📀✨Padre Homofóbico✨📀
⚠️ Advertencia ⚠️
Este capítulo contiene violencia doméstica, se recomienda su discreción.
Rock and roll sonaba a todo volumen en el tocadiscos del hombre de la casa. Un hombre de carácter fuerte que siempre buscaba aislarse del mundo exterior escuchando música de hombres blancos, mientras su esposa lo servía.
Pronto, el timbre de la casa sonó, llamando la atención del matrimonio. El hombre sin ánimos de abandonar su cómodo sofá y su periódico, se levantó para abrir la puerta de la casa, encontrándose con Ken, el hijo de su vecino.
Su casa se encontraba cruzando la calle. Él y SeokJin habían sido buenos amigos de pequeños, sin embargo, de un momento a otro dejaron de serlo. Fue por eso que sospecho que venía en busca de su hijo.
—SeokJin no se encuentra en casa. Pasa a buscarlo más tarde…—le dijo al joven para luego intentar cerrar la puerta, sin embargo, el contrario se lo impidió.
—No vengo a buscar a SeokJin…—respondió irritado.
Seo Hyen lo observó con molestia, sin embargo, le causaba curiosidad los golpes que tenía el chico en su rostro y fue solamente por eso que lo dejó pasar.
—Pasa…—se hizo a un lado para dejarlo pasar. El menor dio una leve reverencia para después adentrarse a la casa.
—¿Qué es lo que quieres?—inquirió Seo Hyen, con una semblante seria y a nada de perder la paciencia gracias al niño molesto que no lo dejaba disfrutar de su periférico.
—Solamente venía a advertirle que su hijo está siendo influenciado por un homosexual. En la disco, los encontré besándose y fue entonces que decidí intervenir por el bien de su hijo. Sin embargo, salí golpeado por ese imbécil y después los dos se escaparon juntos…—contó con ira, al mismo tiempo que apretaba sus puños con fuerza.
Aquello tomó por sorpresa al hombre mayor. No podía creer lo que estaba escuchando. Su único hijo era homosexual. Era imposible…
Quedó perplejo ante la noticia que acababa de recibir, que ni siquiera acompañó al chico hasta la puerta.
Nunca fue un padre amoroso, tenía que admitir que ni siquiera había estado al pendiente de su único hijo a lo largo de sus años de vida. Sin embargo, eso no le daba derecho a ser un homosexual, la vergüenza de la familia, del vecindario, del mundo…
Con enojo comenzó a golpear cualquier cosa que se interpusiera en su camino, incluyendo a su esposa por haberle dado un hijo homosexual…
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A
quella salida había sido sin duda una maravilla. Su corazón latía de amor al recordar a aquel de tez morena que lo había acompañado hasta su casa y no sólo eso, sino que le había regalado una noche inolvidable…
Abrió la puerta de su casa, para después ingresar a esta. Las luces aún se mantenían prendidas lo cual llamó su atención, ya que sus padres acostumbraban a dormir temprano.
De un momento a otro, la silueta de su padre sentado sobre el sofá de una manera perturbadora hizo que su piel se erizada por completo.
—Padre, ¿Todo está en orden?—inquirió con temor.
Su padre se mantenía sereno, con su mirada fija en él. SeokJin de inmediato se alarmó, pues la mirada que le dedicaba su padre estaba llena de desprecio y odio puro…
Seo Hyen no dijo nada, se levantó del sofá y después se dirigió hasta él, al mismo tiempo que le daba un golpe en su mejilla con el puño cerrado.
El golpe fue fuerte, más de lo que SeokJin había anticipado. La carne de su rostro ardió, y sus ojos se llenaron de lágrimas no solo por el dolor físico, sino por el daño emocional. Su padre lo miraba como si fuera un desconocido, como si todo lo que había sido su hijo hasta ese momento no valiera nada.
—¡Maldito, maldito seas! ¡No te he criado para esto!—la voz de su padre era un rugido, llena de rabia y desdén mientras continuaba golpeándolo—. ¡¿Qué te has creído?! Eres un fracaso. ¡Un hombre debe ser fuerte, debe ser respetado! Pero tú… tú eres solo una vergüenza para nuestra familia. ¿Eso es lo que quieres? ¿Que la gente te mire con asco?
SeokJin intentó levantarse, su cuerpo temblando. Quería gritar, quería decirle que no era un fracaso, que solo estaba siendo él mismo, pero las palabras se ahogaban en su garganta. Se sentía pequeño, insignificante, como si todo lo que alguna vez había significado algo ya no importara.
—¡No tienes derecho a llamarte hombre! ¡No eres nada más que una aberración!
SeokJin se quedó en el suelo, su rostro empapado en lágrimas, mientras su padre seguía maldiciéndolo. Las palabras de su padre, tan afiladas como cuchillos, perforaban su alma. Cada palabra lo hería, y por más que trataba de ocultarlo, las cicatrices quedaban marcadas.
Finalmente, su madre, que había estado llorando en silencio, se acercó, sus manos temblorosas entrelazadas. —Por favor, no lo hagas más…— murmuró, pero su voz era tan suave que se perdía en la tormenta que su padre había desatado. Su piel se encontraba igual que la de SeokJin, llena de hematomas y sangre.
Pero su padre no la escuchaba.—¡No! ¡Este niño no tiene futuro! No merece ser parte de esta familia. No lo quiero aquí.
SeokJin se quedó allí, en el suelo, incapaz de moverse. Cada golpe, cada palabra, era un recordatorio de que el amor de su padre era algo que nunca podría alcanzar, algo que nunca podría ganar. Y por primera vez, se dio cuenta de que había algo más que la aceptación que deseaba: la libertad de ser quien realmente era.
El silencio finalmente se instaló en la habitación, pesado y opresivo. Su padre, agotado de gritar, dio la vuelta y se marchó, dejando a su esposa y a SeokJin en medio de la penumbra, con el dolor de las palabras que lo marcarían para siempre.
SeokJin se levantó lentamente, aún sintiendo el ardor en su rostro, pero algo dentro de él se había roto para siempre. De inmediato abrazó a su madre con fuerza.
Se odió a si mismo por no haber sido capaz de defenderse, por no haber sido capaz de defender a su madre. La impotencia recorría sus venas con profundo dolor y se odió tanto por eso…
—Lo siento madre…
—Perdóname a mí, cariño… —pidió ella mientras sollozaba en los brazos de su hijo.
Esa noche ambos durmieron en la habitación de SeokJin, la cual probablemente dentro de poco dejaría de ser su habitación. Dentro de poco ya no existiría para su padre y todo lo que tenía dentro de esa casa se esfumaría junto con el atardecer…
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