Silver se reflejó en el espejo e hizo una mueca al ver el estado de su cabello. El estrés era fatal y le pasaba factura a todo, en ella, su fibra capilar era la que más sufría. El brillo había mermado y las puntas parecían resecas. Tanto esfuerzo intentando mantener una melena de lujo y en unos días todo el trabajo se había ido por la borda. 

En los últimos tres días su presidente se había mantenido a raya, después de la conversación algo subida de tono, pero mantenerse en guardia todo el tiempo e intentar esquivarlo, había puesto sus cronómetros de estrés al máximo. 

Buscó en la gaveta de su cómoda una tijera. Cuando no había solución era mejor cortar.
Movía la tijera de aquí para allá quitando todo aquello que parecía maltratado hasta que estuvo conforme. Su melena que anteriormente acariciaba sus hombros, la había llevado a algo parecido a un corte bob más largo adelante que atrás dejando al descubierto su cuello. Para los que eran omegas mostrar esta parte era peligroso, pero para ella era un lujo que se podía dar.

Volvió a rebuscar en la gaveta y agarró el pomo de sus pastillas, había olvidado la dosis del día anterior pues Hans insistió en salir a ver una película que término demasiado tarde y ella solo cayó rendida a la vuelta.

Para su sorpresa el pomo estaba vacío.

-Demonios, se me había olvidado. Mamá- gritó pero no tuvo respuesta. Su madre había salido esa mañana y ella era la que siempre le resolvía las pastillas.

Qué remedio, tendría que tomar su dosis cuando volvería, por un día no creía que ocurriera nada.

Le dejó un recado a su madre y salió en dirección al trabajo.

-Directoraaaaa- fue lo primero que oyó cuando apenas abrió la puerta de la oficina.

-¿Qué ocurre?- algo bueno no venía.

-Primero, su peinado queda genial- Albert tan ocurrente como siempre -Segundo. El presidente quiere respuestas rápido, vaya a verlo urgente-

Silver suspiró, sabía que ese encuentro estaba destinado, no podía aplazarse más. Había entregado la primera parte y estaba segura que las dudas florecerían, dudas a las que ella tenía respuestas.

Dejo su bolso y tomó una taza de café rápido. Traqueó los dedos y caminó hasta el elevador.
-Tal parece que va al campo de batalla- uno de sus empleados comentó.

-No va al campo de batalla, va directo a la tercera guerra mundial, hoy arde Troya- otro respondió.

-Me parece que te desfasaste con las fechas-

-Un poco de dramatismo hombre, solo un poco de dramatismo-

Silver los escuchó hablar y tenían razón. La situación entre ellos era tensa, esperaba que él se comportará.

Leo la dejó entrar a la oficina donde Falcon leía los documentos detrás de su escritorio.
Levantó la vista cuando la puerta se cerró y aspiró.

-Tu aroma es más fuerte hoy, te pusiste algún perfume- se levantó de la silla presidencial y se acercó a ella embelesado con el aroma que empezaba a inundar la oficina.

-No uso perfume- retrocedió un paso manteniendo la distancia. Por eso es que odiaba estar cerca del hombre, demasiado directo con su persona.

Falcón se detuvo y la estudió.

-Explícame los cambios- se giró y volvió a su puesto. Silver tragó antes de acercarse y sentarse frente a él. 

A pesar de estarse volviendo loco con tenerla frente, mantuvo su concentración en el trabajo hasta que terminó. Podía reconocer que a pesar de comprender el contenido había desviado su vista alguna veces al sus labios. Le encantaban, sobre todo la forma del inferior.

-Con esto terminamos la primera fase. Si tiene alguna pregunta-

-¿Tomas algún medicamento?-

Ella lo miró extrañada y se levantó rápido de la silla ¿De dónde había sacado esa información?¿La estaba espiando?

-Si me disculpa, y al ver que usted no tiene ninguna duda me retiro- se giró y caminó rápido hacia la puerta. Al intentar abrirla la mano masculina cerrado de golpe mientras la otra la ponía sobre su hombro inmovilizándola contra el cristal.

-¿Qué cree que hace? Si no se detiene gritaré-

-En primera este lugar es insonoro y solo quiero que me respondas. ¿Tomás algún medicamento?-

Ella no respondió al momento. 

-Mi vida privada no es algo que le interese- dijo calmándose, luchar contra el solo traería peores consecuencias. 

Falcón no le gusto su respuesta pero su atención en el tema se desvío al ver la nuca descubierta a su merced. Sin pensarlo mucho y dejándose llevar por el olor lamió la piel expuesta delante de sus ojos. Sintió a Silver sobresaltarse bajo él y la afirmó más por el hombro cuando esta intentó retirarse.

-Presidente, déjeme- ella apenas soltó un susurro apretando los ojos.

Pero Falcón no le hizo caso, estaba inmerso en el sabor de aquella suave piel. Acercó sus labios y saboreó, pegando su cuerpo contra el de la mujer más pequeña, que se amoldó, como si hubiera sido diseñado para él. 

Silver apretó los dedos sintiendo la cálida de boca darse un festín contra su cuello sin comprender que ocurría, los alfas se comportaban así con los omegas. Se alarmó cuando los dientes de él comenzaron a rasparle. Se sacudió en un intento inútil de apartarse pero era inútil. El hombre pesaba más que ella como para retirárselo de arriba.

-Por favor, suélteme- de repente sus palabras quedaron atascada en lo profundo de su garganta.
Una sensación totalmente nueva para ella la recorrió haciéndole temblar. Apretó sus piernas cuando un calor extraño comenzó a formarse en su estómago.

Falcón también lo sintió y se incorporó jadeando.

-Eres deliciosa-

Silver entró en pánico, que era aquello. Aprovechando que el alfa se había separado se lanzó hacia atrás empujándolo y forzando la puerta saliendo rápidamente corriendo hacia el elevador.
Cuando las puertas se cerraron jadeaba y sus mejillas estaban que ardían. -¿Qué estaba ocurriendo? Su estómago se revolvió y tuvo que detenerse unos pisos antes del suyo para salir corriendo en dirección al baño y soltar todo su desayuno en el inodoro.

-¿Directora Miller está bien?- alguien de algún departamento se acercó y palmeó su espalda.
Silver separó la cabeza del inodoro aun jadeando. Asintió y caminó inestable hacia el lavamanos donde se hechó agua en el rostro.

-Y esas marcas- la mujer parecía interesada en su cuello. La beta se alarmó y se cubrió con la mano. 

-Es una alergia que estoy teniendo, el desayuno me cayó mal y al parecer tengo una erupción en la piel- mintió 

Eso no es bueno, llamaré a un taxi para que la lleve al hospital.

-Gracias- 

La mujer salió corriendo del baño. Se miró en el espejo y lo que vio no le gustó. Los ojos llorosos, las mejillas coloradas y su frente sudada, parecía haber salido de alguna actividad subida se tono.

Buscó el celular de su bolsillo y marcó el número de uno de sus compañeros.
Llévame el bolso a la entrada, el desayuno me cayó mal y vuelvo a casa, si alguien pregunta trabajaré desde mi computadora pero que no me llamen. Colgó antes de que le hicieran preguntas. Más de la que ella tenía en la cabeza no quería.

Falcon golpeó el cristal de la puerta de su oficina. Por poco perdía el control. Aquello había sido el indicio de un celo. Si, estaba seguro. Su cuerpo había respondido a sus caricias como lo hacía un omega, su omega, pero había huido y lo había dejado con ganas de más. Quería caerle atrás pero eso solo la asustaría más. 

Nunca se había sentido así al lado de su actualpareja. Deseo si, lo normal que responde el cuerpo ante una mujer hermosa, en cambio lo de hoy había sido diferentes, tan salvaje que apenas recordaba lo que había hecho. Quería recorrerla completa con su boca y hacerla suya, reclamar lo que era de su propiedad.

Cambio de planes, su vida perfecta tendría que dar un vuelco, no sacrificaría su felicidad por sus estúpidas leyes.

***

Para cuando Natacha llegó a la casa, Silver la esperaba sentada en el sofá con una expresión sombría en su rostro.

-Es raro verte tan temprano, no tenías trabajo hoy-

Silver no se inmutó con sus palabras, estaba molesta, si había algo que no le gustaba era que la tomaran por estúpida.

-Madre- entrecerró los ojos -¿Qué son esas pastillas que tomo?-