Alina aventó su mochila dentro del auto, y juró que estuve a punto de perder la conciencia gracias a que golpee mi cabeza con algo.

No llevas un chango aquí, Alina. Llevas a Jos Canela, deberías tener más cuidado, soy importante. Pensé.

Escuché como los demás miembros de la familia de la chica subían apresuradamente ha él auto, quedando yo, en un espacio totalmente reducido.

— Cielo, ¿Tu novio vendrá hoy otra vez? Podría preparar unos deliciosos brownies. —hablo la madre.

— ¡Mamá, Jos no es mi novio! —exclamó Alina y escuché un par de risas.

Ya quisieras ser novia de alguien como yo. Soy completamente irresistible.

— ¡Ali tiene novio, Ali tiene novio, Ali tiene novio! —chilló el más pequeño de la familia.

— Cierra la boca, tonto. —inquirio Alina.

— Vamos hija, eso no tiene nada de malo. Jos parece ser buen chico. Además te ha gustado desde hace mucho tiempo. —comenzó de nuevo la madre y... ¿Qué carajos dijo?

Bueno realmente eso no me sorprende, demasiadas chicas mueren por mi, soy encantador. Alina era otra chica que caía por mi, nada de otro mundo.

— ¡Mamá, sólo me avergüenzas! —chilló Alina.— Jos no me gusta, nunca me ha gustado. Es un maldito cretino.

¿Disculpa? Por tu culpa estoy atrapado en el cuerpo de un perro inútil. La cretina es otra.

— Tu diario dice lo contrario. —murmuró el mayor de los tres hermanos, y enseguida escuché como Alina golpeaba el brazo de su hermano mayor repetidamente.

— ¡Leíste mi diario, grandísimo idiota! —explotó Alina.

— Digamos que el baño no es el mejor escondite para un diario. —dijo y el niño rió.— Lo leo cada que voy al baño, es bastante jugoso. Hay mucho Jos Canela ahí dentro.

Okay, eso era algo extraño a decir verdad. Sobre todo la parte en la que Alina esconde su diario sobre mí en el baño. Debo salir de este cuerpo, ya.

— ¡Eres un maldito hijo de...!

— Alina. —reprimió la madre y la castaña se calló.

— Cretino. —murmuró Alina a su hermano.

Después el camino a el Instituto siguió en silencio, únicamente con el sonido de la radio, y alguna que otra platica entre la madre y los hermanos. Alina no volvió a decir nada más.

De pronto, volví a golpearme con el jodido libro de Química, di unos cuantos giros dentro de la mochila, terminé desordenando todo. Habíamos llegado, y como siempre, Alina era todo menos cuidadosa con esta mochila.

— Nos vemos más tarde, niños. —habló la madre.

— No soy una niña. —se quejó la chica antes de seguir caminando.

Pronto escuché el ruido matutino que siempre se formaba en los pasillos de el Instituto, risas ruidosas, pláticas entre estudiantes, casilleros abriéndose y cerrándose, toda una melodía escolar.

Alina se detuvo, abrió su casillero y tomó algunos libros, y sin ningún tipo de cuidado los metió a su mochila.

Auch. Me quejé. Esto comienza a hartarme.

— Alinitaaa. —escuché.— Hasta que llegas, ¿no lo crees? —rió.

Esa voz era sin duda alguna, totalmente familiar para mi.

— ¿Hiciste el trabajo de Física? —preguntó.

Si, ese era Bryan Mouque. Uno de mis amigos, y sobre todo, pésimo en la Física. Aún recuerdo como se quejaba sobre haber tocado con Alina, estuvo molesto todo el día.

Alina no respondió, así que supuse que había asentido.

— Perfecto. Bueno bien, ya puedes seguir con tu vida de genia y eso. —habló enseguida antes de irse.

— Idiota. —murmuró Alina, cerrando su casillero con algo de rabia.

Comenzaba a pensar que ella decía eso cada que terminaba de hablar con cualquier ser vivo.  Seguramente más conmigo.

Escuché el timbre resonar en todos los rincones de el Instituto. Odiaba tanto ese sonido.

Y entonces, de la nada, me golpeé fuertemente contra el suelo, sintiendo un notable dolor en la parte derecha de mi cuerpo. Inmediatamente, esperé a que no hubiese sido yo el que había caído de la mochila.

Risas se empezaron a escuchar por todo el pasillo. Ahora sabía que era lo que ocurría. Alguien había hecho que Alina tropezara, y lo sabía, porque normalmente era yo quien la empujaba. Ahora veo que no es tan divertido como se ve.

Alina tomó unas cuantas cosas de inmediato, con temor a que alguien las pateara lejos de ella. Y se puso de pie, como siempre lo hacía.

Ahora me sentía realmente pésimo por hacer eso. Pero Alina era un blanco fácil, y de alguna manera antes me parecía divertido.

De inmediato corrió y entró a el baño, cerró la puerta detrás de ella casi de golpe.

Y solo entonces, comenzó a llorar.

Sollozo, se deslizó hasta caer al suelo, abrazo sus piernas y lloró en silencio.

Lo siento tanto Alina, pensé.

— ¿Estás bien? —pregunto la voz de otra chica.

Escuché como Alina paraba de llorar y limpiaba sus lágrimas con las mangas de su camiseta.

— Perfectamente. —dijo ella, escondiendo su destrozado corazón detrás de una chica fuerte.

Se puso de pie, y suspiró.

— No parece que estés perfectamente. —insistió la chica.

— ¿Eso realmente le importa a alguien? —se preguntó. Acomodo la mochila en su hombro.

— Creo que ahora me importa a mi. —dijo.

Alina suspiró pesadamente.

— Me llamo Janice.

— ¿Podrías irte? Ahora —se quejó Alina irritada, ella realmente quería estar sola.

— Lo siento. Si necesitas algo, sólo dime. —finalizó Janice antes de salir del baño.

— Carajo. —gruñó.— Ahora ella también me odiará.

Seguramente, pero bueno. Ella entenderá.

— Mierda.

Escuché que murmuraba, intenté sacar un poco mi cabeza para ver qué ocurría. Alina tenía un golpe en la sien de la cabeza, algo morado.

Me incline aún más hacia afuera y de pronto solté un alarido terrible, gracias a que caí bruscamente de la mochila. Oh no.

Alina se giró para ver, y su cara estaba tan sorprendida de verme que se formó una mueca en su rostro.

— ¿Señor Abrazos? —cuestionó incrédula.

¿Hola?... mierda estoy en problemas.