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📀✨Despedida✨📀

Apenas la luna se metió, SeokJin forzó a su cuerpo herido y adolorido a levantarse e irse de la casa en la que había sido criado…

Sabía que no tenía ningún lugar a dónde ir, sin embargo, su padre había sido claro en decir que no lo quería volver a ver. Que era una aberración y que no era su hijo…

Y si era honesto, él tampoco quería permanecer ahí. No quería seguir viviendo bajo el mismo techo que un hombre agresivo y homofóbico. Que no dejaba de implementar las mismas actitudes agresivas y salvajes que según antepasados, era lo que los convertía en "hombres".

No sería capaz de quedarse a ver eso ni en un millón de años, mucho menos a seguir su ejemplo al pie de la letra. Se reusaba a tener un matrimonio con una mujer, para después abusar de su fuerza y denigrarla como si no fuese nada, para luego continuar con su único hijo…

Definitivamente prefería ser un completo homosexual a ser como su padre…

—Madre… tengo que irme…—susurró SeokJin, al mismo tiempo que se removía.

Su madre habia descansado entre sus brazos  el resto de la noche. Durmiendo tranquila y segura sabiendo que el seguro de la puerta de la habitación de su hijo era lo único que los mantendría a salvo de aquel monstruo que se decía ser su esposo…

Y ahora, había llegado el momento de dejarlo ir…

—Hijo mío, no tienes que irte. Podemos hacer entrar en razón a tu padre… Decirle que Ken estaba mintiendo que tú no tienes nada que ver en lo que dijo ese joven…

—¿Ken? ¿Fue Ken quién se lo dijo?—frunció su ceño, al mismo tiempo que la furia comenzó al recorrer por sus venas.

Aquel estúpido no le había bastado golpear y herir a su cita, sino que además había arruinado su relación con padre.

Ese infeliz se las pagaría…

—S-sí. Llegó noche de ayer antes que tú, habló con tu padre y le dijo que te había visto besándote con un hombre… P-pero, tranquilo hijo, yo no creo que seas capaz de hacer algo así, es por eso que hay que ir con tu padre y explicarle todo…—acarició el rostro de su hijo con delicadeza, mientras las lágrimas bajaban por sus pálidas mejillas.

—Madre…—murmuró SeokJin, sintiéndo un peso sobre su pecho que le impedía respirar. Retiró las manos de su madre de su rostro, para luego dirigirlas a sus labios y besarlas—. Yo…—vaciló. Sin embargo, después de armarse de valor, decidió confesarselo—. Soy homosexual, madre…

—¿E-entonces es verdad?—cubrió su rostro, perpleja ante la verdad que le estaba revelando su hijo.

—Sí. Y si te soy sincero, hasta yo me sorprendí. No me enteré hasta hace poco que lo conocí…—confesó. Y sin poder evitarlo, una sonrisa boba se formó en su rostro al recordar la primera vez que lo vio en aquella tienda de discos—. Tengo que admitir que quedé asombrado la primera vez que lo ví. Nunca había visto a un hombre tan varonil y mucho menos me había sentido atraído hacia uno. Pero conforme lo fui conociendo, me dí cuenta que esa mezcla entre torpeza y masculinidad, me atraía demasiado.  Ni siquiera tuvimos tiempo de cuestionarnos que ambos éramos hombres…—suspiró, para luego mirar a su madre con pena—. Lo siento, madre…—se disculpó.

Le dolía haberla traicionado de esa manera. Bajó su mirada y se mantuvo en silencio hasta que un sollozo se escapó de sus labios.

Sin embargo, JiSoo no estaba decepcionada. Al contrario, en su interior estaba aliviada de saber que su hijo había encontrado el amor verdadero y aquello lo podía comprobar por la mirada llena de amor que mantenía su hijo al mencionar a aquel chico…

Fue por eso que con rápidez abrazó a su hijo, para luego comenzar a acariciar su cabello. Justo como hacia cuando era un simple pequeño que temía a los relámpagos y que siempre acudía a ella en busca de protección y calma… Justo como en esos momentos…

—No tienes que pedir perdón, cariño…—le susurró, mientras seguía consolandolo—. Así es el amor, llega sin pedir permiso ni preguntar si nos afectará o no… Sin embargo, vale completamente la pena vivirlo a lado de alguien que está dispuesto a compartirlo contigo. Y no sólo los buenos momentos, sino también los malos y los peores… Así que si entre ustedes hay amor, si se apoyan y aman en las buenas, las malas y las peores, no habrá nadie con el derecho para separarlos, aún si los dos son hombres…

SeokJin sintió como el gran peso que se había instalado en su pecho, se desvanecía ante las palabras de su madre.

—No importa si el mundo entero te desprecia, cariño. Yo te amaré por siempre. No importa si te sientes atraído por los hombres, eres mi hijo y lo respetaré porque eso lo que te hace feliz…—dijo, para luego depositarle un casto beso sobre su mejilla.

SeokJin la abrazó de inmediato, sintiéndo como aquellas dulces palabras de su madre le traspasaran hasta el alma.

—Gracias, madre. Gracias…—sollozó, contagiando a su madre.

Segundos después, se permitieron dejar de llorar. Estando conscientes de que probablemente ese día sería el último día en que podrían estar juntos…

—Madre, ven conmigo. Vamonos de aquí… No tienes por qué aguantar a ese hombre que te lastima.

—N-no lo sé, hijo. No tenemos a dónde ir…

—Eso no es lo que importa, madre. Lo importante es que estaremos a salvo…

—Y-yo, lo siento… pero no puedo, hijo…—admitió cabizbaja—. No es fácil dejar una vida a la cual he estado acostumbrada por años…

SeokJin sintió tristeza por las palabras de su madre. Sin embargo, lo comprendió. Comprendió que no sería fácil para su madre, así que no insistió más…

—Está bien, madre… Yo comprendo…—dijo, para luego soltar un largo suspiro.

Su madre no lo quería dejar ir. No quería verlo cruzar el umbral de la casa que lo vió crecer. Se rehusaba a dejar ir a su hijo. Sin embargo, sabía que no estaría a salvo en aquella casa, no mientras su esposo siguiera reaccionando de esa manera. Así que lo mejor era que SeokJin saliera en busca de su propia felicidad, donde nadie pudiera lastimarlo por ser el mismo…

—Adiós, madre…—dijo una vez que terminó de empacar las pocas prendas que tenía y lo indispensable para su subsistencia.

JiSoo antes de verlo partir, se apresuró a darle sus ahorros, para que su hijo pudiera comer. Y a pesar de que SeokJin se negó, logró convencerlo.

Justo a la entrada de la puerta principal, el corazón de una madre se partía en pedazos al dejar ir a su hijo. Con fuerza lo abrazó y le deseó lo mejor. Para luego mirar como partía.

Por otro, SeokJin le prometió volver por ella en cuanto pudiera y darle la vida que se merecía, una vida donde pudiera estar tranquila y ser feliz…

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