Capítulo 32 "Déjame"
Accedí a salir con él afuera. En cuanto uno de ellos nos vio, se puso por delante para impedirnos el paso. Era ese mismo hombre que una vez lo había regañado, mientras yo espiaba por la ventana. Ben se irguio y lo saludó, poniendo su mano recta en la frente.
-¿Adónde la llevas?-preguntó-Ya se te escapó una vez y no queremos que eso vuelva a pasar.
-Oh, no. No se preocupe, señor. Esta vez le aseguro que no se volverá a ir.
El sujeto se retiró de mala gana y accedió a lo que pedíamos. Caminamos hacia afuera. La noche helada había caído y casi que no se podía estar allí. Aunque me pregunté como esos soldados rectos y firmes se mantenían quietos en su lugar.
-Mejor vamos adentro.
Cruzamos el salón principal y nos metimos en una habitación vacía de hombres. Me sorprendió que eso fuera posible. Eran tantos, que parecían salir desde abajo del suelo. La biblioteca era gigante. Nunca había alcanzado a leer todos los libros de allí, aunque me pasara una gran parte del día encerrada en sus paredes. El castaño habló sin mirarme.
-No puedo creer que yo este y siga haciendo esto. Debería darme por vencido y entender que lo que pasó fue simplemente porque no me querías y listo. Pero me cuesta entenderlo, Isabella. En serio me creí muy bien tu historia del enamoramiento y amor hacia mi. Parecías feliz cuando te dije de huir juntos y terminar con todo esto de una vez. Me sonreías ¡incluso llorabas de emoción! ¿Dónde aprendiste a mentir tan bien?-preguntó de manera sarcástica.
-¿Puedo hablar?-lo interrumpi, dolida por haber escuchado todo aquello.
-Aún no he terminado.-revolvio sus cabellos y al fin me miró-¿No te dolió hacerme esto? No a mi, como Ben. Mas bien, te lo pregunto como persona. ¿Jugar así? ¿Tan sucio? Mira lo que ocasionaste-en cuanto escuché esa afirmación retrocedí un paso y lo miré con ceño fruncido.-¿Qué lograste con huir? ¡Todos enloquecieron! ¡Querían pelear! ¡Matarse!-y en ese momento estaba enojado-¡Te...te...-pegué un grito que lo hizo callar.
-¡Ya cállate!-él abrió sus ojos sorprendido. Tal vez esperando que yo simplemente llorara y me hiciera un ovillo con depresión-¡Eres un estúpido!
Apreté mis ojos fuertemente y a causa de la furia, crují mis dientes. Tenía toda esa presión y angustia acumulada, que en cualquier momento necesitaba ser liberada de cualquier manera.
-¡Te pones a criticarme y a decirme mil cosas!-le grité-¡Ni siquiera sabes por lo que tuve que pasar! ¡No sabes nada! ¡Y para peor!-lo acuse con mi dedo-¡No me dejas explicarte nada!
Me quedé unos segundos respirando agitada, todavía con el dedo levantado hacia él. Lo pude ver nervioso, y después volvió a revolverse los cabellos. Terminó suspirando y apoyó todo su peso en una pierna.
-Está bien-su tono de voz bajó notablemente-¿Qué pasó?
-Ese día...-suspire profundamente-Ese día en el que no volví con las niñas, que ustedes se habían quedado en la plaza central, era porque mi hermano había venido al pueblo. Se había introducido secretamente, dios vaya a saber como. Me contó que mi padre estaba enloqueciendo y que estaba muy vulnerable emocionalmente. Después me contó parte de un plan que tenía y que aunque no me gustara, parecía lo más conveniente para todos. Huiria un veinte y vendría al palacio para convencer a mi padre de hacer la paz con ustedes. Él accedería y todo mejoraría. Sin embargo, cuando llegué aquí, todo se había dado vuelta y ustedes tomaron cartas en el asunto rápidamente. No tuve tiempo de hablar con papá, y menos con ustedes. Ben...-me acerqué a él lentamente, temiendo que se alejara-Yo no quería irme de ti, ¿entiendes? Por dios, yo...estaba muy presionada. No sabía que hacer. Creí que el plan era beneficioso, porque si bien nosotros sufririamos, todo el reino volvería a la paz como queríamos. Y el hecho de saber que nunca más iba a verte, me dolía muchísimo.
Me detuve un instante y lo miré. Él estaba examinando mi rostro, en busca de mentiras, como creía que yo sabía decir bien. Aunque creo que no las pudo encontrar, porque yo le hablaba directamente desde mi corazón. Utilizando mi amor en cada oración.
-Después, en cuanto comencé a notar lo mal que nos había ido, ya...no tenía ganas de nada. Y ahora...-como una tonta, mi voz empezó a temblar y las lágrimas aparecieron y se acumularon en mis ojos, cada vez más-No sé que hacer...no se que hacer para que me perdones y me creas. No solamente esto-extendí mi mano hacia su rostro y acaricie su mejilla con barba de varios días-No solamente esta historia exterior a nosotros. Sino también lo mucho que te quiero y amo.
No pude continuar y un dolor profundo volvió a mi pecho. Cubrí mi rostro con ambas manos y caminé hasta un pequeño sillón, evitando que me vea llorar de esa manera. Me acomode ahí y libere cada preocupación que sentía.
De alguna hermosa manera, sentí como el asiento se bajaba y un peso a mi lado aparecía. Creí derretirme cuando sentí un brazo alrededor de mis hombros. Y también, escuché la misma voz que escuchaba cada mañana, cuando quería despertarme de manera sorpresiva en la cabaña.
-Suplico al cielo que todo eso de tu cariño hacia mi sea verdad, porque me hace demasiado feliz como para no creerlo.
Levanté mi vista hacia él y lo vi con los ojos enrojecidos, como esa última vez en la pequeña casa, cuando le prometí que no iba a irme.
-Si no puedes creerme sinceramente, no importa-logré decir-Pero no puedo continuar contigo o lo que sea, si no confías en mi.
Me levanté como pude y quise salir rápidamente de la habitación, pero me fue imposible, ya que él tomó mi muñeca y me volteó. No caí en la cuenta de que quería besarme, hasta que sentí sus labios suplicando por los míos. Fue tanto el deseo de corresponderle y amarlo que le seguí el juego sin dudar demasiado. Estábamos besandonos desesperados, como aquella vez en la cabaña. La primera vez que había surgido un beso entre nosotros. El remolino de sensaciones fue diferente a la primera vez. Reconocí su boca como si la conociera de toda la vida, aunque no sabía porque. Era algo fantástico que no quería parar.
-¿Soldado?
Nos separamos cuando sentimos dos golpes en la puerta. Yo voltee nerviosa y me aleje unos pasos, para evitar que se nos viera sospechosos.
-¿Qué pasa?-dijo Ben, permitiendo que el hombre abriera.
-Lea esto. Cuando termine, venga que recibirá órdenes del capitán.-el sujeto se fue y volvió a cerrar la puerta.
Lo miré mientras leía. A cada centímetro que sus pupilas se movían, su ceño parecía fruncirse aún más. Estaba preocupado, demasiado, tanto, que me dio miedo. Cuando terminó, levantó su mirada y se acercó a mi.
-Tu padre a ido a buscar ayuda a uno de sus aliados. No sabemos bien que les ha prometido, pero entendieron bien lo que pedía. Un ejército entero viene hacia nosotros y declara guerra a primeras horas de la mañana.-tape mi boca-Están acampando en el valle Violmain.
Estaban a unos dos kilómetros de nosotros. Mi padre había declarado ¡una mismísima guerra! ¡Un enfrentamiento a muerte!
-Tengo que detenerlo-dije abrazandolo-Por dios, Ben. Él no está pensando con la cabeza...
-No, no puedes salir-negó rotundamente-Es terriblemente peligroso. Ellos creerán que eres una de nosotros y te matarán.
-No Ben. No podemos dejar que esto pase. Hablamos de una guerra-él volvió a negar mirando el suelo, perdido. Tomé sus manos cariñosamente-Cariño, es lo mejor. Debo hablar con mi padre y hacerlo entrar en razón. Le diré que esto no es bueno para nadie y que simplemente tenemos que ser más tolerantes. Baja de impuestos y preocupación por la vida de cada habitante.-sonreí, mostrándole que debía entender. La guerra no podía llevarse a cabo.
Pero no asintió. Segundos después, lo vi negar nuevamente y apretó mis manos, para luego besar mi frente.
-Lo siento, pero no voy a dejarte salir de aquí para que mueras allí.
-Ben, por favor...
-Debo irme.
Me quedé viéndolo mientras se iba, pero luego lo persegui para intentar convencerlo. Sin embargo, no pude abrir la puerta. Desesperada, moví el pomo y golpee para que me dejaran salir. Escuché su voz:
-Cuidenla, que no salga.
...
Ahora si que dudo sobre que puedan sacar sus conjeturas 7u7 jajajaja ¡ARGGGGG! Benicia e Isabella van a explotar...
Hasta la próxima♡
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