Cap 59: Viaje a la Ciudad de México
Para no alargar más la historia, hagamos un skiptime, remontándonos ahora en el tiempo cercano del cumpleaños de Cristóbal; el cual, como se mencionó anteriormente, iba para la edad de 17 años, pensando así él mismo que ya tendría edad para entrar en patrimonio con José María. Debido a ello, Cristóbal estaba súper emocionado, tanto que empezaba a contar los días, restarle y así. También le iba comentando a su novio sobre su día, por lo que la pareja estaba contento de igual manera.
Cristóbal: Ya se acerca mi cumple.
José: ¿Enserio? Qué bien. ¿Cuántos cumples?
Cristóbal: 17.
José: Oh, qué grande, ya casi eres un adulto.
Cristóbal: Sí, aunque eso me atemoriza un poco.
José: Oh... Sí, se ha de sentir raro, pero no te preocupes, no pasa nada hombre.
Cristóbal: Quisiera pasarla bien contigo, lobito.
José: Jejeje de acuerdo. ¿Adónde piensas ir por tu cumpleaños?
Cristóbal: No sé, no lo he pensado.
José: Ya se te ocurrirá algo.
Cristóbal: -lo abraza- Tú eres el que me hace feliz, eres tan lindo y una fursona especial para mí.
José: Jejeje ☺️☺️☺️
Cristóbal: Por mi cumpleaños, mi padre y yo hemos pensado ir a un lugar.
José: ¿Adónde?
Cristóbal: Mi papá dijo que iremos a vistar la capital de México.
José: Ah, México D.F... Pues que tengan suerte.
Cristóbal: Sí, iremos especialmente a Xochimilco y Coyoacán que están de lujo.
José: Os felicito.
Cristóbal: También estás invitado a venir con nosotros.
José: ¿Yo también iré?
Cristóbal: Sí.
José: Ay, gracias, amor (^^).
Cristóbal: De nada. Puedes llevarte al niño también.
José: Eso voy a hacer ya que no puedo dejarlo solo, le irá a encantar. ¿A qué hora?
Pasa el tiempo, todo estaba bien, con Cristóbal contando el tiempo por su cumpleaños; y, finalmente, aquel cumpleaños había llegado, aunque este luego sintió un cambio psicólogico, pero a la vez pensaba en que así podría casarse. Ahí es cuando se la pasó bien, feliz, estando casa todos sus amigos y familiares. Al día siguiente, su cumple había terminado, empezando ahora desear a volver a ser un niño, puesto a que no le empezó a gustar la idea de ser mayor, ya que no podría tener los mimos, cariño y otras cosas; que esas cosas eran de niños y que iba a ser alto y que no podría caber como para estar en los brazos de alguien. Para él fue un poco ansioso; le costó mucho adaptarse y aceptarlo, pero también pensaba, a su vez, que podría tener a José María para que le diera todo eso.
En fin, al día siguiente, el viaje a la Ciudad de México había comenzado; estos se levantaron muy temprano, eran como las 5 de la mañana. Sí, mucha flojera tuvo el niño de ir, y eso que la estaba soñando bien. Se meten a bañar rápido, se cambian, desayunan y vámonos. José se puso una camiseta manga larga y pantalón de mezclilla y el chico una camisa negra manga larga también y un shorts. Cristóbal, Alexis y su papá ya estaban listos.
Sam: ¿Adónde vamos?
José: A la Ciudad de México :)
Sam: Asco... Puro prieto y corriente hay ahí.
José: Pues ni modo, así lo eligieron ellos, y vamos a ir porque no les quiero defraudar.
Sam: Bueno...
Un tiempo más, se ponen a emprender vuelvo hacia la capital de México, estando muy a gusto en el avión. Finalmente, llegan a la ciudad, la cual era súper grande, muy poblada y lleno de cultura. Estos se instalaron en un hotel dentro del pueblo mágico (ciudad colonial), la cual era una belleza. Ahí había mucho qué ver.
Ahí mismo, caminando por la zona de la última foto, se encuentran con el coyote de Oaxaca; es decir, Juan Carlos Medina, quien también tenía conocimiento sobre la ciudad.
Juan: ¡Alm! Otra vez vez no volvemos a encontrar, compadre.
José: Hola y lo mismo digo -lo abraza-.
Juan: Bienvenidos sean todos también.
El Juan los lleva a dar un paseo por la ciudad, enseñándoles sobre la inmensa cultura mexicana, hasta también fueron a dar a obtener entradas para ir a ver una función de «La leyenda de la Llorona y otros relatos», así como también a tomarse fotos. Y Cristóbal había quedado impresionado, aunque también se sentía raro, más al estar en el hotel. Juan los lleva también a los canales de Xochimilco, un lugar muy bello también, ahí se subieron a los botes para hacer fiesta, paseándose por todo el canal, hasta se sintieron relajados.
José: Es muy bonita la ciudad.
Juan: Sí, pero aún no han visto todo, falta ir a Coyoacán.
Cristóbal: Está mejor que en Chile y España.
José: No lo dudo.
Siguieron navegando por todo el lugar estando, al parecer, fuera de la ciudad un momento. Ahí se podría decir que se pueden encontrar animales tanto terrestres como acuáticos, como cisnes blancos, patos, renacuajos y peces. Nombre, era una algo relajante, junto con el viento fresco que pegaba y con un silencio que dejaba escuchar el sonido del agua.
José: Sin duda, este lugar es hermoso. Me gusta.
Cristóbal: Lo sé, amigo -lo abraza-. Te amo.
José: Jejeje, lo sé y yo también -corresponde-.
Sam: 7n7
José: Ah, sí es cierto, el celostín.
Cristóbal: Chale, todavía te cela.
José: A ver cómo le hago para que se le quite lo celostín. -abraza al niño- Pero también lo quiero :3
Sam: (^u^)
José estaba súper contento (algo que no verás en toda tu vida en la vida real :v) y le gustó el lugar. Posteriormente, al atardecer, junto con Juan, fueron a paseó turístico por toda la ciudad y en una calle, se encuentra la calle de Don Juan Manuel, que cuenta con una leyenda colonial, del cual se dice que abunda el espíritu de Juan Manuel, un señor que murió en un pecado imperdonable.
Luego ya se fueron a dar a un mini teatro de 17 personas, con buenos actores, retratando las leyendas más famosas de la Ciudad de México, entre ella la Martha (Llorona), el Charro Negro, la casa de La Tía Toña, la Macihuatli (Siguanaba), las Isla de Las Muñecas, la Monja del Durazno, entre otras. Fue muy bonita la función, la cual duró hasta el anochecer.
Comenzando con la leyenda más conocida e importante de México, Martha o la Llorona, esta fue contada con tres versiones: la prehispánica, la malinchista y la colonial. La primera hablaba sobre que, antes de la llegada de los españoles a América, había un montón de diosas aztecas, las cuales anunciaban la caída de la gran Tenochtitlán. Cada una se manifestaba una por noche, y era Tonanzin, Coatcuitle, Cihuacóatl y las Cihuateteo; gritaban frases de alerta "¡Ay, mis hijos! ¿Dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?" y obvio que sus hijos eran los aztecas. Después de la caída del imperio azteca, todas estas diosa se fueron formando un solo ser: una mujer vestida de blanco, cuyo rostro es cubierto con velo y se la pasa llorando por las noches, la cual lamentaría por siempre la caída del Imperio azteca.
La versión malinchista habla acerca de la historia de la Malinche, que termina con en La Concepción de Coyoacán.
En la Plaza de la Iglesia de la Concepción, conocida como La Conchita, se encuentra la primera iglesia de la América continental. Su historia se remonta muchos siglos atrás de la conquista española, ya que se han encontrado entierros y material arqueológico del 600 d.c. Las crónicas cuentan que Hernán Cortés ordenó en 1524 la construcción de una iglesia sobre los restos de un adoratorio prehispánico. Pero esto no es todo, ya que también se encontraron 167 entierros de los primeros años de la colonia. Se dice que aquí se instalaron las residencias de Hernán Cortés y del sanguinario Pedro de Alvarado, responsable de la masacre del Templo Mayor. Es por ello que este lugar posee una lúgubre historia desde hace siglos, la cual continúa generando leyendas: Monjes que se aparece en el parque a media noche, un peregrinar de almas en pena en las calles aledañas e incluso batallas entre tropas aztecas y tepanecas. Justo enfrente del parque se ubica la llamada «Casa de la Malinche», preciosa residencia de las primeras décadas del siglo XVI. Hay quienes dicen que esa fue la última residencia de Malintzin y que incluso que murió ahí.
Conocida en lengua náhuatl, la que hablaban los aztecas, como Malintzin o Malinalli, la mujer, que después sería identificada como "La Malinche", nació a finales del siglo XV. Según los historiadores, sus primeros años habrían transcurrido en el estado de Veracruz.
Presuntamente fue hija de un cacique, como primogénita le correspondía heredar los dominios de su padre, pero al fallecer, su madre, Cimatl, se casó con otro jefe indígena con el que concibió un varón, quien finalmente se quedó con lo que le correspondía a Malintzin, según un recuento sobre este polémico personaje en la historia mexicana.
De niña, Malintzin habría sido regalada a otros indígenas y así se empezó a esparcir el rumor de que había muerto. La menor fue vendida como esclava y comprada por un cacique de Tabasco, quien después la regaló a Cortés para tratar de apaciguar su furia contra el pueblo maya en ese estado después de la batalla de Cintla, en la que resultó victorioso. El concubinato era aceptado en aquellos tiempos, pero únicamente con mujeres bautizadas por lo que después de ser regalada al conquistador, Malintzin recibió la fe católica y el nombre de Marina.
En un principio Cortés la había entregado a uno de sus capitanes, Alfonso Hernández, pero al descubrir que le sería útil por entender el náhuatl y el maya, la hizo su amante cuando ella tenía 15 años. La mujer fue cobrando importancia durante la travesía de Cortés hacia la capital azteca, Tenochtitlán, como parte de su plan para derrotar al imperio.
Las crónicas de Bernal Díaz del Castillo la describen como una mujer "entrometida y desenvuelta" que mandaba a todos los indígenas en la Nueva España. Algunos señalan que al enamorarse perdidamente de Hernán Cortés, empezó a defender los intereses de los españoles en lugar de los de los indígenas de su misma raza, quienes fueron masacrados por los conquistadores, de ahí que en México se conozca como "malinchistas" a quienes desprecian sus raíces.
De la relación entre Malintzin y Hernán Cortés nació Martín Cortés, el primer mexicano mestizo al que se le conoce con nombre y apellido. Sin embargo, Cortés regresó a España y se llevó al hijo de ambos, dejando a su amante sola y despreciada por los de su misma raza.
Según el historiador mexicano Efraín Franco Frías, en la época de la Colonia (1521-1821) empezó cobrar fuerza la historia de que "La Llorona", esa mujer a la que en distintos lugares se le escucha por las noches llorar por sus hijos, era una indígena conocida como "Malinche".
El nombre de 'Malinche' significa traidora, y los indígenas veían en esta la encarnación de la traición y a raíz de que pierde a su hijo, para el pueblo mexicano se convierte en un símbolo de la maternidad, pero de la maternidad triste, ofendida y humillada por el papel triste de entregar a su hijo y ella jamás lo vuelve a ver", dijo Frías a Infobae México en octubre de 2018.
"Se convierte en instrumento de traición y también en el símbolo de la mala madre que no es capaz de defender a su hijo y se entrega a las tentaciones, a los placeres", expresó el historiador. Relató que a partir de la entrega de su hijo, la mujer fue duramente criticada por no haber hecho nada para que no se lo llevaran.
La Iglesia Católica modificó la historia para darle un significado de que si eres mujer y te entregas a los amores prohibidos (como la Malinche), no cumples con los deberes tradicionales de madre, "vas a estar condenada al sufrimiento y a estar vagando por el inframundo".
Hay quienes confirman que la han visto pasear por sus aposentos y por La Conchita, llorando y gritando por sus hijos, los mestizos del pueblo mexicano, además de la pérdida de su hijo. Es por eso que se cree que aquí se pudo haber originado la famosa y extendida leyenda de La Llorona, el cual empieza a tener un significado diferente.
La tercera versión de la leyenda de la Llorona, una de las más populares de México y Latinoamérica, es la que nos habla de una mujer indígena o mestiza que fue esposa o concubina de un conquistador español, con quien tuvo tres hijos sin haberse casado antes. Tiempo después, la mujer le pidió formalizar la relación para así formalizar la relación, para así que sus hijos fueran gente descente; no obstante, este tema siempre era esquivado porque este españolete no los veía del mismo valor por su tipo de raza (ya saben, ese europeo de mierda racista, que antes trataba mal a los indígenas y mestizos por aspecto o su sangre). La mujer siempre le estuvo insiste e insiste, hasta que una vez los llegó a abandonar, contrayendo nupcias con una mujer española de alta sociedad. La Llorona se entera del engaño, se vuelve loca y asesina a sus propios hijos en locura o venganza (ya sea ahogandolos o apuñalandolos), siendo sentenciada a muerte o suicidándose después. Y de hecho, esta es la versión derivada de la segunda que se contó más arriba.
En cuanto a la Macihuatli, la retratan como una mujer de origen campesina que usó sus encantos femeninos, además de brujería, para seducir a un príncipe azteca, desposarlo y convertirse así en princesa. De esta relación nació un niño, quien era descuidado por ella, porque le gustaba andar con hombres infieles, lujuriosos y trasnochadores como ella; provocando así la muerte de su hijo. En cuanto al príncipe, una vez volviendo de la guerra, la mujer le echó una posición mágica que lo convirtió en un monstruo de 3 cabezas, el cual posteriormente sería asesinado por un guardia. El padre del príncipe se entera de lo que su nuera había hecho, así que le pidió ayuda al dios Teotl, quien maldijo a la mujer convirtiéndola en lo que es hoy en día, aquella mujer que le salió tanto a Dávila como a José María.
La calle de Don Juan Manuel, otra leyenda más del antiguo México, está explicada dentro del video más arriba. Asimismo, fueron a contar sobre la leyenda de Quetzalcoatl, el dios serpiente de la mitología mexica, un dios que le había prometido que regresaría algún día a México y, por ello, se le confundió con Hernán Cortés.
Una vez terminada la función, se salen del teatro, caminando por las calles de la ciudad hasta llegar a un puesto de tacos, con sillas y mesas de Coca-Cola y todo. Era dentro de una casa colonial, la cual era grande, brillante y linda, con paredes blancas. El lobito lindo comía como nunca antes, la gozaba muy bien junto con una rica Coca-Cola.
José: Rico :)
Cristóbal: Se ve lindo cuando sonríe.
José: Jejeje.
Sam: Qué lindo es tener un papi cómo él, aunque sea un estúpido y un negativo.
Cristóbal: Sí, incluso tenerlo de novio es súper.
José: Ey, más respeto, crío. Yo no quiero un niño mexicano malhablado.
Cristóbal: Me gustó ir al teatro.
José: A mí también. Muy bonito que está todo.
Sam: A la próxima vayamos a Sinaloa.
José: ¿Eso en dónde está?
Sam: En el noroeste de México.
José: O. A ver qué tal.
Juan: Me alegro que les gustara.
Terminan de cenar y se dirigen a pie al hotel, el cual pueden imaginarlo como quieran. Estos venían muy cansados, sentían el sueño pesado, que no podría mantener los ojos abiertos, hasta daría flojera quitarse todo. En fin, llegan al hotel, que era una maravilla dentro de su cuarto, se quitan todo y se ponen la pijama y a mimir. Uff, tan a gusto que se sintió la cama, tan a gusto que quedabas profundamente dormido y sin molestia alguna. Todo parecía ir bien, cuando nada parecía ir interrumpirles el sueño; sin embargo, las campanas chilangas se ponen a anunciar las 12:00 de la noche, un toque de queda. Todo quedó tan tranquilo, hasta que la Llorona comenzó a vagar por la ciudad con el clásico lamento de toda la vida, pero esta vez fue tan desgarrador, tan fuertísimo, que se escuchaba que todos se despertaron espantados.
Martha: ¡Ayyyy mis hijooooooos!
José: Vale, aquí sí no dudo que se aparezca. ¿Es que tiene que estar llorando toda la puta noche? No deja dormir.
Sam: Así es la Chillona, llorará hasta el fin de los tiempos.
José: Qué pesado...
Sam: No te preocupes, estamos a salvo, papi (uwu).
José: Ándele, pues... Intentemos mimir.
Cristóbal se decide asomar a la ventana, mirando desde lo más alto del hotel a la misma mujer de vestido blanco con velo que cubría su rostro... Debido a sus gritos, estos no pudieron dormir mucho, hasta notaban que se estaba alejando el grito después de 1 hora, pues la Llorona tomó rumbo hasta el Zócalo de la capital, ahí se incaba de rodillas, lanzando un agónico gemido, con dirección al oriente; puesta en pie, continuaba con el paso lento y pausado a la vez hasta llegar a un lago o a los canales de Xochimilco, por donde se desaparece al ser las 5:00 de la madrugada.
Después de perder de vista a la fantasmal mujer, Cristóbal se santigua entre la cama, cayendo y refugiándose en los brazos de su novio y queda dormido como un bebé. Ahora José estaba otra vez entre dos abrazos.
Cristóbal: Te amo -lo besa-.
José: Mmm~ sí, yo también te quiero, tú también duérmete ándale. Je...
Al día siguiente, todo mundo se levanta desvelado, tanto que daba flojera cambiarse. De todos modos, cada quien se metió a bañar; José se mete junto con el chico, Chris se mete después y al final se metió Cristóbal, quien duró más de 6 minutos, haciéndoseles un poco tarde. Después se cambian: José María se pone la camisa del campamento y un pantalón de mezclilla, el chico lo mismo de siempre, Cristóbal el mismo suéter de siempre y el padre lo mismo de la foto en «Personajes». Una vez listos, se ponen a seguirle paseando, estando en el Zócalo, estando entre un millón de habitantes, gente vendiendo y así, encontrándose nuevamente al coyote con una camisa blanca manga larga y pantalón de mezclilla, quien tenía encima al duende gay.
José: Carlitos, ya deja de molestar a los hombres.
Juan: No, no, así está bien jeje. No me molesta.
José: Bueno. . .
Juan: ¿Cómo andan?
José: Muy bien, aquí paseando antes del día siguiente.
Cristóbal: Ahora nos vamos a Coyoacán.
Juan: Ah, weno, si quieren los llevo.
José: Sí.
Juan los lleva en carro hasta el lugar de Coyoacán, uno de los lugares más importantes de la Ciudad de México, en donde se topan con la Plaza de La Conchita del barrio de La Concepción, lugar histórico en donde se encontraba la casa de la Malinche.
Juan: Esta es la Casa de la Malinche, una de las mujeres más importantes de México y la cultura mexicana, aquí se dice que se aparecen muchos fantasmas incluído ella.
José: Sí, anoche estando en el teatro nos contaron eso. Qué lindo es México.
Luego se pasearon por todo Coyoacán, estando entre un chingo de gente, para después irse a un buffet, ahí es donde le podrías comer de todo: espagueti, frijoles, tortillas, carne, etc. Nombre, ahí era un bello lugar, el cual se sentía tranquilo para comer. El lobito lindo, igualmente, gozando de la comida, lo que le hacía verse muy hermoso y daba ternura (😻). Posteriormente, pagan la cuenta terminando de comer y continúan paseándose por Coyoacán. Justo ahí mismo, vieron un grupo de fursonas e indígenas, vestidos de forma prehispánica, los cuales haciendo la «danza de conquista», un baile con un sonido muy cultural.
José: O.
Juan: Están haciendo el baile de conquista, una de las más antiguas de México, hecho desde el fin de la conquista española y en los primeros años de la colonia.
José: Genial.
Luego se fueron paseando hasta que deciden ir a subir a un teleférico, el cual mostraba la ciudad desde muy alto, a pesar de que pegaba el sol. Desde ahí, vieron lo que es el Distrito Federal, llena de color, brillo y mucha gente. Hasta fueron a comprar cosas, como ropa para poder usar, yéndose a un Walmart muy lindo, comprando mucha ropa, y luego se ponen a irse a pasear por toda la ciudad, en donde también visitan un acuario. También se tomaron fotos.
Al llegar el atardecer, llegaron hasta la presidencia de la ciudad, en donde estaba AMLO (Manuel López Obrador), el presidente actual de México. Posteriormente, se fueron a comer a un Panamá, que es un restaurante y pastelería al mismo tiempo; ahí se pusieron a comer lo suyo: el niño enchiladas, Cristóbal un menú infantil, Chris sopa de pollo, José María una embajada y Juan unos tacos. Luego llega la noche, en donde comienza a hacer frío, pero aún así se compran unos raspados y esquites. José tenía abrazo tanto al niño como a Cristóbal, encima de que es un lobito cariñosito que sería imposible que uno se safe de un abrazo.
Cristóbal: Como te quiero, amigo. Mi corazón siente mucho por ti y quiero siempre junto a tu lado ❤️.
José: Jejeje, ya lo sé y eso también quiero.
Cristóbal: Ojalá nuestro noviazgo termine pronto para seguirle al patrimonio.
José: Esperemos que así sea.
Juan: Y ni se les ocurra besarse aquí, ya que hay gente muy cerrada por aquí y podrían pasar vergüenza y humillación.
José: No, claro que no.
Hasta aquí el capítulo lobitos guapos. Nos vemos.
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