En fin, ya siendo sábado, Cristóbal le había enviado todo lo que este se había robado a domicilio. Lo había envuelto en una caja. Al envolverlo todo, comienza a ir a su casa, se va hacia la casa de José, deja en la entrada el parque y le toca la puerta como si estuviera desesperado.

Después de eso, comienza a correr estando lejos de su hogar. José, al escuchar que llamaban a la puerta, va a atender y cuando la abre solo se encuentra con un paquete.

José: Vaya... No recuerdo haber pedido algo a domicilio, pero ya qué.

José cierra la puerta y deja el paquete en la mesa. Abre el paquete, mirando el reloj, la camisa y la rosa de Guadalupe.

José: Wow... Vaya, un reloj, una camisa de béisbol y una rosa.

Viene el chico a ver qué es lo que le había traído; al ver la rosa, se comienza a reír.

Sam: Jajaja ¿Y esta rosa? :V

José: No sé, me lo regalaron, yo no sé quién me la envió, ni dice quién fue. A lo mejor fue Dávila.

Sam: Bueno, yo me irá a ver la tele.

El chico se va a ver la tele, empezando a ver Mujer, casos de la vida real. Y duró así por toda un día viendo el capítulo.

José: ¿Pero qué estás mirando?

Sam: El programa de Silvia Pinal.

José: ¿Quién es Silvia Pinal?

Sam: ¿No sabes quién es Silvia Pinal?

José: No.

Sam: ¿No sabes? Y eso que ya ha hecho películas en España, y es muy conocida por haber actuado de lado de Luis Buñuel.

José: No, pero puedo saber quién es. En todo caso, no mires esas cosas. ¿Eso es lo que te enseñaron tus padres?

Sam: Mmm... Es lo que me enseñaron a los 6 años.

José: Vaya padres tuviste. Pues yo te prohibo que mires ese programa.

Sam: Vale. (Nah, lo seguiré viendo a escondidas...)

José: Mejor te pongo Bob Esponja.

Sam: Bueno...

José le pone Bob Esponja, y se queda viendo la serie hasta que le da hambre.

Sam: Otra vez tengo hambre, lobito.

José: Vale, te haré de comer.

Cristóbal estaba caminando por la calle estando muy serio, aún pensando en cómo se desharía del Dávila tan fácil, aunque sí cada quien elige a quien amar o no pero eso impide que Cristóbal fuera a querer a José como novio. Sin embargo, gracias a alguien o algo, no tendría que hacer algo para quitarse de encima a su obstáculo.

Pues resulta que, estando en el campo, Dávila llega hasta un río por la tarde en donde se encuentra a una mujer lavando ropa. Esta era una mujer bellísima, tez blanca como coco, pelo largo y negro que le llegaba hasta la cintura y un vestido blanco hermoso. Al verla, Dávila se le quedaba viendo, más por el buen aspecto de la mujer, quien estaba de espaldas, cuyo rostro de un principio no la vio.

En eso la mujer se levantó y giró su cabeza, la cual mira a Dávila, y este queda maravillado... Su rostro era ovalado, sus ojos eran negros coquetos y su boca era preciosa. Justo para que este quisiera tenerla en brazos, con todo y músculos, o más bien consentirla.

En ese momento, la mujer se dirigió hacia donde estaba él y habla con él.

???: Hola ¿Usted qué anda haciendo por aquí? -dijo esta con voz dulce como sirena-

Dávila: Yo... Pues... Ando paseando, yo trabajo como maestro de aquí, y... estoy de visita con un amigo.

???: Ah... Yo estoy aquí lavando ya que si no lavo, soy riñada.

Dávila: Ah, bueno. ¿Cómo se llama usted?

???: Amparito ¿y usted?

Dávila: Soy José Dávila, pero puedes llamarme con mi segundo nombre.

Amparito: Jiji muy bien...

Dávila: ¿Tiene hermanas?

Amparito: No, no tengo hermanas. Soy hija única y me alegra serlo.

Dávila: ¿Y por dónde vive?

Amparito: Ah, en una cabaña que está por la montaña.

Dávila: ¿Qué hace tan sola en estos lugares?

Amparito: Ah, pues, me gusta la soledad en el campo.

Dávila: (Perfecto, así podré gozar de ella, tan bella que es, me dan ganas de abrazarla :3)

Dávila y la mujer se quedaron platicando durante un rato hasta que anoche. Este mira para arriba la luz de la luna; al mirar a donde estaba la mujer, nota que esta ya no estaba. Había desaparecido.

Al día siguiente, Dávila estaba en el parque platicando sobre la mujer que había visto ayer, poniendo celostín a José. Sin darse cuenta que ella los estaba espiando desde un árbol.

José: ¿Y te irás con ella, verdad?

Dávila: Amm.... No, no, solo será mi amiga. Tranquilo, amigo.

José: Pobre de ti, porque si me mientes no te volveré a hablar.

Sam: Ay, qué pesado eres, Lobito. Neta que deberías controlar tus emociones. Deberías de saber que Dávila NO es de tu propiedad, puede estar con quien se le pegue la gana. Qué madre contigo, kbron.

José: Vale, vale...

Nube: Jajajajqajqjqjqia el abortista está celoso, pues como Dávila tiene el pene tan grande… lo cela. Jajajajqajqjqjqia

José: No, yo lo amo por amor, pervertida.

Nube: Uy... Perdón....

Dávila: Es hermosa esa chica, tanto que me dieron ganas de abrazarla. Deberían de verla.

José: (Espero que no me engañes con ella...)

Cristóbal: (A lo mejor si Dávila deja a José con ella, a lo mejor me quedo con José 🙂)

Dávila: Aww, hasta me defiende... Qué niño tan noble...

Sam: See...tan noble.

Rato más tarde, Dávila caminaba solo, aún pensando en aquella chica que lo había cautivado. Y como era bisexual, pensó en que podrían tener a José y Amparito a la vez. Semanas más tarde, no había vuelto a ver a Amparito, a no ser que recuerda ir al mismo por donde ella había estado.

Al llegar al río, pese a que fuera de noche, efectivamente ahí estaba la mujer, hermosa como siempre... La mujer había notado su presencia; José le empieza a hablar, pero esta no responde y solo reía de forma dulce y coqueta. Dávila le estaba hable y hable, pero no había respuesta.

La mujer se paró, saliendo del río y comienza caminar, por lo que este la sigue. Cuando ya estaba por tocarle, esta corrió y Dávila la persigue, con tal de que no le fuera a pasar algo. La persecución perduró hasta haber llegado a la ciudad, la cual estaba muy sola. Al llegar al centro, la mujer dobló a la derecha, en dos metros más y a tres metros se fue derecho.

Y llegaron al vecindario de José. Al llegar ahí, Dávila estaba tan molesto, cansado y desesperado que, al lograr al fin alcanzar, la jala del pelo.

Dávila: Ya estuvo bueno la suya, con los hombres no se juega.

La mujer volteó y al verle el rostro, casi se desmaya del susto. Era una mujer fea, vieja como tuviera cien años de vida, los ojos blancos como los demonios, largas garras y los colmillos largos en vez de dientes. Esta, entonces, le ofrece la teta derecha igual de vieja.

Sigua: JAJAJAJAJAJA -ríe como bruja-. ¿Cuál Amparito, imbécil? Si soy la Lavandera Nocturna o la Sucia jajaja. ¿Quieres a una mujer? Aquí estoy, pinchi joto. Ven, ven, abrázame soy toda tuya. Jajaja

Dávila: NOOO.

Sigua: Tomá tu teta, tomá tu teta, tomá tu teta, pinchi joto desgraciado. JAJAJAJA

Dávila quiso moverse, pero las piernas no le respondían, dejando que aquella monstruosa mujer le mordiera la mejilla, para después ser golpeado, tumbado, arañado y desgarrado de la cabeza a los pies, no sin antes llegar a la casa de José quien ni lo podía escuchar.

Al día siguiente, José se levanta y se mete a dar un baño, mientras que el chico aún veía la tele. Shade estaba comiendo croquetas pedigree. José al fin sale, estando desnudo sin ningún problema y se cambia en su cuarto. Se pone una camisa blanca y un pantalón negro de mezclilla.

Seguido de eso, José empieza a ir a la cocina para hacer el desayuno, pero luego nota que casi ni había nada, pensó en ir al centro de San Martín otra vez.

José: Iré a comparar para comer, ahorita vuelvo.

Sam: Yo voy contigo.

José: Vale, primero báñate.

Sam: Okey.

El chico se mete a bañar y se baña en friega y cuando sale, se cambia rápido poniéndose un traje igual. Siendo así, José abre la puerta, mirando a Dávila todo madreado.

José: Dávila ¿pero qué te pasó?

Dávila: Me madreo una pinche vieja (T-T). Era fea, horrible. Me salió la Sayona (T_T).

José: Bueno, me cuentas luego. Ven, vamos a que te atienda.

José, como pudo, lo pone en el sofá de la sala, hasta siente que le dio fiebre.

José: Anda, tienes fiebre. Bueno, primero iré a comprar y luego te veo.

José y el chico se van a la tienda, mientras que Dávila se acuesta y se pone a ver la tele, y Shade estaba en el baño haciéndose la paja. Después de 6 minutos, José María al fin llega con el chico, quienes cargaban con unas bolsas. Ponen las cosas en la mesa, se lavan las manos y José empieza a hacer comida. La niña comienza a llorar, por lo que José la carga y le da de tragar.

José: Bueno, Dávila, dime qué pasó.

Dávila: ¿Te acuerdas sobre la chica de les que le hable hace días? Pues resultaba que la volví a ver, pero luego empieza a correr, la sigo y, como estaba cansado y desesperado, la jalo del pelo. Cuando le veo el rostro, me asusto, era fea, tenía la cara de bruja. Ella dijo que era la Sucia o Lavandera Nocturna, algo así. Y me madreo todo.

José: Ah... Bueno, creo que ya pagaste lo de haberme golpeado...

José se pone a hacer el desayuno, lo terminan de hacer, comen, platican hasta que Dávila, como pudo, decide irse. Una vez yéndose a casa, comienza a empacar y se dirige al auropuerto. Se había ido del país con tal de no volver a ver a la mujer, sin saber que ella también se aparece en su país, Venezuela. Además de que se le quitó lo violento.

José se había enterado de que se había ido, por lo que se empezó a sentir mal, extrañando su ausencia, llorando su partida. Pero en fin, después de todo se volvió a reponer, pensando que iría a ver algún día... Cuando Cristóbal se enteró, se puso feliz, al fin tendría a José María como pareja. Pero ¿José realmente quisiera ser pareja de Cristóbal aún sabiendo que en su corazón solo hay lugar para Dávila?

Típico, a Dávila le había salido la Sucia, también conocida como la Lavandera Nocturna o la Siguanaba, como le había sucedido a mucha gente (principalmente hombres). Esta es un súcubo típico de América y en el norte de España, que trata sobre una mujer que castiga la infidelidad, la violencia machista, hombres violentos, al trasnochador o al violador, aunque también disfruta de asustar a otras personas. Para los hombres, se presenta como una mujer hermosa, pero cuando está cerca se convierte en espanto (tiene muchas formas). Y gracias a ella, Cristóbal podría tener a José para siempre...

Hasta aquí el capítulo, perras. Sí, ya sé, demasiado corto otra vez. Nos vemos.