
Capítulo 5
Tomé el plato e hice todo lo que el hizo. Claro, tomando con asco la extraña esponja. Ben tomó mi mano y la apretó, mostrándome como la debía agarrar. Yo lo empujé con mi cadera.
—Bien, bien, vas aprendiendo —dijo mientras veía el plato—. Ahora los vasos.
Me contó que por lo general, lo que primero se lavaba eran los vasos, ya que luego podían quedar un poco aceitosos. Pero nosotros procuramos lavar bien la esponja. Y así es como fueron mis primeras "lecciones". La verdad, es que no me imaginaba que todo eso conllevara tanto trabajo o que cada cosa tuviera su técnica. Bueno, en realidad nunca había pensado siquiera en eso. ¿Para que lavar la losa si alguien ya lo hacía por mi?
Está bien, ya no tenía quien lo hiciera. Al menos por ahora.
—Ahora, vamos al verdadero trabajo. —¿Esto no había sido?—. Deberías cambiarte ese vestido.
La realidad es que no iba a ponerme uno de esos horribles vestidos de campesina que había en la cómoda. Eran todos sin gracia, de una tela espantosa y los colores parecían salidos del lodo. Así que me quedaría con el mío. ¿Cual era su problema después de todo?
—Me voy a dejar este, no me gustaron esos que me diste. —Fruncí el ceño—. Además, ¿qué tanto te molesta mi vestido?
Él rió y pasó su mirada por mi ropa con mirada despectiva. Claro, debía admitir que no estaba muy limpio... bueno en realidad estaba sucio. Pero nunca dejaría de ser una princesa y de distinguirme de mi alrededor.
—Ese vestido no es práctico, no vas a moverte bien. Pero bueno, eso ya no me incumbe, trabajaras de todas formas.
Ben salió de la cabaña y caminó por delante mío. Pero luego volvió y me entregó unas llaves.
—Siempre que vayas a salir, cierra la puerta. Algunos querrán husmear por las cosas ajenas.
Cerramos la puerta y seguimos caminando. Odiaba caminar atrás de él, así que me apresuré para seguirle el paso. Por los sembrados, pude ver a muchas mujeres juntando frutas pequeñas. Estaban con pañuelos en las cabezas, y me miraban al pasar. ¿Qué tanto miraban? Seguí a Ben y nos empezamos a introducir por esos "pasillos" de plantas frutadas. Sus miradas eran despreciativas, ellas no me querían.
—Buenos días —dijo él saludando a un chica de piel color oscura.
—Buenos días, soldado Ben. —Su mirada se dirigió directo a mí—. No, no me digas que...
—Si, ella es Isabella. —No la saludé, sólo hice una sonrisa rápida y fingida—. Ayúdale a saber que hacer, yo tengo varias cosas que hacer. Isabella, has lo que te diga Ruth.
—Ja, que iluso.
Nadie dijo nada, y el soldado sólo se limitó a irse. Ruth me miró despectiva y me dio un balde de madera que había allí, de mala gana. Tomó una zarzamora y, con cuidado, la arrancó para luego juntarla. Sin más que decir, se fue. ¿Por qué no dijo nada más? ¿Qué tanto me odiaba? Miré a mi alrededor y todas trabajaban. ¿Por qué también yo?
Simplemente me quedé parada.
—¡Hey! ¡Tú! —Escuché una voz a pocos metros de distancia. Volteé a ver y miré a la muchacha que venía hacia mí—. ¡Sí, es a ti!
Ella era de piel color trigueña, aunque seguramente el sol la había tostado. Sus cabellos eran rubios, pero sus ojos oscuros. Se acercaba dando zancadas, y no parecía muy amigable. Dejó su cubo en el suelo, casi lanzandolo.
—Con que la princesa Isabella —dijo de manera burlona—. ¿Por qué no haces lo que Ben te ordenó? ¿Te sigues creyendo superior? Porque aquí todas somos trabajadoras y no toleramos retrasos.
—¿Disculpa? Yo no tengo ningún superior, además, tengo el derecho de hacer lo que quiera. ¿Para que recoger frutos si hay tantas haciéndolo?
—Porque tienes que obedecer, simplemente eso. ¿Por qué nosotras deberíamos sudar dos gotas extras por tu culpa? Cumple con tu trabajo y será más fácil para todos.
Paseé la mirada despectiva por su cuerpo y luego me dí la vuelta para irme de allí. Sólo dí unos pasos, hasta que sentí que su mano me volteaba tomando mi hombro bruscamente y, sin saber como sucedió, propinó un golpe en mi nariz. Pegué un grito y caí al suelo por el impacto. ¡¿Qué demonios le pasaba?!
—¡¿Qué estas haciendo?! —grité, tocando el puente de mi nariz y luego sintiendo la sangre bajar lentamente. Dolía mucho.
—¡Trabajaras como todas!
Noté como una multitud de mujeres comenzaba a juntarse alrededor nuestro y miraban de forma curiosa. Algunas vociferaban como si se acabara de hacer justicia y otras se cubrían la boca sorprendidas. Me levanté como pude, y sin pensarlo, la empujé. ¡Sí! La empujé haciendo que retroceda varios pasos. Estaba furiosa.
—¡No haré lo que me diga una estúpida campesina! —espeté.
Y en poco tiempo, ya se había abalanzado sobre mí, propinandome golpes y tirando mi cabello. Claramente yo no me quedaba atrás, aunque no tenía mucha experiencia en la "agresividad" física. Además, ella era mucho más alta y fuerte que yo. Podía escuchar gritos y risas de las demás mujeres.
—¡Hey! ¡Hey! —Escuché—. ¡Basta! ¡Deténganse!
Sentí como quitaban de encima el pesado cuerpo que me golpeaba y como después ayudaban a que me levantará. Miré a Ruth y estaba con los cabellos revueltos, el vestido polvoriento y algunas marcas en su cara. Me había aprovechado de las uñas largas para arañar su cara. Ella seguía forcejeando para soltarse.
—Ya basta —le dijo el hombre que la sostenía—. Fue suficiente.
—Ven, vamos.
Vi que Ben era el que me llevaba del brazo atravesando el sembrado. Parecía molesto, o tal vez preocupado. Cuando llegamos nuevamente al sendero de piedras, me dijo que teníamos que ir a casa para que me limpiara y curara. Esa Ruth era toda una asesina.
—¿Por qué no podías hacer lo que te dije? —preguntó Ben mientras mojaba un paño en agua caliente y lo escurría.
—Es que ella me dijo que hiciera algo y yo no quería que ella me ordenara y... y... ¡argg! —gruñí.
—No tienes que buscar pelea con nadie. Ninguna de ellas te considera alguien agradable, no buscarán motivos para golpearte. Además te necesito sana y salva.
Rodé los ojos y lo miré mientras me ayudaba con la sangre de mis magullados brazos. La verdad es que me ardía mucho, pero no pensaba llorar ni nada. Era fuerte, era Isabella. Ninguna campesina inferior me haría llorar.
—Toma, sostén esto en tu nariz, hasta que pare de sangrar.
Me terminó de colocar la venda en el brazo y luego se sentó frente a mí. Apoyó su cabeza en una de sus manos y me miró con mirada cansada. Me sentía como una niña que era regañada por su padre.
—No iba a quedarme quieta —culminé.
—Isabella, esto será más fácil para ti si haces lo que yo te digo. Mi intención no es torturarte ni nada por el estilo. Sólo cumplo órdenes, e intento que salga todo lo mejor posible.
—No veo como recoger frutos y lavar la losa sean lo mejor para mí.
—Tienes que ser una más de nosotros. Aquí ya no eres la princesa.
—¿Qué es lo que quieren de mí?
—Libertad. Queremos libertad y quitarle al rey su tesoro más preciado es un buen paso. Podremos negociar.
Caí en la cuenta de lo que ellos querían. Y entendí un poco también el trabajo de Ben. Él sólo cumplía órdenes. Pero eso no lo hacía más fácil.
—No sé que tan malo es todo esto. ¿De qué tanto se quejan?
—Eso dímelo tú. No aguantaste ni una hora allí afuera.
Me había dejado sin palabras. Estaba molesta. Muy molesta.
—Sólo déjame sola —murmuré.
Ben se levantó de la silla negando con la cabeza. Preparó en un cuenco un poco de café. Me dejó la taza en la mesa y antes de irse dijo:
—Es para la migraña. Mañana vendré por ti. Estate lista.
Miré el café humeante en la taza y pensé en lo mucho que me costaría todo esto. ¿Ben también me odiaba como todos? ¿Quería ayudarme? O tal vez sólo era uno más de ellos, uno más de los que planeaba destruirme junto a mi padre.
...
Nuevo capítulo :3 No tengo mucho que decir...así que cuénteme ustedes :3 Tenemos portada :3 ¿Les gusta? Gracias por leer♡
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