zacarias, esta casa es…-
-Si chiquita, es la que viste aquella vez en la revista y te encantó. Aún recuerdo que me dijiste que algún día reunirías lo suficiente para que tus cachorros pudieran vivir allí- los colmillos asomaban por la sonrisa orgullosa del alfa-
-¿Te acuerdas?- ella no lo podía creer.
-Soy un estúpido para algunas cosas pero tengo muy buena memoria.
Ella aún estaba anonadada y miró del alfa hacia la casa.
-Si chiquita, es tuya. Aunque los papeles no se han cerrado completamente por si no querías esta y te gustaba otra. Estuve todo el día de ayer buscando alguna casa para ti y mis niñas y me apareció. Realmente caída del cielo.
Ella le agarró la mano. La de ella temblaba y sus ojo aún estaban muy abiertos. El alfa se inclinó y dejó un beso sobre su frente.
-No me mires así chiquita. Quiero lo mejor para mis bebés pero para ti también. Te lo dije seré un padre ejemplar pero también un alfa del que puedas estar orgullosa. Aun si tengo que cambiar todo de mi-
Erika pestañeó solo para que dos lágrimas cayeran por sus ojos y seguidamente comenzara a sollozar. Zacarias se alarmó y no supo que hacer. Erika no era de las que lloraba tan fácilmente a menos que fuera perturbada.
-Chiquita qué ocurre- ahora el que temblaba era él y solo pudo abrazarla.
Erika lloró contra su pecho. Su sueño poco a poco se estaba haciendo realidad. Una casa para ella y su familia, Zacarias a su lado, una relación estable. Y ella con el embarazo totalmente sensible solo podía sentirse más que contenta.
El alfa la estuvo acariciando hasta que ella paró de llorar y se separó. Le limpió las lágrimas con sus pulgares y besó cada mejilla sonrojada.
-¿Mejor chiquita?- había comprendido porque ella había llorado pero no lo diría. No quería hacerla volver a llorar aun cuando se veía tierna.
Ella asintió e intentó sonreír. Zacarias la tomó de la mano y le besó los nudillos.
-Vamos adentro, quiero mostrarte todo. Incluso hay un cuarto para cada cachorra, una suite principal hermosa y hasta un cuarto aparte por si te disgustas conmigo no tener que dormir en el sofá-
Erika no pudo evitar reír con su comentario. Y se dejó arrastrar por él.
-La casa aún no tiene muchos muebles para que escojas la decoración que quieras. La pones a mi cuenta. Yo tampoco soy muy bueno decorando y no quiero que mis hijas vivan en los colores básicos que me rodean, la vida debe ser más animada en el buen sentido- el alfa parloteaba mientras veían cada uno de los espacio de la casa hasta terminar en el patio donde estaba una piscina, junto a un jacuzzi, una barra para invitaos y hasta un pequeño parque que formaba parte del inmenso terreno.
-Es más linda de lo que se veía en las fotos- ella sonrió.
-Podemos tener a un perro y hasta dos. Me gustan pero nunca tengo tiempo para cuidarlos, así que ahora que pienso tomarme mi trabajo con menos rigor que antes para tener tiempo para mi familia, Speicer y Spanky pueden ser parte de la este lugar-
- ¿Speicer y Spanky?- Erika no pudo evitar bufar.
-Al menos permíteme ponerse los nombres a los perros-
Erika inclinó la cabeza, se sentía más contenta que nunca sobre todo porque él había dicho familia. Vivir con su familia, con perros incluidos. Y mirándolo un poco más, cada vez la imagen se Zacarias se veía más apropiada para alguien que precisamente tenía una familia.
-Zacarias- lo llamó y cuando este se giró a mirarla ella se puso en puntillas y le dejó un breve beso en los labios- Gracias-
Fue un agradecimiento sincero y el alfa rodeó su cintura y asaltó sus labios dado que ella había dado el primer movimiento. Besó sus labios casi con desesperación. Deleitándose con el sabor de ella y sin el dolor del rechazo. Se fundió con sus emociones y solo podía decir que esto era lo correcto.
Soltó la boca de Erika cuando sintió que esta necesitaba tomar aire dejando sus labios húmedos e hinchados y pegó su frente a la de ella.
-No me regañes vale- le pidió jadeando- Sé que es un año de probatoria pero si tú eres la que inicia no sé si mi autocontrol funcione-
Erika sentía su corazón palpitar en su pecho. Ella ya lo había aceptado y se lo había declarado a Silver, pero no podía ceder tan fácil. Tanto por la felicidad de ella como la de él mismo. Además un año de desintoxicación no le vendría nada mal.
***
Erika pensó que el único lugar al que irían sería ese pero al parecer se equivocó. Ahora estaba delante de ¿un salón?
-Zacarias, en serio, si sigues así daré a luz a tu hijas de forma prematura- dijo ella jalando la manga de la camisa del alfa. Solo no se esperó que este palideciera- Es broma- tuvo que rectificar rápido.
Él se llevó la mano a su rostro y suspiró. Por un momento la imagen se le pasó por su cabeza y se asustó y después recordó que era u doctor y cómo funcionaban las cosas.
-Pareces un padre fanatizado por la salud de sus hijas- Erika no puso evitar burlarse de él.
Zacarias se veía más vulnerable y abierto que nunca.
-No te rías Erika, todo esto es nuevo para mí-
-Que no te oigan otros de tu especie o podrías tener su orgullo alfa herido-
-Si es herido por ti creo poder superarlo-
Un sonrojo atravesó el rostro de Erika y bajó la cabeza. Esta vez la sorprendida era ella. Si seguía así realmente daría a luz a sus cachorras porque eran demasiadas sensaciones juntas.
Y después entraron al salón de belleza que Zacarias había preparado para ella en una de las mejores áreas de la ciudad, solo a pocos minutos de la casa.
***
-No puedo creer que hayas resuelto todo esto en solo unas pocas horas- ella tomó un sorbo de la bebida que el alfa le habría comprado- Hasta contrastaste personas para el suevo salón de belleza-
-Acaso no te gustó la sorpresa- el tono del alfa salió menos pretencioso de lo habitual.
-Me encantó, solo que aún lo estoy procesando- ella le acarició el brazo para que él no se sintiera mal.
-Sabía que querías tu propio salón desde hace mucho, solo busqué uno sencillo y que se acomodara a ti. Sé que te gusta tener tu propio dinero por lo que pensé que tuvieras un negocio propio te vendría bien- se rascó la mejilla nervioso.
Y Erika solo pudo echarse a reír. Definitivamente este alfa no era el mismo que había dejado meses atrás. Era como alguien nuevo pero con aquella pizca salvaje que le gustaba.
Se detuvieron después de una hora más manejando en lo alto de una montaña donde la carretera tenía un pequeño descanso y Zacarias apagó el auto.
-¿Recuerdas este lugar chiquita?-
Ella asintió y salió del vehículo para acercarse a la valla de metal y mirar la hermosa vista que se proyectaba desde allí. El viento agitó su cabello rizado y ella cerró los ojos. Sintió los brazos de Zacarias envolver su estómago y sus manos acariciaron su aun pequeño vientre. Se dejó caer contra el calor reconfortante detrás de ella.
-Este fue el primer lugar al que te traje en nuestra primera cita- le susurró al oído- Quiero que este sea nuestro comienzo. Donde dejamos atrás nuestra vida y nuestras preocupaciones y comenzamos desde cero- su voz era grave.
Erika giró su rostro para encontrarse con el de Zacarias y le permitió que la besara. Suave, delicado, como si fuera su primer beso. Porque sabía que desde ese momento las cosas entre ellos definitivamente iba a cambiar.
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