Capitulo único
Habían pasado ya dos semanas desde que la guerra santa contra Hades finalmente había terminado. La diosa Athena había vencido y la Tierra se había salvado. Seiya finalmente se había reencontrado con su amada hermana Seika, y la diosa Athena revivió a los caballeros dorados; incluyendo al patriarca Shion y a Kanon; dándoles una nueva oportunidad para vivir. Ésto alegró mucho a todos y reencuentros como los de Aioria y su hermano mayor Aioros, Mu con su pequeño alumno Kiki, y (sorprendentemente) el reencuentro entre Saga y Kanon habían Sido muy emotivos.
Pero el reencuentro que conmovió a todos fue el del maestro Dohko y el patriarca Shion. En especial cuando se enteraron que como Shion conservaría su puesto de Patriarca y Dohko su puesto como caballero dorado, no tendrían que volver a separarse nunca más.
En ese tiempo, Shion y Dohko reanudaron la relación que dejaron de lado más de dos siglos atrás para poder cumplir sus respectivas misiones encomendadas por la diosa Athena; quién estuvo muy feliz con la noticia de la relación de ambos maestros y les dió todo su apoyo. Al igual que todos los demás caballeros dorados y caballeros de bronce.
A pesar de haber dejado de lado su relación, Shion siempre estuvo al pendiente de Dohko a través de su cosmos. Cuidando de él. Incluso luego de morir se las arregló para seguir haciéndolo, pues se lo había prometido. Cuando aquello sucedió, le prometió a su amado Dohko que siempre lo protegería. Que siempre velaria por sus sueños. E hizo hasta lo imposible por cumplirle esa promesa a su pequeño tigre. Cómo a Shion le gustaba nombrar a Dohko.
Shion recordaba que la infancia de su amado no fue de las mejores. Pues desde una edad muy temprana, Dohko había conocido el dolor y el sufrimiento a manos de su propia familia. Un padre borracho y violento que se desquitaba con él a cada mínima oportunidad que tenía, y una madre que tenía relaciones sexuales con cualquier hombre a escondidas de su esposo poco importandole la presencia del pequeño Dohko y gritándole una sarta de barbaridades cuando éste intentaba intervenir creyendo; en su inocencia; que esos hombres estaban lastimando a su madre. Hasta donde Shion sabía, Dohko llegó al santuario a los ocho años bajo la tutoría de un caballero de plata que tenía la fama de torturar y de abusar de los aspirantes que llegaban a él. Pero como nunca nadie lo acusaba, a pesar de que el patriarca Sage era muy justo, nunca hubieron pruebas para destituirlo de su puesto como caballero. Al menos hasta que Shion conoció a Dohko. El patriarca Shion aún recordaba aquel lejano día.
*Flashback*
Fue cuando Shion tenía solamente ocho años y no hacía mucho que su maestro Hakurein lo había traído desde Jamir hasta el santuario. Como toda su vida la había pasado en su tierra natal, no solía juntarse ni entablar amistad con ninguno de los otros aspirantes a caballero; pero siempre fue muy observador. Y pronto se dió cuenta, que un caballero de plata era demasiado cruel con sus estudiantes y el resto de los aspirantes, al punto de que lo que hacía podría fácilmente considerarse tortura. Sin embargo, había dos aspirantes con los que el caballero nunca se metió gracias a los maestros que éstos tenían y lo poderosos que éstos eran. Esos dos aspirantes eran nada más y nada menos que el mismísimo Shion y un joven de nombre Manigoldo que era estudiante de nada más y nada menos que del patriarca.
Un día, Shion pudo ver a los lejos como ese caballero de plata llegaba al santuario acompañado de un joven niño que aparentaba menos años que él. Tenía una piel un poco más oscura que la suya, cabello desordenado de color castaño y con la cabeza gacha, motivo por el cual no pudo ver el color de sus ojos. Lo que realmente llamó la atención de Shion, fue que en lugar de presentar al niño con los demás aspirantes; como normalmente se hacía cada ves que alguien nuevo llegaba; el caballero de plata se lo llevó directamente a su casa. Ese día no le dió mucha importancia.
Pasaron los días y las semanas y Shion no había vuelto a ver al niño de aquel día. Eso le pareció extraño y curioso. Pero creyó que lo mejor sería dejar de distraerse con eso y consentrarse en su entrenamiento, tal y como sus demás compañeros aspirantes lo hacían y tal y como su maestro le había dicho tras verlo tan distraído esos últimos días.
Era ya caída la noche. Shion había ayudado a su maestro Hakurein a reparar algunas armaduras durante ese día y creyó que un paseo nocturno por los paisajes del santuario sería relajante antes de irse a dormir. Siempre le había gustado ver las estrellas así que fue hasta una pequeña colina en cuya sima había un frondoso árbol y que la ubicación de la colina le daba una increíble vista del cielo nocturno.
Ya cuando estaba por llegar a la sima de la colina, al joven niño de cabellos verdes claro le pareció escuchar un sonido muy bajo. Comenzó a acercarse de forma cautelosa cuando lo escuchó nuevamente.
—agh…— Shion identificó el sonido como un quejido de dolor. Preocupado, y para su sorpresa, se encontró con aquel niño de cabello castaño recostado al pie del gran árbol. Estaba lleno de heridas y manchas de sangre, preocupando aún más a Shion.
—oye, ¿Estás bien?—
—¡…!— la presencia de Shion asustó mucho al niño, quién intentó alejarse con una expresión de terror.
—oye tranquilo…no voy a hacerte daño…me llamo Shion ¿Cómo te llamas?— dijo Shion tratando de tranquilizar al obviamente aterrorizado niño.
—…Dohko…— dijo el niño de ojos verdes muy bonitos; a perspectiva de Shion; mirándolo con miedo y desconfianza. Shion se arrodilló al lado de Dohko.
—Dohko estás muy lastimado y estás sangrando mucho. Ven, te llevaré con tu maestro pa…— pero se vio interrumpido por Dohko, quién aterrorizado dijo
—¡No! ¡Con él no! ¡No me lleves con él por favor!—
—¿Eh? ¿Porqué no quieres que te lleve con tu maestro? …A menos que…Ese hombre fue quien te hizo todo eso ¿verdad? Puedes decirme, te aseguro que ya no te podrá lastimar de nuevo— solamente recibió un asentimiento de parte de Dohko antes de que éste cayera inconsciente a causa de lo mucho que estaba sangrando.
Shion, ayudándose de sus habilidades psicoquineticas, cargó al niño; asustado de lo mucho que había sangrado; y lo llevó a través de las doce casas hasta la recamara del patriarca, pues sabía que su maestro estaba allí con el patriarca. Una vez allí entró muy rápido evadiendo a los soldados rasos que vigilaban el lugar.
—¡Maestro! ¡Patriarca!—
—Shion ¿Qué sucede? ¿Por qué entraste así?— dijo Hakurein.
—ah, ¿Y ese niño?—pregunto el patriarca Sage.
—Lo encontré cuando iba a ver las estrellas, estaba al pie de un árbol. Está muy herido y asustado. No quería ir con su maestro porque me dijo que fue él quien le hizo todo ésto y por eso lo traje aquí. Deben ayudarlo maestro, patriarca…— dijo Shion angustiado y preocupado.
—Tranquilo Shion. Lo ayudaremos no te preocupes— dijo Hakurein mientras tomaba en sus brazos al pequeño Dohko. Sorprendiendose de la cantidad absurda de heridas abiertas que tenía.
—Sage, éste niño está demasiado herido. Hay que tratarlo de inmediato—
—Si— se limitó a decir el patriarca Sage para llamar a unas doncellas quienes preocupadas tomaron al niño en brazos para así tratar sus heridas.
—Tranquilo Shion. Se pondrá bien, hiciste bien en traerlo hasta aquí—
—Shion, de casualidad ¿Sabes quién es el maestro de ese chico?— preguntó Sage.
—No me lo dijo…pero hace algunas semanas lo ví con el caballero de plata de Tigra cuando llegó al santuario—
—Muy bien, yo personalmente hablaré con él para destituirlo de su puesto como caballero apenas sepamos que tanto daño le hizo a ese niño. Puedes estar tranquilo pequeño Shion. Ese hombre no volverá a lastimar a ningún aspirante a caballero—dijo Sage con una sonrisa en el rostro para tranquilizar al niño frente a él.
— Ahora porqué no mejor te vas a descansar? Nosotros cuidaremos de tu amigo—dijo Hakurein al ver cómo su alumno estaba a punto de dormirse parado.
*Flashback end*
Intento alejar esos pensamientos de su mente, pues aquella vez había escuchado a su maestro y al anterior patriarca hablar de lo que ese desgraciado hombre le había echo a Dohko. No solo lo había torturado de manera muy cruel, sino que además, había abusado sexualmente de él. Lo había violado.
Lo peor de todo, es la maldición con la que Dohko llevaba cargando desde hace 243 años. La maldición que el dios Hipnos le había lanzado al caballero dorado de Libra cuando la anterior guerra santa había terminado. Pues Dohko, cada vez que durmiera, reviviría aquellos días de dolor y sufrimiento sin parar.
Shion intento muchas veces deshacer la maldición de Hipnos. Pues no quería ver sufrir a Dohko de la manera en la que lo hacía cada noche. Pero con cada intento, lo único que lograba, era quedar muy agotado y sin haber logrado su objetivo. Sin embargo, pronto notó que, aunque no podía romper dicha maldición, si podía mantenerla a raya por medio de su cosmos, dándole noches de sueño tranquilo a su amado tigre. Más lograr eso, requería de un alto costo. Pues para asegurarle una noche de sueño tranquilo a su amado, Shion debía renunciar a su noche de sueño. No dormía en toda la noche con tal de que Dohko si durmiera. Por esa razón, hacía mucho que Shion no había podido descansar bien; sin embargo, Dohko nunca se enteró de ese pequeño detalle, pues Shion no quería preocuparlo ni hacerlo sentir culpable.
—Shion, ¿Ocurre algo?—la voz de la diosa Athena sacó al patriarca de sus pensamientos.
—¿Eh?…no, no ocurre nada de lo que usted deba preocuparse diosa Athena—
—¿Estás seguro? Se nota que hace mucho que no duermes bien. ¿Hay algo que no me estés diciendo y en lo que yo pueda ayudarte?—
—Bueno…en realidad…—Shion no sabía si decirle a Athena lo de la maldición de Hipnos en Dohko. Pero sabía que si había alguien que podría ayudarlo esa era la diosa Athena.
—Verá diosa Athena…me preguntaba si usted podría ayudarme, bueno ayudar a Dohko con algo que lleva atormentando lo desde hace 243 años…— lo dicho por Shion dejo sin habla a la diosa Athena y preocupada dijo.
—Claro que ayudaré en lo que pueda Shion. Dime qué es lo que sucede—
—Bueno, Dohko sufrió mucho cuando era un niño. Hasta donde yo se, sus padre nunca fueron un buen ejemplo para él y siempre lo trataron muy mal. Cuando llegó al santuario, terminó a manos de un maestro que lo torturó y abusó sexualmente de él. Por suerte, lo llevé con mi maestro y con quién era el patriarca en ese entonces y quién era el maestro de Dohko recibió el castigo que se merecía…— Shion soltó un suspiro. Pues le costaba recordar todo lo que le había tocado a vivir a su amado Dohko.
—Continua Shion—lo animó la diosa.
—Cuando la guerra santa de aquella época terminó, el dios menor del sueño Hipnos le lanzó una maldición. Cada noche y hasta el fin de sus días, Dohko reviviría todo aquel sufrimiento mediante sus sueños. Intenté muchas veces romper la maldición sin resultado, sin embargo…noté que si usaba mi cosmos para enfrentarme a la maldición, podría darle a Dohko noches de sueño tranquilo—
—Y has estado haciendo eso todo éste tiempo, lo que significa que prácticamente no has dormido. ¿Dohko sabe lo que haces por él?—preguntó conmovida la diosa.
—No. No le eh dicho nunca ese pequeño detalle. No quiero preocuparlo. Mucho menos quiero hacerlo sentir culpable—
—Entiendo...no te preocupes, yo romperé la maldición que Hipnos le lanzó a Dohko. No voy a permitir que ambos sigan sufriendo de éste modo— dijo Athena con una sonrisa gentil.
—Encerio?—
—Claro que sí—
Entonces, seguidamente la diosa Athena comenzó a elevar su cosmos al mismo tiempo que Dohko de Libra entraba por la puerta del templo del patriarca. En ese momento, unas cadenas se hicieron visibles a lo largo del cuerpo de Dohko, las cuales al ser rodeadas por el cosmos de la joven diosa, comenzaron a debilitarse hasta finalmente romperse y desaparecer. Cuando eso pasó, para sorpresa del caballero de Libra, un gran alivio y la sensación de haberse liberado de un peso gigantesco lo rodeó. Cuándo eso terminó, la diosa Athena se veía algo cansada.
—¿Qué es lo que acaba de pasar? ¿Se encuentra bien diosa Athena?—
—Si Dohko, no te preocupes. Lo que acaba de pasar es que Shion me contó sobre lo que Hipnos te hizo y pidió mi ayuda para deshacerlo— eso sorprendió a Dohko.
—eso quiere decir que…— fue lo único que alcanzó a decir Dohko para luego recibir un asentimiento por parte de la diosa. Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.
—Muchas gracias diosa Athena. No sabe lo mucho que se lo agradezco—
—No me lo agradezcas a mi. Fue Shion quién pidió mi ayuda. Y Shion, Dohko merece saber lo que has estado haciendo por él todo este tiempo. Ahora sí me disculpan, me retiraré a descansar— y dicho eso, la diosa Athena se retiró a sus aposentos privados.
—Shion…a qué se refiere la diosa Athena?¿Hay algo que no me hayas dicho?—
—Bueno…la verdad es que…no quería decirte nada para no preocuparte ni hacerte sentir culpable…—
—¿Qué? ¿A qué te refieres Shion?—
—Recuerdas que todo éste tiempo, yo te eh ayudado manteniendo a raya la maldición?—
—Claro que lo recuerdo. Incluso luego de que Saga te asesinó, podía sentir como tú cosmos me protegía cada noche. ¿Pero qué tiene que ver éso? ¿Tiene algo que ver con qué últimamente no has dormido bien?—
—Dohko, para lograr eso, yo debía usar casi todo mis cosmos. Debía renunciar a una noche de sueño tranquilo para que tú pudieras dormir—
—Pero Shion tú me has ayudado con ésto desde que Hipnos me maldijo eso significaría que…—Dohko se sorprendió y la culpa se comenzó a reflejar en sus ojos al recibir un asentimiento por parte de su amado.
—Perdoname Shion…lo siento tanto, perdóname—dijo con lágrimas en sus ojos y la voz quebrada. Eso conmovió a Shion, quién lo abrasó y tras limpiar sus lágrimas dijo.
—no tienes nada por lo que pedirme perdón. Lo haría de nuevo de ser necesario, y sabes porqué?—
—porqué?—
—Porque te amo. Te amo y siempre fue así. Y cuando escuchaba en nuestras conversaciones que había logrado que durmieras bien, que habías tenido una noche de sueño tranquilo, sentía que todo ese cansancio que se estaba acumulando valía la pena. Cada esfuerzo por no dormir en las noches valía la pena porque tú, mi amor, lograba dormir en paz— dijo con una sonrisa. Dohko volvió a abrazarlo y refugió su rostro en el pecho de Shion. A Dohko le encantaba ser más bajo que su borrego. Pues éste siempre lograba hecerlo sentir seguro.
—Gracias Shion…gracias por protegerme siempre…por amarme…por haberme salvado la vez que nos conocimos…gracias por todo…no vuelvas a irte. Te perdí dos veces Shion, no soportaría perderte una tercera vez—
—Tranquilo mi amor. No planeo volver a irme. No volveré a dejarte nunca Dohko, siempre estaré ahí para tí mi amor. Ahora, ¿Porqué no mejor nos vamos a dormir? Ya es tarde, ¿Que dices?—
—Esta bien—
Ambos fueron a la habitación de Shion y se recostaron en la cama abrazados. Dohko se recostó en el pecho de Shion mientras que éste último lo abrazó de forma protectora.
—Dulces sueños, mi ángel guardián—
—Dulces sueños, mi pequeño tigre. Yo velaré por tus sueños—dijo Shion.
Ambos calleron profundamente dormidos por primera ves en mucho tiempo, sin miedo. Pues la maldición que los atormentaba, al igual que todo aquel sufrimiento y dolor formarían, de ahora y para siempre, parte del pasado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro